Napoleón Bonaparte
La Obra de Napoleón: Fin del Consulado
Durante el Consulado se estableció una nueva constitución más conservadora (Constitución del año VII), en la que la separación de poderes era más ficticia, ya que Napoleón fue adquiriendo un régimen personalista. Europa continuó presionando, con Inglaterra al frente de la Segunda Coalición. Napoleón prosiguió sus campañas victoriosas por Europa y finalmente se convirtió en Cónsul Vitalicio. También inició importantes reformas en Francia, como el Código Civil, reformas en economía, el crecimiento del Banco de Francia, el Código de Comercio, y reformas en educación. En definitiva, una modernización de Francia que se complementó con una gran política edilicia, embelleciendo la capital con edificios y construcciones para ensalzar el patriotismo y el orgullo nacional.
Napoleón y Europa (Imperio Napoleónico)
Gran Bretaña, temerosa de la hegemonía francesa, promovió una Tercera Coalición junto a Austria y Rusia. Napoleón finalmente transformó la república en el Imperio Napoleónico (1804) y, junto con el apoyo de España, se lanzó a la conquista de Europa. El enemigo directo era Inglaterra, y tuvo lugar la primera derrota de Napoleón en la Batalla de Trafalgar (1805), donde una escuadra hispano-francesa al mando del almirante Villeneuve fue vencida por la flota inglesa al mando de Nelson, consolidando la hegemonía británica en el mar. Viendo la superioridad marítima inglesa, Napoleón intentó asfixiar económicamente a Gran Bretaña impidiendo su comercio con Europa (Bloqueo Continental). Para ello, tuvo que invadir gran parte de Europa, encadenando una serie de victorias. Sin embargo, países como Portugal se negaron a aceptar el bloqueo. Al no poder atacar Portugal por mar, Napoleón pactó con España el paso de sus tropas, lo que finalmente desembocó en la invasión napoleónica de España en 1808 (Guerra de la Independencia), que duró cinco años y consumió los principales recursos del imperio. La situación se complicó con la fallida invasión de Rusia, donde Napoleón fue derrotado.
Napoleón intentó convencer ideológicamente a los pueblos sometidos con el liberalismo, pero también recurrió a la fuerza. En la Batalla de Leipzig (1813), Napoleón fue vencido y exiliado a una pequeña isla frente a las costas italianas, de donde escapó para regresar a Francia, dando inicio al llamado Imperio de los Cien Días. Finalmente, fue derrotado definitivamente en la Batalla de Waterloo (1815) y desterrado a Santa Elena, donde murió.
Estallido de la Revolución Francesa
Situación de Francia antes de la Revolución
Francia era una monarquía absolutista, pero una gran potencia europea inmersa en el Antiguo Régimen:
- Sociedad estamental
- Crisis económica: Luis XV había consolidado su monarquía, pero la Guerra de los Siete Años contra Gran Bretaña generó un gran problema económico. La situación se agravó en la década de 1780 con malas cosechas e inviernos duros, que provocaron una fuerte subida de los precios y un clima de rebelión (incluso se acusó a la nobleza de especular con el trigo). Tras la muerte de Luis XV, su hijo Luis XVI, impopular por su matrimonio con María Antonieta y su falta de aptitud para el gobierno, ascendió al trono.
- Déficit de hacienda: El monarca buscó soluciones con expertos en finanzas como Calonne, Turgot y Necker, quienes propusieron programas para salir de la crisis, como controlar los gastos de la administración, a lo que la nobleza se opuso. Necker, quien propuso que los privilegiados pagaran impuestos, fue destituido.
- Consolidación de las ideas ilustradas: Estas ideas, a favor de las reformas y el progreso, se vieron reforzadas por el ejemplo de Estados Unidos. El terrible invierno de 1788 fue uno de los detonantes de la Revolución Francesa.
Reunión de los Estados Generales
La mala situación económica llevó a la destitución de sucesivos ministros de hacienda. Ante la necesidad de que los privilegiados pagaran impuestos, estos obligaron al rey a convocar los Estados Generales (el parlamento, que no se reunía hacía más de un siglo). Esta convocatoria marcó el inicio de la Revolución Francesa. El Tercer Estado intentó aprovechar la situación para impulsar cambios, como frenar el poder de los privilegiados, cambiando el sistema tradicional de votación (un voto por estamento) a un voto por cabeza. Hubo movilizaciones ciudadanas con los cuadernos de quejas, que reflejaban los problemas de la ciudadanía. Aparecieron publicaciones que criticaban a los privilegiados y la monarquía. Los clubs políticos jugaron un papel importante en la organización de la burguesía. Este clima de descontento se consolidó, dando inicio a la revolución.
Comienzo de la Revolución Francesa
El dominio de los privilegiados en los Estados Generales y la imposibilidad de cambiar el sistema de votación llevaron al Tercer Estado a autodenominarse Asamblea Nacional en julio de 1789, considerándose los únicos legítimos representantes de Francia. El rey ordenó su expulsión, y los diputados se reunieron en el Juego de la Pelota, jurando no disolverse hasta dar a Francia una constitución. La Asamblea General pasó a llamarse Asamblea Constituyente. La situación era tensa, especialmente en el ámbito económico (aumento del precio del pan, mala imagen de la monarquía, rumores de concentración de tropas en París). En París, las manifestaciones populares culminaron con el asalto a la Bastilla (símbolo del poder real e importante arsenal) el 14 de julio de 1789, fecha que se considera el inicio de la Revolución Francesa. A partir de entonces, la revolución se institucionalizó.
La Asamblea Constituyente
El objetivo de la Asamblea Constituyente era acabar con el Antiguo Régimen y redactar una nueva constitución. El 4 de agosto de 1789 se aprobó el Decreto de Abolición de los Derechos Feudales (señoriales):
- Supresión del diezmo
- Supresión de la jurisdicción de los privilegiados
- Igualdad ante la ley para todos los ciudadanos
- Acceso a cualquier cargo para todos los ciudadanos
El 26 de agosto se redactó la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, que reconocía las libertades, garantías personales e igualdad ante la ley (y el derecho a la propiedad). Estas medidas acabaron con el absolutismo y consolidaron una revolución liberal. En 1791, se plasmaron estas medidas en una nueva constitución:
- Monarquía parlamentaria con soberanía nacional y derechos fundamentales.
- Separación de poderes: Poder ejecutivo en manos del rey (jefe del ejército y derecho a veto). Poder judicial controlado por tribunales.
- Sufragio censitario: Solo podían votar los varones de cierta edad que supieran leer y escribir y tuvieran una determinada renta anual.
- Descentralización administrativa: Francia se dividió en 83 departamentos, cada uno con ayuntamientos.