La Guerra de Independencia Cubana y la Intervención Norteamericana
El Grito de Baire y la Renuncia de Martínez Campos
En 1895, el Grito de Baire reinició la sublevación cubana. El general Martínez Campos, enviado para sofocarla, comprendió rápidamente que no se trataba de bandolerismo, sino de una revolución a gran escala con apoyo campesino. Reconoció que la represión militar no bastaba y renunció, sugiriendo el nombramiento de un general de línea dura.
La Estrategia de Weyler y la Intervención Norteamericana
Valeriano Weyler, dispuesto a combatir «la guerra con la guerra», cambió la situación militar. Su estrategia consistía en compartimentar la isla con trochas, líneas fortificadas que impedían el paso de los insurrectos. Con la muerte de Antonio Maceo, el caudillo de la independencia cubana, España casi ganaba la guerra. Sin embargo, la intervención norteamericana cambió el curso del conflicto.
La Restauración y sus Contradicciones (1874-1902)
Estabilidad y Defectos del Sistema
La Restauración de la monarquía con Alfonso XII trajo estabilidad, respaldada por la Constitución de 1876, el sistema bipartidista y cierta prosperidad económica. No obstante, el fraude electoral, el caciquismo y la marginación de partidos republicanos, obreros y nacionalistas, eran grandes defectos del sistema. En las periferias, surgieron movimientos regionalistas y nacionalistas que buscaban autonomía en un Estado centralizado.
La Crisis del 98 y sus Consecuencias
La pérdida de las últimas colonias en 1898 (Cuba, Puerto Rico y Filipinas) fue un duro golpe. España se replanteó su identidad y las medidas para su modernización. El sistema político de la Restauración, obsoleto para el siglo XX, continuó hasta su colapso en 1931 con la caída de Alfonso XIII y la proclamación de la II República.
El Auge de los Regionalismos y Nacionalismos
Centralismo y Particularismos Regionales
El sistema político liberal, surgido de la guerra civil (1833-1840), se dejó controlar por élites militares y políticas conservadoras. Estas élites crearon un Estado uniformista, a imagen del francés, que ignoraba las realidades comunitarias. La división territorial en provincias buscaba disolverlas en un proceso de integración común.
El Renacimiento Cultural y los Regionalismos Periféricos
La confluencia de particularismos regionales, el espíritu romántico y el renacimiento cultural, permitieron la manifestación de una diversidad regional y nacional, especialmente en Cataluña y el País Vasco, regiones con mayor independencia económica.
La Burguesía y los Regionalismos
El movimiento regionalista y nacionalista inicial fue impulsado por las medianas y pequeñas burguesías, que defendían sus peculiaridades forales frente al Estado liberal. Con el tiempo, el movimiento se amplió, atrayendo a las burguesías dirigentes, que lo usaron como herramienta política para obtener ventajas económicas de Madrid. Mientras la gran burguesía industrial y financiera, de diversas regiones, estaba vinculada a la política oficial y colaboraba con el poder económico en la formación de gobiernos, la burguesía periférica buscaba su identidad nacional.