1. El Estallido de la Guerra Civil
1.1 Del Golpe de Estado a la Guerra Civil
El 17 de julio de 1936, en Melilla, el coronel Yagüe, jefe militar de la legión, se alzó en armas contra la República. La sublevación se extendió al resto del protectorado marroquí. Entre el 18 y el 19 de julio, la mayoría de las guarniciones militares del resto de España, sectores civiles de falangistas y carlistas, se unieron al golpe de Estado. El día 18, el general Franco se dirigió hacia la Península al frente del ejército de África. El gobierno de la República tardó en reaccionar y en dos días los sublevados ya se habían hecho fuertes en Pamplona, Sevilla, Castilla la Vieja y parte de Aragón.
Casares Quiroga fue sustituido como jefe de gobierno por José Giral, quien decidió entregar armas a las milicias de los sindicatos y de los partidos del Frente Popular y fue posible sofocar el levantamiento en buena parte de España.
El triunfo o el fracaso del alzamiento estuvo relacionado con las condiciones sociales y políticas particulares de cada región del país. Así pues, la sublevación triunfó prácticamente en toda la España interior. Por el contrario, el alzamiento fracasó donde las fuerzas obreras y de izquierda tenían mayor peso.
Los sublevados habían previsto que el pronunciamiento militar les permitiría apoderarse de los órganos de gobierno, decretar el Estado de guerra y sofocar cualquier signo de oposición. Al cabo de una semana la evidencia de que el golpe militar no había triunfado originó la división del país en dos bandos que iban a enfrentarse en una guerra civil.
1.2. La Consolidación de los Bandos
El bando de los sublevados estaba apoyado e inspirado por el fascismo y se definían como «nacionales» (por su defensa de la unidad de España) y católicos. Su intención inmediata era «restablecer el orden», a través de una dictadura militar que con el tiempo se recompondría el poder civil en forma de monarquía o república. Los leales a la República estaban constituidos por las clases más populares y eran definidos por la derecha como «rojos». Todos ellos defendían esencialmente la legitimidad republicana, representaban intereses diversos y agrupaban tanto a sectores pequeñoburgueses reformistas como a grupos revolucionarios.
1.3. La Significación del Conflicto
Desde el primer momento, la Guerra Civil española tuvo una gran repercusión internacional. Fue vista como una confrontación entre las fuerzas democráticas y los regímenes fascistas. La Guerra Civil fue el enfrentamiento armado entre los viejos grupos dominantes de la España de la Restauración y los grupos emergentes obreros y burgueses que querían establecer un sistema político democrático y un orden social progresista. Las reformas eran imprescindibles para la modernización de la sociedad española. Por ello, estos grupos creyeron que se avecinaba una revolución y optaron por el golpe de Estado.
1.4. La Internacionalización de la Guerra Civil
La «guerra de España» fue un acontecimiento que apasionó y dividió a gobernantes, medios de comunicación, opinión pública e intelectuales del mundo entero. Tanto los sublevados como el gobierno legítimo de la República recurrieron al exterior para buscar apoyos. Los sublevados enviaron agentes a los países fascistas con el fin de pedir ayuda militar. El gobierno de la República pidió colaboración militar y política, en primer lugar a Francia, pero los gobernantes de las democracias fueron prudentes por temor a que el conflicto pudiera extenderse por Europa. Tras una serie de conflictos entre Gran Bretaña y Francia, ésta impulsó la creación de un Comité de No Intervención. La política de no intervención constituyó una injusticia para la República y una de las causas de su derrota al negar a un Estado soberano y legítimo el derecho a adquirir armas para defenderse de una insurrección.
1.5. La Ayuda Exterior
El Comité de No Intervención no impidió que los dos bandos no recibiesen ayuda exterior. El gobierno de la República tuvo que comprar armas y productos energéticos, decidiendo enviar a la Unión Soviética las reservas de oro del Banco de España para hacer frente al pago de las armas compradas. En el bando republicano, las Brigadas Internacionales prestaron una gran ayuda en tropas a la República. Más de 60.000 sublevados tuvieron una importante función en la defensa de Madrid y en los diferentes campos de batalla. Los sublevados fueron los más favorecidos por el apoyo extranjero. La ayuda alemana e italiana en armas fue la más importante tanto numérica como tácticamente. Alemania envió a la Legión Cóndor y en cuanto al apoyo italiano, consistió en el envío del Corpo Truppe Volontarie, aunque también tuvo importancia la ayuda armamentística.
