El Tratado de Fontainebleau (1807)
Introducción
El Tratado de Fontainebleau, firmado el 27 de octubre de 1807 entre Napoleón Bonaparte y Carlos IV de España, fue un acuerdo de naturaleza jurídico-política que estableció una alianza entre el Imperio francés y la monarquía española. Su objetivo principal era la repartición de Portugal para asegurar el bloqueo continental contra Gran Bretaña. Los firmantes fueron el general francés Géraud Duroc y el diplomático español Eugenio Martín Izquierdo.
Síntesis o Ideas Principales
La idea central del Tratado de Fontainebleau es la división de Portugal. Los artículos 1º, 2º y 11º establecen:
- La creación del Reino de Lusitania Septentrional, que sería entregado al rey de Etruria (art. 1º).
- La entrega de la provincia de Alentejo y el reino de los Algarbes a Godoy, con el título de Príncipe de los Algarbes (art. 2º).
- La garantía de Napoleón a Carlos IV de la posesión de todos sus estados al sur de los Pirineos (art. 11º).
Una convención secreta anexa al tratado detalla la composición de las tropas que invadirían Portugal (art. I y II) y establece que, aunque las tropas francesas serían pagadas por Francia, España se encargaría de su manutención durante su paso por territorio español (art. III). Además, se acuerda el despliegue de 40.000 hombres en Bayona, que podrían entrar en España si fuera necesario (art. VI).
Contexto Histórico
. Manuel de Godoy ingresó en el cuerpo de Guardias de Coros en 1784 y pronto consiguió la protección de Carlos IV y de la Reina María Luisa. Nombrado duque de Alcudia y consejero de Estado desplazó al conde de Aranda como primer ministro en 1792; desde esta fecha dirigió la política española. Su nombramiento como primer ministro en sustitución de Aranda estuvo determinado por la necesidad de contar con una persona desvinculada de la administración anterior y capaz de iniciar una política hostil con Francia, sobre todo después de la ejecución de Luis XVI en enero de 1793. Tras dos años de guerra, Godoy firmó la Paz de Basilea con Francia (julio de 1795), por la que recibió el título de Príncipe de la Paz. Desplazado del poder entre 1798 y 1800, estableció una alianza con Napoleón y dirigió la Guerra de las Naranjas (1801). Siguiendo las pautas marcadas por Napoleón, firmó el Tratado de Amiens (marzo de 1802), por el que España obtuvo de Gran Bretaña la confirmación del control sobre la isla de Menoría a cambio de Trinidad. La oposición favorable al príncipe Fernando preparó una conspiración antigodoista (Proceso de El Escorial de 1807), aunque la definitiva caída del favorito se produjo a raíz del Motín de Aranjuez, el 18 de marzo de 1808. Después acompañó a los reyes en su exilio y murió en 1851 en París. A partir de la llegada al poder de Napoleón Bonaparte, en 1799, la corte de Madrid se convirtió en una mera comparsa de la política expansionista francesa. El intervencionismo francés en la política hispana obligó a Godoy a dirigir la invasión de Portugal en 1801 –guerra de las Naranjas- con el objetivo de cerrar los puertos lusos al comercio inglés. En 1802, Francia e Inglaterra firmaron la paz de Amiens; pero la reanudación de hostilidades entre ambas potencias arrastró a la España de Carlos IV a una guerra no deseada y de trágicas consecuencias. En efecto, las derrotas navales hispano-francesas de Finisterre y Trafalgar (1805) ante la escuadra de Nelson, supusieron la destrucción de la mayor parte de la armada y la incomunicación con nuestras posesiones americanas, que hizo imparable el hundimiento económico del país. Los desastres bélicos, el arrinconamiento político de la alta nobleza y el disgusto del clero a causa de las medidas desamortizadoras unieron a la oposición en torno al príncipe de Asturias, el futuro Fernando VII, quien no congeniaba con Godoy. Tanto el favorito de Carlos IV como el príncipe Fernando habían tratado de ganarse la amistad de Napoleón, que estaba entonces ocupado intentando asfixiar la economía británica. El emperador había decretado el