12.3 a Reinado de Alfonso XII: El sistema canovista y la Constitución de 1876
“La Restauración” (1874 -restablecimiento borbónico con Alfonso XII como rey- a 1923, golpe de Estado de Primo de Rivera), fue una etapa de gran estabilidad. Una primera fase (1875-1902) comprende el reinado de Alfonso XII y la regencia de María Cristina de Habsburgo; la segunda, con Alfonso XIII en el trono, abarca los años entre 1902 y 1923. España, con un sistema liberal y parlamentario, se caracterizó por el caciquismo, el fraude electoral, la expansión de los nacionalismos, la derrota en la guerra contra EE. UU. y la pérdida de las colonias, el empuje del movimiento obrero, la agudización de los conflictos sociales, el proceso de modernización económica y la hegemonía social de la aristocracia latifundista y la alta burguesía. El Sexenio Revolucionario dejó una imagen negativa de caos. Se deseaban tranquilidad, estabilidad y orden. Demócratas e izquierdistas desearon la vuelta al pragmatismo político, la paz social y la realización prudente y gradual de reformas para conseguir el progreso colectivo y el desarrollo económico. Los más poderosos querían restablecer la monarquía. Latifundistas y burgueses, temerosos durante el Sexenio, reclamaban un gobierno que garantizara la seguridad de sus propiedades. El Ejército consideraba que la situación cantonalista había sobrepasado lo aceptable. El clero se sentía amenazado por las reformas republicanas. Los riquísimos propietarios peninsulares de plantaciones en Cuba se oponían a cualquier reforma autonomista o antiesclavista en Cuba y se movilizaron contra la República financiando a Alfonso XII.
El sistema canovista y la Constitución de 1876
Tras el golpe de Martínez Campos, Cánovas asumió el gobierno respaldado por el rey, y creó el sistema político de la Restauración, tomando como modelo el sistema inglés. La monarquía era la institución que podía garantizar la unidad de España. Un rey símbolo del progreso y de la reconciliación entre los españoles, lejos del gobierno, y convertido en militar, controlador de los militares para alejarlos de la política. Cánovas se mostraba contrario al sufragio universal. Los proletarios y los internacionalistas eran la amenaza a la paz social, la propiedad privada, la familia y el catolicismo. Pensaba que limitar la libertad religiosa podía obstaculizar el entendimiento con demócratas e izquierdistas, pero el catolicismo podía servir de instrumento garantizador de la subordinación de la clase trabajadora. Su pragmatismo le llevó a practicar el compromiso con los adversarios ideológicos y a buscar siempre el acuerdo con los partidos de izquierda. Así, Cánovas se proponía construir un sistema político monárquico, liberal y representativo sin democracia, para conseguir sus objetivos. Obligó a Isabel II a renunciar en favor de su hijo en 1870. Alfonso (17 años) era liberal, sin enemigos y deseaba convertirse en un rey al estilo inglés. A continuación, fundó un nuevo Partido Conservador (antiguo moderado). Por otro lado, pretendía terminar con los pronunciamientos y las intromisiones militares en la política. Proponía que la Corona y las Cortes compartiesen la soberanía y el poder legislativo. Además, sólo dos partidos políticos se turnarían, por pacto, al frente del gobierno: el Partido Conservador (Cánovas) y el Partido Liberal (Sagasta). Había que garantizar la estabilidad del sistema. Todo ello se recogió en
La Constitución de 1876:
- Afirmación del principio de soberanía compartida por las Cortes con el Rey.
- Cortes bicamerales: Congreso de Diputados y Senado. Las Cortes podían controlar la actuación gubernamental y se contemplaba el voto de censura.
- Ampliación de las atribuciones del rey: designar al jefe de gobierno, vetar la aprobación de las leyes, nombrar senadores, disolver las Cortes, otorgar indultos y asumir el mando supremo del Ejército. El rey reinaba pero no gobernaba, estaba sometido a la Constitución y las decisiones gubernamentales eran adoptadas por el Consejo de Ministros.
- El reconocimiento de todos los derechos y libertades individuales fundamentales, incluso para los grupos políticos enemigos del régimen.
- Afirmación de la libertad religiosa y reconocimiento del catolicismo como religión oficial.