2. La Zona Republicana: La Revolución Contenida
2.1. El Derrumbe del Estado Republicano
El gobierno republicano de José Giral tuvo que organizar una fuerza militar capaz de oponerse a los sublevados. Para ello entregó armas a las milicias de los partidos y sindicatos, disolvió el ejército tradicional y los cuerpos policiales y decretó la creación de batallones de voluntarios. Así emergió una estructura de poder popular, vertebrado alrededor de sindicatos y partidos de izquierda, que constituían la única fuerza armada capaz de defender la legalidad republicana.
En el verano y otoño de 1936, el poder del Estado sufrió un desplome y fue sustituido por organismos revolucionarios. De ese modo surgieron consejos, comités y juntas. En algunas zonas, los comités se unificaron para formar Consejos Regionales. En estos organismos se reunían las fuerzas del Frente Popular. Fue especialmente importante la creación del Comité Central de Milicias Antifascistas que llegaría a un entendimiento con los partidos políticos catalanes y se reconstituiría el poder de la Generalitat.
2.2. El Desencadenamiento de la Revolución Social
En el territorio fiel a la República, el alzamiento militar provocó la extensión de un clima revolucionario. La mayor parte de la población estaba constituida por campesinos y obreros vinculados a organizaciones de la izquierda revolucionaria. Así pues, una vez sofocada la rebelión, se sintieron legitimados para impulsar cambios sociales.
El elemento más significativo de la revolución social de julio de 1936 fue la colectivización de gran parte de la propiedad industrial y agraria. Los comités se hicieron con el control de los transportes, los servicios urbanos, los suministros militares, las fábricas y los talleres. En algunos casos los empresarios e industriales huyeron al estallar la guerra o fueron detenidos o asesinados y los trabajadores se pusieron al frente de sus empresas; otras veces, comunicaban a sus dueños que las explotarían en régimen de autogestión.
Entre finales de julio y primeros de octubre, una serie de decretos dieron cobertura legal a las incautaciones de industrias y tierras efectuadas por los organismos populares. También en zonas de influencia anarquista y socialista, las tierras se colectivizaron en su totalidad y pasaron a depender de comités o comunas locales.
En los primeros meses de la guerra se desencadenó una respuesta popular contra todo lo que pudiera tener relación con los llamados «facciosos» (sublevados). La Iglesia, la burguesía, los propietarios y las clases acomodadas fueron objeto de una persecución. Tuvieron lugar asesinatos, saqueos e incendios de iglesias y conventos, y requisas de bienes y propiedades particulares. Hubo incidentes especialmente graves como los asesinatos de presos políticos de derechas en las cárceles de Barcelona y de Madrid.
Las experiencias de autogestión, la autonomía de las columnas de milicianos en los frentes de guerra y la imposición de un cierto «terror» revolucionario estuvieron impulsadas por el anarcosindicalismo y el POUM.
2.3. El Gobierno de Largo Caballero (sept. 1936-mayo 1937)
A finales del verano de 1936 los milicianos no conseguían detener el avance de los sublevados. Largo Caballero constituyó un nuevo gobierno formado por republicanos, socialistas y comunistas. El gobierno de la República decidió trasladarse a Valencia ante el inminente ataque sobre Madrid por parte de los sublevados. El proyecto de Largo Caballero era crear una «gran alianza antifascista» frente a los sublevados: recomponer el poder del Estado eliminando juntas y comités, pero reconociendo los Consejos Regionales, y dirigir la guerra militarizando las milicias de los partidos y creando el Ejército Popular sobre la base de las Brigadas Mixtas.
Una serie de fracasos militares volvieron a abrir el enfrentamiento entre las fuerzas republicanas, respecto a cómo se debía afrontar el proceso revolucionario y la guerra. Un sector, era partidario de poner orden en la retaguardia, controlar las experiencias colectivizadoras, reforzar los vínculos con las clases medias y reconstruir un Estado fuerte. Otro sector, insistía en afianzar las transformaciones revolucionarias para conseguir una verdadera movilización popular contra el fascismo.
