Causas y Consecuencias de la Revolución Rusa y el Totalitarismo

Causas de la Revolución

A principios del siglo XX, Rusia era un gran imperio gobernado por los zares de la dinastía de Romanov mediante un sistema autocrático, donde el descontento político, económico y social se había generalizado entre la burguesía y la clase obrera. El descontento político se debía a la forma de gobierno de los zares, que favoreció el desacuerdo político de los partidos liberales burgueses y de los partidos marxistas revolucionarios, como los bolcheviques. El descontento económico y social se debía al contraste entre la minoría dueña de la tierra y fábricas y la miseria del campesinado y proletariado industrial.

Revoluciones de 1917

Las derrotas del ejército ruso en la Primera Guerra Mundial y el sufrimiento popular provocaron una doble revolución.

Revolución Burguesa

En febrero, se separó al zar Nicolás II e implantó una república. El gobierno provisional, liberal y burgués, prometió reformas como el reparto de tierras, pero al ser lento y la decisión de seguir en la guerra mundial provocaron su caída.

Revolución Bolchevique

Organizada por los marxistas radicales o bolcheviques, destronaron al gobierno provisional y llevaron al poder a su dirigente, Lenin. Este se retiró de la guerra (Tratado de Brest-Litovsk con Alemania) e inició reformas como el traspaso de los latifundios al campesinado, el control de las fábricas por los obreros y la nacionalización de la banca y los transportes. Ya en el poder, los bolcheviques adoptaron el nombre de Partido Comunista y fundaron la Tercera Internacional.

Guerra Civil (1918-1921)

La actuación de Lenin desencadenó una brutal guerra civil, en la que se enfrentaron los bolcheviques (Ejército Rojo) y los contrarrevolucionarios (Ejército Blanco), apoyados por Reino Unido y Francia. La victoria del Ejército Rojo afirmó la revolución.

Gobierno de Lenin (1921-1924)

Creó una nueva organización política en 1922: la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Integrada por Rusia y otras repúblicas asiáticas, se organizaba como un Estado federal. Adoptó una nueva política económica (NEP) a partir de 1921, que combinaba elementos comunistas y capitalistas. Gracias a ello, la economía soviética se recuperó.

Gobierno de Stalin (1927-1953)

Inició una nueva etapa en la URSS, conocida como estalinismo. Para ello, impuso un sistema político totalitario, caracterizado por la represión de cualquier oposición y las purgas, y organizó una economía planificada por el Estado y nacionalizada, en la que los medios de producción pasaron a ser propiedad estatal. La planificación se hacía a través de los planes quinquenales que marcaban los objetivos para cada rama productiva durante cinco años. La nacionalización afectó a todas las actividades. La tierra se colectivizó y trabajó mediante sociedades campesinas (koljoses) y granjas estatales trabajadas con asalariados (sovjoses). La industria se basó en la creación de grandes complejos estatales metalúrgicos, químicos y de armamento. La banca y demás servicios se mantuvieron en manos del Estado. Como resultado de estas medidas, la URSS se convirtió en una gran potencia económica y militar.

Periodo de Entreguerras

Comprende la época histórica entre dos guerras mundiales (1919-1939), marcada por crisis económica y el auge de regímenes totalitarios.

Felices Años 20

La crisis de 1929 fue precedida por un periodo de prosperidad conocido como los felices años 20. Afectó a EE. UU., que tras la Primera Guerra Mundial se convirtió en la primera potencia económica del mundo. Las bases del crecimiento económico fueron:

  • Desarrollo de la industria (nuevos sectores, cuyo dinamismo fue posible por el sistema de producción en cadena).
  • Incremento del consumo (debido a la publicidad y facilidades de compra).
  • Inversiones en bolsa (se convirtieron en forma rápida de conseguir dinero).

Crisis de 1929: Crac Bursátil de Nueva York

La crisis económica se inició en EE. UU. coincidiendo con un exceso de producción en relación al consumo. Durante la guerra mundial, la agricultura e industria aumentaron la producción para países beligerantes, pero al finalizar la guerra, estos redujeron la demanda y se acumularon los productos. Llegó un momento en el que la situación de las empresas no se correspondía con el alto valor de sus acciones. En 1929, se redujo la subida del precio de las acciones. La quiebra o crac de la bolsa de Nueva York se produjo por el temor a un mayor descenso del precio de las acciones, lo que llevó a los inversores a su venta masiva y al desplome del precio, en una jornada conocida como el jueves negro.

Gran Depresión: Contagio a la Economía de EE. UU.

La quiebra de la bolsa provocó una crisis general en la economía de EE. UU., millones de personas perdieron dinero y ahorros. Los bancos se arruinaron, habían invertido en acciones, muchas industrias tuvieron que cerrar por descenso de ventas, los agricultores no pudieron hacer frente a sus deudas y el comercio exterior se paralizó.

