El Sistema Político de la Restauración: Monarquía, Bipartidismo y Caciquismo

La Constitución de 1876

Se trata de un texto intermedio entre las dos constituciones precedentes, las de 1845 y 1869, con preeminencia de las ideas de la del 45, buscando una síntesis entre “lo viejo y lo nuevo”, entre la tradición política española y los ideales progresistas del Sexenio, convirtiéndola así en una constitución flexible, que le permitió tener vigencia hasta 1931, aunque fue suspendida y vulnerada en varias ocasiones.

Es una Constitución de carácter moderado, y ampliamente conservadora conforme a los intereses de la oligarquía conservadora. Sus principios más destacados son:

Principios Destacados

  • Soberanía compartida por el Rey y las Cortes
  • Cortes Bicamerales:
    • Congreso elegido (Congreso elegido por sufragio censitario, y desde 1890 por sufragio universal masculino)
    • Senado en el que se representan las clases poderosas del país: formado por miembros elegidos y senadores vitalicios (elegido en parte por la Corona, -oligarquías-, en parte por un sistema indirecto entre los mayores contribuyentes, y en parte por “derecho propio” como los “grandes de España” y las altas jerarquías militares y eclesiásticas).
  • Fortalecimiento del poder de la Corona que se constituyó como eje del Estado:
    • Designa el poder ejecutivo (designa los ministros) y mando directo del ejército
    • Derecho de veto sobre las leyes aprobadas por las Cortes
    • Convoca y disuelve las Cortes. Tiene pues, “poderes” legislativos (disolución de Cortes, derecho de veto, iniciativa legislativa, elección de senadores).
  • Reconocimiento teórico de derechos y libertades, que en la práctica fueron limitados o aplazados durante los gobiernos de Cánovas. Declaración de derechos de la Constitución de 1869 (libertad de opinión, de reunión, de asociación, de petición a las Cortes, inviolabilidad del domicilio) lo que hizo posible que incluso los grupos de la oposición pudieran manifestarse con cierta libertad.
  • Reconocimiento de la Religión católica como oficial del Estado, aunque se mantiene la tolerancia hacia otros cultos que ya se afirmaba en 1869.
  • No se especifica el tipo de sufragio para elegir el Congreso. Posteriormente, bajo el gobierno del Partido Conservador de Cánovas se aprobó la Ley Electoral de 1878 que establecía el voto censitario, limitado a los mayores contribuyentes. En 1890 sufragio universal masculino con Sagasta.

La Monarquía, Centro del Sistema

La corona regulaba los tres poderes del Estado, como moderadora y directora de la vida política.

Las Bases Sociales y Políticas: El Caciquismo

El sistema de la Restauración respondía al modelo de las relaciones de patronazgo (recibir favores a cambio de fidelidad). En la vida política se plasmaba a través del clientelismo, cuyos tres ejes eran los altos cargos en Madrid, los gobernadores civiles en las provincias y los “caciques” en los pueblos o cabezas de partido judicial, grupo integrado por terratenientes, dirigentes de los partidos y cargos de confianza de los gobernadores. Estos tres grupos, cada uno en su ámbito (estatal, provincial y local), concedían favores (desde puestos de trabajo al pago directo de dinero) a cambio de votos y apoyo político.

Este sistema fue considerado por Joaquín Costa, como “oligárquico, caciquil, corrupto”.

Los Mecanismos del Sistema Político de la Restauración

El Sistema Bipartidista

Cánovas hablaba de “grandes partidos políticos” y acabó imponiéndose un sistema bipartidista, similar al británico, dominado por los partidos Conservador y Liberal. Los dos grandes partidos tenían una considerable indefinición ideológica. En términos generales el partido de Cánovas era más conservador, cercano a las posiciones de los antiguos moderados o de la Unión Liberal, mientras que el de Sagasta estaba más cercano al progresismo, aunque compartían muchos puntos.

Al margen de los dos grandes partidos y excluidos del poder estaban:

  • Los republicanos.
  • El carlismo.
  • Los movimientos de base obrerista, tanto socialista como anarquista.
  • Movimientos nacionalistas.

El Turno Pacífico

El turno pacífico de Conservadores y liberales en el ejercicio del poder fue otro de los elementos fundamentales del sistema de la Restauración. Su origen estuvo en la exigencia de Sagasta de que el rey llamase a gobernar en el año 1881 a su partido como alternancia al de Cánovas. El relevo pacífico en el poder alejó el riesgo de pronunciamientos y motines. Se instauró un acuerdo tácito de que los dos partidos que apoyaban la monarquía de Alfonso XII se turnarían en el poder mediante la manipulación del proceso electoral, un verdadero fraude que permite hablar de “sistema liberal sin democracia». El sistema del turno seguía estos pasos:

  • El rey llamaba a gobernar a uno de los dos grandes partidos del sistema: si gobernaba el Liberal, llamaba al Conservador y viceversa. Es decir, el primer paso era contar con el apoyo de la corona.
  • Como el régimen de la Restauración era un sistema parlamentario, se hacía preciso que el nuevo gobierno contara con el respaldo de las Cortes. Para ello el rey disolvía las Cortes y se convocaban nuevas elecciones que se manipulaban para que obtuviera mayoría el partido que debía formar gobierno.

El Fraude Electoral. El Caciquismo

La clave del sistema de la Restauración era la inexistencia de un electorado independiente, ya que la injerencia del gobierno de turno en los resultados electorales lo hacía imposible. El proceso por el que se fabricaban los resultados electorales era el siguiente:

  • Se elaboraba el encasillado (con el nombre del futuro parlamentario en cada “casilla” del mapa electoral) y luego se negociaba en las provincias los candidatos por distrito.
  • Después, los gobernadores civiles se encargaban de controlar a los electores, de forma que votaran al candidato designado previamente. Para ello daban instrucciones a los alcaldes, nombrados por dichos gobernadores, y contaban con la ayuda de los caciques locales que eran la pieza clave del sistema en el mundo rural.
  • Si este proceso resultaba insuficiente se recurría a la manipulación directa de los resultados (pucherazo).

El proceso electoral estaba, pues, en manos del gobierno y de sus hombres de paja, no de los electores. El fraude electoral generalizado que caracterizó el sistema del turno tiene lugar en el contexto de un país agrario y atrasado. La clave de la adulteración electoral estaba en los “caciques”, que eran los encargados de llevar a la práctica los resultados electorales acordados por las élites de los partidos. Los caciques eran personajes ricos e influyentes en la España rural (terratenientes, prestamistas, notarios, comerciantes…), quienes siguiendo las instrucciones del Gobernador Civil de cada provincia, amañaban las elecciones para conseguir los resultados que «debían» de salir en sus provincias, siguiendo el «encasillado» acordado por las élites políticas.

La Consolidación del Turno

La consolidación del turno tuvo lugar en la etapa de la regencia de María Cristina (1885-1902) con el llamado Pacto de El Pardo (1885).

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