Los problemas que debilitaron definitivamente el gobierno de Largo Caballero estallaron en Barcelona a principios de mayo de 1937. La lucha se desencadenó abiertamente cuando las fuerzas del gobierno de la Generalitat intentaron desalojar a los anarquistas del edificio de Telefónica que habían ocupado y desde donde controlaban las comunicaciones. Los hechos derivaron en un enfrentamiento entre militantes de la CNT y el POUM y militantes del PSUC, ERC y la UGT. El conflicto se saldó con más de 200 muertos, la derrota de los anarquistas y poumistas y una fuerte crisis de gobierno.
2.4 El Gobierno de Negrín (mayo 1937 – marzo 1939)
Los hechos de mayo restaron influencia a los anarquistas y fortalecieron las posiciones comunistas. Los comunistas españoles exigieron la disolución del POUM y la detención de sus líderes. Largo Caballero se negó, pero el propio partido socialista era partidario de encontrar un acuerdo con los comunistas. Largo Caballero dimitió y el presidente de la Republica, Manuel Azaña, encargó la formación de un nuevo gobierno al socialista Juan Negrín. El POUM fue declarado ilegal, sus militantes fueron detenidos y Andreu Nin, su máximo dirigente, fue asesinado por agentes de la policía soviética.
Formaron parte del nuevo gobierno los partidos del Frente Popular pero sin la UGT ni la CNT. Indalecio Prieto asumió el Ministerio de la Guerra y el nuevo gabinete basó su política en la prioridad del esfuerzo militar. La sede del gobierno se trasladó a Barcelona debido a la necesidad de controlar los recursos económicos y militares de una de las zonas más importantes que le quedaban al gobierno republicano, pero ello provocó fricciones constantes con el gobierno autonómico de la Generalitat, que vio cómo quedaban recortadas sus competencias.
Ante la dificultad de frenar el avance de las tropas franquistas, el gobierno intentó buscar una salida negociada a la guerra. Para ello Negrín propuso sus Trece Puntos (abril de 1938), en los que proponía el cese de la lucha armada, la permanencia de la República y la apertura de un proceso de elecciones democráticas. El bando franquista no aceptó entrar en ningún tipo de negociación y Franco hizo saber públicamente que «sólo aceptaría una rendición sin condiciones».
A partir de marzo de 1938, la vida era ya difícil en el territorio republicano. Una parte de las fuerzas políticas empezó a pensar en la imposibilidad de la victoria. En septiembre de 1938, la República recibió un duro revés cuando se firmó el Pacto de Munich, por el que Gran Bretaña y Francia reconocían la ocupación de los Sudetes por Hitler y se plegaban al expansionismo nazi. Negrín insistía en la necesidad de la resistencia militar, con la esperanza de que el inicio del conflicto en Europa entre las potencias democráticas y las fascistas aligerara la presencia alemana e italiana en España. Por ello se acuñó el lema «¡Resistir es vencer!».
La pérdida de Cataluña entre enero y febrero de 1939 significó el exilio para los gobiernos de la República. A finales de febrero, Gran Bretaña y Francia reconocieron el gobierno de Franco y, a primeros de marzo, Manuel Azaña presentó en París su dimisión como presidente de la República. A pesar de los esfuerzos de Negrín por continuar la guerra, la República tenía los días contados.
3. La Zona Sublevada: la Creación de un Estado Totalitario
3.1. Francisco Franco, Generalísimo
La muerte accidental en Lisboa del general Sanjurjo en 1936 y el hecho de que la insurrección no triunfase y diera origen a una guerra, plantearon el problema del liderazgo en la dirección militar y en el gobierno del territorio «nacional». El 24 de julio se creó en Burgos la Junta de Defensa Nacional, integrada por militares y presidida por el general más antiguo, Miguel Cabanellas. La misión de la Junta era gobernar el territorio ocupado y sus primeras medidas fueron prohibir la actividad de todos los partidos políticos, suspender la Constitución y decretar la paralización de la reforma agraria.
