La Segunda República Española: Un análisis de su historia y legado

La Segunda República Española

Resumen

Alfonso XIII intentó volver al sistema constitucional anterior a la dictadura. Para ello, nombró jefe de gobierno al general Berenguer. Este gobierno transmitió una imagen de debilidad que popularmente se ridiculizó con el nombre de «Dictablanda». Esto provocó que en 1930 Ortega y Gasset publicara un artículo titulado «El error Berenguer» en el que se criticaba la situación y concluía con la frase «Delenda est Monarchia» (la monarquía debe ser destruida).

Gran parte de la oposición se había puesto de acuerdo en el llamado Pacto de San Sebastián (agosto de 1930), para terminar con la monarquía. Este pacto había sido firmado por nacionalistas catalanes, socialistas, republicanos y algunos intelectuales. En octubre se unieron al pacto PSOE y UGT.

Mientras tanto, seguía la depresión económica, en la que se suspendió el amplio plan de obras que emprendió la Dictadura y se generalizó el paro.

En diciembre de 1930 hubo un intento de pronunciamiento militar para proclamar la República en Jaca, que acabó con muchos fusilados por parte de militares republicanos.

Berenguer dimitió ante esta situación y pasó a ser el jefe de gobierno el almirante Aznar. Se convocaron unas elecciones municipales para el 12 de abril de 1931. Los resultados fueron más favorables en proporción a los monárquicos, no para los republicanos. Pero en las elecciones provinciales los republicanos triunfaron, por lo que los monárquicos se sintieron derrotados. El almirante Aznar reconoció el triunfo de los republicanos. Alfonso XIII se sintió solo y no quiso luchar. El 14 de abril de 1931 salió de España y ese mismo día se proclamó la Segunda República. Cuando el 14 de abril de 1931 fue proclamada la República se nombró un gobierno provisional formado por los que habían suscrito el Pacto de San Sebastián. Inmediatamente se convocaron elecciones para unas Cortes Constituyentes ya que el nuevo régimen no podía sustentarse sobre la base de la Constitución de 1876.

Las elecciones dieron la mayoría de los escaños a los socialistas y los republicanos, partidos que representaban a la izquierda y al centro, mientras que los de derecha en su conjunto no pasaron de 60 escaños. Con todo, y como había de suceder en toda la historia de la República, la multiplicidad de partidos era tal, que ninguno alcanzó, ni por aproximación, la mayoría absoluta.

La Constitución de 1931

La Constitución fue aprobada en diciembre de 1931. La mayor novedad consistió en la solución del problema «regional». El artículo 1 definía a España como un «Estado integral», elaborando un concepto nuevo que en realidad era un compromiso entre los partidarios del federalismo y del unitarismo. Las reivindicaciones autonómicas de Cataluña, y en menor medida del País Vasco y Galicia, habían contribuido a minar el régimen de la Restauración. Por eso era imprescindible que se tuvieran en cuenta. El tema de las Autonomías fue, después del religioso, el más debatido. La Constitución preveía la posibilidad de que varias provincias se organizaran en región autónoma, presentando su Estatuto a las Cortes; una vez aprobado, el Estatuto se convertía en la ley básica para la organización política y administrativa de la región.

Cuando la Constitución fue aprobada ya se había elaborado y aprobado por referéndum masivo el Estatuto catalán, que preveía una autonomía superior a la que después permitió la Constitución. También se habían iniciado los procesos para la aprobación de los Estatutos de Euzkadi y Galicia, que no tendrán vigencia hasta iniciada la Guerra Civil.

La Constitución asume la soberanía nacional, concretándose en el artículo primero que todos los poderes emanan del pueblo. El régimen se califica como «República de los trabajadores de toda clase». La referencia a un Estado de los trabajadores fue planteada por los socialistas, pero Alcalá Zamora introdujo la generalización «de toda clase», para suavizar el excesivo sentido socialista.

Declaración de derechos

Es más amplia que cualquiera de las anteriores constituciones. Además de reconocer los derechos ya habituales, recoge también las libertades de asociación política y sindical y la mayoría de edad electoral a los veintitrés años, tanto para hombres como para mujeres; la República se convertía así en uno de los primeros países en reconocer el sufragio universal femenino.

  • Las relaciones familiares están presididas por los criterios de máxima libertad e igualdad.
  • La cultura aparece como función primordial del Estado, que debe extenderla a toda la población por encima de las diferencias económicas de los individuos, respetando la libertad total de los enseñantes.

