El Régimen de Primo de Rivera: de la Dictadura a la II República Española

La Dictadura de Primo de Rivera

El pronunciamiento militar de Primo de Rivera fue recibido con entusiasmo por la opinión pública, al proponerse combatir los males de la Restauración. Primo de Rivera se presentó con un proyecto regeneracionista de la vida política española. Las Cortes fueron disueltas y suspendida la Constitución de 1876, además de disolver los Ayuntamientos y Diputaciones provinciales con el ánimo de perseguir y acabar con la corrupción política y el caciquismo. Se reformó la Administración local: el Estatuto Municipal de 1924 recogía la elección democrática de los alcaldes y el voto de la mujer, pero no se aplicó, pues Primo de Rivera nunca convocó elecciones.

La actuación política se fundamentó en el personalismo del dictador y en su pragmatismo. Su propósito inicial era permanecer en el poder un tiempo limitado, pero posteriormente creó la Unión Patriótica. En cuanto al problema regional, Primo de Rivera se mostró muy duro con el catalanismo. Se prohibió el uso del himno y de la bandera catalana, así como la utilización del catalán en los actos oficiales, e incluso quiso suprimir el catalán en la predicación religiosa, instituciones profesionales o culturales.

Triunfo en Marruecos y Transición al Directorio Civil

En principio, Primo de Rivera se había mostrado a favor de una postura abandonista con respecto al Protectorado en Marruecos, pero la presión de influyentes militares «africanistas» le obligó a cambiar. El desembarco de Alhucemas permitió el control de la sublevación indígena, y en 1927 Marruecos dejó de ser un problema para España. En 1925, el Directorio Militar fue sustituido por un Directorio Civil. Primo de Rivera quería volver a un régimen de normalidad, para lo que ideó la convocatoria de una Asamblea Nacional Consultiva.

Esta Asamblea se convocó al fin en 1927, presentándola como un procedimiento para la vuelta a la normalidad y dándole un plazo de tres años para que presentara anteproyectos de ley. En política económica, la Dictadura se benefició de la oleada de prosperidad mundial de estos años. Se aplicó una política intervencionista del Estado con objeto de proteger la industria nacional y de fomento de la inversión pública, lo que mejoró la economía española. En política social, hubo una intervención del Estado en materia social, y en 1926 se creó la Organización Corporativa Nacional, que organizaba una pirámide de comités paritarios. En ellos se fijaban salarios, condiciones de trabajo y se hacían labores de mediación y arbitraje en caso de conflictos laborales.

Oposición y Caída de la Dictadura

Los líderes políticos conservadores y liberales reprocharon a la Dictadura haber terminado con la Constitución de 1876. Las antiguas formaciones republicanas y las nuevas se coordinaron en una Alianza Republicana. La intelectualidad criticaba la suspensión ilimitada de libertades políticas. Las Universidades y los estudiantes se encuadraron en la Federación Universitaria Española. En 1927 se creó, en una reunión secreta celebrada en Valencia, la FAI. La política antiautonomista de la Dictadura provocó una amplia oposición en Cataluña.

El «Error Berenguer» y la Transición a la República

El rey encargó al general Berenguer la formación de un nuevo gobierno, cuyo objetivo era la vuelta al régimen constitucional de 1876. El «error Berenguer» consistió en no haber comprendido que la misma existencia de la Dictadura probaba que no podía establecerse la situación previa al golpe de Estado. Al entrar en vigor la Constitución de 1876, se permitió la expresión y organización de los movimientos de oposición republicanos y proletarios. El crecimiento de la oposición llevó al Pacto de San Sebastián, un acuerdo para la colaboración entre diversos grupos republicanos con el fin de lograr la proclamación de la República, que reconocería la autonomía de Cataluña. Se acordó buscar la colaboración del Partido Socialista y de la CNT, y decidieron constituir un «Comité Ejecutivo».

Hubo abundantes huelgas, y el Comité Ejecutivo, convertido en Gobierno Provisional de la República, programó un alzamiento general, fijándose la fecha del 15 de diciembre de 1930. Se adelantaron a la fecha los capitanes Fermín Galán y Ángel García Hernández con la sublevación de Jaca el 12 de diciembre, que fracasó. El gobierno detuvo a miembros del Gobierno Provisional, y el general Queipo de Llano, el comandante Ramón Franco y otros se apoderaron del aeródromo de Cuatro Vientos, para luego tener que huir. El movimiento fracasó en Madrid y en el resto de España.

Debido al problema de las elecciones, el gobierno de Berenguer entró en crisis. Tras la caída del gobierno de Berenguer, se suspendió la convocatoria de las elecciones a Cortes y se formó un nuevo gobierno con el almirante Aznar, quien convocó elecciones municipales para el 12 de abril de 1931. Mientras tanto, la agitación antimonárquica crecía a raíz de los procesos contra los militares sublevados en Jaca y contra los miembros del Gobierno Provisional. El resultado de las elecciones del 12 de abril llevó al rey Alfonso XIII a partir hacia el exilio, mientras el Gobierno Provisional proclamaba la República el 14 de abril de 1931, cerrando un ciclo y abriendo una nueva etapa en España.

Triunfo en Marruecos (Repetición)

En principio, Primo de Rivera se había mostrado a favor de una postura abandonista con respecto a nuestro Protectorado en Marruecos, pero la presión de influyentes militares «africanistas» le obligó a cambiar. El desembarco de Alhucemas permitió el control de la sublevación indígena, y en 1927 Marruecos dejó de ser un problema para España. En 1925, el Directorio Militar fue sustituido por un Directorio Civil. Primo de Rivera quería volver a un régimen de normalidad, para lo que ideó la convocatoria de una Asamblea Nacional Consultiva.

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