Historia del Pueblo de Israel y el Conflicto con los Árabes

Introducción

La Biblia nos cuenta la promesa Divina a Abraham: «Y estableceré mi pacto entre Yo y tú, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti. Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra en que moras, toda la tierra de Canaán en heredad perpetua; y seré el Dios de ellos» (Génesis 17:7-8). La promesa se repite con Isaac: «porque a ti y a tu descendencia daré todas estas tierras, y confirmaré el juramento que hice a Abraham tu padre. Multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y daré a tu descendencia todas estas tierras; y todas las naciones de la tierra serán benditas en tu simiente» (Génesis 26:3-4). Y la promesa se confirma a Jacob o Israel: «Yo soy YHWH, el Dios de Abraham tu padre, y el Dios de Isaac; la tierra en que estás acostado te la daré a ti y a tu descendencia. Será tu descendencia como el polvo de la tierra, y te extenderás al occidente, al oriente, al norte y al sur; y todas las familias de la tierra serán benditas en ti y en tu simiente» (Génesis 28:13-14).

La Biblia relata por otro lado las bendiciones particulares de Dios al pueblo árabe por medio de Ismael: «Respondió Dios: Ciertamente Sara tu mujer te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Isaac; y confirmaré mi pacto con él como pacto perpetuo para sus descendientes después de él. Y en cuanto a Ismael, también te he oído; he aquí que le bendeciré, y le haré fructificar y multiplicar mucho en gran manera; doce príncipes engendrará, y haré de él una gran nación. Mas yo estableceré mi pacto con Isaac, el que Sara te dará a luz por este tiempo el año que viene.» (Génesis 17:19-21). Como vemos Ismael también tuvo 12 hijos, como Jacob, pero la Biblia se cuida mucho de subrayar que las bendiciones en lo referente a la salvación vendrían por Isaac, ascendiente del Mesías de Israel y de la Humanidad. Esto es muy importante para lo que vendría después.

Para Reflexionar

No olvidemos que la Biblia y el Corán son dos libros que guían, por medio de sus preceptos morales y enseñanzas, a miles de millones de personas en todo el mundo, nos guste o no, o estemos de acuerdo o no con lo expresado en dichos libros.

Resulta curioso, o cuanto menos anecdótico, que en el Corán, escrito unos 2000 años después de estos textos de la Biblia, se pretenda hacer creer que el heredero fue Ismael, y que las promesas sobre dicha tierra eran para él, y que los musulmanes afirmen hoy en día que en el pasado fueron los judíos y cristianos los que tergiversaron el texto Bíblico para hacer de Israel el heredero en vez de Ismael. La Biblia ya relata la animadversión y burlas de Ismael (árabe) hacia Isaac (Israel) cuando aún eran hermanos: «Y vio Sara que el hijo de Agar la egipcia, el cual ésta le había dado a luz a Abraham, se burlaba de su hijo Isaac.» (ver Génesis 21:8-21).

La Palabra de Dios para judíos y cristianos describe de modo profético el carácter que tendría la nación árabe engendrada de Ismael: «Además le dijo el ángel de Yahvé: He aquí que has concebido, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Ismael, porque Yahvé ha oído tu aflicción. Y él será hombre fiero; su mano será contra todos, y la mano de todos contra él, y delante de todos sus hermanos habitará» (ver Génesis 16:11-12). El nombre de Ismael, padre de la nación árabe, significa «Dios oye», por la expresión del Ángel a Agar.

Más tarde el hermano de Israel, Esaú, que se uniría al pueblo árabe al casarse con Ismaelitas (ver Génesis 28:9), añadiría su odio fratricida hacia Jacob al odio Ismaelita (musulmán) hacia Isaac: «Y aborreció Esaú a Jacob por la bendición con que su padre le había bendecido, y dijo en su corazón: Llegarán los días del luto de mi padre, y yo mataré a mi hermano Jacob» (Génesis 27:41).

Queden estos apuntes rápidos como señal profética para la reflexión del lector creyente y como señal metafórica, si así es de su gusto, para el incrédulo, de lo que vendría como consecuencia de estas cosas miles de años después.

