La Crisis de la República
Los reveses de la guerra condujeron a disputas internas dentro del gobierno, destruyendo al equipo compuesto por Azaña (Presidente de la República), Negrín (Presidente del gobierno) y Prieto (Ministro de Defensa). El 6 de abril de 1938, Prieto sale del gobierno por discrepancias con los sectores del PCE que controlaban al Ejército Popular. Consciente de la situación, Prieto propuso una salida negociada con Franco que fue rechazada por el PCE. Sin embargo, con la salida de Prieto no se terminaban las discrepancias. Negrín seguía apostando por una salida negociada, bien a través de intermediarios internacionales, bien negociando directamente con los sublevados. Mientras, el PCE ordenaba la última gran ofensiva, con la esperanza del estallido del conflicto europeo.
La oposición a los comunistas iba creciendo a medida que la guerra avanzaba hacia su final, pero después de la derrota en la batalla del Ebro y la caída de Cataluña, sólo Negrín y los comunistas creían posible la resistencia a toda costa. El malestar por la presencia de los comunistas en el gobierno fue encabezado por el coronel Casado, jefe del Ejército del Centro, que el 4 de marzo de 1939 se sublevó contra Negrín. Tras el fracaso de la negociación con Franco el 26 de marzo, se produjo la capitulación final el 1 de abril de 1939.
El Ascenso de Franco en la Zona Sublevada
En la zona sublevada, fue la misma guerra la que articuló su evolución política. Se puede decir que, a la altura de 1936, los generales sublevados actuaron ante el temor de una revolución, pero no tenían ningún proyecto político de futuro vertebrado. A los grupos políticos que apoyaron la sublevación sólo les unía el deseo de desalojar del poder al Frente Popular. Sobre el futuro más inmediato, cada grupo tenía su concepción del nuevo estado.
Al fracasar el golpe, los militares tuvieron que improvisar una organización política en las zonas que habían quedado bajo su control. Así nace la Junta de Defensa Nacional, compuesta exclusivamente por militares, bajo la presidencia del militar más antiguo, Cabanellas. La Junta legisló y ordenó el territorio que se iba conquistando:
- Suprimiendo todos los cargos públicos existentes.
- Disolviendo los partidos políticos.
- Prohibiendo los sindicatos.
- Abolienco la Reforma Agraria.
- Reprimiendo con violencia cualquier postura de oposición.
En los primeros meses de guerra, el poder político fue compartido por Franco, Queipo de Llano y Mola. Lo más significativo fue la creación de este alto mando militar y político que asumió todas las decisiones. El ascenso de Franco sobre los otros dos fue obra de las circunstancias y de una maniobra fríamente calculada con Nicolás Franco y José Yanguas como protagonistas. Mientras Mola y Queipo de Llano tuvieron que tomar posiciones defensivas, por el lugar geográfico que tomaron, Franco, al mando del Ejército de África, se mostraba como el único capaz de seguir avanzando posiciones. Además, contó para su ascenso con el apoyo de un grupo de militares monárquicos. Después de la muerte de Sanjurjo el 20 de abril, consideraron que Franco era el general que podía devolver la monarquía al país, nada más alejado de la realidad, al menos a corto plazo.
La decisión de encargar la responsabilidad política y bélica a Franco se adoptó en dos reuniones celebradas en la última quincena de septiembre de 1936. Las decisiones se tomaron considerando la provisionalidad del cargo y, por lo tanto, su carácter reversible, ya que se pensaba que la guerra sería corta. El 29 de septiembre se nombraba a Franco Jefe del Estado de la España nacional, primer paso para la creación del Nuevo Estado. Sus primeras actuaciones se dirigieron a mermar la capacidad de decisión de Queipo de Llano y a someter a los carlistas y a Falange. El nuevo poder tendrá una esencia puramente militar, concentrando su mando en el Cuartel General de Franco.
Falange Española Tradicionalista y de las JONS
En los primeros meses de 1937 ya se tenía la certeza de que la guerra no sería corta, pero Franco extendía su poder entre sus compañeros y entre los partidos políticos del mismo signo que le habían apoyado. En parte, ese poder fue ejercido por la propia debilidad de éstos, que por unas u otras razones no tenían el suficiente peso específico para hacer cara al militar. De todas estas formaciones, Falange fue la que se convirtió en la de más peso, primero porque sus dirigentes o estaban encarcelados o habían sido fusilados o muertos en combate; esto hizo posible que se pudiera utilizar como partido único, que se identificaba con las pretensiones de Franco y que además no tenía el problema de que se cuestionase su liderazgo. Controló todos los aparatos de poder del nuevo estado (prensa, propaganda, auxilio social, etc.) y además sirvió como escaparate internacional, queriendo reflejar una imagen fascista que Alemania e Italia, principales proveedores de Franco, veían con buenos ojos.
A primeros de 1937, Franco decretó la fusión de todos los partidos políticos en uno solo, Falange Española Tradicionalista y de las JONS, bajo su mando, donde Falange ostentaba la mayor cota de poder. Sin embargo, este decreto de unificación transformó a Falange, impidiéndole ser un partido de corte fascista, ya que su poder no vino de abajo, sino desde arriba. Se utilizó al partido para conquistar el poder y no pudo imponer un modelo propio, sino consensuado con las otras formaciones que compartían el poder. El nuevo partido se caracterizó por:
- Estar sometido al poder militar personificado por Franco.
- Pluralismo interno, desde carlistas a fascistas.
- Ejecución de funciones al servicio del Nuevo Estado.
El Primer Gobierno de Franco
En junio de 1937, tras la muerte de Mola, Jordana, miembro de la Comisión Técnica, expuso a Franco la inviabilidad del nuevo estado. La provisionalidad de la situación hacía que se solaparan funciones y que, por ello, hubiera incluso enfrentamientos personales. Recomendó a Franco la formación de un gobierno que pusiera fin a estas situaciones. A finales de febrero de 1938 se formará el primer gobierno con Ramón Serrano Suñer, cuñado de Franco, con un papel preponderante. Poseyó una estructura ministerial que después se prolongó durante la dictadura, con una diversidad ideológica acorde con las distintas formaciones de la coalición de Falange Española Tradicionalista de las JONS. La falta de unidad entre sus miembros llevó a Franco a cambiar el gabinete nada más finalizar la guerra en agosto de 1939.
A pesar de que los principios programáticos del Nuevo Estado están reflejados en dos documentos (el programa de 27 puntos de Falange y el Fuero del Trabajo), la institucionalización del régimen fue un conglomerado de diversas influencias ideológicas. Doctrinalmente fue definido como nacionalsindicalista, bajo una doble inspiración: fascista y católica. Pero lo único meridianamente claro es que Franco asumió el poder político.