El Catolicismo Social y la Respuesta a los Desafíos de la Modernidad

El Catolicismo Social: Una Respuesta a los Desafíos de la Modernidad

El catolicismo social surge en Europa estrechamente ligado a la intransigencia antiliberal que provoca en la Iglesia y en el mundo católico el triunfo de la revolución liberal y la consolidación del movimiento secularizador desde la mitad del siglo XIX. El catolicismo social y las obras educativas y asistenciales que promueve nacen del descubrimiento de unas nuevas formas de pobreza a gran escala, generadas por la revolución industrial. La acción social y la reforma social tenían una dimensión educativa fundamental. No se trataba solo de paliar las carencias y necesidades materiales, sino de preservar o recuperar un pueblo supuestamente descristianizado por la influencia de otras propagandas (liberales, socialistas, anarquistas).

El Círculo Católico de Obreros (Francia, después de la Comuna de París en 1871), era el modelo asociativo ideal, por su capacidad de integrar diversos fines del primer catolicismo social: los religiosos y morales, los instructivos y educativos, los económicos y asistenciales y los recreativos. El modelo de reforma social que defiende el primer catolicismo social parte del respeto a las jerarquías sociales y la desigualdad natural; por ello, junto a la intervención protectora del Estado, apela al comportamiento moral cristiano del buen patrón y del buen obrero y aspira a reconstruir la armonía social frente al capitalismo inhumano y la revolución socialista.

El modelo paternalista y religioso-moral del círculo entró en crisis cuando León XIII publicó su encíclica. Ésta expresaba su preferencia por el gremio, pero dejaba abierta la legitimidad del sindicalismo obrero. En los años siguientes, se fue abriendo camino el principio del sindicalismo profesional puro y libre, centrado en la defensa de los intereses profesionales y desligado de cualquier proteccionismo patronal. El método participativo y democrático quedó interrumpido por la condena del Papa Pío X. La tendencia reaparecería y se impondría a partir de los años 30, con el nacimiento de la JOC y su método de la encuesta.

Obras del Catolicismo Social

Juventud

Las obras relacionadas con la educación de la juventud son dos:

  • Destinadas a clases populares y trabajadoras: Se trataba de cubrir un vacío escolar y de atender a sectores marginales y marginados en el incipiente mundo urbano. Son las escuelas de los Círculos Católicos de Obreros para los hijos de los socios y, en general, las múltiples escuelas populares promovidas por las diversas asociaciones católicas.
  • Destinadas al conjunto de la población infantil: Los Patronatos Escolares nacen en el marco de la continuidad de la catequesis infantil, como catolicismo de perseverancia, una respuesta a la ofensiva laicista de finales del siglo XIX y principios del XX y la consiguiente eliminación de la enseñanza de la religión en la escuela.

Mujer

Estas obras surgen en un clima de confrontación con el laicismo, frente al movimiento feminista y como respuesta al trabajo de la mujer fuera del hogar y a las nefastas consecuencias para la preservación del modelo familiar que esa situación provoca. Para el catolicismo social, la creciente incorporación de la mujer a las fábricas exige una especial legislación protectora que preserve las funciones prioritarias de la mujer como madre y esposa. Por ello, prefiere el trabajo a domicilio y aspira a que la mujer retorne al hogar, intenta preservar su moralidad en el trabajo (separación por sexos) y protege a la gestante.

Las obras de preservación y protección de las mujeres trabajadoras dentro de un movimiento de “feminismo cristiano”, por un lado, se reafirman en el modelo de mujer tradicional, en sus funciones de madre y esposa, pero, por otro, reconocen la nueva realidad social y económica, tratando de prepararlas lo mejor posible para la doble función que desempeñarán de madres y trabajadoras. También por iniciativa católica surgen obras destinadas a la educación y la formación profesional de las mujeres en general, especialmente de las clases medias, como el Instituto de Cultura y Biblioteca Popular para la Mujer creado en Barcelona en 1909.

Trabajadores

Tanto en los Círculos Obreros como en los Sindicatos, las veladas de educación en valores de ahorro y previsión se pueden considerar instrumentos genéricos de educación popular, de iniciativa católica, paralelas y alternativas a las fundadas por iniciativa liberal o socialista. En el contexto de las obras de “extensión universitaria” surgieron también las “universidades populares católicas” y otras análogas. Además, la tendencia a formar militantes y propagandistas obreros obligó a crear instituciones destinadas a preparar a esa élite obrera católica, como el Instituto Social Obrero.

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