El Éxodo y el Asentamiento del Pueblo de Israel como Nación en la Tierra de Canaán

Tras unos 400 años de esclavitud en Egipto, los israelitas vuelven a la tierra prometida por Dios a Israel, produciéndose la invasión de Canaán y el exterminio (llevado a cabo a medias pese a lo que Dios les demanda) de las culturas paganas cananeas: según los arqueólogos modernos, de las más perversas de su época y que nada tienen que ver con los árabes o los musulmanes, lo que ratifica como tantas veces lo descrito por la Biblia, que habla de como en aquel entonces la tierra literalmente «vomitó» a dichos pueblos a causa de sus abominables ritos infanticidas, sodomitas y demás «lindezas».

Los judíos permanecen en esta tierra como nación alrededor de dos mil años como los reinos de Israel y más tarde de Israel y Judá, salvando las épocas del exilio de parte de la población en Babilonia, hasta la época del judío Yeshua (Jesús) y de la ocupación romana (desde el 63 antes de Cristo).

No hay en este periodo ningún reino o cosa parecida llamado «Palestina».

El Tercer Exilio del Pueblo Judío

En el año 70 d.C. el general romano Tito, conforme a las profecías del judío Jesús en Mateo 24 y ss. en la guerra contra los independentistas judíos, destruye Jerusalén y el templo santo.

Hay cientos de miles de muertos judíos por defender su independencia frente a Roma.

Después el emperador Adriano (filósofo, perseguidor de la primitiva iglesia y homosexual declarado y practicante -los homosexuales siempre han odiado la moral judeocristiana que denuncia sus abominables prácticas-), tras una nueva revuelta independentista en 132 d.C., expulsa a los judíos de Jerusalén, edifica un templo pagano sobre las ruinas del templo santo, y despectiva y burlonamente comienza a llamar a la tierra de Israel con el nombre de los enemigos bíblicos de los judíos: Palestina (por los Filisteos).

Pese a esto, nunca dejó de haber presencia judía en la tierra de Israel.

No hay en esta época ningún país o reino «árabe palestino».

El Dominio Bizantino

En este tiempo, tras la división del imperio Romano por Constantino, el verdadero fundador de la institución que vendría a ser llamada más tarde Iglesia Católico-Romana (ver www.cristianismo-primitivo.org el estudio al respecto en el siglo IV), que se consumó en 395 d.C. tras su muerte, la tierra del pueblo de Israel será parte del imperio Bizantino.

No hay ningún reino o estado palestino en esta tierra en esta época.

Dominio Musulmán

En esta época, con la aparición de la nueva religión predicada por Mahoma, los invasores musulmanes toman la tierra aprovechándose de la debilidad y decadencia del imperio Bizantino.

Estos dejan entrar otra vez a los judíos que vivían desde siempre en la tierra de Israel en Jerusalén.

Tras algunos siglos en los que el centro espiritual del judaísmo se había establecido en Persia y Babilonia, donde residía el Exiliarca o jefe espiritual de los judíos en el exilio y los dos «Gaones» (jefes espirituales de las academias de Sura y Pumbedita). Durante los siglos VII y VIII este centro espiritual comenzó a desplazarse hacia tierra de Israel, donde florecieron las llamadas academias Tiberienses en la zona de Tiberiades (vemos una vez más que nunca ha dejado de haber presencia judía, y por cierto numerosa, en la tierra ancestral de Israel). Es en esta época donde nace el complejo sistema de puntos y diacríticos para aclarar el texto bíblico (hasta entonces sin vocales a la usanza de hebreo antiguo) llamado Masora (de ahí el llamado «Texto Masorético»).

En esta época la comunidad judía en Israel sufre un constante y creciente aumento, siendo numerosos los judíos procedentes de Sefarad (España) que emigran a Israel (varios siglos antes de la expulsión de los Reyes católicos). Hay que decir que en esta época la población mayoritaria en Israel era la cristiana y tras ella la judía. Con la invasión de los musulmanes, que en su política hacia los judíos los protegen en algunas épocas y los persiguen en otras, a fines del siglo XI la comunidad judía en la Tierra había disminuido nuevamente de manera considerable debido a las luchas entre musulmanes Fatimíes y Turcos y había perdido algo de su cohesión organizativa y religiosa. El Gaonato de Jerusalén, que durante unos siglos había vuelto a dirigir el judaísmo desde la cuidad de David, pierde también su posición preponderante en el siglo XI y desaparecerá totalmente tras la llegada de los salvajes cruzados.