establecimiento de un bloqueo comercial que interrumpiese los contactos ingleses con el continente. El cumplimiento de dicho proyecto no era posible sino se contrarrestaba el contrabando y la violación de dicho bloqueo continental que se realizaba desde las costas portuguesas y que permitía el aprovisionamiento de Gran Bretaña. Para ello era necesario atacar y ocupar Portugal. Por el Tratado de Fointanebleau (27 de octubre de 1807), España consentía permitir el paso de tropas francesas por territorio español con destino a Portugal, cuyo territorio sería repartido en tres partes independientes, una de las cuales se le asignaba al propio Príncipe de la Paz. Atento a la ocupación clandestina de la Península por los ejércitos napoleónicos, Godoy tramó la huida de la familia real a Andalucía o a América, pero su intención se vio frustrada por el motín de Aranjuez (19 de marzo de 1808), que provocó la caída de Godoy y la abdicación de Carlos IV en favor de Fernando VII. Sin embargo, Napoleón no reconoció a Fernando, y Carlos IV pronto se arrepintió de su abdicación, en tanto las tropas francesas, al mando del general Murat entraban en Madrid. Así pues, en 1808, Napoleón era el verdadero árbitro de la situación política española. El destronado Carlos IV y el nuevo rey Fernando VII esperaban contar con su apoyo. Sin embargo, Napoleón obligó a una sucesión de abdicaciones y eligió a su hermano José como rey de España. Como consecuencia de los reiterados pactos firmados entre Carlos IV y la Francia de Napoleón, la monarquía española se convirtió en aliada de una política exterior francesa que contemplaba como uno de sus objetivos la invasión de Gran Bretaña. En 1805, el emperador galo diseñó una estrategia que pretendía lograr ese fin: la flota hispanofrancesa debía atraer a la británica hacia las costas americanas para luego, tras despistar a la escuadra de Nelson, retornar al Canal de la Mancha para apoyar y cubrir el desembarco de tropas francesas en suelo inglés. Pero el almirante Nelson descubrió la maniobra, apareciendo a la altura del cabo Finisterre, donde entabló combate (22 de julio de 1805), con el resultado de seis buques de la flota coaligada hundidos. La escuadra francoespañola, al mando del vicealmirante francés Pierre Charles de Villenueve, se reagrupó en Ferrol. Posteriormente, en agosto de 1805, se refugió en el puerto de Cádiz. No obstante, desoyendo las recomendaciones de los marinos españoles, el vicealmirante francés ordenó salir a mar abierto y presentar batalla a las fuerzas navales de Nelson. El 21 de octubre, ambas escuadras se enfrentaron cerca del cabo de Trafalgar. La fuerza formada por buques franceses y españoles sumaba un total de 33 navíos. Frente a ellos se alineaban 27 buques británicos con mayor potencia artillera. Los navíos hispanofranceses maniobraron para presentar una línea, según táctica habitual de la época, pero el despliegue se realizó de manera defectuosa y de hecho la línea quedó dividida en dos. Nelson dispuso sus barcos en dos columnas paralelas y atacó con el objetivo de romper la formación aliada. Así logró aislar las unidades españolas y las francesas y aprovechar la superioridad de sus cañones. La derrota de la armada comandada por Villenueve supuso, no sólo la pérdida de nuestros mejores barcos y marinos, Federico Carlos Gravina, Cosme Damián Churruca y Dionisio Alcalá Galiano; sino la reanudación del comerció inglés a través de Portugal y la pérdida del ya precario control marítimo español en sus colonias americanas. Después de Trafalgar declina definitivamente la capacidad naval del país, necesaria para garantizar su imperio colonial. CONCLUSION. La idea fundamental de Napoleón es el control de Europa, para hacer de Europa una unión de países bajo su mandato. Uno de los principales escollos para esta unión es Gran Bretaña, tanto política, económica, como comercialmente.También podemos ver que todos estos acontecimientos nos llevan al inicio de la Guerra de la Independencia y el final del Imperio español.