La Unión Dinástica de Castilla y Aragón bajo los Reyes Católicos
El matrimonio de Isabel y Fernando dio lugar a una unión dinástica, no a una unificación territorial. Si bien Fernando fue reconocido como rey de Castilla e Isabel como reina de Aragón, cada reino mantuvo sus propias fronteras, leyes, instituciones, lengua y moneda. El único elemento común era la figura de los reyes. A pesar de la importancia política otorgada a todos los reinos, Castilla, por su extensión y población, comenzó un proceso de castellanización, mientras que la Corona de Aragón fue perdiendo influencia política.
La Conquista del Reino Nazarí y la Incorporación del Reino de Navarra
Granada, estado vasallo de Castilla desde 1246, se convirtió en un objetivo militar tras la caída de Constantinopla. La presencia turca y la piratería hicieron del Reino Nazarí una posible base para una nueva invasión musulmana en la Península. La guerra de Granada (1481-1492) culminó con la victoria castellana gracias a la estrategia de Fernando, que fomentó una guerra civil en el reino nazarí. En 1492, Boabdil capituló ante los Reyes Católicos (Capitulaciones de Santa Fe). Inicialmente, se permitió a los musulmanes permanecer en el territorio conservando su religión y costumbres. Sin embargo, a partir de 1499, se les obligó a convertirse al cristianismo o exiliarse. Las sublevaciones fueron sofocadas y Granada se incorporó a Castilla. En 1512, Fernando, ya viudo, incorporó Navarra a Castilla. El Duque de Alba conquistó el reino aprovechando los conflictos entre agramonteses y beamonteses. Navarra, al incorporarse, mantuvo sus instituciones y fueros.
La Integración de las Canarias y la Aproximación a Portugal
La conquista de las Islas Canarias fue llevada a cabo por empresas particulares que firmaban pactos con la Corona de Castilla para realizar las conquistas en su nombre, un sistema que se replicaría en América. La conquista culminó durante el reinado de los Reyes Católicos con la incorporación de Tenerife y Gran Canaria (1483-1496). La población indígena sufrió una gran caída demográfica debido a las nuevas enfermedades. A pesar de la guerra civil castellana y la derrota de Juana la Beltraneja, se buscó mejorar la relación con Portugal, con quien Castilla competía por los nuevos descubrimientos y conquistas en el Atlántico. En el Tratado de Alcaçovas se llegó a un acuerdo: Castilla obtuvo el dominio sobre Canarias y Portugal la exclusividad para explorar las costas africanas. También se buscó la integración portuguesa mediante matrimonios estratégicos (Isabel con Alfonso V de Portugal, y posteriormente con Manuel I; y María de Aragón con Manuel I).
Organización del Estado: Instituciones de Gobierno
Con la monarquía autoritaria, se fortalecieron las instituciones que habían surgido en la Baja Edad Media para centralizar el poder. Las Cortes perdieron importancia, mientras que los Consejos ganaron influencia, diversificándose territorialmente y creándose consejos específicos. En cuanto a la justicia, se creó la Cancillería en Valladolid. La Santa Hermandad se encargó de mantener el orden público. Se formaron ejércitos profesionales, los Tercios, para combatir en Italia. Estos ejércitos eran más modernos, con mayor presencia de infantería. Para financiar los gastos, se realizaron reformas en la hacienda para aumentar la recaudación. Para controlar el poder en las ciudades, se estableció la figura del corregidor.
Proyección Exterior: Política Italiana y Norteafricana
La política exterior de los Reyes Católicos tenía como objetivo la hegemonía europea. La principal rival era Francia, y esta rivalidad se manifestó especialmente en Italia. Italia estaba dividida en pequeños estados, y Aragón dominaba los del sur (Nápoles, Cerdeña y Sicilia). Francia también ambicionaba estos territorios. En las guerras italianas, los Tercios, liderados por Gonzalo Fernández de Córdoba, jugaron un papel fundamental. En 1493, Fernando el Católico recuperó el Rosellón y la Cerdeña para la Corona de Aragón. También se realizaron conquistas en el norte de África por parte de Castilla (Ceuta en 1415, Melilla en 1497, Orán en 1509, Bugía y Trípoli). Las causas de estas conquistas fueron diversas: la continuación de la Reconquista, la lucha contra la piratería berberisca apoyada por el sultán de Estambul, y el establecimiento de una política matrimonial con príncipes europeos para mantener buenas relaciones y aislar a Francia.