Causas de la Revolución
En 1866, durante el reinado de Isabel II, hubo una importante crisis económica que se manifestó a nivel financiero e industrial, así como una crisis de subsistencias.
Crisis Económica
La crisis financiera fue provocada por la bajada de las acciones en Bolsa, originada a su vez por la crisis de los ferrocarriles. España contaba con una industria escasa, por lo que el transporte de mercancías y viajeros no fue tan demandado.
La crisis industrial se desarrolló en Cataluña tras la Guerra de Secesión americana, ya que la industria catalana se abastecía de importaciones de algodón estadounidense, lo que provocó una escasez de esta materia prima.
La crisis de subsistencias se inició en 1866 con una escasez de trigo debido a las malas cosechas, lo que provocó una subida de precios y el malestar de la población.
Deterioro Político
En 1866, la revuelta de los sargentos del cuartel de San Gil y su dura represión evidenciaron el deterioro político. Los moderados continuaron gobernando, mientras que los progresistas, dirigidos por Prim, se negaron a participar en las elecciones. Progresistas y demócratas firmaron el Pacto de Ostende en 1867, que proponía la unificación de fuerzas para poner fin al moderantismo y a la monarquía isabelina. A este pacto se adhirieron también los unionistas en noviembre de 1867.
La Revolución de Septiembre de 1868
El 19 de septiembre de 1868, el brigadier Juan Bautista Topete protagonizó un alzamiento militar contra el gobierno de Isabel II. Prim y Serrano se reunieron en Cádiz con los sublevados y rápidamente consiguieron el apoyo de la población. Prim, a continuación, sublevó Málaga, Almería y Cartagena.
Isabel II defendió el trono enviando un ejército desde Madrid para enfrentarse a los sublevados. Ambas fuerzas se encontraron en Puente de Alcolea, donde el 28 de septiembre se libró una batalla que ganaron los sublevados. El gobierno dimitió y la reina se exilió, siendo acogida por Napoleón III.
En los pronunciamientos tuvieron un gran protagonismo las fuerzas populares, dirigidas por progresistas. En muchas ciudades se crearon Juntas revolucionarias para dirigir el levantamiento y lanzar llamamientos al pueblo.
En los primeros días de octubre, tras entrar en Madrid, los sublevados propusieron a la Junta el nombramiento de un Gobierno provisional de carácter centrista. El general Serrano fue proclamado regente y el general Prim, presidente de gobierno. Este gobierno disolvió las Juntas y la Milicia Nacional.
El nuevo Gobierno provisional promulgó una serie de decretos para atender las demandas populares y convocó Cortes constituyentes mediante sufragio universal masculino (mayores de 25 años). En enero, las elecciones dieron la victoria a la coalición gubernamental (progresistas, unionistas y demócratas).
En 1869 se creó la primera Constitución democrática. Esta establecía una amplia gama de derechos y libertades: derecho de reunión, manifestación, libertad de culto, etc. La Constitución proclamó también la soberanía nacional, residiendo el poder legislativo en las Cortes y el rey solo promulgaba las leyes, sin poder vetarlas. Las Cortes se componían de un Congreso y un Senado.
Las Cortes establecieron la regencia en Serrano y nombraron jefe del gobierno a Prim. Este nuevo gobierno partía de una grave situación económica y nuevas insurrecciones carlistas.
El objetivo de la «Gloriosa» era reorientar la política económica. Se defendió el librecambismo y se abrió el mercado español a la entrada de capital extranjero.
Laureano Figuerola (ministro de Hacienda) suprimió la contribución de consumos, aunque introdujo la contribución personal, que gravaba a los ciudadanos según su renta. Estableció la peseta como unidad monetaria (equivalente a 4 reales).
La Hacienda tenía una elevadísima deuda pública y debía subvencionar a las compañías ferroviarias. Para solucionar esto, se promulgó la Ley de Minas de 1871, que permitió la venta de yacimientos mineros a compañías extranjeras. Con estos ingresos se hizo frente a la deuda. La liberalización de los intercambios exteriores, aprobada en julio de 1869 con la Ley de Bases Arancelarias, encontró la oposición de las industrias algodoneras y cerealistas.
La Constitución de 1869 consolidó un régimen político basado en los principios liberal-democráticos, pero frustró algunas aspiraciones de otros grupos políticos y populares. La forma de gobierno monárquica disgustó a los republicanos, y las desigualdades sociales generaron descontento entre jornaleros, campesinos y trabajadores.
El campesinado demandaba un mejor reparto de la tierra. El movimiento obrero demandaba una mejora de las condiciones salariales y de trabajo.
Los republicanos, los más descontentos, se inclinaron hacia posiciones más radicales y, en algunos casos, apolíticas (internacionalismo).
El Auge del Republicanismo
El nuevo panorama político estuvo dominado por cuatro grandes tendencias. A la derecha se situaban los carlistas y moderados, en el centro se hallaba la conjunción monárquico-democrática y en la izquierda se situaba el Partido Republicano Federal.
Estos últimos existían dos tendencias: los benévolos y los intransigentes, unos no apoyaban las insurrecciones armadas y los intransigentes apoyaban la insurrección popular. El republicanismo federal contaba con el apoyo de la pequeña burguesía y las clases populares urbanas ya que crearon leyes protectoras de los trabajadores. Este auge fue debido al desencanto de la población por los progresistas y demócratas. Y el republicanismo era el que más se preocupaba por la mejora de las condiciones de las clases trabajadoras. Estos solucionaban problemas como la condiciones de trabajo, los salarios, reparto de tierra. Los primeros levantamientos de la república federales fueron en Cádiz en diciembre de 1868 y se expandió por toda la costa mediterránea, Galicia, Badajoz, Madrid, Estos crearon un Consejo Federal en Madrid. Pero el general Prim recurrió al ejército y contuvo los levantamientos.