Ningún árabe en esta época se hace llamar «palestino» ni pretende establecer un reino o país con este nombre.

Dominio de los Cruzados

Época negra para los judíos, cristianos orientales y musulmanes, que son masacrados a cientos de miles por los católico-romanos cruzados que fueron a Israel enviados por el papa Urbano II en nombre de un falso «cristo» romano al blasfemo grito de «Dios lo quiere» (y que permanecen hasta hoy -aún existen logias cruzadas católico-romanas- en Jerusalén como se observa en la foto -tomada en el «Santo Sepulcro» de dicha ciudad haciendo ostentación de dicho lema).

Muchos judíos, en un principio, fueron asesinados o llevados como esclavos a Europa, pero después los cruzados comprendieron que necesitaban de las granjas agrícolas judías para su sustento y aprovisionamiento, por lo que muchos judíos consiguieron huir desde las peligrosas ciudades conquistadas por los cruzados y refugiarse en los campos.

Después, a lo largo del siglo XII, la actitud de los cruzados se hizo algo más benevolente hacia los judíos permitiendo a éstos volver de los campos de las tierras de Israel a establecerse en ciudades como Ascalón, Cesarea, Tiro, Acre, etc. El conquistador Godofredo de Bouillon que conquistó Jerusalén con un auténtico baño de sangre impidió después, y durante largo tiempo, la entrada de judíos y musulmanes a la Ciudad Santa.

El célebre médico y Talmudista Maimónides (Rabbi Moshe ben Maimón o RaMBaM para los judíos) arribó en estas fechas a Israel desde su Sefarad (España) natal y logró penetrar en la Ciudad de David en octubre de 1166 d.C. (o 4926 Era judía) a escondidas con el objeto de visitarla, haciendo lo mismo después en Hebrón donde visitó la cueva de los patriarcas judíos. Es en esta época cuando, en 1210 d.C., liderados por el Rabbi jefe de la academia de Lunel Yonatan ben David ha-Kohen, trescientos rabinos judíos de Francia e Inglaterra junto a sus familias emigran a Israel (como vemos la vuelta a su tierra de Israel de los judíos no es cosa de los sionistas del siglo XIX y XX como nos quieren hacer creer).

No hay tampoco en esta época un estado o reino palestino.

Dominio de los Turcos Mamelucos

Tras la invasión de los musulmanes Mamelucos, la Tierra pasó a ser una retrasada provincia gobernada desde Damasco. Hacia fines de la Edad Media la comunidad judía en la tierra de Israel estaba agobiada por la pobreza.

No hay estado o nación llamada Palestina.

Dominio de los Turcos Otomanos

Al comienzo de la era otomana en el siglo XVI, aproximadamente 1.000 familias judías vivían en el país, en su mayoría en Jerusalén, Nablus (Shjem), Hebrón, Gaza, Safed (Tzfat) y las aldeas de la Galilea (se hace necesario decir que no había muchos más árabes). La comunidad estaba integrada por descendientes de los judíos que nunca abandonaron la Tierra, así como por inmigrantes de Noráfrica y Europa (expulsados por los reyes católicos, etc.).

A lo largo de los siglos de dominación turca, el número de judíos en Israel es cada vez más creciente, especialmente llegados huyendo de los pogromos antisemitas de la Rusia zarista y otras zonas de Europa. Estos judíos comenzaron a comprar tierras y pusieron en marcha prósperas explotaciones agrícolas.

Mientras tanto en estos años el movimiento sionista en Europa sueña con establecer un estado judío en las tierras del rey David. Este dominio acaba con la primera guerra mundial (los turcos fueron aliados de los alemanes).

No hay estado palestino o árabe tampoco en esta época.

Dominio de los Ingleses

Tras la derrota y caída del imperio Turco-Otomano al final de la primera guerra mundial, la provincia de Palestina pasa a ser parte del imperio británico.

Más tarde, reconociendo «la histórica conexión del pueblo judío con Palestina», Gran Bretaña fue llamada a facilitar el establecimiento de un hogar nacional judío en Palestina-Eretz Israel (Tierra de Israel).