- Desaparición del sufragio universal.
La vida política entre 1875 y 1902: La manipulación de los resultados electorales aseguraba que el turnismo se llevara a efecto. El rey nombraba un jefe de gobierno que recibía el decreto de disolución de las Cortes, convocaba elecciones y «elaboraba» los resultados electorales deseados. El rey encargaba alternativamente el gobierno a uno de los partidos, que se relevaban y se repartían el poder de manera negociada. Ni conservadores ni liberales se mostraron receptivos a las demandas colectivas, ni a los grupos de presión, pues no necesitaban sus votos ni su respaldo. A pesar del turnismo, existieron rivalidades, pues el partido de la oposición se impacientaba por llegar al poder.
El reinado de Alfonso XII (1875-1885): Entre 1875 y 1880, Cánovas asumió el gobierno para consolidar el nuevo régimen. Incorporó como ministros a políticos de izquierdas y atrajo a líderes demócratas desengañados con la experiencia del Sexenio. Se esforzó por conseguir que los ultracatólicos más antiliberales se incorporaran a su Partido Conservador, y por evitar otro resurgimiento del carlismo. Así, en 1881, logró integrar a la Unión Católica, -extrema derecha- que terminó por aceptar la Constitución de 1876. En cualquier caso, Cánovas no limitó la libertad de prensa y solo censuró las opiniones antimonárquicas. Los periódicos tuvieron libertad para criticar a cualquier partido o líder político. Las actuaciones realizadas por el gobierno canovista fueron: victoria militar sobre los carlistas; Cabrera reconoció (1875) a Alfonso XII como legítimo rey; la abolición definitiva de los fueros vascos y navarros en 1876, manteniendo los conciertos; la pacificación de Cuba. En 1875 se reforzó la isla (25.000 soldados al mando del general Martínez Campos) y en 1878, se puso fin a la guerra mediante la “Paz de El Zanjón”; la modificación de la normativa municipal para introducir la designación gubernamental de los alcaldes en las ciudades con más de 30.000 habitantes; el establecimiento de un nuevo arancel aduanero en 1877 frente a la competencia extranjera; la aprobación de una nueva ley electoral (1878) para reintroducir el sufragio restringido y limitar el derecho de voto a los varones mayores de 25 años con rentas. En febrero de 1881 comenzó a funcionar el turno de partidos. Los liberales presionaron a Cánovas, y al mismo rey, para que les facilitaran el acceso al poder. Cánovas cedió. Entre 1881 y 1884, el gobierno liberal presidido por Sagasta ordenó la readmisión de catedráticos izquierdistas despedidos, impulsó la creación de la Comisión de Reformas Sociales y procedió a una nueva conversión de la deuda pública para reducir el déficit estatal. Durante 1884 y 1885 volvieron a gobernar los conservadores.
12.3 b La Regencia de María Cristina de Habsburgo y el turno de partidos. La oposición al sistema. Regionalismo y nacionalismo.
La regencia de María Cristina de Habsburgo (1885-1902): En noviembre de 1885, Alfonso XII falleció de tuberculosis. Su viuda, María Cristina de Habsburgo, fue designada reina regente hasta la mayoría de edad de su hijo -futuro Alfonso XIII- nacido en 1886. Cánovas se proponía construir un sistema político monárquico, liberal y representativo sin democracia. Pretendía terminar con los pronunciamientos y las intromisiones militares en la política. Proponía que la Corona y las Cortes compartiesen la soberanía y el poder legislativo. Además, sólo dos partidos políticos se turnarían, por pacto, al frente del gobierno: el Partido Conservador (Cánovas) y el Partido Liberal (Sagasta). Había que garantizar la estabilidad del sistema. Entre 1885 y 1890, los liberales de Sagasta asumieron de nuevo el gobierno y aprobaron varias importantes medidas: se suprimió completamente la censura de prensa y se ampliaron las libertades de expresión y de cátedra; se promulgó una nueva ley de asociaciones para la completa legalización de las organizaciones obreras y sindicales; y se restableció en 1890 el sufragio universal masculino para los mayores de 25 años. En la década de 1890, la práctica del turno pacífico continuó: en 1890 gobernó Cánovas, en 1892 gobernó Sagasta, en 1895 Cánovas, en 1897 Sagasta, en 1899 Francisco Silvela (líder del Partido Conservador tras el asesinato de Cánovas en 1897) y en 1901 nuevamente el liberal Sagasta. El sistema canovista comenzó a mostrar síntomas de agotamiento, pues ningún gobierno supo solucionar los graves problemas que padecía España: el analfabetismo, el déficit y el endeudamiento estatal, el mantenimiento del sistema de reclutamiento militar discriminatorio, la ausencia de reformas sociales efectivas y la ausencia de verdaderas instituciones democráticas como consecuencia de la persistencia del turnismo y del fraude electoral.