El conflicto político-religioso

La regulación de los derechos en materia religiosa creó graves conflictos. Los partidos políticos más importantes estaban de acuerdo en la separación de la Iglesia y el Estado, por eso el artículo 3 se había aprobado con facilidad, pero diferían profundamente cuando se profundizaba más el tema. Los artículos que más discusión crearon fueron el 26 y el 27.

  • El artículo 26 establece que las órdenes religiosas y la Iglesia en general carecerán en el futuro de todo beneficio del Estado, y además prohíbe ejercer la enseñanza.
  • El artículo 27 desarrollaba la consecuencia de la separación Iglesia-Estado: libertad de conciencia y de práctica de cualquier religión, jurisdicción exclusivamente civil sobre los cementerios, prohibición de la exigencia de religión para cualquier cargo, etc.

La aprobación de estos artículos significó el comienzo de una campaña por la revisión de la Constitución, en la que participaron los republicanos conservadores, y de la que salió tan fortalecida la derecha que pudo estructurar su nuevo partido, la CEDA.

Las instituciones

  • El poder principal se otorga a las Cortes, que se eligen según principios democráticos (sufragio universal), y que serán unicamerales, sin Senado.
  • El presidente de la República personifica a la nación en sus funciones representativas. Nombra al presidente del gobierno y a los ministros a propuesta de éste. El gobierno así nombrado debe recibir el beneplácito de las Cortes.
  • Aparece también un Tribunal de Garantías Constitucionales, que tiene competencia para juzgar la constitucionalidad de las leyes.

Valoración de la Constitución

Entre las principales aportaciones de esta Constitución destacan: el haber contemplado las peculiaridades históricas de algunas regiones de España por primera vez, propiciando la consecución de estatutos de autonomía con gobierno propio (Generalitat de Cataluña); la concesión del derecho a voto de las mujeres; y la introducción de un claro sentido socializante, como en el caso del derecho de expropiación de fincas.

El punto más controvertido fue el tema religioso. El anticlericalismo republicano se puso de manifiesto en la prohibición de impartir enseñanza a las órdenes religiosas, en la anulación de la ayuda económica al clero y en la expulsión de los jesuitas. Todo ello hizo que Alcalá Zamora abandonara el Gobierno y explica también las 89 ausencias de la sesión de aprobación (la Constitución se aprobó con 368 votos a favor, 89 ausencias y ningún voto en contra), así como el hecho de que gran parte de la derecha empezara a recelar de la República y a reconsiderar el apoyo a la misma.

La República de izquierda (1931-1933)

Aprobada la Constitución, Alcalá Zamora fue elegido por las Cortes presidente de la República. El jefe de gobierno fue Manuel Azaña entre diciembre de 1931 y septiembre de 1933, del partido republicano de izquierda, que se alió con los socialistas para gobernar. Se inició un amplio programa de reformas:

La reforma militar

Era una medida en principio acertada porque el Ejército español tenía un gran número de oficiales en proporción con la tropa. Las medidas anunciadas por Azaña tenían por objeto disminuir personal y mejorar y modernizar el utillaje: este último propósito no llegó a cumplirse nunca. Para que no protestasen se les ofreció el retiro con el sueldo completo a todos los jefes y oficiales que lo solicitaran. Esta reforma no fue bien recibida por algunos sectores del ejército (sobre todo el de Marruecos), y provocó tensiones importantes.

La cuestión religiosa

Los ataques a la Iglesia fueron los más directos y agresivos. Las autoridades republicanas cerraron centros religiosos, dificultaron o impidieron la enseñanza religiosa. Se legalizó el matrimonio civil, el divorcio y la secularización de cementerios. Fue una política que no consiguió, pese a todo, rebajar el prestigio de la Iglesia o su influencia en gran parte de la sociedad española, e influyó negativamente para siempre a la República con amplias masas católicas del país. Esta política anticlerical fue contraproducente porque hizo que muchos españoles, por esta causa (la agresión a la Iglesia), se integraran en el bando antirrepublicano en la Guerra Civil.

El descontento de la derecha española contra la política de Azaña se materializó el 10 de agosto de 1932 con el Pronunciamiento del general Sanjurjo. Al parecer, los hechos que movieron a Sanjurjo fueron la política antirreligiosa, el inminente Estatuto de Cataluña (al que consideraba separatista), y el proyecto de reforma agraria. Pero el pronunciamiento no triunfó.