Dos meses más tarde, en septiembre de 1922, el Consejo de la Liga de las Naciones y Gran Bretaña resolvieron que las disposiciones para el establecimiento de un hogar nacional judío no regirían en el área al este del Río Jordán (futuro Reino de Jordania, hasta entonces inexistente: un invento occidental), que constituía tres cuartas partes del territorio incluido en el Mandato Británico y que eventualmente se convirtió en el Reino Hashemita de Jordania (una invención inglesa).

Tampoco hay en esta época ningún estado palestino o árabe.

Cómo Comienza el Actual Conflicto Árabe Israelí

El Sionismo y el Holocausto

El Sionismo, al que los países árabes y pro árabes, sujetos en muchos casos a la esclavitud del petróleo árabe-musulmán o a la esclavitud del odio irracional al judío, quieren hoy presentar como «racismo», no es más que la reflexión que se desarrolla como consecuencia de las persecuciones y holocaustos milenarios por parte de las naciones gentiles contra los judíos (egipcios con Moisés, asirios, babilonios, Imperio Romano, Iglesia católico-Romana en Europa en la Edad Media, los zares rusos y sus pogromos o matanzas de judíos en el siglo XIX, el incipiente nazismo, etc.) y que plantea la necesidad de definir la identidad de los judíos en el mundo moderno y la necesidad de establecer a los judíos en su tierra ancestral de Eretz Israel.

Figura destacable del sionismo en el siglo XIX fue Teodoro Herzl, al que se considera el fundador del moderno sionismo. Los sionistas compraron entonces durante estos años grandes extensiones de tierras desérticas e incultivadas a precios desorbitados en Israel a los diferentes caciques árabes que no veían ningún valor en las mismas.

Comenzaron a cambiar por medio de duro trabajo y una inquebrantable fe la fisonomía de estas desoladas tierras y a hacerlas fértiles estableciendo los famosos Kibbutz o granjas autogestionadas.

Hoy en día el visitante que vaya a esta tierra verá bosques a un lado de una carretera que al otro lado es desierto, cultivos de cítricos donde antes había eriales y pantanos y cosas similares que demuestran la diferencia entre el Dios de Israel que nos hace Hijos suyos y nos da libertad de escoger y forjar nuestro futuro y el dios del Islam, que en vez de hijos tiene esclavos que deben aceptar lo que les venga sin posibilidad de poder cambiarlo, bueno o malo, como voluntad de dicho dios.


El movimiento Sionista tuvo todo el derecho y necesidad de ser creado ya que poco después, en Europa, casi seis millones de judíos son sistemáticamente asesinados por la nación de Alemania en un proceso de muerte industrial. En esta guerra murieron en total unos 50.000.000 de personas en Europa.

Es un insulto a la inteligencia, una muestra asquerosa de antisemitismo y un oprobio a los millones de víctimas del nazismo comparar hoy la represión del estado de Israel con los «Palestinos» al nazismo que produjo tal cantidad de muertes en Europa.

Es de justicia también por ello recordar que desgraciadamente el Vaticano, con el papa Pío XII a la cabeza, firmó un concordato con el dictador fascista Mussolini en 1929 y otro con el nazi Hitler en 1933. El papa Pío XII jamás excomulgó al católico Hitler ni a sus católicos colaboradores (la mayor parte de los altos dirigentes el partido nacional-socialista y los colaboradores de Hitler eran de esa religión), ni levantaría la voz para condenar claramente el Holocausto o ayudar a los judíos.

Al respecto de su política antijudía y Roma, Hitler mismo afirmó el 26 de abril de 1933 en una reunión con el obispo católico-romano Wilhelm Berning de Osnabrük y monseñor Steinmann (prelados representantes de la iglesia romana en Alemania) que «me limito a hacer a los judíos lo que la iglesia católico-romana lleva haciendo 1.600 años«. Hemos de reconocer que al menos Hitler conocía bien la historia. Los prelados católico-romanos citados describieron más tarde sus charlas con Hitler como «cordiales y directas«. Sin comentarios.

Curiosamente, el dictador católico-romano español Franco, que ayudó a escapar a un gran número de judíos sefardíes europeos del Holocausto dándoles la nacionalidad española, y que evitó que España interviniese en la II Guerra Mundial como aliada de los genocidas alemanes, es el único que duró 40 años en el poder.