La oposición al sistema canovista: Las alternativas al régimen de la Restauración fueron el carlismo ultraderechista y el radicalismo democrático de los republicanos. Además, aparecieron y se desarrollaron movimientos políticos nacionalistas en Cataluña y el País Vasco que también actuaron en oposición al sistema.
Los republicanos: Los republicanos permanecieron divididos en diferentes y minúsculas tendencias como el Partido Posibilista (Castelar), el Partido Federal-Orgánico (Figueras), el Partido Federal (Pi y Margall), el Partido Democrático-Progresista (Ruiz Zorrilla), el Partido Reformista (Salmerón) y el Partido Progresista (Canalejas, integrado en el Partido Liberal sagastino en 1884). Además, desde 1900 surgieron nuevos líderes como Alejandro Lerroux y Vicente Blasco Ibáñez. Esta división debilitó al republicanismo, junto al descrédito por la experiencia de 1873. El programa republicano incluía el antimonarquismo, la organización federal del Estado, el servicio militar obligatorio sin excepciones, el laicismo estatal, la unión con Portugal, el juicio por jurados, la erradicación del caciquismo, la democratización efectiva del sistema, la limitación de la jornada laboral de los obreros, el establecimiento de subsidios económicos públicos para los más necesitados, la introducción de impuestos progresivos y la expropiación de las tierras que estuvieran sin cultivar. La mayoría de los republicanos aceptaron las reglas de juego del sistema político, actuaron en la legalidad y se integraron parcialmente en el régimen de la Restauración, pues concurrieron a las citas electorales, participaron en los debates parlamentarios y dirigieron algunos organismos estatales como la Comisión de Reformas Sociales.
Los carlistas: Tras la derrota de 1876, el carlismo entró en un profundo declive a causa de la disminución de sus respaldos sociales; las disputas internas entre dirigentes carlistas; la pérdida del apoyo del clero español y del Vaticano (1878, León XIII); y la integración paulatina en el partido canovista de numerosos y destacados ultracatólicos. A pesar del abandono de las actividades bélicas, a principios del siglo XX emprendieron la formación de milicias paramilitares armadas. Así, en 1902, se crearon en Madrid los primeros Batallones de la Juventud, que comenzaron a recibir instrucción militar. Solo un reducidísimo sector del catolicismo más extremista continuó oponiéndose al sistema de la Restauración después del ingreso, en 1881, de la Unión Católica en el Partido Conservador.
Los nacionalismos periféricos: Entre 1830 y 1900, se produjo una eclosión nacionalista en Europa. Hubo unificación política de territorios antes separados, o división de estados y separación de pueblos. En España, los movimientos nacionalistas se expandieron por Cataluña y el País Vasco, y se definieron por la exaltación de pertenencia a una misma comunidad, con el objetivo de alcanzar una entidad política independiente. Se apoyaron en la existencia de elementos culturales diferenciales como una lengua propia, un pasado histórico peculiar, una cultura distinta o unas costumbres únicas que demostraban su singularidad nacional. Las reivindicaciones fueron expuestas de formas diferentes, desde la petición de autonomía en la unidad de España hasta la reclamación de la plena independencia.
El nacionalismo catalán: Argumentó con el pasado histórico, ya que durante más de 600 años Cataluña había sido una entidad independiente y soberana, con lengua, leyes y gobierno propios. Sin embargo, hasta mediados del siglo XIX -industrialización y proceso de urbanización en Cataluña- no se reavivaron los sentimientos de diferenciación política y cultural con respecto a otras regiones de España.
