La España del Siglo XVIII: Reformas en la Organización del Estado y la Monarquía Centralista
Tras la Guerra de Sucesión, Felipe V (1700-1746) unificó los reinos españoles mediante los Decretos de Nueva Planta (1707-1716). A excepción de Navarra y el País Vasco, que mantuvieron sus fueros por su lealtad, las leyes e instituciones de los reinos se asimilaron a las de Castilla. Las Cortes de Aragón se integraron a las de Castilla, perdiendo su capacidad legislativa y su función de control sobre las leyes. Esta unificación política y administrativa centralizó el gobierno de España en Madrid.
Se instauró la ley sálica, de origen francés, que impedía a las mujeres reinar, reemplazando las leyes tradicionales que permitían la sucesión femenina. Los monarcas borbones gobernaron como reyes absolutos, estableciendo unas Cortes únicas y prescindiendo de los consejos. Algunos consejos desaparecieron por la pérdida de territorios (Flandes e Italia) o por la unificación (Aragón), mientras que otros perdieron influencia. Sus funciones fueron asumidas por las Secretarías de Estado, cuyo número y competencias variaron con el tiempo. Estas secretarías estaban dirigidas por secretarios, hombres de confianza del rey. Figuras como Esquilache, Floridablanca y Aranda, bajo el reinado de Carlos III, son ejemplos de estos secretarios. El territorio se dividió administrativamente en intendencias, siguiendo el modelo francés.
La nueva dinastía logró un relativo saneamiento de la hacienda pública gracias a la aplicación de reformas y a la eliminación del gasto que representaban los territorios europeos que habían pertenecido a los Austrias. Se intentó una política de control sobre la Iglesia (regalismo), que se concretó en la expulsión de los Jesuitas. A pesar de ello, tanto la Iglesia como la nobleza mantuvieron una gran influencia. Sin embargo, con los Borbones se consolidó la autoridad indiscutible del rey en España.
La España del Siglo XVIII: El Despotismo Ilustrado de Carlos III
El despotismo ilustrado buscaba fortalecer el Estado mediante reformas administrativas, con el fin de mejorar las condiciones de vida del pueblo. Carlos III y sus ministros (Floridablanca, Campomanes y Aranda) fueron los máximos exponentes de esta corriente en España. Entre sus medidas destacan:
- Libre comercio con América: Se suprimió el monopolio de Cádiz, lo que impulsó la industria y el comercio, especialmente en Cataluña. Se crearon compañías comerciales siguiendo el modelo británico y holandés.
- Fomento de la industria: Se establecieron fábricas reales de artículos de lujo (tapices, porcelanas, relojes) para reducir las importaciones.
- Reformas agrarias: Jovellanos elaboró el Informe sobre la Ley Agraria, que analizaba los problemas del sector y proponía soluciones, como la redistribución de la tierra. Sin embargo, la Revolución Francesa impidió su aplicación. Las Sociedades Económicas de Amigos del País contribuyeron a mejorar las prácticas agrícolas.
- Control de la Iglesia (regalismo): Se expulsó a los Jesuitas, aunque la Iglesia conservó sus propiedades e influencia.
- Promoción de la educación y la ciencia: Se fundaron Reales Academias (Historia, Artes, Lengua), museos (Prado) y centros de investigación (Jardín Botánico, Observatorio Astronómico).
Aunque la Revolución Francesa frenó el movimiento ilustrado, muchas de estas reformas continuaron en el siglo XIX.
La España del Siglo XVIII: Evolución de la Política Exterior en Europa
El cambio de dinastía marcó un giro en la política exterior española. Tras la Paz de Utrecht, España perdió sus territorios europeos, centrando su interés en el Atlántico. Se produjo un acercamiento a Francia, motivado por la dinastía común y la rivalidad con Gran Bretaña. Esta alianza se formalizó en los Pactos de Familia (1733, 1743 y 1761), que llevaron a España a participar en la guerra de independencia de las colonias británicas en América. La Revolución Francesa interrumpió esta alianza, con la participación de España en las Guerras de Coalición (1793-1795). Tras la Paz de Basilea, España retomó la alianza con Francia, ahora bajo Napoleón (Tratados de San Ildefonso de 1796 y 1800), contra Gran Bretaña. El desastre de Trafalgar (1805) destruyó la flota franco-española, poniendo fin al poderío marítimo español. Esto permitió a Gran Bretaña iniciar el contrabando a gran escala en América y llevó a Napoleón a imponer el Bloqueo Continental. El Tratado de Fontainebleau (1807) supuso la adhesión de España al bloqueo y la entrada de tropas francesas en España para ocupar Portugal.
La España del Siglo XVIII: La Política Borbónica en América
Los Borbones implementaron cambios administrativos en América para maximizar el rendimiento económico de las colonias. El Consejo de Indias perdió competencias a favor de las Secretarías de Estado, y la Casa de Contratación se disolvió en 1790. A los virreinatos de Nueva España y Perú se añadieron los de Nueva Granada y Río de la Plata. Se creó un ejército regular americano y se establecieron intendencias. Entre las medidas económicas destacan:
- Compañías comerciales: Se crearon compañías como la Compañía Guipuzcoana de Caracas.
- Libre comercio: Se suprimió el sistema de flotas y galeones, reemplazándolo por el sistema de registros. Los decretos de 1765 y 1778 autorizaron el libre comercio directo con América, eliminando el monopolio de Cádiz.
A pesar del aumento del comercio, la industria peninsular no pudo satisfacer la demanda americana, lo que incentivó el contrabando y la importación de manufacturas extranjeras.