Para dirigir la guerra fue ganando cada vez más adeptos el general Francisco Franco. Finalmente, el día 30 de septiembre, los militares lo eligieron jefe del Alzamiento. El 1 de octubre de 1936 se publicó el decreto que lo nombraba Jefe del gobierno del Estado y Generalísimo de los Ejércitos españoles. El cuartel general del Generalísimo se trasladó a Salamanca.
3.2. La Creación del Partido Único. El Gobierno de Burgos
A partir de octubre de 1936 existía un mando militar único, pero ninguna cohesión política. Los sublevados habían prohibido todos los partidos políticos que formaban parte del Frente Popular y todos los sindicatos de clase. Sólo actuaban como grupos políticos Falange Española y de las JONS. Se toleraban la CEDA y los grupos monárquicos.
Franco desplegó una estrategia de alargamiento de la guerra mediante la cual consolidó su liderazgo militar. En abril de 1937, Franco dio a conocer el Decreto de Unificación por el que se creaba un partido único, Falange Española Tradicionalista y de las JONS, unificando a falangistas y carlistas, y en el que se integrarían todas las demás fuerzas «nacionales». Franco sería Jefe Nacional de este partido único que adoptó el uniforme con la camisa azul de Falange y la boina roja de los carlistas y el saludo fascista con el brazo en alto.
El proceso de institucionalización del nuevo Estado franquista culminó en enero de 1938 con la desaparición de la Junta Técnica y la formación del primer gobierno de Franco. En Franco se concentraba la jefatura y la Presidencia del gobierno y, a partir de entonces, pasó a ser llamado Caudillo de España. El nuevo Estado se inspiraba en el fascismo y defendía un modelo social basado en el conservadurismo y en la preeminencia del catolicismo.
El Estado abolió la legislación republicana en materia económica, social y laboral. Se suprimieron las libertades religiosa, política, sindical y de prensa, y los estatutos de autonomía y se restableció la pena de muerte. En marzo de 1938 se aprobó la ley del Fuero del Trabajo con un Único sindicato que agrupaba a empresarios y trabajadores, y se prohibieron las huelgas y las reivindicaciones obreras.
Por último, se respetaba la influencia de la Iglesia Católica. El nuevo Estado era claramente confesional y derogó las leyes del matrimonio civil y del divorcio, estableció el culto religioso en la enseñanza y en el ejército, e instituyó una retribución estatal al clero.
3.3. Una Represión Institucionalizada
La construcción del Estado franquista fue acompañada de una violencia extrema que comportó la aniquilación de los vencidos en los territorios que se ocupaban. Políticos republicanos y militares contrarios al alzamiento fueron ejecutados, y en ocasiones, personas relevantes fueron asesinadas por lo que significaban como símbolos de la Republica. La represión tuvo siempre un carácter sistemático, planificado y fue ejercida por el ejército, la Falange o las autoridades políticas contra cualquier sospechoso de simpatizar con las izquierdas. Su intención era imponer un clima de «terror».
4. Las Operaciones Militares
4.1. El Avance hacia Madrid (Julio-Noviembre 1936)
Después de cruzar el Estrecho, en julio de 1936, las tropas de África al mando del coronel Yagüe, tenían como objetivo esencial el avance hacia Madrid para tomar la capital. En agosto, las tropas sublevadas tomaron Badajoz y consiguieron enlazar con la zona sublevada del Norte. En septiembre, Franco decidió desviarse para ocupar Toledo y poner fin al cerco del Alcázar y a finales de octubre se hallaba ya a las puertas de Madrid. La conquista de la capital podía ser inminente. El 29 de octubre se decretó la movilización general para salvar Madrid. Miles de hombres y mujeres fortificaron los accesos y el interior de la ciudad. El 6 de noviembre, el gobierno republicano se trasladó a Valencia, dejando la plaza en manos de una junta presidida por el general Miaja, mientras que la estrategia de la defensa de la capital quedaba en manos del comandante Rojo. Madrid resistió el ataque frontal, gracias también a la llegada de las primeras Brigadas Internacionales, de los carros de combate rusos y de una columna anarcosindicalista procedente de Barcelona. La resistencia de Madrid concluyó la fase denominada «guerra de columnas», en la que las tropas republicanas estaban principalmente compuestas por columnas de milicias integradas por voluntarios de partidos y sindicatos.
