En España, durante el siglo XIX, se trató de impulsar el proceso de revolución industrial para transformar la estructura agraria en otra basada en el desarrollo de la industria y el comercio. Pero el resultado final quedó muy lejos de lo que se pretendía.
La Industria Textil Catalana
Cataluña fue la única zona donde la industrialización se originó a partir de capitales autóctonos.
La Industria Algodonera
En la industria textil catalana del s. XIX, el sector más dinámico fue el algodonero, que actuó como sector palanca de la industrialización regional. La prosperidad de este sector algodonero se debió, fundamentalmente, a tres razones:
- a) La posición de ventaja con que partía, dado el temprano despegue industrial de Cataluña en el siglo XVIII.
- b) La iniciativa empresarial de la burguesía catalana, que supo modernizar sus industrias con la incorporación constante de nuevas máquinas y nuevas técnicas de producción.
- c) La protección arancelaria, que permitió orientar la producción al mercado nacional sin la competencia inglesa.
El Sector Lanero
El sector lanero pasó a un segundo plano a lo largo del siglo XIX al ser relegado por la producción algodonera y se desplazó de los centros tradicionales en las zonas ganaderas de Castilla y León para concentrarse en industrias modernas cuya proximidad a Barcelona les confería indudables ventajas:
- a) El fácil intercambio de obreros, ingenieros y empresarios con las fábricas algodoneras de la región.
- b) El gran desarrollo comercial y crediticio de la ciudad de Barcelona.
- c) La facilidad para la importación de la lana (materia prima) y el carbón (fuente de energía) a través del puerto de Barcelona.
La Siderurgia
Para el desarrollo de una industria es importante disponer de carbón. La inexistencia en España de buen carbón y de demanda suficiente explica el desarrollo accidentado de la siderurgia, cuya localización fue cambiando a lo largo del siglo, por lo que se pueden distinguir tres etapas:
- La etapa andaluza, hasta los años sesenta, en torno a Málaga. Se basaba en la explotación del hierro de la zona. Su inconveniente era la falta de carbón mineral, por lo que debía recurrirse en una gran proporción al carbón vegetal.
- La etapa asturiana, entre los años sesenta y ochenta, en torno a las cuencas carboníferas de Mieres y Langreo. El carbón de esta zona no era de gran calidad.
- La etapa vizcaína, que inició un crecimiento por la actividad de unas pocas empresas grandes, de las cuales destaca la unión de estas en Altos Hornos de Vizcaya. La clave del éxito estuvo en el eje comercial Bilbao-Cardiff (Gales): Bilbao exportaba hierro y compraba carbón galés, más caro, pero de más calidad y, por lo tanto, más rentable que el asturiano.
La Minería
España era rica en reservas de hierro, plomo, cobre, mercurio y cinc; y además gozaba de: la proximidad de los yacimientos a zonas portuarias, lo que facilitaba el transporte y la exportación de los minerales. Existen varias razones que explican la inactividad minera durante gran parte del siglo:
- a) La falta de capitales y de conocimientos técnicos suficientes para poner en explotación algunos de los yacimientos peninsulares.
- b) La inexistencia de una demanda suficiente de estos minerales, debido al atraso económico español.
- c) Una legislación que ponía obstáculos a la iniciativa empresarial privada y declaraba las minas propiedad de la Corona.
Todas estas circunstancias cambiaron a partir de la revolución de 1868:
- a) La Ley de bases sobre minas de 1868 simplificaba la adjudicación de concesiones y ofrecía muchas seguridades a los concesionarios.
- b) Había aumentado considerablemente la demanda internacional de los productos mineros. España, por lo tanto, se convirtió en exportadora de materias primas: fundamentalmente, plomo, mercurio, cobre y hierro, que a finales de siglo representaban uno de los capítulos más importantes de la balanza comercial.
La Energía
Uno de los cambios más característicos de la revolución industrial fue el empleo masivo del carbón como fuente de energía. En España, hasta mediados de siglo, las principales fuentes de energía utilizadas eran la fuerza humana y animal, y, en menor medida, la hidráulica y la eólica y como combustible doméstico, se usaba preferentemente la leña. El consumo de carbón creció desde mediados de siglo, estimulado por la red de ferrocarriles, la navegación a vapor y la industrialización.
Sin embargo, desde el punto de vista energético, España estaba en clara desventaja respecto a los países industrializados, como Gran Bretaña, Bélgica, Alemania o, incluso, Francia: el carbón español era escaso, de mala calidad y caro.