Las peores atrocidades documentadas en la segunda guerra mundial fueron cometidas por los monjes soldados católico-romanos de la Ustashi o Ustasha croata, que habían cambiado en muchos casos la sotana por el uniforme -se puede buscar numerosa documentación al respecto en Internet- liderados por el católico Ante Pavelic contra serbios y judíos en los Balcanes (búsquese sobre este siniestro personaje en Internet para saber más del asunto). La iglesia Romana ayudó en los días inmediatamente posteriores a la Segunda Guerra Mundial a escapar a Sudamérica a numerosos criminales de guerra para evitar así que fuesen juzgados y que hablasen de lo que el Vaticano sabía y había hecho. No se trata de hacer aquí apología anticatólica, sino de decir las cosas que sucedieron y que se pueden comprobar muy fácilmente para que (ojalá) nunca más se vuelvan a repetir.

Reflexione el lector porqué en el reciente conflicto de los Balcanes (de los años 90′ del siglo XX), las dos primeras naciones que se apresuraron a reconocer el estado católico Croata fueron el Vaticano y Alemania, y porqué a raíz de este hecho los Serbios (ortodoxos) comenzaron a ser presentados como los genocidas y los «malos» del conflicto. Como consecuencia de esta guerra aparece la primera nación musulmana europea: Bosnia.

Hoy en día la nación confesional del Vaticano es una de las pocas naciones en el mundo que no tiene relaciones diplomáticas con Israel y que sigue sin reconocer a este estado y su capital en Jerusalén.

En cierta ocasión leí: «Cuando Roma está en la minoría, es tan tierna como un cordero; cuando está en igualdad de posiciones, es tan astuta como un zorro; y cuando está en la mayoría, es tan feroz como un tigre». Creo que esta es una descripción exacta de ciertas lamentables actitudes del catolicismo-romano (reconozcámoslo) a través de la historia. Ya decían los masacrados cristianos Valdenses Franceses en el siglo XI aquello de que «Entre el bando de los perseguidores y de los perseguidos, la Verdadera Iglesia siempre ha estado del lado de los perseguidos». Diferenciamos aquí entre la Institución histórica llamada Iglesia Católica Romana y el pueblo de Dios o Iglesia que pueda haber en la misma (ver los primeros versículos del capítulo 18 del Apocalipsis). En justicia diremos que nadie se escapa de esta macabra lista de «dar ‘leña’ al judío»: Lutero el reformador se volvió furibundamente judeófobo al final de su vida y su último libro titulado «Contra los Judíos» (donde al parecer llega a hablar de forzarlos a convertirse al cristianismo o quemarles las sinagogas) fue usado también como justificación de su política antisemita por los nazis. Como vemos, aquí nadie se libra, y «quien esté libre de pecado, tire la primera piedra»…

No olvidar también la otra cara de la moneda, y recordar también como hubo muchísimos protestantes y muchos católicos que pese a las amenazas que pesaban sobre sus vidas, ayudaron a los judíos.

La Fundación del Moderno Estado de Israel y la Guerra de la Independencia de 1948: Primera Agresión Musulmana y Primera Victoria de Israel

El Estado de Israel fue proclamado el 14 de mayo de 1948, de acuerdo con la legalidad internacional y el plan de partición de la ONU (1947) que dividía el protectorado inglés en Palestina -actuales Jordania e Israel- y no una inexistente nación o país de Palestina como se quiere hacer creer hoy en día, dando el 77% del territorio a los árabes (estableciendo el reino de Jordania que incluía los actuales territorios de la imaginaria «Palestina») y el 23% para los judíos, y dejando Jerusalén como zona internacional. Los judíos aceptaron, pero los árabes no.

Menos de 24 horas más tarde, saltándose -ellos primero- la resolución de las Naciones Unidas, los ejércitos regulares de Egipto, Jordania, Siria, Líbano e Irak lo invadieron, forzando a Israel a defender la soberanía que había reconquistado en su patria histórica y ancestral. En lo que pasó a ser conocido como la Guerra de la Independencia de Israel, las recientemente formadas y pobremente equipadas Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) rechazaron a los invasores en cruentos e intermitentes combates que se prolongaron por unos 15 meses, que demandaron más de 6.000 vidas (aproximadamente el uno por ciento del total de la población judía del país en ese momento).

Israel no solo ganó la guerra, sino que demás extendió su territorio de 8.000 Km2 a 21.000 Km2 en una legítima guerra de autodefensa frente a los árabes invasores -del mismo modo en que se establecieron en siglos pasados las actuales naciones occidentales-.

PARA REFLEXIONAR: Un ejemplo de esto en el seno de la misma Europa Occidental es por ejemplo Kaliningrado, la antigua Königsberg alemana y prusiana, que siendo el corazón de la cultura alemana moderna (por ejemplo el filósofo alemán Kant nació allí) hoy ha perdido toda su identidad germana al haber sido anexionada tras la segunda Guerra Mundial por la extinta Unión Soviética y hoy pertenece a Rusia que expulsó a la mayoría de sus habitantes alemanes y literalmente aniquiló todo vestigio de dicha cultura.

Los refugiados árabes que salieron de sus casas engañados con la promesa de sus «libertadores» invasores de que pronto no quedaría ni un solo judío en Palestina, aún hoy continúan exiliados y hacinados y sin recibir ayuda humanitaria (pero si para sus fines terroristas) en sus campamentos de refugiados de sus riquísimas y poderosas naciones hermanas: Así nace el problema de los refugiados «palestinos». A lo largo de estas primeras guerras muchos árabes engañados por las naciones hostiles a Israel decidieron salir de sus tierras hacia campos de refugiados en zonas vecinas, con la viciada esperanza de que los judíos iban a ser exterminados. Los árabes que se quedaron en Israel, hoy disfrutan de ciudadanía israelí, de todos sus derechos como ciudadanos y viven en la única democracia que hay en esa parte del mundo.

Es de justicia rechazar aquí, por no caer en un ciego maniqueísmo, los abusos y crímenes que aprovechándose de esta situación puedan haber cometido en el pasado o estar cometiendo en el presente el estado de Israel y la propia Autoridad Nacional Palestina y los grupos extremistas musulmanes con la población de los llamados «Territorios Ocupados» y las población de Israel y que no genera sino más odio, resentimiento, sufrimiento y dolor a ambas partes.

Durante los primeros meses de 1949, se mantuvieron negociaciones directas, bajo el auspicio de la ONU, entre Israel y cada uno de los países invasores (excepto Irak, que se ha negado a negociar con Israel hasta la fecha); el resultado fue acuerdos de armisticio que reflejaron la situación al término de los combates. La planicie costera, la Galilea y todo el Néguev, quedaron bajo la soberanía de Israel, Judea y Samaria (la Margen Occidental) pasaron a dominio jordano, la Franja de Gaza bajo administración egipcia, y la ciudad de Jerusalén fue dividida, controlando Jordania la parte oriental, incluida la Ciudad Vieja, e Israel el sector occidental. Esto es, tampoco entonces existió una imaginaria nación de «Palestina» como quieren hacernos creer a los crédulos españoles. A ningún árabe se le llamaba «Palestino» entonces, y por el contrario los mismos árabes insultaban y se mofaban de los judíos llamándolos «palestinos».

La Guerra del Sinaí de 1956: Segunda Agresión Musulmana y Segunda Victoria de Israel

Los años de construcción del estado fueron enturbiados por serios problemas de seguridad. Los acuerdos de armisticio de 1949 no solamente fracasaron en el intento de pavimentar el camino hacia una paz permanente, sino que fueron constantemente violados. En contradicción a la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU del 1º de septiembre de 1951, se impidió el paso de barcos y de navegación israelí por el Canal de Suez; se agravó el bloqueo de los Estrechos de Tirán; las constantes incursiones de bandas de terroristas a Israel desde los países árabes vecinos para cometer asesinatos y sabotaje se llevaban a cabo con creciente frecuencia; y la península del Sinaí fue convertida gradualmente en una enorme base militar egipcia.