Gran Depresión: Difusión de la Crisis

La crisis se difundió de EE. UU. a Latinoamérica y Europa. Así inició la gran depresión, que se reflejó en muchos ámbitos:

  • Economía: producción agraria e industrial descendió, el comercio exterior se redujo.
  • Población: detuvo el crecimiento, la migración disminuyó.
  • Sociedad: crecieron el paro y las desigualdades, el optimismo de los felices años 20 fue sustituido por pesimismo y falta de confianza.
  • Política: la depresión generó rechazo al capitalismo y auge del comunismo (entre obreros) y totalitarismo o autoritarismo (clase media).

Soluciones a la Crisis

La mayoría de los países adoptaron medidas del economista Keynes, que defendía la intervención del Estado en la economía para estimular inversión, empleo y consumo. En EE. UU., Franklin Delano Roosevelt puso en marcha en 1933 un programa de recuperación económica conocido como New Deal. Las medidas incluyeron:

  • Control de bancos.
  • Subvenciones a agricultura e industria.
  • Reducción de la jornada laboral.
  • Creación de salarios mínimos y paliar efectos del paro.

Los demás países adoptaron medidas similares.

Surgimiento de Regímenes Totalitarios

Ascenso del Totalitarismo

En el periodo de entreguerras, Reino Unido, Francia y EE. UU. mantuvieron la democracia, pero muchos estados del centro y sur del continente adoptaron regímenes totalitarios que controlaron todo. Destacaron los implantados en Italia (fascismo) y Alemania (nazismo). Las causas del ascenso al poder de los totalitarismos fueron:

  • Escasa consolidación de la democracia.
  • Crisis económica (se culpó a gobiernos liberales).
  • Deseo de evitar la expansión del comunismo.
  • Formación de grupos ultranacionalistas.

Los apoyos sociales de los sistemas totalitarios fueron la clase media (bajo nivel de vida por la crisis), el gran capital (deseoso de detener el auge comunista), muchos combatientes y parados descontentos, y los sectores sociales conservadores.

Características de los Totalitarismos

  • Imposición de un sistema político autoritario. El Estado concentra todo el poder y lo ejerce a través de un líder carismático (Duce Mussolini o Führer Hitler) que es considerado infalible y exige obediencia ciega.
  • No hay libertades, un partido único, reprime con violencia cualquier oposición mediante policía política (Gestapo alemana o OVRA italiana) o fuerzas paramilitares (SS nazis).
  • Control económico y social. El Estado dirige la economía y se proclama anticapitalista y anticomunista. También controla la sociedad.
  • Rechazo a la igualdad, defiende la superioridad de miembros del partido respecto a los demás, hombres sobre mujeres y unas razas sobre otras.
  • Pensamiento irracional. Proclama fanatismo y obediencia ciega.
  • Ultranacionalismo. Exalta la grandeza de la propia nación, realiza reclamaciones territoriales.
  • Militarismo. Se defiende la fuerza y la guerra como medios del poder, prestigio y progreso.

Fascismo: Benito Mussolini

Surgió en torno al periodista Benito Mussolini. Este fundó en 1921 el Partido Nacional Fascista, que contaba con grupos paramilitares (camisas negras) dedicados a reprimir al movimiento obrero. Con ello se ganó el apoyo de grandes propietarios, de la pequeña burguesía, de la iglesia y del rey Víctor Manuel III, descontentos por las repercusiones de la guerra mundial, el endeudamiento, la inflación, el paro y la extensión de los movimientos revolucionarios. En 1922, la exitosa intervención de Mussolini le permitió reclamar el poder. Para presionar al gobierno, organizó una marcha sobre Roma con sus camisas negras, logrando que el rey le nombrase jefe de gobierno. Una vez en el poder, Mussolini implantó una dictadura fascista, asumió todos los poderes, restringió las libertades, prohibió los partidos políticos, reprimió a los sindicatos y a cualquier oposición mediante la policía política (OVRA), dirigió la economía y controló todos los aspectos de la vida social mediante la propaganda y la censura.

Nazismo: Adolf Hitler

Surgió en torno al antiguo soldado Hitler. Este fundó en 1920 el Partido Nacional Socialista de los Trabajadores de Alemania, que contaba con una organización paramilitar, dedicada a combatir a los comunistas. El partido ganó apoyos tras la crisis económica de 1929, de la que culpaba a los judíos, a los comunistas y a los demócratas. Así se atrajo a buena parte de las clases medias arruinadas y a los capitalistas opuestos al comunismo. En las elecciones de 1932, el partido nazi consiguió 13 millones de votos y en 1933 Hitler fue nombrado canciller de Alemania. Una vez en el poder, puso fin a la República de Weimar y proclamó el Tercer Reich alemán. Hitler implantó una dura dictadura: concentró todo el poder, suprimió las libertades y los partidos políticos y reprimió a la oposición mediante la policía política (Gestapo), que recluía a los opositores en campos de concentración. También controló la economía, procurando la autarquía basada en el desarrollo industrial. Buscó la cohesión social en torno a la idea de la superioridad de la raza aria y la persecución de los judíos, y controló la educación, cultura y arte mediante propaganda y censura. Hitler adoptó una política militarista y agresiva, basada en el rearme, el rechazo del Tratado de Versalles y las reivindicaciones territoriales necesarias para dotar a Alemania de un espacio vital. Todas estas actuaciones condujeron a la Segunda Guerra Mundial.

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