La Implantación del Patrón Oro y el Desarrollo del Sistema Bancario
La expansión comercial del siglo XVIII estuvo sostenida por un importante aumento de la moneda y los medios de pago en general, así como por la aceleración de la velocidad de circulación monetaria. Esto se debió al cada vez más frecuente recurso al crédito, favorecido a su vez por unas instituciones financieras en rápida evolución.
La recuperación de la llegada de metales preciosos a Europa fue un hecho a partir de 1660, y las cifras de las últimas décadas del siglo XVII superaban ya los máximos de un siglo atrás. Europa, pues, dispuso de mayor cantidad de metal precioso que nunca, influyendo decisivamente en el desarrollo económico y contribuyendo a la nueva jerarquización de las potencias.
La abundancia de metales preciosos posibilitó la estabilidad monetaria, alcanzada por los países más importantes escalonadamente (España y Francia) y mantenida grosso modo hasta la década de los ochenta, lo que influirá notablemente en el desarrollo económico.
El incremento de moneda y de los medios de pago sin el consecuente incremento de la oferta, y el desfase entre el crecimiento de la producción (lento) y el de la población (más rápido) originó una situación económica de inflación.
Esta inflación tenemos que identificarla dentro de un contexto de incremento demográfico, de gran actividad económica, monetarización creciente de la economía, desarrollo de la reinversión… La inflación fue más acusada en los productos agrarios que en los industriales, lo que remite a la presión sobre la tierra, a una demanda de alimentos no totalmente satisfecha y, pese a los avances realizados, a las persistentes limitaciones de la estructura agrícola.
La evolución de las prácticas bancarias y la creciente utilización del crédito agilizaron la disponibilidad de capitales para las operaciones comerciales. Como novedades señalamos:
- El uso generalizado del cheque.
- El triunfo de la letra de cambio.
- Surgen los bancos públicos.
Las limitaciones de los bancos municipales y provinciales fueron superadas por los nuevos bancos nacionales, concebidos en el marco estatal y como pieza clave de una ambiciosa política de control de la moneda, el crédito y las finanzas públicas.
El modelo fue el Banco de Inglaterra, fundado en 1694 como una sociedad anónima que suscribió un empréstito a largo plazo del Estado garantizado por el Parlamento. A esta institución se le permitió emitir billetes en cantidad idéntica a la del empréstito suscrito. Su primer cliente fue siempre el Estado, otorgándole préstamos a largo plazo, comprando sus títulos, pagando sus efectos en sus cajas –se convirtió, pues, en el gran instrumento de canalización de la deuda pública consolidada– y efectuando sus pagos al exterior. De esta manera, se evitaba en lo posible el envío de moneda, mediante el giro de letras de cambio sobre Ámsterdam, donde solía haber un excedente comercial líquido ventajoso para Inglaterra. Actuó también como banco de depósito, transferencia y descuento.
La práctica prudente de la sobre emisión aseguró una circulación monetaria superior a la moneda efectiva existente, lo que tuvo un indudable efecto dinamizador sobre la economía.
El flujo constante y creciente de mercancías y capitales descansaba en la existencia de un sistema monetario internacional cuya base era un metal precioso (oro y/o plata). Inglaterra adoptó el patrón oro en 1821. Este hecho fue decisivo para consolidar el dominio del metal como referencia en los medios de pago internacionales, y a Londres como el gran centro financiero internacional.
El sistema adoptado se caracterizaba por:
- La libra (unidad de cuenta) se ligó a un cierto peso en oro.
- Las monedas de oro debían ser de libre circulación interior, y los billetes de banco en circulación debían ser convertibles en oro cuando así se demandara.
- Cualquier otra moneda en circulación estaba subordinada al oro.
- No se pusieron restricciones legales a la conversión de las monedas en lingotes.
La Revolución Industrial en Gran Bretaña
- No se impidió la libre importación y exportación de oro.
- La principal virtud del patrón oro era su capacidad de reajustar automáticamente los desequilibrios en las balanzas de pagos.
- 1) Si las exportaciones de un país eran superiores a sus importaciones, recibía oro (o divisas convertibles en oro) como pago y sus reservas aumentaban provocando a la vez la expansión de la base monetaria.
- 2) Si las importaciones son superiores, la disminución de las reservas de oro provocaba contracción de la masa monetaria, reduciendo la demanda interior de bienes importados y abaratando los productos nacionales en el exterior.
Inconvenientes: El país cuyo déficit exterior provocaba contracción de la masa monetaria sufría una fuerte reducción de su actividad económica, generalizándose el desempleo. Los países con superávit podían prolongar su privilegiada situación «esterilizando el oro».
Tras la vuelta al patrón oro, el sistema bancario británico tenía tres componentes fundamentales: el Banco de Inglaterra, que actuaba como banco del Gobierno y como custodio de las reservas de oro de la nación; unos sesenta bancos privados en Londres, de mucha solidez y reputación, pero que no emitían billetes. Este tercer grupo constituía la debilidad y la fuerza, al mismo tiempo, del sistema bancario inglés de los años 1820.
Los bancos provinciales tuvieron una importante participación en la primera revolución industrial. La necesidad de satisfacer la demanda urgente de numerario, así como la necesidad de encontrar oportunidades de inversión para el capital excedente de la población pudiente de las provincias, propiciaron que centenares de pequeños bancos provinciales emitieran billetes de valor relativamente bajo, como una y dos libras.
Destacar también la importancia de la Bank Charter Act, con la que se impusieron las concepciones de la escuela monetaria. Se enunció explícitamente la llamada «regla Palmer», aun cuando no se pusiese totalmente en la práctica. Esta regla proponía que éste mantuviese las dos terceras partes del pasivo en forma de efectos y el tercio restante en forma de reserva metálica. Proponía, además, que limitase o aumentase su emisión de billetes según las fluctuaciones de la reserva metálica. O, dicho de otra manera, que se regulase la circulación como si fuese totalmente metálica. Lo que buscaban los exponentes de la «regla Palmer» era un principio automático de gestión monetaria que liberase a los directores del Banco de su responsabilidad activa en el control de la circulación.
Fue este mecanismo automático lo que Peel intentó establecer con la Bank Charter Act de 1844. Convencido de que la banca debía separarse del control de la circulación porque sus objetivos eran totalmente diferentes.
En conclusión, los bancos ejercieron un papel vital y flexible en aquella economía en expansión. Cuando, en la década de 1830 y a principios de la de 1840 se vio que había un excedente de fondos en la economía, los bancos ayudaron a canalizarlo hacia la construcción de ferrocarriles, alimentando con ello el boom ferroviario. Cuando este sector quedó saturado y los inversores empezaron a buscar nuevas oportunidades para la colocación de sus excedentes, los bancos pudieron servirse de su conocimiento de la economía exterior para canalizar estos capitales hacia el extranjero.