La Restauración en España: Consolidación, Regeneracionismo y Galicia

La Consolidación del Sistema y el Gobierno de Sagasta

La modernización del ejército y la marina, el apoyo a una política librecambista (atacada por la burguesía industrial catalana y vasca que se beneficiaba de la protección de sus productos frente a las importaciones exteriores), la libertad de imprenta y la reforma educativa que permitió la vuelta de los profesores krausistas a sus cátedras, representan los grandes rasgos de las políticas llevadas a cabo por el partido liberal durante la época del gobierno de Sagasta, el más largo de la Restauración (1885-1890).

Además, durante este período se abordaron también una serie de reformas legislativas entre las que destacan:

  1. La Ley de Asociaciones que legalizaba a los sindicatos obreros y regulaba la presencia pública de las órdenes religiosas.
  2. La Ley del Jurado de 1888 que favoreció la libertad de prensa al suprimir la censura.
  3. La Ley del Sufragio Universal de 1890 que permitía votar a todos los mayores de 25 años sin distinción de posición económica, pero que, por el caciquismo y el fraude electoral, no trajo un verdadero sistema democrático.
  4. La reforma del ejército, pues esta institución estaba más pensada para mantener el orden público que para la defensa exterior. Los liberales quisieron darle un carácter más democrático, pero los cambios propuestos no fueron aprobados en el Congreso.

El Regeneracionismo y la Crisis de 1898

El sistema diseñado por Cánovas se mantuvo estable hasta la llamada «Crisis del 98», año en que se perdieron las colonias de Cuba, Puerto Rico y Filipinas una vez que España fue derrotada por los Estados Unidos en la guerra hispano-americana de 1898. Esta derrota, que fue calificada de «desastre» por los propios militares, creó en ellos una sensación de frustración y resentimento contra el poder político. Como consecuencia de esta situación, se generalizó entre la opinión pública la idea de que el país era una «nación decadente» con un ejército totalmente ineficaz, un sistema político corrupto y unos políticos incompetentes.

Como respuesta a este sentir colectivo surgió el Regeneracionismo, movimiento intelectual y político representado por Joaquín Costa. Los ejes básicos de la crítica regeneracionista, a los que se les sumaría el grupo de la generación literaria del 98 (formada por Unamuno, Valle-Inclán, Baroja, Azorín, Antonio Machado y Maeztu), eran la puesta en cuestión del sistema político de la Restauración, la dignificación de la política, la modernización social y la superación del atraso cultural. Pero las ideas regeneracionistas y la búsqueda de soluciones reformistas no dieron un paso de mayor radicalidad y pronto fueron domesticadas por el sistema que acabó asumiendo sin esfuerzo sus lemas.

Galicia Durante la Restauración

El sistema político de la Restauración diseñado por Cánovas e institucionalizado por la Constitución de 1876 se implantó con éxito en Galicia de la mano de los líderes gallegos de los partidos turnantes. Por el partido liberal destacaron Montero Ríos, Alfredo Vicenti, el marqués de Riestra y García Prieto, y por el conservador Elduayen, González Besada y Álvarez Bugallal, políticos que se repartieron todos los espacios de poder, tanto político como económico y social, gracias al turnismo y las prácticas del caciquismo. Fuera del sistema de la Restauración quedaban los republicanos, anarquistas, socialistas, regionalistas y carlistas.

Los Republicanos

Luego del éxito inicial de la Restauración monárquica, los sectores republicanos estaban fragmentados. Al margen del grupo republicano progresista, en el que estaba integrado un viejo representante del republicanismo gallego, Eduardo Chao, el republicanismo gallego se encontraba dividido entre posibilistas y federalistas, grupo al que pertenecía Aureliano J. Pereira, que encabezó la corriente galleguista del republicanismo federal.

Los Anarquistas

Eran mayoritarios en A Coruña y protagonizaron a lo largo de toda Galicia una intensa actividad de agitación ideológica y de difusión de su ideario a través de periódicos y de escuelas laicas. El nombre clave del anarquismo en Galicia será el vigués Ricardo Mella.

Los Socialistas

El movimiento socialista aparece en Galicia luego de la huelga de los obreros de la construcción naval de Ferrol en 1891, que llevó a la fundación de la primera agrupación socialista gallega, secundada por otras que se crearon en A Coruña, Vigo, Pontevedra, Ourense, Lavadores y Betanzos. Todas ellas constituirían en 1904 la Federación Gallega del PSOE.

Los Carlistas

En Galicia siguió existiendo un nada despreciable núcleo de simpatizantes con la causa carlista. Estaban divididos entre integristas, que defendían la transformación del partido en un movimiento católico (su líder era López Ferreiro), y legitimistas, que, teniendo como líder a Vázquez de Mella, defendían la descentralización y la monarquía tradicional.

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