Conquista y Romanización de Hispania
La Conquista Romana
La conquista romana de la Península Ibérica se desarrolló en tres fases:
- Fase inicial (218-206 a. C.): En el contexto de la Segunda Guerra Púnica, Roma ocupó la franja mediterránea, culminando con la toma de Cádiz en el 206 a. C.
- Expansión hacia el interior (206-83 a. C.): Roma avanzó hacia el centro y oeste peninsular, enfrentando una fuerte resistencia de los pueblos indígenas, como en la Guerra de los Lusitanos (155-139 a. C., con el asesinato del caudillo Viriato) y la Guerra Celtibérica (154-133 a. C., con el famoso episodio de Numancia).
- Consolidación del dominio (83-19 a. C.): Se completó la ocupación del norte, sometiendo a astures y cántabros.
La Romanización
La romanización fue el proceso de asimilación de la cultura y las formas de vida romanas (lengua, derecho, religión, sistema social, administración, etc.) por parte de los pueblos peninsulares. Este proceso fue más intenso en el sur y este, lento y gradual en el resto, y no supuso la desaparición total de las culturas celtas e ibéricas preexistentes.
Medios de Romanización:
- Urbanización: Adopción del modelo administrativo romano en las ciudades.
- Ejército: Reclutamiento de tropas auxiliares indígenas, que entraban en contacto con la cultura romana. Al finalizar el servicio, obtenían la ciudadanía y tierras.
- Concesión de la ciudadanía romana: Otorgada a la aristocracia indígena para asegurar su apoyo y colaboración.
El Imperio de Carlos V: Conflictos Internos
El Movimiento Comunero (1520-1521)
El Movimiento Comunero fue un movimiento político de carácter ciudadano que surgió en Castilla como respuesta a la política de Carlos I. El descontento se originó por el nombramiento de consejeros extranjeros, la designación de Adriano de Utrecht como regente, la petición de subsidios a las Cortes para financiar su elección como emperador, entre otras medidas.
Liderado por las clases urbanas (pequeña nobleza, burguesía y bajo clero), el movimiento se inició en Toledo y se extendió a otras ciudades como Segovia, Salamanca y León, formando la Junta Santa. La revuelta adquirió un carácter antinobiliario, lo que llevó a la nobleza a apoyar a Carlos I. Los comuneros fueron derrotados en Villalar (Valladolid, 1521) y sus líderes (Padilla, Bravo, Maldonado) ejecutados.
Las Germanías
Las germanías eran milicias gremiales creadas en Valencia y Mallorca para defenderse de los ataques de piratas berberiscos.
La Baja Edad Media: Expansión de la Corona de Aragón
En 1137, el matrimonio de Petronila (hija de Ramiro II) y Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona, dio origen a la Corona de Aragón, compuesta por el reino de Aragón, el reino de Valencia, el reino de Mallorca y el condado de Barcelona. Este evento marcó la orientación mediterránea de la Corona.
Tras la derrota catalanoaragonesa en la batalla de Muret (1213), la expansión mediterránea se intensificó:
- Jaime I (1213-1273): Conquistó las Islas Baleares y Valencia.
- Pedro III (1276-1285): Conquistó Sicilia.
- Jaime II (1291-1327): Incorporó Cerdeña a la Corona.
- Pedro IV (1336-1382): Conquistó los ducados de Atenas y Neopatria (Grecia).
- Alfonso V (1416-1458): Incorporó Nápoles y Benevento.
Esta expansión impulsó el desarrollo del comercio, estableciendo relaciones con Oriente y África.
La Ilustración en España
La Ilustración fue un movimiento intelectual minoritario basado en la razón, la creencia en el progreso, la búsqueda de la felicidad humana y la lucha contra la superstición y el oscurantismo. Valoraba las ciencias experimentales y humanísticas, así como la crítica histórica. Algunas ideas ilustradas coincidieron con la política de la Corona (despotismo ilustrado: «todo para el pueblo pero sin el pueblo»).
La Ilustración española se caracterizó por:
- El análisis de los problemas del país y la propuesta de soluciones.
- Un mayor desarrollo en la periferia que en el interior de España.
- Su carácter minoritario, protagonizado por las élites intelectuales.
El Ocaso del Imperio Español en Europa
A finales del siglo XVII, un período de paz se inició con la firma de la Paz de Vervins (1598) con Francia, el fin del conflicto con Inglaterra (1604) y la Tregua de los Doce Años con las Provincias Unidas (1609-1621). Las dificultades económicas de la Corona motivaron estos acuerdos.
Sin embargo, a partir de 1620, la Monarquía Hispánica intervino en la Guerra de los Treinta Años (1618-1648) para apoyar a la rama austriaca de los Habsburgo. Este conflicto, iniciado en el Sacro Imperio Romano Germánico por motivos religiosos, se convirtió en una guerra generalizada entre naciones católicas y protestantes por la hegemonía europea. Francia, a pesar de ser católica, apoyó a las naciones protestantes.
La guerra concluyó con la Paz de Westfalia (1648), que marcó el fin de la hegemonía española en Europa, la cual pasó a manos de Francia. Además, la Monarquía Hispánica tuvo que reconocer la independencia de las Provincias Unidas (Holanda).