El Estatuto de Cataluña

Tras el golpe se dio nuevo impulso al Estatuto de Cataluña. La Constitución mencionaba la posibilidad de conceder la autonomía a las regiones que lo solicitasen y, celebrado el referéndum en Cataluña, sobre el proyecto de un estatuto regional. El pronunciamiento de Sanjurjo contribuyó, como reacción, a reforzar la posición de las izquierdas, y esto favoreció la aprobación del Estatuto de Cataluña por las Cortes en septiembre.

Mediante este Estatuto, Cataluña se convertía en región autónoma, que sería regida por un gobierno propio, la Generalitat, que presidiría Maciá. La Generalitat tendría competencias en hacienda, economía, educación y cultura, transportes y comunicaciones, entre otras. Catalán y castellano serían los idiomas oficiales.

En el País Vasco también tenía bastante fuerza el movimiento autonomista, pero el Estatuto de Euzkadi no se aprobó hasta iniciada la Guerra Civil en 1936. Otras regiones iniciaron también estudios y proyectos para conseguir su autonomía, pero no llegaron a realizarse.

La Ley de Reforma Agraria

Se aprobó también la Ley de Reforma Agraria, que como la cuestión de Cataluña, fue discutida durante 1932 y aprobada después del pronunciamiento de Sanjurjo. Esta ley pretende acabar con esta situación. Se expropiarían con indemnización las grandes fincas que no fuesen cultivadas directamente por sus dueños, así como las incultas (sin cultivar) y las de regadío no regadas, para ser repartidas entre familias de campesinos o entre colectividades de agricultores. Las tierras de parte de la nobleza (Grandes de España) y de los que habían participado en el levantamiento del general Sanjurjo fueron confiscadas sin indemnización. Para llevar a cabo la redistribución de las tierras se creó el Instituto de Reforma Agraria (IRA), del que dependían las juntas provinciales y las comunidades de campesinos. Se otorgó un crédito anual de 50 millones de pesetas y se proyectó asentar anualmente de 60 a 75.000 campesinos.

El mecanismo de actuación fue el siguiente: las tierras expropiadas o confiscadas pasaban a ser propiedad del IRA, que las transfería a las juntas provinciales, que a su vez las entregaban a las comunidades de campesinos, para su explotación colectiva o individual, según hubiesen decidido previamente los campesinos.

Los problemas que se presentaron para la realización de esta labor fueron numerosos y graves:

  • La oposición de los terratenientes expropiados o confiscados.
  • El carácter excesivamente burocrático del IRA que hacía el proceso muy lento.
  • La falta de datos para conocer las tierras pertenecientes a un mismo dueño.
  • La falta de estudios previos sobre calidad y rendimientos de la tierra.
  • La exclusión de las tierras de pastos, con lo que se marginaba a la ganadería.
  • Las dificultades que tuvieron los colonos para acceder a los créditos al no crearse el proyectado Banco Nacional Agrario.
  • La incapacidad del Estado para pagar las indemnizaciones, lo que entorpecía el proceso de expropiación.
  • Las presiones desde la derecha (que se oponía a la Reforma) y desde la izquierda (que quería que fuera más rápida).
  • etc.

En definitiva, los campesinos que se había proyectado asentar anualmente, después de dos años de actuación del IRA, apenas se habían rebasado los 12.000, y lo que había sido una reforma esperada con tanta ansiedad y que tantas esperanzas había creado entre los jornaleros y campesinos pobres, se convirtió en una cuestión embrollada, muy difícil de solucionar. Además, la lentitud de su aplicación originó algunos levantamientos de matiz anarquista como el que tuvo lugar en Casas Viejas (Cádiz), cuya represión hizo tambalearse al gobierno Azaña.

Reformas sociales y educativas

El ministro socialista de Trabajo, Largo Caballero, impulsó una serie de reformas destinadas a mejorar las condiciones laborales. Se estableció la jornada laboral de 40 horas semanales, se estimularon los aumentos de salarios; también se legisló sobre el derecho de huelga, aunque normalmente no se respetaban las normas establecidas. En materia de seguridad social se creó un seguro contra el paro forzoso, pero no era un seguro obligatorio.

Los gobiernos republicanos de izquierda pretendieron extender la cultura y la educación a las clases más desfavorecidas, como una forma de acabar con el atraso social de España y de potenciar la modernización de la sociedad en conexión con las ideas de la Institución Libre de Enseñanza, a la que estaban vinculados muchos dirigentes republicanos. Nacieron así lo que se llamó Misiones Pedagógicas. Estaban integradas por maestros y estudiantes con equipos cinematográficos, gramófonos, reproducciones de cuadros famosos, libros, etc. Representaban obras teatrales, y entre los principales protagonistas en esa sección de las misiones estaban Alejandro Casona y Federico García Lorca (con el célebre grupo de teatro ambulante «La Barraca»). Muchos españoles de las zonas rurales vieron por primera vez cine y teatro, y oyeron música clásica, conferencias y poesía.

