Sistema Canovista
Durante el Sexenio Democrático se generó una sensación de desgobierno que algunos sectores sociales interpretaron como una amenaza al orden social liberal-conservador. Por esa razón, durante la «dictadura» del general Serrano en 1874, el ejército, la Iglesia y las clases altas y medias apostaron por una solución más parecida al contexto internacional y más conveniente para sus intereses de clase: la restauración monárquica en la persona de Alfonso XII.
Los orígenes del proceso restaurador
La restauración de la monarquía borbónica en Alfonso XII fue producto de un concienzudo trabajo preparatorio llevado a cabo durante el Sexenio Democrático y, de forma intensiva, durante el gobierno de Serrano. El objetivo era situar en el trono al hijo de Isabel II, la reina destronada en 1868, y el gran protagonista fue Antonio Cánovas del Castillo.
Esta opción se gestó a lo largo de un proceso complejo y de maniobras diplomáticas, la más importante de las cuales fue la abdicación de Isabel II en su hijo, algo que no sucedió hasta junio de 1870.
Antonio Cánovas aprovechó el favorable contexto internacional de la era bismarckiana*, proclive a soluciones moderadas. Su instrumento básico fue la creación de un «partido Alfonsino», cuyo primer núcleo estuvo formado por diputados de las Cortes Constituyentes de 1868. Su programa se reducía al liberalismo y a la fidelidad al príncipe Alfonso, pero a partir de agosto de 1873 se fue elaborando un programa conservador con la adhesión a su causa de buena parte del partido moderado. «Paz y orden» fueron las palabras que resumían ese programa, que atrajo a las clases medias y altas, temerosas de un nuevo experimento revolucionario como el del Sexenio.
Al papel de Cánovas en este proceso se ha de sumar el del ejército, protagonista hasta ese momento de la vida política y a quien Cánovas deseaba asignar un papel subordinado al poder civil y someter sus iniciativas al sistema constitucional. El pronunciamiento del moderado Martínez Campos en Sagunto (29-12-1874) no fue bien visto por el político andaluz, que deseaba una restauración de la monarquía por la vía civil.
El plan de Cánovas contó también con el apoyo de poderosos intereses en las Antillas, sobre todo en Cuba. El llamado lobby* esclavista, formado por grandes terratenientes propietarios de mano de obra esclava, presionó a los gobernadores de las islas para que no aplicaran las reformas de los gobiernos del Sexenio. Para este grupo, revolución democrática, independencia y emancipación de los esclavos eran una sola cosa. De ahí el apoyo de este lobby al proyecto restaurador, pues suponía el fin de las reformas liberalizadoras del Sexenio. Importantes figuras del moderantismo eran grandes propietarios en Cuba, como el marqués de Manzanedo, que dirigió la Liga Nacional contra la emancipación de los esclavos, defensora de un patriotismo que veía en don Alfonso la garantía de sus intereses y de la «integridad» de la patria.
El Manifiesto de Sandhurst, en diciembre de 1874, redactado por Cánovas y firmado por don Alfonso en la academia militar donde se formaba, recogía las ideas básicas del proyecto restaurador:
- Carácter abierto e integrador de la monarquía constitucional.
- Necesidad de que la tradición católica fuera compatible con la libertad.
- Superación de las dos constituciones precedentes: 1845 y 1869.
La formación de los partidos Conservador y Liberal
El proyecto político de Cánovas defendía un sistema en el que la monarquía fuera su base y los partidos un instrumento a su servicio. Para ello era necesario formar nuevos partidos que, superando la etapa anterior, creasen un muro de contención frente a los radicalismos republicano y carlista.
Esos dos partidos, que luego se turnaron en el poder, fueron el Conservador, presidido por Cánovas, y el Liberal, presidido por Sagasta:
Partido Conservador
- El nuevo Partido Liberal Conservador o Partido Conservador se formó sobre los restos del partido moderado y sectores de los constitucionales y progresistas. La tarea no fue fácil, pues se trataba de conciliar a los isabelinos con quienes habían echado del trono a la reina. Para ello, Cánovas integró en su primer gobierno a isabelinos y revolucionarios del Sexenio.
El Partido Conservador surgió de una reunión celebrada en el Senado en mayo de 1875 con 356 exparlamentarios de las monarquías de Isabel II y Amadeo I, con el fin de dar apoyo al nuevo régimen de Alfonso XII. Como la mayoría de este grupo pertenecía a los antiguos moderados, Cánovas optó por dar satisfacción a los sectores más conservadores. La absorción plena del moderantismo tuvo lugar en 1884, cuando se integró en el partido la Unión Católica, de Pidal y Mon. De esta forma, todas las fuerzas conservadoras estaban en un único partido; a la derecha solo quedaba el carlismo.
Partido Liberal
- El Partido Liberal fue el otro gran partido del sistema, aunque tardó más en formarse. Su origen estaba en el Partido Constitucional, que fundaron Serrano y Sagasta durante el reinado de Amadeo I. Lo integraban progresistas de derecha y sectores avanzados de la Unión Liberal. Su bandera era la defensa de la Constitución de 1869, aunque un grupo era proclive a colaborar con Cánovas.
En 1879 el Centro Constitucional, dirigido por Alonso Martínez, se unió con el Partido Liberal y se formó el Partido Liberal Fusionista con Sagasta como líder. Esta evolución preparó el acceso al gobierno al año siguiente, con un programa que se resumía en tres puntos: regeneración del sistema representativo, garantía de una monarquía auténticamente liberal y que el rey usase de sus prerrogativas para poner en práctica las reformas propuestas por el Partido Liberal. Este partido representaba, por tanto, al sector reformista de la Restauración.