El surgimiento del Partido Nazi y el intento de golpe de Estado
El Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP), liderado por Adolf Hitler, quien fue nombrado Führer, adoptó como emblema una bandera roja con un círculo blanco central y una esvástica negra. En 1923, aprovechando la crisis económica, la ocupación del Ruhr y el ejemplo de la marcha sobre Roma de Mussolini, Hitler y el mariscal Ludendorff intentaron un golpe de Estado en Múnich, conocido como el Putsch de la Cervecería. El intento fracasó y Hitler fue condenado a prisión, donde escribió la primera parte de Mein Kampf («Mi Lucha»).
Principios ideológicos del nazismo
En Mein Kampf, Hitler expuso los principios del nazismo, destacando:
- La doctrina racista y el antisemitismo: Defendía la superioridad de la raza aria y la exclusión de los judíos, considerados inferiores.
- La teoría del «espacio vital» (Lebensraum): Propugnaba la expansión territorial hacia el este de Europa para asegurar el crecimiento de Alemania.
La toma del poder por Hitler
Tras salir de prisión, Hitler reorganizó el partido, creando las SS (Schutzstaffel) como guardia personal. Aprovechando la Gran Depresión de 1929, el nazismo ganó popularidad gracias a sus promesas de recuperación económica y su discurso nacionalista. En las elecciones de 1932, el partido nazi se convirtió en la fuerza política más votada. Finalmente, el 30 de enero de 1933, Hindenburg nombró a Hitler canciller de Alemania.
Los nazis en el poder: la creación del Estado totalitario
Eliminación de la oposición
Hitler estableció un régimen totalitario, disolviendo el Parlamento, persiguiendo a la oposición y suspendiendo las libertades individuales. Se prohibieron todos los partidos políticos excepto el nazi y se crearon los primeros campos de concentración. La «Noche de los cuchillos largos» (1934) eliminó a los rivales internos del partido.
Control de la información y la cultura
El régimen nazi controló la prensa, la radio y el cine, utilizándolos como propaganda. Se censuró la cultura y se persiguió a intelectuales y artistas disidentes. El antisemitismo se intensificó con las Leyes de Núremberg (1935) y la «Noche de los cristales rotos» (1938).
Consolidación del poder
El Estado nazi se articuló en torno a la figura de Hitler, exigiendo obediencia ciega. La implementación de su programa expansionista y racista condujo inevitablemente a la Segunda Guerra Mundial.