Los momentos que configuraron el desarrollo del nacionalismo catalán fueron los siguientes:
- La aparición de la Renaixença en la década de los años 30. Este movimiento intelectual, literario y apolítico -centrado en la Facultad de Letras de la Universidad de Barcelona- deseaba la difusión del pasado de Cataluña entre la población y la recuperación de sus señas culturales de identidad nacional, especialmente la lengua.
- La creación del Centre Català en 1882. El artífice de esta organización política catalanista que reclamó la autonomía para Cataluña dentro del Estado español fue Valentí Almirall.
- Enric Prat de la Riba participó en la fundación de la Unió Catalanista (1891). Su programa -conocido como Bases de Manresa– reclamaba un amplio régimen de autogobierno para Cataluña dentro de la monarquía española y proponía un reparto de funciones entre el poder estatal central y el poder regional autónomo.
- La formación de la Lliga Regionalista en 1901. Este partido surgió tras el acuerdo de varios grupos catalanistas moderados, entre los cuales se encontraba la Unió Catalanista, y en su creación intervinieron de manera destacada las más poderosas organizaciones patronales catalanas. El equipo dirigente de la Lliga quedó compuesto por Francesc Cambó y por el mismo Prat de la Riba. Este nuevo partido nacionalista era burgués, católico, ultraconservador y estaba distanciado de posiciones independentistas. Los dos objetivos primordiales del programa de la Lliga consistían en demandar la autonomía política para Cataluña y defender los intereses económicos de las cuatro provincias, reclamando una mayor protección para las actividades del empresariado industrial catalán. Sin embargo, los proletarios jamás simpatizaron con el catalanismo.
En cualquier caso, el gobierno desatendió reiteradamente las peticiones catalanistas y los primeros diputados de la Lliga fueron recibidos con recelo en las Cortes.
Los nacionalistas vascos: El Partido Nacionalista Vasco (PNV) fue fundado en Bilbao en 1895 por Sabino Arana, quien -como otros nacionalistas- poseía antecedentes en el carlismo y el tradicionalismo foralista. Dos años antes, Arana ya había fundado las primeras asociaciones bizkaitarras frente a los bruscos cambios que experimentaba la sociedad vizcaína por la llegada masiva de inmigrantes y el rápido proceso de industrialización y modernización. Sabino Arana -que murió en 1903 cuando tan sólo contaba 38 años- formuló los fundamentos ideológicos del PNV:
- Separación de España y creación de un Estado vasco independiente, formado por las tres provincias vascas, más Navarra y los territorios vasco-franceses de Laburdi y Zuberoa.
- Agresivo radicalismo antiespañol.
- Exaltación de la etnia vasca, como el hecho diferencial que demostraba la nacionalidad del País Vasco.
- Integrismo ultracatólico. El proyecto aranista postulaba un Estado vasco casi teocrático.
- Promoción de la lengua vasca y recuperación de las tradiciones culturales propias.
- Apología del tradicional mundo rural vasco.
Durante la primera década del siglo XX, el PNV encontró escasos apoyos sociales entre la población vasca. Asimismo, todos los más destacados intelectuales y artistas vascos -como Miguel de Unamuno, Pío Baroja, Ramiro de Maeztu, Ignacio Zuloaga, José María Salaverría y Manuel Bueno- rechazaron el nacionalismo aranista por su carácter ruralista, clerical, antimoderno y separatista. Entre la pequeña burguesía urbana y en los medios rurales de Vizcaya y Guipúzcoa fue mejor acogido el mensaje nacionalista de Arana; pero no sucedió lo mismo en Álava y Navarra.
