La Segunda República Española: Proceso y Desafíos Históricos

En la Segunda República Española culminará un proceso iniciado desde 1868. Este proceso se inicia en 1868 y trata no sólo de cambiar el sistema
político, sustituyendo un sistema monárquico por otro presidencialista, sino que quiere resolver los problemas fundamentales que arrastraba el país. El golpe de Estado de 1936 frustrará el proceso democratizador y renovador de la Segunda República. La Segunda República Española coincidirá con dos acontecimientos que perjudicarán su desarrollo: la crisis económica mundial, consecuencia del crash del 29, y el desarrollo de ideologías totalitarias en Europa, como el fascismo y el nazismo.
La evidencia del avance republicano hizo que el 14 de abril de 1931 se proclamara la República en Eibar y, a lo largo del día, se hizo en Valencia, Sevilla, Barcelona, etc. El rey, ante esta situación, renunció al trono y abandonó el país. En Madrid, los firmantes del Pacto de San Sebastián constituyeron un gobierno provisional, proclamaron la IIª República y convocaron elecciones a Cortes Constituyentes para el 28 de junio de 1931.
El gobierno provisional estaba formado por las fuerzas políticas que se habían opuesto a la monarquía: republicanos, socialistas y nacionalistas catalanes y
gallegos, dejando fuera a los nacionalistas vascos y a las tendencias más extremas (anarquistas y comunistas). Este gobierno tomó las medidas más urgentes:
– Amnistía para presos políticos
– Libertad de asociación sindical y política
– Nombramiento de altos cargos de la administración.

Además, centraron las direcciones que había que tomar para solucionar los problemas fundamentales del país:
– Proteger a los campesinos que no podían pagar las rentas.
– Efectuar una reforma del ejército.
– Preparar la autonomía de los territorios que pedían un tratamiento especial.
La Constitución de 1931 ha sido considerada una de las más progresistas de la Historia de España. Este carácter progresista y avanzado viene marcado por las siguientes características:
– Se declara como una República de trabajadores de toda clase, que se organiza en un régimen de Libertad y Justicia, para constatar que son las
nuevas ideologías las que están marcando la nueva situación política.
– Para no marcar distinciones políticas, se constituyen los representantes en una sola cámara: el Congreso de los Diputados, que son elegidos por sufragio
universal, incluyendo el voto femenino, que establece en 23 años la edad requerida para votar. Esta cámara detenta el poder legislativo.
– Establece la soberanía popular, el principio que establece que el poder reside en el pueblo, no en la nación. Este carácter novedoso aleja la consideración de ser propietario para tener la plenitud de derechos políticos.
– Configura el Estado como un territorio unido e integral, aunque permite la adopción de autonomías políticas en algunas regiones españolas.

El periodo de 1931 a 1933 se le denomina el Bienio Rojo. El gobierno estaba formado por republicanos y socialistas, quienes querían acabar con los males tradicionales de España. Para ello, querían elaborar una serie de medidas para conseguirlo. Este espíritu de reformas estaba muy influido por las ideas del Regeneracionismo. Un problema fundamental en este periodo será la crisis económica, derivada del crac del 29, que impedirá, por la falta de recursos económicos, poner en ejecución las reformas. Las reformas fundamentales fueron las siguientes:
– La reforma en las relaciones con la Iglesia católica. La Constitución de 1931 establecía la aconfesionalidad del Estado, la separación de la Iglesia y el Estado.


Esto tenía como consecuencia que el Estado se desprendía del pago a los sacerdotes, como se había estado haciendo hasta entonces.
– La reforma del ejército. Surge del problema de incoherencia en la estructura del ejército, puesto que los oficiales, como consecuencia de la repatriación de los ejércitos coloniales, eran un gran número, en proporción con la tropa, con los soldados, en una proporción aproximada de un mando por cada tres soldados. Esta desproporcionalidad iba acompañada del riesgo de golpes militares, tan frecuentes en la Historia Contemporánea de España. El propósito del gobierno del bienio progresista era reducir el número de mandos y, con ello, el riesgo de intromisión del ejército en la vida política española.
– La reforma agraria. Un aspecto fundamental, tanto por sus aspiraciones como por sus repercusiones, será el intento de acabar con el permanente problema en España: la gran propiedad agrícola y la falta de tierras para los campesinos. Desde Jovellanos, en el siglo XVIII, se había establecido que era necesaria una reforma de la propiedad en España que hiciese más productiva nuestra agricultura. Se intentó con las Desamortizaciones, pero no tuvo más resultado que aumentar la extensión de los latifundios.
– La reforma de la estructura del Estado. Durante esta época se pasa de un Estado centralizado a uno descentralizado, para satisfacer las tendencias autonomistas parecidas en la época de la Restauración.
– Las reformas educativas y culturales. Uno de los propósitos de la República, siguiendo los principios del Regeneracionismo, fue desarrollar la educación laica dentro del país y el desarrollo cultural.
El Bienio Progresista terminó con los siguientes problemas:
– La oposición de los católicos españoles, que veían la República como una enemiga, debido a la supresión de la educación religiosa y la falta de ayuda económica a los gastos del clero.
– La insatisfacción de obreros y campesinos, que deseaban que la República acelerase la nueva distribución de la riqueza, sobre todo de la tierra.
– El malestar de parte del ejército, que dio lugar al intento de golpe de Estado de Sanjurjo, en 1932. Representaba la ideología de militares antirrepublicanos que más tarde, en 1933, se organizarán en la Unión Militar Española.
– La reorganización de la derecha. Surgen partidos que se oponen a las reformas progresistas.
– La ruptura entre socialistas y republicanos, que se habían unido para dirigir la República, pero que diferían en ideales y propósitos. Esta disensión dio como resultado la dimisión de Manuel Azaña como jefe de Gobierno en otoño de 1933, por lo que el Presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, convocó nuevas elecciones para el 18 de noviembre de 1933. Este periodo es conocido como el Bienio Negro –en oposición al Rojo, que fue el anterior–. Los resultados de estas elecciones dieron como vencedores a los partidos de centro (Radicales de Lerroux) y de derecha (CEDA de Gil Robles). Las causas fueron las siguientes:
– La derecha se presentaba unida y su propaganda había resaltado que su fin era conseguir el fin de atentados contra la propiedad y la vuelta a la estructura tradicional de España.
– Fue la primera vez que votaron las mujeres en España y, por lo tanto, la primera vez que se consigue el sufragio universal. Esto dio lugar a una acalorada discusión en la izquierda española, entre los que pensaban que el voto femenino haría aumentar los resultados de la derecha por la tradicional ideología de la mujer española y, por lo tanto, habría que posponer el derecho al sufragio.
– La izquierda, como consecuencia de las desavenencias anteriores, se presentaba a las elecciones por separado, lo que produce la dispersión del voto.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *