El Reinado de Alfonso XIII: Regeneracionismo, Crisis y Declive de la Monarquía

Introducción

El reinado de Alfonso XIII comenzó en un contexto político y social marcado por el regeneracionismo tras la crisis del 98. Los primeros gobiernos se enfocaron en una renovación interna del régimen, etapa conocida como el revisionismo, que abarcó la primera década del reinado. Sin embargo, estas reformas no fueron suficientes para evitar el declive gradual del sistema. Con la Primera Guerra Mundial, España adoptó una postura de neutralidad que le permitió desempeñar un papel económico en Europa desproporcionado a su importancia real. No obstante, las exportaciones solo beneficiaron a una minoría, mientras que la mayoría de la población sufrió escasez y carestía. El descontento social desencadenó la crisis general de 1917. El declive se volvió imparable: a la ineficacia de los gobiernos se sumaron la oposición política al régimen, la conflictividad social y el desastre militar en Marruecos. El golpe militar de Primo de Rivera, con la aprobación del rey, impuso la dictadura, que no fue más que un aplazamiento de la inevitable caída del sistema. Finalmente, el viejo sistema se hundió, arrastrando consigo al rey y a la propia monarquía.

1. Los Intentos de Regeneración del Sistema

1.1. El Revisionismo de Maura

La primera etapa del reinado de Alfonso XIII estuvo marcada por el regeneracionismo tras la crisis de 1898, seguida por el revisionismo, que buscaba modificar el sistema para superar sus deficiencias y adaptarlo a las nuevas demandas sociales y políticas. Alfonso XIII asumió el reinado efectivo al alcanzar la mayoría de edad en 1902. La Constitución de 1876 le otorgaba un papel importante en el nombramiento y destitución de gobiernos, así como en la dirección de las fuerzas armadas. Alfonso XIII fue un rey controvertido que combinaba viejas concepciones decimonónicas con un espíritu europeísta y modernizador. Su responsabilidad política fue significativa; la oposición al sistema se convirtió en gran medida en un rechazo a su persona, lo que finalmente arrastró a la monarquía en su caída. Un defecto político de Alfonso XIII residía en su espíritu castrense, que lo inclinaba a favorecer al ejército.

1.1.1. Las Facetas del Regeneracionismo

El impacto del 98 en la opinión pública española evidenció el descontento que el régimen de la Restauración había generado en la mayor parte de la clase media y los intelectuales. Surgió un movimiento intelectual y social crítico con el sistema y sus prácticas políticas conocido como regeneracionismo, que tuvo diversas vertientes: social y económica, intelectual y literaria, y política.

El Regeneracionismo Social y Económico

Este movimiento aglutinaba el malestar de las «clases productoras»: pequeños y medianos empresarios de todos los sectores económicos. El ideólogo de esta vertiente fue Joaquín Costa, autor de Colectivismo agrario en España (1898) y Oligarquía y caciquismo como forma actual de gobierno en España (1901-1902). Costa propuso una serie de reformas económicas y educativas que se resumían en el lema Despensa y escuela. Aunque no llegó a participar activamente en política e incluso criticó el régimen de partidos y el sistema parlamentario, organizó en Zaragoza una Liga Nacional de Productores (1899), formada por agricultores castellanos descontentos.

El Regeneracionismo Intelectual y Literario

Esta vertiente estuvo representada, entre otros, por Ángel Ganivet, Miguel de Unamuno y Ramiro de Maeztu, quienes expresaban un pesimismo existencial e irracionalista y reflexionaban sobre la decadencia de España. Este grupo se conoce como la «generación del 98». La evolución ideológica de estos intelectuales fue diversa, oscilando desde el socialismo y el anarquismo hasta el conservadurismo tradicional y el fascismo.

El Revisionismo Político

Esta corriente de pensamiento utilizó los argumentos regeneracionistas para impulsar la política de la Restauración. Los primeros en adoptar estos puntos de vista fueron los políticos conservadores, liderados por Francisco Silvela, quien expuso sus ideas en su artículo periodístico Sin pulso (1898), y Eduardo Dato, que retomó la legislación social iniciada en la 1ª República y reguló los accidentes laborales y el trabajo de mujeres y niños. El Gobierno conservador intentó atraer a un sector del catalanismo. La labor política de Silvela fue continuada por Antonio Maura, quien se unió al Partido Conservador en 1902. Los políticos de la izquierda liberal también adoptaron el espíritu del regeneracionismo: Santiago Alba (que colaboró con Costa), José Canalejas y Melquíades Álvarez se acercaron o se integraron en el ala izquierda del Partido Liberal e impulsaron su renovación.

1.2. El Reformismo Conservador o el Revisionismo de Maura

Antonio Maura personificó la renovación del Partido Conservador a principios del siglo XX. En 1902 fue ministro de Gobernación y presidió el Gobierno en dos ocasiones, conocidas como el «Gobierno corto» (1903-1904) y el «Gobierno largo» (1907-1909). Tras perder el poder en 1909, ejerció una oposición crítica a su propio partido, dirigido en esa época por Eduardo Dato. El programa político de Maura se denominó maurismo y se basaba en los siguientes principios:

  • Conservadurismo católico: Defender la influencia social de la Iglesia católica frente a las pretensiones de la izquierda de crear un Estado laico.
  • Conectar a la monarquía con la realidad social: Acabar con el caciquismo y el falseamiento del sufragio universal.
  • Incorporar otras fuerzas políticas al sistema, en concreto, el catalanismo conservador de la Lliga. Para ello, Maura proyectó una Ley de Administración Local que permitía la formación de mancomunidades, aunque esta ley no se llegó a aprobar.
  • Llevar a cabo una política exterior nacionalista y expansionista en Marruecos, apoyando a los militares, que contaban con las simpatías del propio Alfonso XIII.

Durante los primeros cinco años del reinado, hubo inestabilidad gubernamental: se sucedieron once gobiernos (los cinco primeros conservadores y los seis restantes liberales). Los primeros intentos de reforma fueron impulsados por los gobiernos conservadores, cuya intención, según Maura, era emprender la «revolución desde arriba» para evitar la «revolución desde abajo». Maura aspiraba a un saneamiento de la vida política, pero sin alterar las bases del sistema. Esto se tradujo en una legislación laboral que incluyó la Ley de accidentes de trabajo (1900), la ley sobre el trabajo de las mujeres y niños (1900), la Ley del descanso dominical (1904) y la Ley de huelga (1909).

Sin embargo, las condiciones laborales de los trabajadores seguían siendo muy duras, y persistían muchos motivos de descontento para las clases populares. La ley que mejor ilustra el espíritu y la realidad de esa «revolución desde arriba» es la Ley de Reforma Electoral de 1907. Su objetivo, dentro de los propósitos regeneracionistas del momento, era eliminar el fraude y garantizar la limpieza de las elecciones.

2. Crisis de 1909: La Semana Trágica de Barcelona

España, cada vez más aislada de Europa, intentó participar en el reparto de África. A España se le reconocieron sus derechos sobre el norte de Marruecos, y comenzó su ocupación militar en febrero de 1909. En ese momento gobernaban los conservadores, presididos por Maura, partidario de la presencia española en Marruecos por cuatro razones:

  • Recuperar el prestigio nacional tras las pérdidas de 1898.
  • No dejar sola a Francia en la zona.
  • Mantener el equilibrio estratégico en el estrecho de Gibraltar.
  • Garantizar el orden en la región del Rif (entre Ceuta y Melilla), escenario de conflictos constantes entre las tropas españolas y la población local.

La cuestión de Marruecos provocó el descontento popular debido a los reclutamientos forzosos de tropas para una guerra que solo interesaba a dos grupos sociales minoritarios:

  1. Un sector del ejército, que veía en ella la oportunidad de recuperar el prestigio profesional perdido tras el desastre de 1898, así como un medio de ascenso en el escalafón y de protagonismo político.
  2. Los capitalistas interesados en la explotación de las minas de hierro del Rif.

En julio de 1909 estalló en Barcelona una crisis conocida como la Semana Trágica, cuyas consecuencias llevaron a la caída del Gobierno largo de Maura. En este conflicto convergieron varios problemas políticos y sociales: el del catalanismo político, el de los republicanos y el del movimiento obrero.

2.1. Causas Remotas de la Semana Trágica

2.1.1. El Problema del Catalanismo Político

En noviembre de 1905 se produjo un grave incidente en Cataluña: unos oficiales del ejército, ofendidos por una caricatura aparecida en la revista satírica nacionalista Cu-Cut, asaltaron los locales de la publicación y también los de La Veu de Catalunya, el periódico de la Lliga Regionalista. Este tipo de ataques protagonizados por los militares contra la prensa se habían producido con frecuencia en varios lugares de España desde la Guerra de Cuba, pero en esta ocasión provocaron la aprobación, con apoyo del rey, de la Ley de Jurisdicciones (1906), por la que los delitos contra la patria y el ejército serían juzgados por tribunales militares. Las fuerzas políticas catalanas reaccionaron constituyendo Solidaritat Catalana, una coalición de todos los partidos antidinásticos que aglutinaba desde republicanos federales hasta carlistas, y que obtuvo resultados espectaculares en las elecciones de 1907, pese al fraude electoral habitual.

2.1.2. El Problema de los Republicanos: Alejandro Lerroux

No todos los republicanos se integraron en Solidaritat Catalana. Alejandro Lerroux, un político republicano, se había hecho muy popular entre los obreros de Barcelona debido a sus mítines incendiarios, caracterizados por la demagogia revolucionaria, el anticlericalismo feroz y las apelaciones a la violencia. En 1901 fue elegido diputado por Barcelona y en 1908 creó su propio grupo, el Partido Republicano Radical. Lerroux tuvo una gran influencia en el desarrollo de la Semana Trágica.

2.1.3. El Problema del Movimiento Obrero

El sindicalismo catalán, tradicionalmente apolítico e influido por el anarquismo, había encontrado un nuevo instrumento de lucha: la huelga general. Con ella se podía paralizar la sociedad y derribar al capitalismo. La gran influencia del anarquismo en el movimiento obrero catalán propició el estado de protesta general.

2.1.4. La Intensificación del Antimilitarismo

A raíz de la Ley de Jurisdicciones de 1906 (mencionada anteriormente) y el sistema de cuotas de reclutamiento (recordemos que, hasta la ley de Servicio Militar Obligatorio promulgada durante el gobierno de Canalejas en 1912, quienes tenían dinero podían librarse de la incorporación a filas),

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