El Desarrollo del Movimiento Obrero
Desde mediados del siglo XIX, el movimiento obrero adquirió un nuevo auge gracias al desarrollo de nuevas formas de lucha, a la aparición de ideologías de tendencia anticapitalista y a las nuevas formas de organización de los trabajadores. De entre todas ellas destacaron:
- El progreso del sindicalismo, por el cual los obreros se asociaban para organizar la lucha o la negociación con los empresarios y con el Estado, con el fin de obtener mejores condiciones laborales.
- El uso de la huelga general como medio de presión. Sin embargo, tanto las huelgas como los sindicatos se consideraban ilegales, por lo que los sindicatos tuvieron que llevar a cabo sus actividades en la clandestinidad hasta que se legalizaron, en casi todos los países de Europa, a finales del siglo XIX.
- La aparición y la propagación de dos ideologías revolucionarias, el marxismo y el anarquismo, que deseaban la destrucción del capitalismo, al que consideraban responsable de la explotación de la clase obrera.
- La fundación de las Internacionales obreras.
Marxismo y Anarquismo
El marxismo es una teoría política y económica basada en el pensamiento de Friedrich Engels y Karl Marx y desarrollada en El capital, obra de este último. La ideología marxista propugnaba un cambio en las relaciones económicas, sociales y políticas a partir de la lucha de clases. La clase obrera debía enfrentarse a la burguesía, lograr su desaparición y conquistar el poder implantando la dictadura del proletariado. Una vez alcanzado el poder, se desmontaría el sistema capitalista y se colectivizarían los medios de producción, es decir, se pondrían al servicio de toda la comunidad. De esta forma se transformaría la estructura de la sociedad, porque se llegaría a implantar una sociedad sin clases en la que ya no habría opresores ni oprimidos.
El anarquismo es una teoría política basada en el pensamiento de Pierre Joseph Proudhon, aunque su máximo representante fue Mijail Bakunin. El anarquismo se oponía a cualquier forma de gobierno, pues el solo hecho de gobernar suponía una coacción y una injusticia; por esta razón, defendía la libertad del individuo, la desaparición de todas las autoridades y la supresión de la propiedad privada de los medios de producción. Su organización social ideal se basaba en las comunas, pequeñas agrupaciones libres de personas que se autoabastecerían y en las que no existiría la propiedad privada.
Los métodos de los anarquistas para obtener su sociedad ideal fueron diversos. Si bien la mayoría eran pacíficos, algunos lucharon con métodos violentos y atentaron contra personalidades políticas y miembros del Gobierno, como el zar ruso Alejandro II y el rey Alfonso XIII de España.
Las Internacionales Obreras
Las Internacionales obreras surgieron en la década de 1860, cuando los líderes obreros de distintos países europeos, conscientes de que los problemas que afectaban al proletariado eran los mismos en todas las naciones, se plantearon la necesidad de asociarse para que sus reivindicaciones y su lucha tuvieran más fuerza. Así, por ejemplo, se pretendía acabar con la costumbre de la patronal de contratar obreros de otro país cuando había una huelga en un sector concreto o una huelga general. El objetivo era crear un clima de solidaridad entre los trabajadores. Durante esta época se desarrollaron dos Internacionales obreras:
- La Primera Internacional o Asociación Internacional de Trabajadores (AIT) se fundó en Londres en 1864, pero desapareció muy pronto, en 1876, a causa, principalmente, de la persecución que sufrió por parte de los gobiernos de los países por los que se extendió, que reprimieron con dureza las huelgas y manifestaciones obreras, y también por las disputas entre marxistas y anarquistas sobre los métodos de lucha. Así, los marxistas deseaban intervenir en la vida política a través de los partidos políticos, y los anarquistas creían que se debía actuar por medio de los sindicatos. Finalmente, los anarquistas fueron expulsados de la Internacional.
- La Segunda Internacional se fundó en París en 1889. Su principal reivindicación fue conseguir la jornada laboral de ocho horas y para ello estableció el 1 de mayo como día internacional de protesta. La Segunda Internacional también desapareció pronto, debido a la creciente tensión política que existía en Europa y que acabó desembocando en la Primera Guerra Mundial. El estallido de la contienda supuso un fracaso de la Internacional, ya que los obreros de cada país se pusieron de parte de sus respectivos gobiernos en la guerra anteponiendo, así, los intereses de sus países a sus intereses como clase, lo que los desunió a escala internacional.