Después de la firma de una alianza militar tripartita entre Egipto, Siria y Jordania (octubre de 1956), la inminente amenaza a la existencia de Israel se intensificó: Egipto apostó 80.000 hombres armados en Sinaí, Siria 40.000 al norte de Israel, Jordania 40.000 al este, Arabia Saudita envió 20.000 soldados para ayudar a los jordanos e Irak 5.000 para apoyar a los sirios. La radio egipcia comenzó a anunciar una «batalla tan grande donde los árabes tendrían un banquete en Israel» y un comandante sirio que «acabarían en 4 días con Israel». El líder egipcio Nasser anunció que «cualquier batalla contra Israel sería total y con el objetivo de destruir totalmente a Israel». Los radares israelíes detectaron vuelo de bombarderos con destino a Israel. En el curso de una campaña de ocho días las Fuerzas de Defensa de Israel tomaron la Franja de Gaza y toda la península del Sinaí, deteniéndose a 16 km. al este del Canal de Suez. La decisión de las Naciones Unidas de apostar una Fuerza de Emergencia de la ONU (UNEF) a lo largo de la frontera entre Israel y Egipto, y el otorgamiento de seguridades egipcias respecto a la libre navegación en el Golfo de Eilat, llevaron a Israel a aceptar una retirada por etapas (noviembre de 1956 a marzo de 1957) de las áreas conquistadas un par de semanas antes. Consecuentemente, los Estrechos de Tirán fueron abiertos, permitiendo al país desarrollar el comercio con los países de Asia y África Oriental, así como importar petróleo del Golfo Pérsico.

La Guerra de los Seis Días 1967: Tercera Agresión Musulmana y Tercera Victoria de Israel

Las esperanzas de alcanzar otra década de relativa tranquilidad pasaron a ser cada vez más remotas con la escalada de las incursiones de terroristas árabes a través de las fronteras de Egipto y de Jordania, los persistentes bombardeos de la artillería siria contra asentamientos agrícolas en el norte de la Galilea, y el masivo equipamiento militar de los países árabes vecinos. Cuando Egipto nuevamente trasladó grandes cantidades de tropas al desierto del Sinaí (mayo de 1967), ordenó a las fuerzas de paz de la ONU (desplegadas desde 1957) retirarse de la zona, reimpuso el bloqueo a los Estrechos de Tirán y estableció una alianza militar con Jordania, Israel se encontró ante ejércitos árabes hostiles en todos los frentes. Dado que Egipto había violado los arreglos acordados después de la Campaña del Sinaí (1956), Israel apeló a su derecho inherente de defensa propia frente a la superioridad numérica y militar árabe lanzando (5 de junio de 1967) un ataque preventivo contra Egipto en el sur, seguido por un contraataque a Jordania en el este y la expulsión de las fuerzas sirias atrincheradas en las Alturas del Golán en el norte desde donde bombardeaban constantemente Galilea.

Al término de seis días de combate, las líneas de cese de fuego anteriores fueron reemplazadas por otras nuevas, quedando bajo control israelí Judea, Samaria, Gaza, la península del Sinaí y las Alturas del Golán. Consecuentemente, los poblados del norte del país fueron liberados tras 19 años de constante bombardeo sirio; se aseguró el paso de embarcaciones israelíes por el Canal de Suez y los Estrechos de Tirán y Jerusalén, que había estado dividida entre Israel y Jordania desde 1949, fue reunificada bajo autoridad israelí. Israel pasó de tener 21.000 Km2 a poseer 67.000 Km2 de territorio.

Jerusalén, la ciudad santa del judaísmo, reunificada, pasó a ser considerada entonces la «eterna e indivisible capital de la nación de Israel».

La Biblia judía y cristiana se refiere en el Antiguo y Nuevo Testamento casi 1000 veces a la ciudad de Jerusalén de modo directo, y un número indefinido de veces como «la ciudad de David», «Sión» y expresiones similares.

PARA REFLEXIONAR: ¿Sabe Ud. cuantas veces el Corán se refiere a dicha ciudad?: Le subrayo la respuesta y se la pongo en mayúsculas para que se lea bien: CERO. Es una falacia y una gran mentira cuidadosamente inventada el llamar a la ciudad del Dios de Israel, la «tercera ciudad santa del Islam».

La Guerra del Yom Kipur 1973: Cuarta Agresión Musulmana y Cuarta Victoria de Israel

Tres años de relativa calma en las fronteras fueron destrozados en Yom Kipur (Día de la Expiación), el más sagrado día del año judío, cuando Egipto y Siria lanzaron un sorpresivo y cobarde ataque coordinado contra Israel (6 de octubre de 1973), cruzando el ejército egipcio el Canal de Suez, y penetrando las tropas sirias en las Alturas del Golán. Durante las siguientes tres semanas, las Fuerzas de Defensa de Israel invirtieron el sentido de los combates y repelieron a los atacantes, cruzaron el Canal de Suez hacia territorio egipcio y avanzaron hasta 32 km. de la capital siria, Damasco.