En cuanto a la escolarización, se pretendía conseguirla para todos los niños entre 6 y 12 años. Entre 1931 y 1933 se construyeron más de 13.000 aulas, y se crearon 7.000 plazas de maestros. Se pretendía una enseñanza laica y la educación igualitaria para niños y niñas, conviviendo en las aulas. La educación laica implicaba la supresión de las escuelas de la Iglesia, que en el curso 1930-1931 contaba por lo menos con 350.000 alumnos.

Se fundaron organismos nuevos para impulsar los distintos niveles educativos, como el Consejo Universitario, Consejo de Primera Enseñanza, etc., con la participación de padres de alumnos y ayuntamientos. Para el desarrollo de la cultura y de la ciencia se creó el Instituto de Investigaciones Científicas, la sección de Pedagogía de la Universidad de Madrid, etc.

Desde el principio esta política educativa contó con la oposición de la Iglesia, por su carácter laico y porque suprimía la obligatoriedad de la enseñanza de la religión en las escuelas.

A mediados de 1933, a pesar de los logros de la República, eran evidentes síntomas de inestabilidad. Ante esta política de izquierdas la derecha se fue organizando y unificando en un partido que se llamó Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) fundado por José María Gil-Robles. En septiembre de 1933 Azaña dimitió como jefe de gobierno a causa de la oposición parlamentaria (los radicales empezaron a colaborar con la CEDA), y el presidente de la República, Alcalá Zamora, decidió convocar nuevas elecciones.

La República de derechas (1933-1935)

Si en 1931 habían triunfado claramente las izquierdas, en las elecciones de 1933 lo hizo la derecha: 217 diputados para la derecha, 150 el centro y unos 100 la izquierda. Las razones de este cambio pueden ser varias:

  • La unión de las candidaturas derechistas en la CEDA.
  • El desengaño de una gran parte de la población, generalmente católica.
  • La abstención de los anarquistas que distribuyeron la consigna «obrero, no votes».
  • Quizá tuvo también que ver la aparición del voto femenino.

Alcalá Zamora entregó la jefatura de gobierno a los radicales de Lerroux (centro), que tendrían que gobernar con el apoyo de la derecha (de la CEDA de Gil-Robles). La CEDA pretendía aprovechar esta oportunidad para conseguir parte de su programa: reforma de la Constitución y de la Ley Agraria; defensa del orden público, etc.

La crisis de Octubre de 1934

La más importante fue la crisis de Octubre de 1934. Surgió porque Gil-Robles exigió que se nombraran varios ministros de su partido como condición para seguir apoyando al gobierno de Lerroux. Se nombraron así a tres ministros de la CEDA, lo que provocó un amplio movimiento de protesta por parte de la izquierda. Las protestas tuvieron una gran repercusión en Cataluña y en Asturias, pero en ambos casos, por causas diferentes:

  • En Cataluña: es un movimiento claramente político y autonomista. Companys, presidente de la Generalitat, proclamó la República Catalana, soberana dentro de un supuesto Estado Federal no contemplado por la Constitución. Sin embargo, no encontró respaldo popular y al final el gobierno dominó la situación, fracasando esta insurrección.
  • En Asturias: (una huelga obrera) es un movimiento de carácter fundamentalmente social. Se movilizaron unos 70.000 mineros, unidos socialistas, comunistas y anarquistas. Los obreros se apoderaron de la cuenca minera y luego de Oviedo, asesinando a un centenar de personas, entre ellas a 28 sacerdotes. El gobierno recurrió al Ejército y en los combates, que se prolongaron al menos una semana, hubo unos 1.500 muertos.

El gobierno, después de estas dos revoluciones, aprovechó su triunfo para realizar las reformas que pretendía: el Estatuto de Cataluña fue suspendido y se promulgó una Ley de Reforma Agraria, que en realidad era una contrarreforma a la ley anterior, pues suprimió la confiscación de las tierras de la nobleza e incluso anuló las expropiaciones que ya se habían realizado. El gobierno se atrajo así la enemistad de las masas campesinas.

Por otro lado, este gobierno radical-cedista no pudo hacer frente a los problemas económicos derivados de la crisis económica mundial, mientras que algunos miembros del partido radical se vieron implicados en escándalos financieros. Al final Alcalá Zamora se decidió a convocar nuevas elecciones para febrero de 1936.