4.2. Las Batallas en torno a Madrid (dic. 1936-marzo 1937)
Fracasado el intento de entrar en la capital, los sublevados emprendieron dos maniobras para aislar Madrid y cortar sus comunicaciones con Valencia. Una primera maniobra produjo la batalla del Jarama en febrero de 1937, en la que los sublevados cruzaron el río, pero fueron detenidos por los republicanos. En la batalla de Guadalajara, en el mes de marzo de 1937, las tropas fascistas italianas sufrieron una espectacular derrota a manos del Ejército Popular de la Republica. Este segunda fase de la guerra estuvo caracterizada por la regularización de ambos ejércitos con la creación del nuevo Ejército Popular de la República y la disolución de buena parte de las milicias. Por su lado, Franco militarizó también sus cuerpos de voluntarios.
4.3. La Ocupación del Norte (abril-octubre 1937)
Ante las dificultades para tomar Madrid, Franco decidió abandonar el ataque a la capital y concentrar los esfuerzos en la zona norte. Los sublevados controlaban Navarra desde el principio, y en agosto de 1936 ya habían tomado San Sebastián, pero el grueso de un territorio fundamental se mantenía en manos de la Republica.
Los combates principales se produjeron entre abril y octubre de 1937. Los sublevados desencadenaron un ataque hacia Vizcaya en los últimos días de marzo. El 26 de abril, la ciudad vasca de Guernica era arrasada por la aviación nazi, siendo el primer bombardeo aéreo de la historia sobre la población civil. Bilbao fue ocupada el 19 de junio gracias a la superioridad en medios, armamento y aviación de los sublevados.
La Republica, para aliviar la presión militar en el Norte, desencadenó en Julio el ataque a Brunete, cerca de Madrid, y más tarde a Belchite, junto a Zaragoza, pero no consiguió evitar que las tropas de Franco entrasen en agosto en Santander y, dos meses después en Asturias. Muchas personas huyeron a otras zonas que todavía estaban en manos de la República.
4.4. El Avance hacia el Mediterráneo (noviembre 1937-junio 1938)
A finales de 1937, los mandos republicanos todavía confiaban en la posibilidad de ganar la guerra. Para ello, intentaron una serie de reformas en el ejército y se colocó a su frente Vicente Rojo. El nuevo ejército republicano desencadenó diversas ofensivas, la más importante en Teruel, donde tuvo lugar una gran batalla durante el invierno de 1937-1938, que llevó a la ocupación republicana de la ciudad. Pero en febrero de 1938, el ejército de Franco volvió a ocupar Teruel, y aprovechando el desgaste de las tropas republicanas en la defensa de la ciudad, desencadenó la campaña de Aragón, llegando al Mediterráneo en abril. El territorio republicano quedó dividido en dos zonas, una era Cataluña, aislada del resto. Franco continuó la ofensiva hacia el Sur.
4.5. La Batalla del Ebro y la Ocupación de Cataluña (Julio 1938-febrero 1939)
El avance de las tropas sublevadas quedó detenido cuando el ejército republicano desencadenó un ataque sobre el río Ebro en Tarragona. Las autoridades republicanas eran conscientes de que la situación bélica era ya plenamente desfavorable. Su única esperanza era reconquistar territorio y volver a unir las zonas fieles a la República.
La batalla del Ebro fue uno de los mayores episodios militares. Empezó el 25 de julio de 1938 con un ataque republicano que cruzó el río Ebro y conquistó diversas poblaciones. Desde esta región, avanzaron hacia el interior y se hicieron fuertes en la zona de Gandesa, donde lograron resistir unos meses.
Franco envió grandes refuerzos y consiguió detener el ataque. Luego contraatacó y, a principios de noviembre, los republicanos tuvieron que replegarse en la otra orilla del río mientras el ejército de Franco avanzaba ocupando todo el sur de Tarragona y cruzando el río Ebro en su desembocadura. El 16 de noviembre se dio por acabada la batalla. El ejército republicano había sido derrotado. Franco decidió emprender definitivamente la ofensiva sobre Cataluña. El día 26 de enero entraba en Barcelona sin resistencia. Una marea de exiliados avanzaba hacia el Norte. Con la caída de Girona se produjo la huida hacia Francia de miles de refugiados, entre ellos el gobierno de la Republica con Negrín y Manuel Azaña. También cruzaron la frontera los miembros de las cortes republicanas, el gobierno de la Generalitat y el gobierno vasco.