Israel pulverizó a sus enemigos. Fue otra victoria de un país pequeño y de un ejército pequeño, pero con la razón moral y un Gran Dios a su lado.

Dos años de difíciles negociaciones entre Israel y Egipto y entre Israel y Siria, lograron acuerdos de separación de fuerzas, según los cuales Israel se retiró de partes de los territorios capturados durante la guerra. Pese a esto Israel pasó de poseer 67.000 Km2 a tener 88.000 Km2 conquistados en legítimas guerras de autodefensa (del mismo modo que el 100% de las naciones modernas son resultado de conquistas de ciertos pueblos sobre otros en guerras en el pasado, aunque en este caso con la salvedad de que han sido guerras de autodefensa).

La Buena Voluntad de Israel: Tratado de Paz con Egipto y Devolución de la Península del Sinaí

El ciclo de rechazos árabes a los llamados israelíes de paz fue roto con la visita del presidente de Egipto Anwar Sadat a Jerusalén (noviembre de 1977), seguida por negociaciones entre Israel y Egipto bajo los auspicios de Estados Unidos. Los Acuerdos de Camp David (septiembre de 1978), contenían un marco para una paz comprehensiva en el Medio Oriente, incluyendo una detallada propuesta para el autogobierno de los palestinos. El 26 de marzo de 1979, Israel y Egipto firmaron un tratado de paz en Washington D.C. poniendo término a 30 años de beligerancia entre ambos países.
De acuerdo con los términos del tratado, Israel se retiró de la Península del Sinaí, reemplazando las anteriores líneas de cese de fuego y los acuerdos de armisticio por fronteras internacionales mutuamente reconocidas.
Algunas de las naciones africanas, que habían roto relaciones con Israel como resultado de presiones árabes, reanudaron los contactos en los años 80, otorgando un renovado impulso a las relaciones económicas, así como al reestablecimiento de relaciones diplomáticas formales.

Conclusiones

Nunca ha habido un estado «Palestino» en tierra de Israel. Israel no le ha quitado la tierra impunemente a ningún país árabe, estado o nación llamada «Palestina».

Los árabes «palestinos» (en realidad son más «ex-jordanos» que otra cosa) son en gran medida víctimas inocentes de sus dirigentes corruptos, del odio fundamentalista de su religión contra judíos y cristianos y de la política de mano dura del Estado de Israel como consecuencia del conflicto. Los desgraciados refugiados árabes (a los que ahora llamamos «palestinos») sonusados por las naciones árabes como carnaza contra Israel y otros países de cultura y valores morales judeo-cristianos.

Israel en su momento si aceptó la partición en paz de la tierra entre árabes y judíos, pero las constantes agresiones sufridas le han llevado a su actual política de mano dura, que no justificamos de ningún modo, aunque humanamente, conociendo como son las cosas, entendamos en esta WEB, ya que toda nación tiene el derecho y la obligación de defender a sus ciudadanos, y más de una amenaza tan grave como es una religión que permite a sus hijos hacerse estallar con una carga de bombas matando indiscriminadamente al máximo número de víctimas inocentes posible.

Golda Meir dijo que el conflicto acabaría cuando el amor de los musulmanes hacia sus hijos fuese mayor que el odio de los musulmanes hacia los judíos . 

Israel es la única democracia en el entorno del mundo musulmán, sus ciudadanos árabes omusulmanes tienen los mismos derechos que un judío, tienen representación en el Knesset (parlamento israelí) con varios diputados, libertad de culto, etc. Los judíos podrían haber cerrado al acceso a los árabes a las Mezquitas del Monte del templo, en tierra israelí, pero no lo han hecho, mientras los palestinos han hecho explotar y profanado varios monumentos judíos en sus territorios como por ejemplo la Tumba de José el patriarca.

Israel hace frente a un enemigo especial: El Islam, que ha jurado literalmente (y en muchísimas ocasiones) «destruir Israel y echar a todos los judíos al mar». No estamos hablando de una guerra normal o de un conflicto como tantos otros que desgraciadamente se dan en otras zonas «calientes» del globo, aquí no se trata de otra cosa que de una guerra de supervivencia donde el pueblo de Israel se juega el desaparecer para siempre de la faz de la tierra en un holocausto que dejaría el de Hitler en una mera anécdota.

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