El triunfo del Frente Popular

Ante el triunfo de la derecha en las pasadas elecciones, a las de 1936 acudió toda la izquierda unida en una coalición llamada Frente Popular. Su programa defendía la concesión de una amnistía para los encarcelados de octubre, y sobre todo, la aplicación de la política reformista iniciada en el primer periodo de la República. Tuvo gran importancia la participación de los afiliados a la CNT, que votaron al Frente Popular. En las elecciones, el Frente Popular obtuvo el 48% de los votos, mientras que las derechas un 46,5% y los de centro un 5,4%.

Manuel Azaña fue nombrado presidente de la República, y Casares Quiroga, jefe de gobierno. El nuevo gobierno puso rápidamente en marcha el programa electoral: se decretó una amnistía que supuso la salida de la cárcel de unos 30.000 presos políticos; y se obligó a las empresas a readmitir a muchos obreros despedidos a raíz de las huelgas de octubre de 1934. Además se restableció el Estatuto de autonomía de Cataluña, mientras se iniciaban las negociaciones para la aprobación de un estatuto para el País Vasco y otro para Galicia.

Se reanudó el programa de reformas que había sido interrumpido durante el bienio derechista. Se presentó un proyecto de ley, de acuerdo con las Cortes, para reanudar la reforma agraria y los asentamientos de campesinos. Se reorganizó el Instituto de Reforma Agraria (IRA) que aceleró la reforma de tal modo, que se distribuyó más tierra durante los cinco meses que van de marzo a julio de 1936.

Había rumores de golpe de Estado, de manera que se intentó alejar a algunos generales: Franco fue trasladado a Canarias y Mola a Navarra.

La vuelta de la izquierda al poder creó un clima de tensión social:

  • Los sectores de la derecha reaccionaron negativamente al nuevo impulso reformador. Muchos propietarios de tierras se oponían a la reforma agraria; algunos empresarios industriales cerraron fábricas y expatriaron capitales. La iglesia temía el retorno a la política anticlerical.
  • Por su parte, los partidos y los sindicatos de izquierda se lanzaron a una movilización popular: en las ciudades se convocaban huelgas.

Entre los partidos de derecha, empezó a tener un fuerte protagonismo Falange Española, partido creado por José Antonio Primo de Rivera (hijo del dictador), y que se inspiraba en los partidos fascistas como el italiano que había creado Mussolini. Los falangistas fomentaron el clima de enfrentamiento social y de crispación política. Recurrían constantemente a la violencia callejera, utilizando la «dialéctica de los puños y las pistolas» en palabras del propio José Antonio. Grupos de falangistas formaron patrullas uniformadas y armadas que iniciaron acciones violentas contra los líderes izquierdistas; los enfrentamientos entre los miembros de los distintos partidos de derecha e izquierda se multiplicaron entre febrero y julio de 1936 (160 iglesias destruidas y otras 250 asaltadas, 269 muertos, 1.289 heridos y 380 centros de derechas saqueados).

En esta situación, la desunión de la izquierda cada vez era mayor, mientras que Falange Española, reforzada con elementos de la CEDA, se había convertido en fuerza de choque de la derecha, que se preparaba para un levantamiento militar. El 13 de julio de 1936 cayó asesinado por miembros de las Fuerzas de Seguridad del Estado José Calvo Sotelo. Este fue el momento elegido por los militares conspiradores, dirigidos por el general Emilio Mola, para iniciar el levantamiento. Los militares que lo La sublevación se inició en Marruecos el 17 de julio y se extendió a toda la península al día siguiente. Ni fracaso ni triunfo por lo que el enfrentamiento militar supuso una Guerra Civil.

Conclusión

Los gobiernos republicanos intentaron abordar los problemas de fondo de la sociedad y de la economía española de la época. Fue un sistema político en el que se dio acogida a todas las ideologías políticas en igualdad de condiciones, después de muchos años de estar controlado el poder por el bipartidismo y el caciquismo. En la etapa de la República estuvieron en vigor leyes como el matrimonio civil o el divorcio que nunca antes se habían instituido, y que de hecho tardarán después muchos años en volver a ser instauradas.

En cuanto a realizaciones sociales, es el periodo de la historia de España en que más se protegen los intereses de los trabajadores y de las clases más desfavorecidas en las etapas que gobierna la izquierda, y como hemos visto hubo importantes avances en la legislación laboral. También es evidente el esfuerzo de los gobiernos republicanos de izquierda para hacer llegar la educación y la cultura a las clases más desfavorecidas.

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