La Industrialización en España en el Siglo XIX
Contexto y Factores Limitantes
La industrialización en España comienza a finales del siglo XVIII en Cataluña, así como en Málaga y Santander. Sin embargo, la pérdida de las colonias, junto con otros factores, frenó su crecimiento:
- Mercado mal articulado: Existían problemas de distribución, como la putrefacción de granos castellanos en el interior, mientras Cataluña y Valencia importaban del exterior.
- Bajos ingresos del campesinado: La limitada capacidad de compra de la mayoría de la población española dificultaba la absorción de la producción industrial.
- Escasez de capitales: La inversión se desviaba hacia la Deuda Pública, la compra de tierras desamortizadas y los ferrocarriles.
- El tendido ferroviario: La construcción de la red ferroviaria, a cargo de capital extranjero (francés) y con materiales importados, generó escasos beneficios debido al bajo volumen de tráfico.
- Desamortización del subsuelo: La venta de minas españolas a empresas extranjeras privó a la industria nacional de materias primas (hierro, plomo y cobre), agotando los mejores filones en 1910.
- Debilidad de la burguesía: Los núcleos industriales modernos se limitaban a Cataluña y el País Vasco, favorecidos por el proteccionismo y los bajos salarios. En Cataluña, la industria textil algodonera y la metalúrgica se desarrollaron gracias a la exportación de vinos y al comercio antillano. En el País Vasco, la industria siderometalúrgica (Altos Hornos de Vizcaya, Bilbao) se basó en la venta de mineral de hierro a Inglaterra y la compra de carbón inglés.
Transformaciones Demográficas y Sociales
Cambios Demográficos
Durante el siglo XIX, la población española creció de 10,5 millones en 1797 a 20 millones en 1900. Este crecimiento, mayor en la primera mitad del siglo, se debió a factores como el fin de epidemias y la introducción de nuevos cultivos, no a una revolución industrial o demográfica. Su ritmo fue inferior al europeo debido a las elevadas tasas de mortalidad (la esperanza de vida en 1900 era de 35 años). El aumento de población se concentró en las regiones costeras, mientras que el interior se estancó. A pesar del crecimiento más lento, se produjo un desequilibrio entre población y recursos, aumentando la emigración exterior (principalmente a América y el norte de África). También aumentaron las migraciones interiores del campo a la ciudad, contribuyendo al crecimiento de la población urbana, especialmente en Barcelona y Madrid.
Cambios Sociales
A principios del siglo XX, el 70% de la población aún vivía en el medio rural. Las reformas liberales abolieron los privilegios estamentales, dando paso a una nueva sociedad de clases basada en la riqueza y la propiedad privada. Sin embargo, esta transformación fue lenta. La nobleza mantuvo sus propiedades e incluso las amplió con las desamortizadas. La burguesía era prácticamente inexistente fuera de Cataluña y el País Vasco. Las clases populares, compuestas principalmente por campesinos, vieron empeorar su situación con las desamortizaciones, convirtiéndose en jornaleros. En las ciudades, las clases bajas crecieron, dedicándose al servicio doméstico, la artesanía y, en algunas zonas, al trabajo en fábricas (proletariado industrial) con duras condiciones laborales. Entre ambos extremos, una débil clase media se formó con pequeños burgueses, propietarios rurales, funcionarios y profesionales liberales. El analfabetismo seguía siendo elevado (72,3% en 1887).