12.3 c Guerra colonial y crisis de 1898
En 1895 estalló una nueva insurrección independentista en Cuba. En 1893, Maura -ministro de Ultramar- intentó una reforma autonómica para Cuba a fin de evitar nuevos levantamientos separatistas. Pero el plan fue recibido como inaceptable tanto por los españolistas incondicionales de la isla como por los independentistas. Existían tres grupos políticos: la Unión Constitucional (partido españolista, antirreformista, encabezado por latifundistas españoles y cubanos ricos e influyentes en Madrid), el Partido Autonomista Cubano (reformista moderado y favorable al mantenimiento de la unidad con España) y el Partido Revolucionario Cubano (un grupo independentista fundado en 1892 por José Martí). Los mambises (insurrectos cubanos) ocultos en las selvas emboscaban a las tropas españolas. Los soldados enviados desde la Península eran novatos, mal equipados y sin instrucción; fueron diezmados por enfermedades tropicales. Más de 200.000 soldados fueron transportados desde España y, aunque solo hubo 5.000 muertos en acciones de guerra, hubo casi 60.000 bajas por enfermedad. EE. UU. intervino en este conflicto proporcionando material y armamento a los guerrilleros cubanos. Los motivos estadounidenses para expulsar a España de Cuba eran de carácter económico y de tipo geoestratégico (canal de Panamá). El presidente McKinley volvió a intentar en 1896 la compra de la isla por 300 millones de dólares, operación que fue rechazada por el gobierno español. Tras frustrarse esta compraventa, McKinley se decidió finalmente a aplicar la ley del más fuerte. Entre 1896 y 1897, también se produjeron rebeliones separatistas en Filipinas y Puerto Rico. Pocos años antes, habían sido creadas dos organizaciones independentistas en el archipiélago filipino: el Katipunan (dirigido por Andrés Bonifacio, que fue ejecutado en 1896) y la Liga Filipina, encabezada por José Rizal hasta su fusilamiento en 1896. Las tropas españolas lograron reprimir por completo la rebelión en el archipiélago a principios de 1897. En Puerto Rico (800.000 habitantes), el principal partido era el Partido Incondicional Español, que fue dirigido desde 1875 por Pablo Ubarri. La actividad del movimiento insurreccional en Puerto Rico fue mínima. McKinley había enviado a Cuba el Maine (febrero de 1898) para proteger los intereses norteamericanos en la isla. Fondeado en la bahía de La Habana, el Maine estalló y se hundió. El gobierno de EE. UU. acusó sin pruebas a los españoles y envió un ultimátum amenazando con una declaración de guerra si nuestro Ejército no abandonaba inmediatamente la isla. Los políticos españoles eran conscientes de que una guerra contra EE. UU. era un disparate y de que la derrota era segura. Los españoles manifestaban que una solución negociada equivalía a traición. El Ejército amenazó al gobierno negándose a retirarse de Cuba de forma deshonrosa. El gobierno no quiso afrontar la impopularidad y prefirió entrar en guerra con EE. UU. La guerra fue un paseo para EE. UU. El 1 de mayo en Cavite, en las aguas de la bahía de Manila, quedó demostrada la superioridad de la marina estadounidense, que destrozó en menos de una hora los buques españoles. La segunda derrota se consumó el 3 de julio en la bahía de Santiago de Cuba. Durante el conflicto bélico, las tropas de EE. UU. conquistaron Puerto Rico y Filipinas, cuyo control también resultaba muy apetecido por los norteamericanos. En diciembre de 1898 se firmó la paz en París. España cedió a EE. UU. la isla de Puerto Rico, el archipiélago de Filipinas (independiente en 1946) y la isla de Guam. Por otra parte, Cuba alcanzó en 1902 la independencia, aunque bajo «protección» estadounidense hasta mediados del siglo XX. La llegada a España de las noticias de la batalla de Cavite desencadenó violentos tumultos populares exigiendo responsabilidades, y estuvo a punto de producirse un golpe de Estado encabezado por el general Camilo Polavieja. El reforzamiento de los movimientos nacionalistas en Cataluña y el País Vasco, el avance de los partidos republicanos, la aceleración de la crisis institucional del régimen de la Restauración, la pérdida de credibilidad de los dirigentes políticos ante la opinión pública, la expansión del anticlericalismo y el incremento del desprestigio de nuestros militares fueron otros efectos del desastre del 98. El pueblo español vivió la derrota como un trauma colectivo; las pasadas fantasías sobre la grandeza de la patria española se desplomaron y dejaron paso a los sentimientos de inferioridad e impotencia. El desastre colonial influyó en el desarrollo del Regeneracionismo e impulsó las amargas y pesimistas reflexiones de la llamada Generación del 98. España perdió todas sus colonias en una época en que la expansión colonial se había generalizado. Además, nuestro gobierno se apresuró a liquidar los últimos restos de nuestro imperio ultramarino con la venta de los archipiélagos de las Marianas, las Carolinas y las Palaos al gobierno de Alemania, que también logró aprovecharse de la debilidad española.
