Las Cortes de Cádiz y el Despertar del Liberalismo
Los diputados de las diferentes juntas enfrentaron dificultades para llegar a Cádiz. Su labor resultó en un sistema liberal inspirado en el racionalismo francés, que liquidaba el Antiguo Régimen. La Junta Central convocó unas Cortes Generales para reorganizar la vida pública y el poder. Cádiz fue elegida por ser la única ciudad no ocupada por los franceses y defendida por los británicos. La guerra facilitó que un Consejo de Regencia sustituyera a la Junta Central en 1810. La ausencia de algunos representantes se subsanó eligiendo a suplentes entre los residentes en Cádiz hasta completar 300 diputados. La mayoría de los diputados fueron eclesiásticos, abogados, funcionarios y militares. Los absolutistas defendían la preeminencia del rey, los liberales la soberanía nacional y los ilustrados jovellanistas.
Este texto reguló la vida política y los derechos de los ciudadanos, reflejando los principios políticos del liberalismo, entre los que destacan: soberanía nacional, división de poderes, sufragio universal masculino, organización del país en provincias y municipios, y derechos y libertades ciudadanas.
El Reinado de Fernando VII: Absolutismo y Reacción
El regreso de Fernando VII significó la vuelta a la monarquía absoluta y la restauración del Antiguo Régimen. Las Cortes de Cádiz fueron anuladas. Fernando VII, aclamado por el pueblo en 1814, disolvió las Cortes y anuló la Constitución. Recibió el Manifiesto de los Persas, que abogaba por el restablecimiento de las instituciones tradicionales. Además, se unió al Congreso de Viena de 1815 para combatir el liberalismo. Muchos guerrilleros ocuparon altos cargos en el ejército. Se produjeron varios pronunciamientos liberales contra el absolutismo, que fracasaron. Se restauraron las instituciones anteriores a 1808 y se anuló la desamortización de 1813. El pronunciamiento del coronel Riego desencadenó un cambio político.
El Trienio Liberal (1820-1823)
El pronunciamiento de Riego obligó a Fernando VII a aceptar la Constitución. Las leyes aprobadas tuvieron un corto período de vida y se centraron en eliminar el Antiguo Régimen. Establecieron un servicio militar obligatorio y una milicia nacional. Se realizó una nueva distribución de las provincias, se promulgó un código civil y se impulsó la educación. Desde 1821, se organizaron guerrillas en favor de la monarquía absoluta. Los liberales se dividieron entre moderados y exaltados. Fernando VII solicitó ayuda a la Santa Alianza, que envió un ejército que derrotó a los liberales y repuso el absolutismo.
La Década Ominosa (1823-1833)
Se anuló toda la legislación del Trienio Liberal. Algunos liberales tuvieron que exiliarse, otros fueron detenidos y fusilados. La crisis de la Hacienda Pública obligó a Fernando VII a colaborar con la burguesía financiera, establecer aranceles proteccionistas y nombrar a Ballesteros como ministro de Hacienda. Los absolutistas crearon sociedades secretas y se levantaron en armas en 1827.
La Década Moderada y la Crisis del Moderantismo
Se produjeron divisiones dentro de los moderados. Las elecciones se manipularon. La actividad política se vio sustituida por camarillas. La reforma de Bravo Murillo agudizó la crisis al establecer un voto censitario más restringido y la posibilidad de suspender las Cortes y gobernar por decreto. La presión del Partido Progresista y Demócrata desencadenó el fin de la Década Moderada.
El Bienio Progresista (1854-1856)
Las divisiones internas de los moderados, la manipulación de las elecciones y el control sobre las Cortes, la reforma del sistema de votación y la presión de los progresistas y demócratas provocaron el pronunciamiento de Vicálvaro. Los revolucionarios presionaron a Isabel II, quien nombró ministros a miembros de la Junta Revolucionaria. El gobierno provisional entregó el poder a Espartero, que pactó con O’Donnell. Espartero gobernó durante dos años, pero surgieron discrepancias entre ambos líderes. La reina apoyó a O’Donnell y se aprobó la Constitución non nata de 1856. La desamortización de Madoz tuvo lugar en 1855, poniendo en venta bienes del Estado, la Iglesia, órdenes militares, instituciones benéficas y ayuntamientos. Las desamortizaciones de bienes propios y comunes fueron perjudiciales para la clase popular. Con esta medida se pretendía amortizar deuda, equilibrar el presupuesto, potenciar el desarrollo del país y financiar obras públicas.
Desintegración de la Monarquía y Revolución Gloriosa
O’Donnell retiró el apoyo a Espartero, creó la Unión Liberal y estableció la Constitución de 1845. Se alternó en el poder con Narváez, quien ganó las elecciones en 1857 mediante fraude electoral, aprobó nuevas concesiones ferroviarias que dieron lugar a casos de corrupción, y desarrolló la Ley de Educación, que establecía tres niveles educativos y la gratuidad parcial de la primaria. O’Donnell sustituyó a Narváez, consolidando un gobierno en torno a la Unión Liberal. La crisis política, social y económica provocó el exilio de Isabel II y la formación de una Junta Revolucionaria hasta la constitución de un gobierno provisional. Esta revolución es conocida como la Gloriosa.