El reinado de Amadeo de Saboya
Tras la Constitución de 1869, establecía como forma de gobierno, una monarquía democrática, por tanto había que buscar un nuevo monarca. Prim fue el encargado de buscar este rey, Amadeo de Saboya era el candidato mas fuerte, un hombre de concepción democrática de la monarquía, tenía veintiséis años y fue elegido rey de España por las Cortes en noviembre de 1870 y llego al país el 30 de Diciembre y tres días antes asesinaron a su consejero mas fiel el general Prim.
Esta monarquía contaba con escasos apoyos, la clara oposición de la aristocracia, el clero y las camarillas de Isabel II, una gran parte del ejército se mantuvo a no expresar fidelidad al nuevo monarca, esto fue grave de cara a la guerra carlista y de Cuba. Tampoco tenía el favor popular.
Se estableció el sufragio universal y las libertades políticas, un régimen democrático. Había dificultades constantes, problemas económicos, conflictos carlista, la guerra de Cuba y las insurrecciones republicanas.
Los moderados se mantenían fieles a los Borbones, empezaron con la restauración del príncipe Alfonso, hijo de Isabel II, Cánovas del Castillo fue el principal dirigente, esta opción conto con los apoyos de la Iglesia y a los moderados con la élite del dinero. Los carlistas volvieron a la insurrección armada, en 1872 para asentar al trono a Carlos VII.
Los sectores republicanos tampoco contaban con Amadeo I, ni los grupos populares, en 1872 también surgieron nuevas insurrecciones de carácter federalista.
La crisis final del reinado de Amadeo de Saboya fue resultado de la desintegración de la coalición gubernamental. En dos años se formaron seis gobiernos y hubo que convocar elecciones tres veces. Finalmente y privado de todo apoyo, el 11 de febrero de 1873 Amadeo de Saboya presentó su renuncia al trono y abandonó España.
La Primera República española (1873-1874)
El 11 de febrero de 1873 se proclamó la Primera República española, esta fue presidida por un republicano no federal Estanislao Figueras. Esta república no conto con todo el apoyo de la cámara, tuvo un aislamiento internacional, salvo con Estados Unidos y Suiza.
La República fue recibida con entusiasmo por las clases populares. Los federales ocuparon muchos municipios y constituyeron Juntas revolucionarias. En Andalucía se produjo un movimiento insurreccional para dar solución al reparto de tierras entre el campesinado. En Cataluña hubo reivindicaciones para la reducción de la jornada laboral, aumento de salarios y implantación de un Estado federal.
Los dirigentes republicanos estaban lejos de sus aspiraciones revolucionarias por respetar la legalidad. Se pacifico el panorama y se convocaron elecciones a Cortes constituyentes, que ganaron los republicanos.
Las cortes se abrieron el 1 de junio de 1873 y el 7 proclamaron la República Democrática Federal. La presidencia quedo en manos de Estanislao Figueras, pero dimitió y paso a manos de Francisco Pi y Margall, el quería emprender una gran labor de reformas, pero los pocos meses que duro el republicanismo no permitió el desarrollo de esa legislación reformista.
La propuesta de la Constitución Republicana Federal de 1873 seguía la línea de la Constitución de 1869 con amplios derechos y libertades. Las Cortes tendrían dos cámaras, el Senado y el Congreso y la Nación española estaba compuesta por diecisiete Estados.
La primera República tuvo que enfrentarse a graves problemas. Uno de ellos fue una insurrección carlista, que se extendió por gran parte de Cataluña, Teruel y Cuenca y se consolidó en las provincias vascas.
También continuó la guerra de Cuba, que continuó extendiéndose y cuya situación la República no fue capaz de mejorar.
La sublevación cantonal fue el conflicto más grave que se produjo en el breve período republicano. La proclamación de cantones independientes, con gobiernos autónomos, fue la consecuencia de la aplicación directa de la estructura federal. Todas estas zonas con fuerte implantación republicana, se alzaron en cantones independientes. Los protagonistas de los levantamientos cantonalistas eran un conglomerado social compuesto por artesanos, pequeños comerciantes y asalariados, dirigidos por intransigentes, decepcionados por el rumbo de la nueva República.
Pi y Margall sofoco la revuelta por las armas y dimitió, sustituido por Nicolás Salmerón, quien inició una acción militar contra el movimiento cantonalista, esto acabó con la insurrección. Salmerón dimitió al sentirse moralmente incapaz de firmar penas de muerte contra activistas cantonalistas.
La presidencia recayó entonces en Emilio Castelar, dirigente del republicanismo unitario, que había ido abandonando las pretensiones federalistas y reformistas, este gobernó autoritariamente, respaldado por los jefes militares. Ante esto Figueras, Pi y Salmerón llegaron al acuerdo de hacer una moción de censura al gobierno Castelar, con el fin de volver a los planteamientos iníciales de la república.
El 3 de enero de 1874 Castelar fue derrotado. Manuel Pavía, exigió la disolución de las Cortes republicanas, este invadió el hemiciclo con fuerzas de la Guardia Civil, para que abandonaran la cámara. El poder pasó a los unionistas y progresistas a manos del general Serrano, que estabilizo el régimen republicano, pero optando por una solución Alfonsina, la vuelta de Alfonso XII.
El 29 de diciembre de 1874, pronunciamiento militar de Arsenio Martínez Campos en Sagunto proclamó rey de España a Alfonso XII. Antes Alfonso de Borbón había firmando el Manifiesto de Sandhurt.