El ocaso de la Restauración tras el desastre de 1898
El Desastre de 1898 marcó el inicio de una nueva etapa para la Restauración en España. La subida al trono de Alfonso XIII en 1902 y la caída de la monarquía en 1931 delimitan este periodo de crisis. A pesar del asesinato de Cánovas del Castillo en 1897 y la pérdida de las últimas colonias, el turnismo bipartidista se mantuvo hasta 1923. Sin embargo, la época se caracterizó por una constante inestabilidad, dividida en dos fases: antes y después de 1912.
Entre 1898 y 1912, los partidos Conservador y Liberal, liderados por Antonio Maura y José Canalejas respectivamente, intentaron modernizar el sistema. A partir de 1912, la decadencia del régimen propició el auge de la oposición republicana, nacionalista y obrera. La cuestión marroquí y la Primera Guerra Mundial agravaron los conflictos, culminando en las revoluciones de 1917. La incapacidad de renovación del sistema desembocó en el golpe de Estado de Miguel Primo de Rivera en 1923, instaurando una dictadura con el beneplácito de Alfonso XIII.
Las causas del golpe militar de Primo de Rivera
El 13 de septiembre de 1923, Miguel Primo de Rivera se sublevó contra la legalidad constitucional mediante un Manifiesto Inaugural. Declaró el estado de guerra y exigió al rey la entrega del poder a los militares. Alfonso XIII aceptó un Directorio Militar presidido por Primo de Rivera, suspendiendo el régimen parlamentario.
Las razones esgrimidas por los golpistas fueron:
- La inestabilidad política y el bloqueo del sistema parlamentario.
- El aumento de la influencia del republicanismo, los nacionalismos y el movimiento obrero.
- El auge de la conflictividad obrera y campesina.
- El descontento del ejército tras el desastre de Annual.
En su manifiesto, Primo de Rivera criticó la «vieja política», prometiendo acabar con la corrupción y el caciquismo, y garantizando la unidad nacional. Este discurso le granjeó el apoyo de parte de la opinión pública. Sin embargo, algunos historiadores argumentan que su objetivo no era eliminar un régimen caduco, sino evitar su democratización.
La reorganización del Estado durante la dictadura
Directorio Militar (1923-1925)
La dictadura de Primo de Rivera se dividió en dos fases. Inicialmente, se estableció un Directorio Militar compuesto exclusivamente por militares. Se tomaron medidas autoritarias como:
- Suspensión del régimen constitucional.
- Disolución de las Cortes.
- Cese de las autoridades civiles.
- Prohibición de partidos políticos y sindicatos.
Para combatir el caciquismo, se crearon nuevos Estatutos Municipal y Provincial, disolviendo Ayuntamientos y Diputaciones. Los nuevos alcaldes fueron elegidos entre los mayores contribuyentes.
Durante esta etapa, Primo de Rivera se centró en el conflicto de Marruecos, logrando una victoria en el desembarco de Alhucemas en 1925.
Directorio Civil (1925-1930)
En 1925, se instauró un Directorio Civil, incorporando personalidades no militares como José Calvo Sotelo y Eduardo Aunós. Se creó la Asamblea Nacional Consultiva en 1927, de carácter corporativo y designada, no elegida por sufragio. Se fundó la Unión Patriótica, partido único de la dictadura, y se reactivó el Somatén.
La política económica y social del régimen
La dictadura se benefició de la prosperidad económica de los «Felices Años Veinte». Se fomentó la industria y las infraestructuras mediante la intervención estatal. Se crearon monopolios como Telefónica y CAMPSA. En la agricultura, se impulsaron las Confederaciones Hidrográficas, pero no se realizó una reforma agraria. La bonanza económica se reflejó en las Exposiciones de Sevilla y Barcelona de 1929.
En el ámbito social, se creó la Organización Corporativa Nacional, con sindicatos verticales y comités paritarios para regular las relaciones laborales. Se integró a sectores moderados del movimiento obrero, como la UGT, pero se reprimió a la CNT y a los comunistas.
La oposición a la dictadura de Primo de Rivera
La oposición a la dictadura provino de diversos sectores: líderes de los partidos dinásticos, militares, republicanos, nacionalistas, comunistas, anarquistas e intelectuales. Se produjeron conspiraciones militares como la «sanjuanada» en 1926. Republicanos y nacionalistas, especialmente catalanes, fueron los principales opositores. La represión de la cultura catalana generó rechazo. La CNT y, posteriormente, el PSOE se opusieron al régimen. Intelectuales como Unamuno, Ortega y Gasset y Blasco Ibáñez criticaron la dictadura, sufriendo censura y exilio.
La caída de Primo de Rivera y el fin de la monarquía
La creciente oposición y la pérdida de confianza de Alfonso XIII llevaron a la dimisión de Primo de Rivera en enero de 1930. El general Berenguer, en la llamada «Dictablanda», intentó retornar a la normalidad constitucional. La oposición se unió en el Pacto de San Sebastián, formando un comité revolucionario. Berenguer fue incapaz de convocar elecciones y fue sustituido por el almirante Aznar. Las elecciones municipales de abril de 1931 se convirtieron en un plebiscito sobre la monarquía. A pesar de la victoria monárquica, Alfonso XIII renunció a la corona, proclamándose la Segunda República.
Conclusión
La dictadura de Primo de Rivera solucionó algunos problemas como el de Marruecos y la conflictividad social, mejorando la economía. Sin embargo, la supresión del sistema democrático y el apoyo de la monarquía a la dictadura generaron un rechazo que culminó con la proclamación de la Segunda República en 1931.