13.1 Transformaciones económicas. Proceso de desamortización y cambios agrarios. Las peculiaridades de la incorporación de España a la Revolución Industrial. Modernización de las infraestructuras: el impacto del ferrocarril.
El mundo rural: En la Regencia de María Cristina (1835-1837), los progresistas -en el proceso de desmantelar el Antiguo Régimen- pusieron en marcha la reforma agraria liberal: disolución del régimen señorial (no a la jurisdicción señorial), la nueva relación será entre propietarios y jornaleros o arrendatarios; desvinculación, por la que desaparecen los mayorazgos, la tierra se puede comprar o vender; desamortización, como medio de superar las deudas de Hacienda, a la vez que para una reforma agraria. Otra medida fue la abolición de los privilegios de la Mesta. La disolución del régimen señorial liberó a los campesinos del pago de rentas, pero la titularidad de la tierra apenas cambió. La desvinculación permitió que apareciese un importante mercado, y aparecieron nuevos tipos de propietarios. Pero los campesinos no se convertían en propietarios. La desamortización eclesiástica de Mendizábal y la general de Madoz deberían servir para que esos campesinos pudiesen adquirir parcelas. La realidad fue que compraron tierras aquellos que tenían recursos, sobre todo burgueses que tenían más interés en la propiedad de la tierra que en su explotación. El fin de redistribuir la propiedad entre campesinos y jornaleros había fracasado. Parte de los inversores sí desearon obtener un beneficio agrario y llevar sus cosechas al mercado. La producción aumentó, pero no por desarrollar nuevas técnicas y cultivos, sino por la simple extensión de las tierras cultivadas. Se expandieron sobre todo los cereales, después la vid, patatas y maíz. Se redujo la ganadería lanar y se amplió la porcina. Sin embargo, no hubo avances técnicos y los rendimientos, aunque aumentaron, eran bajos. Junto a la falta de innovación técnica, la lentitud en el incremento de la producción se debía en parte a las condiciones físicas y en gran parte al sistema de propiedad de la tierra, muy contrastado entre minifundios y latifundios.
El inicio de la industrialización: España experimentó un proceso, lento, de transformación económica, modernización e industrialización, cuyos signos fueron el vapor, el carbón, las máquinas, la fábrica y el ferrocarril. Los distintos gobiernos -desde 1833 hasta 1874- liberalizaron los sectores productivos y facilitaron la entrada de capitales extranjeros. El crecimiento de la producción y el consumo provocaron la creación de empresas de todo tipo. La industria se concentró en Barcelona (textil) y en Bilbao, Oviedo-Gijón y Málaga (siderometalurgia). El desarrollo industrial se circunscribió a estas zonas por su fácil accesibilidad por mar y por su proximidad a los países europeos más avanzados económicamente. Las industrias textiles catalanas mecanizaron sus procesos. Hacia 1860, la mitad de los habitantes de Barcelona ya vivían de las actividades industriales. Los propietarios de fábricas catalanes crearon las primeras asociaciones patronales del país en 1847 (Junta de Fábricas) y 1869 (Fomento de la Producción Nacional). En el sector siderúrgico se fueron imponiendo las nuevas técnicas de producción, forjado y laminación mediante la fundición en altos hornos. Sin embargo, el proceso de industrialización fue desigual y casi toda la Península permaneció completamente desindustrializada. La explotación minera se intensificó. El subsuelo continuó siendo considerado patrimonio nacional, pero las minas pasaron a ser controladas por compañías extranjeras (Rothschild). La incorporación de España a la revolución industrial y a la modernización económica resultó tardía y desequilibrada (regional y por sectores). Los obstáculos que retardaron el proceso fueron: las continuas guerras, la pérdida de los territorios americanos, la inestabilidad política, los conflictos revolucionarios, la escasez de carbón, la carencia de materias primas, la deficiente red de comunicaciones, el atraso tecnológico, la falta de capitales nacionales, la dependencia energética, la insuficiencia del mercado interior, el apego de los grupos industriales a las protecciones arancelarias, la falta de mentalidad empresarial y el elevado índice de analfabetismo y preparación profesional.
