1. La Prehistoria en la Península Ibérica
1.1 El Paleolítico y la llegada del Homo Sapiens
La Prehistoria, el período anterior a la escritura, abarca el proceso de hominización que diferencia al ser humano de otros primates. Comienza con el Paleolítico, hace 1.2 millones de años en África, con sociedades nómadas dedicadas a la caza y la recolección. El Paleolítico se divide en tres etapas:
- Paleolítico Inferior (100,000 a.C.): Destaca el Homo antecessor en Atapuerca.
- Paleolítico Medio (40,000 a.C.): El Homo neanderthalensis mejora la talla de herramientas.
- Paleolítico Superior (10,000 a.C.): Surge el Homo sapiens y el arte rupestre cantábrico, con figuras policromadas de animales.
1.2 El Neolítico y la Edad de los Metales
La transición al Neolítico se da en el Mesolítico, con el desarrollo del arte levantino. El Neolítico, iniciado en el Próximo Oriente, trae la Revolución Neolítica: una economía productora basada en la agricultura y ganadería. Esto permite el sedentarismo, con poblados y necrópolis con monumentos megalíticos. La llegada de los metales y la Edad del Hierro culminan la Prehistoria, dando paso a la Historia con fenicios, griegos y cartagineses.
1.3 La Hispania Romana
La ocupación romana de la Península Ibérica duró dos siglos y comenzó en el contexto de la Segunda Guerra Púnica (218 a.C.), cuando Publio Cornelio Escipión derrotó a los cartagineses. En el siglo II a.C., Roma avanzó hacia la meseta, enfrentando la resistencia de lusitanos (Viriato) y celtíberos (Numancia). En el 19 a.C., Augusto completó la conquista sometiendo a cántabros y astures, integrando Hispania al Imperio Romano.
La romanización (asimilación cultural) se consolidó mediante la organización provincial, el latín, la moneda, las calzadas y la explotación agrícola y minera. La sociedad se dividió en libres y esclavos. En 212, Caracalla otorgó la ciudadanía romana a todos. Con el Edicto de Tesalónica (380), el cristianismo se hizo oficial. Roma dejó un legado cultural en Hispania, con figuras como Séneca y monumentos como el Acueducto de Segovia y el Teatro de Mérida.
2. Al-Ándalus y la Reconquista
2.1 La Conquista Musulmana y el Califato de Córdoba
La conquista musulmana (711) se facilitó por la crisis del reino visigodo. El ejército bereber de Tarik derrotó a Don Rodrigo en Guadalete. Con Musa, conquistaron Toledo y Zaragoza. Se estableció un emirato dependiente de Damasco, con capital en Córdoba, gobernado por un valí. Abd al-Rahman I, último omeya, independizó el emirato, consolidando Córdoba como centro de Al-Ándalus.
Con Abd al-Rahman III, se proclamó el Califato de Córdoba, con gran esplendor político, militar y cultural. La inestabilidad, las divisiones entre bereberes y árabes, y la presión cristiana llevaron a su colapso, surgiendo los reinos de taifas, vulnerables a los cristianos, que conquistaron gran parte de Al-Ándalus en el siglo XIII. Solo Granada resistió hasta 1492, cuando los Reyes Católicos la conquistaron.
2.2 Economía y Sociedad de Al-Ándalus
La economía andalusí se centraba en las ciudades. Destacaban la agricultura de regadío (arroz, azafrán), el comercio, la artesanía (seda) y la minería. Se usaban el dinar y el dirham. La sociedad se dividía en:
- Musulmanes: Cúspide del poder.
- Dhimmíes (judíos y cristianos): Pagaban impuestos (yizia), pero con cierta autonomía.
- Esclavos y clases bajas.
Córdoba fue un centro intelectual y artístico, como muestra Ibn Shaprut, médico y traductor judío. El legado judío fue significativo gracias al apoyo musulmán, con instituciones como la Escuela de Traductores de Toledo, que traducía textos clásicos al árabe, latín y hebreo.
2.3 La Repoblación de los territorios conquistados
2.3.1 Presura
Utilizada al norte del Duero, permitía a cualquier campesino que trabajara la tierra obtener su propiedad, creando pequeñas y medianas propiedades.
2.3.2 Concejo
Aplicada en zonas como el Ebro y el Tajo, organizaba las tierras en villas con cartas de población que establecían derechos y deberes. Los concejos gestionaban las tierras mediante un consejo y un representante del rey.
2.3.3 Encomiendas y Repartimientos
Usado en el sur (Andalucía y Murcia), otorgaba grandes extensiones a órdenes militares y nobles, creando latifundios. Los repartimientos distribuían tierras entre soldados y pobladores.