La Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930)
En 1923, la sociedad española y la vida política se encontraban en una crisis insostenible. El agotamiento del sistema de turno, la ineficacia política de los gobiernos de concentración, la creciente conflictividad social y las repercusiones del Desastre de Annual (1921) fueron las principales causas. En la noche del 12 al 13 de septiembre de 1923, el Capitán General de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, declaró el estado de guerra, asumiendo las funciones de gobierno. Publicó un manifiesto con aires regeneracionistas donde denunciaba la situación y se comprometía a solucionarla.
Tras la dimisión del Gobierno, Alfonso XIII nombró a Primo de Rivera presidente de un Gobierno militar (Directorio). Así nació un régimen dictatorial que contó con el apoyo del Rey, de las formaciones más conservadoras, de parte del Ejército, de la patronal y, sin apenas oposición política y social. Este directorio se divide en dos etapas:
El Directorio Militar (1923-1925)
El dictador pretendió instaurar un nuevo sistema político inspirado en el fascismo de Mussolini. Entre sus primeras medidas destacaron la disolución de las Cortes y la formación de un Gobierno militar donde Primo de Rivera era el único ministro y un conjunto de militares sus vocales.
- Extendió el Estado de Guerra a todo el país.
- Suspendió las garantías constitucionales de 1876.
- Prohibió los partidos políticos y sindicatos.
- Destituyó a los cargos electos.
- Ejerció una represión sobre la CNT, nacionalistas e intelectuales.
Además, favoreció la creación de un movimiento conocido como Unión Patriótica, que funcionaría como un partido único.
El Directorio Civil (1925-1930)
A partir de 1924, los civiles comenzaron a recuperar cargos en la Administración. Se iniciaba así el Directorio Civil con figuras como la de José Calvo Sotelo. En 1927 se creó una Asamblea Nacional Consultiva para aprobar un texto legal que legitimase el nuevo régimen, aunque no se promulgó. Para el desarrollo de esta etapa fue fundamental el apoyo recibido de la derecha conservadora más autoritaria, de la banca e industria, sumado a la creación del Somatén Nacional.
En estos años, la Dictadura se centró en afrontar los problemas más graves del momento que justificaban su ascenso al poder:
- La resolución del tema de las responsabilidades del Desastre de Annual.
- La Guerra en Marruecos: Con una ofensiva franco-española en Alhucemas (1925), el logro de la paz en 1926 se consideró su mayor logro político, con la consecuente consolidación de fuerza e influencia africanista.
- La conflictividad social: Creando en 1926 el Consejo de Trabajo con representación de obreros y empresarios, pero bajo control estatal, consiguiendo la colaboración del PSOE y UGT.
- La política económica: Muy proteccionista e intervencionista, encaminada a la nacionalización de la industria y a la regulación del mercado. Además, el Gobierno estimuló las obras públicas. Aunque a corto plazo fuera una política positiva que favoreció el desarrollo en general, a la larga generó una gran deuda que heredaría la II República.
Declive y Fin de la Dictadura
Hacia 1928, la Dictadura evidenciaba problemas que la conducirían a su fin. La oposición al régimen, que Primo de Rivera no dudó en reprimir, fue creciendo. Destacan:
- La formación de partidos republicanos.
- El auge del nacionalismo catalán.
- Pronunciamientos militares de inspiración republicana.
- La «Sanjuanada» con miembros del Ejército.
- La crítica de intelectuales, la oposición de estudiantes y la presión obrera.
El detonante fue la llegada de la Gran Depresión de 1929. Los éxitos de la Dictadura habían sido coyunturales y Primo de Rivera perdió el apoyo de la patronal, del Ejército y de Alfonso XIII. Enfermo y falto de apoyo, presentó su dimisión el 27 de enero de 1930.
La Dictablanda de Berenguer y el Advenimiento de la II República
Le sucedió Dámaso Berenguer (enero de 1930-febrero de 1931), cuya política, sin personalidad, fracasó en su intento de volver a la normalidad constitucional. Una revuelta republicana se organizó en torno a la firma del Pacto de San Sebastián, organizada por la Alianza Republicana, con la participación de todos los partidos republicanos, menos el Partido Federal Español, con el objetivo de poner fin a la Monarquía de Alfonso XIII y proclamar la II República.
A este movimiento se sumaron socialistas, intelectuales, estudiantes y varios sectores del ejército. El levantamiento fracasó por falta de coordinación y los miembros del comité revolucionario fueron detenidos o huyeron del país. Sin embargo, una ola de protestas, huelgas y manifestaciones sacudieron todo el país. Berenguer convocó elecciones, pero presentó la dimisión el 14 de febrero de 1931.
Alfonso XIII encargó formar gobierno a Juan Bautista Aznar, quien se limitó a convocar elecciones municipales para el 12 de abril. Ante la victoria de las formaciones republicanas en las capitales de provincia, Alfonso XIII abandonó el país. El 14 de abril se proclamaba la II República.
El texto original parece ser una fuente primaria de carácter público, posiblemente un manifiesto. Su contenido es político, redactado el 13 de septiembre y publicado el 14 de septiembre de 1923. El autor es el Capitán General de Cataluña, Miguel Primo de Rivera. El manifiesto, destinado al pueblo español, se enmarca en la crisis final de la Restauración Borbónica y presenta un alto grado de subjetividad.