Crisis y Transformación en los Reinos Peninsulares (Siglo XIV-XV)
5.2 Crisis Demográfica, Económica y Política del Siglo XIV
En el siglo XIV, los reinos cristianos peninsulares experimentaron una profunda crisis. Este periodo se caracterizó por crisis de subsistencias, un proceso recurrente en la Edad Media y Moderna:
- Malas condiciones climáticas que arruinaban las cosechas.
- Escasez de trigo, encarecimiento y amenaza del hambre.
- Población debilitada, propensa a enfermedades y muerte.
A principios del siglo XIV, se iniciaron hambrunas debido a las adversas condiciones meteorológicas. A mediados de siglo, la Peste Negra, que llegó a Baleares en 1348, diezmó la población, con pérdidas de hasta el 40%.
Otras consecuencias incluyeron grandes movimientos de población del campo a la ciudad, buscando mayor amparo, aunque esto propiciaba el contagio. Muchas zonas quedaron despobladas. La crisis económica se manifestó en la disminución de la producción agraria, tierras sin cultivar, reducción de rentas nobiliarias, y fluctuaciones de precios y salarios.
Conflictos sociales surgieron entre señores feudales y vasallos, debido a la disminución de rentas y los intentos de los señores por aumentarlas.
La crisis también afectó la vida cotidiana y la cultura, generando pesimismo, relajación de costumbres, materialismo e individualismo.
Conflictos políticos se intensificaron con el fortalecimiento del poder real y la resistencia de nobleza y clero, resultando en guerras civiles.
A principios del siglo XV, se observaron signos de recuperación demográfica y económica, con ritmos diferentes en Castilla, Valencia y Cataluña.
5.1 La Organización Política: Las Instituciones
El Reino de Castilla
En Castilla, las tensiones políticas fueron constantes entre la corona y la nobleza. La monarquía avanzó hacia un modelo autoritario, aunque la nobleza incrementó su prestigio social y poder económico.
La Administración Central estaba presidida por el rey, quien legislaba mediante Pragmáticas Sanciones, disminuyendo el papel de las Cortes.
Las principales instituciones de la Corte fueron:
- Consejo Real (1385): Asesoraba al rey y tenía amplias competencias gubernamentales, controlado por nobles y prelados, con juristas nombrados por el monarca.
- Audiencia o Chancillería: Órgano superior de justicia, itinerante, luego asentado en Valladolid, buscando consolidar al monarca como juez supremo.
El Consejo Real o Curia Regia, formado por nobles y clérigos, asesoraba al rey. Con el auge urbano, se incorporaron burgueses y nacieron las Cortes, con funciones consultivas y recaudadoras en Castilla, y legislativas en Aragón.
La Corona de Aragón
La Corona de Aragón (Aragón, Cataluña, Valencia y Mallorca) funcionó como una confederación de Estados con un poder real limitado por la nobleza y las Cortes. La monarquía y la política exterior eran los únicos nexos comunes.
El modelo aragonés era pactista, con el poder del monarca limitado por normas morales, derechos y costumbres. El rey se comprometía a mantener este pacto con sus vasallos (alta nobleza, clero y patriciado urbano) a través de las Cortes.
Cada reino tenía sus propias instituciones, incluyendo las Cortes, con función legislativa. Las Diputaciones Generales (Generalitat en Cataluña) surgieron para vigilar el cumplimiento de los acuerdos de las Cortes, recaudar impuestos y representar a los reinos.
El Justicia de Aragón, nombrado por las Cortes, interpretaba y defendía los fueros de Aragón, especialmente frente al monarca, protegiendo los privilegios de la nobleza.
La crisis sucesoria tras la muerte de Martín I el Humano (1396-1410) se resolvió con el Compromiso de Caspe (1412), designando a Fernando de Antequera de la dinastía Trastámara, unificando las dinastías de Castilla y Aragón.