III. EVOLUCIÓN POLÍTICA DE LAS DOS ZONAS Y CONSECUENCIAS DEL CONFLICTO. b) Evolución política de la España nacional
Los sublevados se definían como “nacionales”, por su defensa de la unidad de España, y terminaron construyendo un Estado autoritario donde el poder recaía en una persona. La muerte del general Sanjurjo en accidente de aviación, , puso en primer plano la figura de Franco, a quien solamente podían hacer sombra figuras como Mola, quien también fallecería el 3 de Junio de1937 en otro accidente de aviación. La Junta de Defensa Nacional, creada por los rebeldes en Burgos, en Julio de 1936, funciónó como embrión de un nuevo gobierno opuesto al régimen republicano: proclamó el estado de guerra, suprimíó todos los partidos políticos del Frente Popular, restituyó las tierras a sus antiguos propietarios… Al morir el general Sanjurjo, los militares sublevados comprendieron que necesitaban establecer un mando único; a finales de Septiembre, desaparecía la Junta de Defensa Nacional y Franco era elegido “Jefe del Gobierno del Estado español” y “Generalísimo”, es decir, jefe supremo de todos los ejércitos sublevados. Franco reunía la jefatura política y militar del nuevo Estado, la España nacional.
Su proclamación tuvo lugar en Burgos el 1 de Octubre. La inexistencia de una dirección clara en la Falange -preso en Alicante su líder, José Antonio Primo de Rivera-, que sería juzgado y fusilado en Noviembre, le permitíó a Franco ponerse a la cabeza de la Falange, objetivo conseguido a través del Decreto de Unificación. El paso siguiente, en efecto, fue el Decreto de Unificación, obra de Serrano Súñer, por el que Franco se constituyó en jefe nacional del partido único que, con el nombre de Falange Española Tradicionalista y de las JONS, fusión de falangistas y carlistas, bajo la jefatura de Franco, surgía para agrupar las fuerzas políticas que se habían unido a la sublevación. En pocos meses, Franco reunía en su persona todo el poder: el Ejército, el gobierno del Estado y el partido único. En Enero de 1938 se constituyó el primer gobierno del nuevo Estado. A partir de ese momento, el poder en todos sus aspectos radicaría en el Generalísimo, que concentraba la jefatura del Estado y la presidencia del gobierno. El primer gobierno de Franco constituía un agregado de las fuerzas conservadoras, compuestas por tradicionalistas, falangistas y, sobre todo, militares. Como remate del proceso de legitimación de la guerra, el episcopado español se dirigía en Julio de 1937 a los católicos del mundo con una carta colectiva, escrita por el cardenal Gomá, en la que explicaba la naturaleza religiosa de la guerra y se daba el respaldo al bando sublevado.
III. EVOLUCIÓN POLÍTICA DE LAS DOS ZONAS Y CONSECUENCIAS DEL CONFLICTO. 1. La evolución política. A) Evolución política de la España republicana.
La sublevación había provocado la inmediata dimisión del gobierno, dirigido por Santiago Casares Quiroga, y el encargo del presidente Manuel Azaña a Diego Martínez Barrio para formar nuevo gobierno El fracaso de éste en sus gestiones, con el mismo Mola, para paralizar el movimiento insurgente le llevó a dimitir. El 19 de Julio Azaña confió a José Giral la formación de un nuevo gobierno, integrado por republicanos de izquierda, que tomó el acuerdo de entregar armas a las milicias de las organizaciones obreras.
El gobierno de Largo Caballero
El día 5 de Septiembre de 1936, el presidente Azaña encargó formar gobierno a Francisco Largo Caballero, líder de la izquierda del PSOE, quien formó un primer gabinete de amplísima coalición que integraba a nacionalistas vascos y catalanes, a los partidos republicanos, al PSOE y al Partido Comunista. Días después, el 4 de Noviembre, Largo Caballero remodeló el gobierno y tuvo lugar un hecho excepcional en la historia del movimiento anarquista: la participación en ese gobierno de cuatro ministros de esa ideología. Coincidía todo ello con la ofensiva de los sublevados sobre Madrid. En esos días, a principios de Noviembre, el gobierno abandonó Madrid, gravemente amenazada por las columnas del sur, trasladándose a Valencia. El gobierno de Largo Caballero acometíó, en los meses siguientes, las principales reformas políticas y militares (creación del Ejército Popular). Sin embargo, nuevos factores vinieron a complicar la situación. Largo Caballero, en efecto, tuvo problemas con los comunistas y los anarquistas. Éstos no renunciaron a su propia política, insistían en las colectivizaciones y ponían resistencia a integrar sus milicias en el Ejército Popular. Al final, las diferencias en cuanto a la política a seguir terminaron afectando al mismo gobierno. Para unos lo esencial era la revolución proletaria que haría ganar la guerra contra el fascismo; para otros lo prioritario era fortalecer el Estado para poder ganar la guerra.
Guerra o revolución
Por tanto, la política del PCE, que era compartida por el PSOE y la UGT, consistía en mostrar una imagen moderada, no revolucionaria, bajo el lema «primero ganar la guerra»; mientras, otras fuerzas, los anarquistas y los miembros del POUM, entendían que había que tomar medidas revolucionarias y colectivizadoras para poder contar con el apoyo popular que llevase a la victoria. Para ellos, para ganar la guerra lo prioritario era poner en marcha la revolución. Los enfrentamientos llegaron a su culminación en Mayo de 1937, con combates en Barcelona entre partidarios de ambos grupos. En esa lucha fue detenido y asesinado el líder más prestigioso del POUM, Andreu Nin. Como consecuencia de los sucesos de Barcelona cayó el gobierno de Largo Caballero formándose uno nuevo dirigido por el socialista Juan Negrín (Mayo de 1937).
El gobierno de Juan Negrín
El doctor Juan Negrín, del PSOE, partidario de la máxima unidad de las fuerzas republicanas y apoyado en los comunistas, trasladó la sede del gobierno de Valencia a Barcelona (31 de Octubre de 1937), buscando el control de las industrias bélicas catalanas. En un intento de lograr un acuerdo con los nacionales y pactar una paz negociada, el gobierno aprobó un documento, que se hizo público el 1 de Mayo de 1938, conocido por “Los Trece Puntos de Negrín”. Eran una oferta de paz como marco para parar la guerra, pero fueron rechazados de manera categórica por Franco, que no estaba por negociar. Más adelante, así pudo comprobarlo el coronel Casado cuando se sublevó (Marzo de 1939) contra el gobierno de Negrín pensando que con ello se le abrirían las puertas para negociar con Franco el final de la guerra.