4.6. El Final de la Guerra (febrero-abril 1939)
En febrero de 1939 a la Republica no le quedaba más territorio que Madrid, La Mancha y la región mediterránea desde Valencia hasta Almería. El jefe del gobierno republicano, Juan Negrín, regresó de Francia e hizo un último esfuerzo para reorganizar el ejército y resistir en el territorio republicano. Sin embargo, a comienzos de marzo se produjo en Madrid una sublevación contra el gobierno republicano. El coronel Casado había entrado en contacto con el servicio de espionaje franquista para entregar la ciudad y terminar la guerra mediante una negociación con Franco. Sabía que Negrín y los comunistas eran contrarios a una rendición y, por ello, se sublevó el día 5 de marzo.
Casado controló Madrid tras una fuerte lucha con las unidades comunistas. Se creó una Junta de Defensa con el objetivo de negociar con Franco una «paz honrosa» basada en la «generosidad del Caudillo». Franco solo aceptó una rendición sin condiciones y obligó a entregar las armas. El 28 de marzo, las tropas de Franco entraron en Madrid sin la menor resistencia.
En los días posteriores a la entrada en la capital se ocupó toda la zona mediterránea. El 1 de abril Franco firmó en Burgos el último parte de guerra: «En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército Rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. Españoles, la guerra ha terminado».
5. Los Efectos de la Guerra
5.1. Muerte, Carencia y Destrucción
La guerra comportó miseria y muerte para miles de personas de uno y otro bando. A las bajas en los combates y las víctimas de la represión, hay que añadir las muertes producidas por la falta de alimentos. Esta situación fue muy grave en la zona republicana. Los primeros síntomas de escasez empezaron en septiembre y octubre de 1936 en productos como el trigo, la carne y el carbón. Un alimento básico como el pan comenzó a faltar en los primeros meses de 1937, y en marzo se llegó al racionamiento en Madrid. La desnutrición provocó enfermedades, y en ocasiones, la muerte.
Por otra parte, también se produjo una fuerte reducción de la producción industrial.
Además, la guerra significó la destrucción de gran parte de las infraestructuras y las comunicaciones. Los bombardeos sobre pueblos y ciudades afectaron a la población civil. El gobierno republicano utilizó sus aviones fundamentalmente para acciones bélicas. Pero el bando franquista tenía la ayuda de los aviones y los acorazados alemanes e italianos. Desde el principio, los bombardeos sobre la población civil fueron utilizados por los sublevados para el terror y como un arma de destrucción. Estos bombardeos se convirtieron en una práctica que perjudicó a diversas ciudades, Barcelona entre ellas.
5.2. La Población Desplazada: Refugiados y Exiliados
Desde los primeros días de la guerra, civiles de ambos bandos huían del territorio en el que se encontraban por temor a la persecución que podían sufrir por sus ideas políticas. Con el avance de las tropas franquistas, los grandes movimientos de refugiados se dieron sobre todo en la zona republicana, donde la población abandonaba sus hogares para escapar de la ocupación franquista y la posterior represión.
Los refugiados republicanos se concentraron especialmente en Levante y en Cataluña. La población de la zona norte solo pudo huir por mar hacia otros países. Ante la imposibilidad de evacuar al conjunto de la población civil, se optó por dar prioridad a los niños y de ese modo fueron embarcados cerca de 13.000 con destino a diversos países europeos y americanos y a la Unión Soviética.
Hacia el final de la guerra, población de toda España y miles de soldados en retirada se concentraron en Cataluña para cruzar la frontera francesa. Entre el 27 de enero y el 3 de febrero de 1939, aproximadamente medio millón de españoles entraron en Francia. Una multitud de personas de todas las edades y de las más diversas condiciones abarrotaron las carreteras desde Barcelona hasta Portbou y la Jonquera para buscar refugio en el país vecino. Gran parte de los refugiados fueron conducidos por gendarmes a campos de concentración improvisados en las playas cercanas de Argeles y St. Cyprien. En pocos meses volvieron a España aproximadamente la mitad de estos refugiados. El resto inició un largo y penoso exilio.