Transformaciones Políticas, Económicas y Territoriales en la España Medieval Tardía

Organización Política e Institucional

En la Baja Edad Media, la monarquía se consolidó como la nueva forma de organización política. El rey, considerado el primero entre iguales, defendía su origen divino. En Castilla, el poder real se fortaleció con Alfonso X y su Código de las Siete Partidas, y con Alfonso XI y el Ordenamiento de Alcalá. Así, el monarca se convirtió en soberano de sus súbditos, ejerciendo el poder supremo: declaraba la guerra, dictaba leyes, impartía justicia y acuñaba moneda.

En Aragón, la monarquía era más pactista. El rey se comprometía a respetar las normas, derechos y costumbres de cada territorio, y necesitaba el consentimiento de las Cortes para gobernar.

Instituciones Castellanas

  • Consejo Real: Formado por juristas, nobles y clérigos.
  • Audiencia: Órgano de justicia.
  • Cortes: Integradas por nobleza, clero y burguesía, con carácter consultivo.
  • Concejo: Principal órgano de gobierno municipal, inicialmente abierto a los vecinos y luego restringido y controlado por la nobleza. Fue sustituido por regimientos controlados por regidores y por el corregidor.

Los reinos estaban divididos en merindades, controladas por un merino.

Instituciones Aragonesas

  • Cortes: Con más poder legislativo que en Castilla, existían por separado en Cataluña, Aragón y Valencia.
  • Generalitat: Encargada de la recaudación de impuestos y de velar por el cumplimiento de las leyes.

El poder municipal en Cataluña estaba en manos de cinco Consellers. En Aragón, era controlado por un cabildo de jurados presididos por un justicia. El territorio se dividía en veguerías.

Crisis Demográfica, Económica y Política

En los siglos XIV y XV, hubo una crisis general debido a la mala climatología y a una agricultura incapaz de alimentar a la creciente población. La llegada de la Peste Negra en 1348 tuvo un impacto devastador: abandono y despoblamiento, menor producción, aumento de precios y caída de las rentas feudales. Esto llevó a los señores a endurecer las sujeciones feudales sobre los campesinos, imponiendo nuevos impuestos, lo que provocó revueltas como la Remensa en Cataluña y los Irmandiños en Galicia. En las ciudades, hubo ataques a las juderías. Se originó una gran crisis económica y un colapso internacional.

En Castilla, la crisis supuso el auge de la ganadería lanar y el enriquecimiento y poder de sus dueños. A nivel político, aumentó el enfrentamiento entre la monarquía y la nobleza y la Iglesia, que se resistían al fortalecimiento del poder real. En Castilla, estalló una guerra civil entre Pedro I y su hermano Enrique de Trastámara, quien salió victorioso gracias al apoyo de la alta nobleza. En Aragón, la nobleza territorial también se enfrentó al centralismo de los monarcas, aunque estos eran más pactistas. Con los Trastámara, su política centralizadora dio lugar a la guerra civil catalana entre Juan II y sectores populares del campo y la ciudad contra la nobleza, que fue resuelta a favor del rey.

Expansión Aragonesa por el Mediterráneo

La Corona de Aragón creó un imperio territorial en el Mediterráneo. La expansión fue apoyada por la monarquía para aumentar sus dominios. En el siglo XIII, la corona catalano-aragonesa conquistó Valencia y, al no poder continuar la conquista peninsular, orientó su expansión hacia el Mediterráneo, conquistando las Islas Baleares y Sicilia. La expansión territorial por el Mediterráneo obedecía a motivos económicos, políticos y comerciales. Durante un breve período, pertenecieron a Aragón los ducados de Atenas y Neopatria, conquistados por almogávares que habían acudido allí para ayudar al emperador bizantino en sus luchas contra los turcos. La consecuencia fue el desarrollo de un activo comercio, y el puerto de Barcelona desempeñó un papel de primer orden. En el siglo XV, Valencia sustituyó a Barcelona como principal puerto comercial.

Rutas Atlánticas

Los factores que posibilitaron la expansión atlántica fueron los avances técnicos en navegación y científicos (brújula, carabela), así como factores económicos como el desarrollo del capitalismo y la búsqueda de oro. El apoyo de las nuevas monarquías autoritarias fue fundamental. Tras la conquista de Gibraltar por Enrique IV de Castilla, se inició la exploración de las Islas Canarias. El papa Clemente VI había constituido en ellas un reino, que concedió a Luis de la Cerda, pero este fracasó. En el siglo XV, su conquista se realizó en dos fases: la primera fue la conquista de Lanzarote, Fuerteventura, La Gomera y Hierro, dirigida por Jean de Bethencourt; y la segunda, con los Reyes Católicos conquistando Gran Canaria, La Palma y Tenerife. Esto originó un conflicto con Portugal, que fue resuelto con el Tratado de Alcaçovas, que reconoció los derechos castellanos sobre estas islas.

Los portugueses iniciaron su expansión siguiendo la costa africana hacia el sur para encontrar una nueva ruta en busca de oro y especias que llegaban al Mediterráneo. Esta expansión fue impulsada por Enrique el Navegante. Colonizaron las islas Madeira y Azores, y exploraron el Golfo de Guinea.

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