Las infraestructuras
El ferrocarril transformó los transportes terrestres en España. Se modificaron por completo las comunicaciones al abaratar y acelerar los movimientos de personas y mercancías. Además, para la construcción de raíles, locomotoras y vagones fue necesario multiplicar la producción, extraer enormes cantidades de carbón, contratar a miles de trabajadores e invertir grandes sumas de dinero. La expansión del ferrocarril benefició a la industria siderúrgica, la minería y el comercio. La primera línea férrea española fue Barcelona-Mataró (1848); la segunda unió Madrid-Aranjuez (1851). En 1855 se promulgó la Ley General de Ferrocarriles, que favoreció el ritmo de construcción, llegándose en 1866 a 5.100 km de vías construidas. El trazado de las líneas completó una red radial nacional con centro en Madrid, eligiéndose un ancho de vía distinto del europeo. La construcción de las líneas se realizó mediante concesiones a empresas privadas. Por ley, el Estado otorgaba en subasta la construcción de cada línea a la empresa que aceptase la cantidad más baja en concepto de subvención económica pública, y en 99 años las líneas pasarían a ser propiedad estatal. Este método provocó el uso de materiales de baja calidad, y el resultado fue la realización de una deficiente infraestructura viaria, que se estropeaba continuamente y hacía necesarios cuantiosos gastos en reparaciones. Por otro lado, los elevados costes de financiación de las obras hicieron que las mayores compañías concesionarias de ferrocarril fueran de capital extranjero. La industria metalúrgica española resultó sólo relativamente favorecida, ya que gran parte del material (motores, ejes, tornillos, placas, vigas, locomotoras, vagones) fue importado. Hubo que esperar hasta 1884 para que una empresa catalana construyera la primera locomotora fabricada completamente en España. La expansión de las ciudades y el incremento del número de habitantes hicieron necesaria la introducción de nuevos medios de transporte. En 1871 se inauguraron los primeros tranvías en Barcelona y Madrid. La primera línea de tranvía madrileña unía el barrio de Salamanca con la Puerta del Sol. El telégrafo eléctrico -inventado en 1837- llegó a nuestro país para modificar por completo las comunicaciones. La primera línea de telegrafía eléctrica enlazó Madrid con Irún en 1855. En 1865 ya había 11.000 km, que comunicaban todas las grandes ciudades.
La economía española en el primer tercio del siglo XX: España, a comienzos del siglo XX, es un país pobre, atrasado, que lentamente experimenta los cambios que trae la segunda revolución industrial. Las ciudades crecen, y el campo permanece ajeno a los cambios. La diferencia entre las clases dirigentes, la clase obrera y campesina se acentúa. Junto al crecimiento económico, perviven problemas estructurales que impiden la modernización del país. En 1900, España cuenta con un 66 % de campesinos. La producción agraria es insuficiente y es necesaria la importación de trigo para garantizar la alimentación. Había un exceso de mano de obra, con bajos salarios, que hacía innecesaria la aplicación de nuevas técnicas. Los índices de productividad eran bajísimos. La propiedad se caracterizaba por latifundios en el sur y minifundios en el norte. La política proteccionista beneficiaba a los grandes latifundistas, que podían mantener sus precios altos. La consecuencia fue mantener al campesinado en condiciones de miseria. Por ello, las protestas, levantamientos campesinos y huelgas fueron en aumento, sobre todo a partir de 1903, año de malas cosechas. En el sector secundario, creció la producción minera y la siderurgia, y aparecieron nuevos sectores. Pero subsistieron las condiciones deficientes que impedían una auténtica revolución industrial. Una novedad importante fue la aparición de la industria eléctrica. Al principio, las compañías eran de capital extranjero; después fueron capitales vascos quienes las promovieron. La energía eléctrica permitió la transformación tecnológica de la metalurgia y la aparición de la industria del cemento, papelera y sector químico. Menos boyantes se mostraron el sector textil y el ferroviario. La actividad industrial se concentraba en el País Vasco y Cataluña, y pequeños núcleos en otras ciudades de la periferia. Existía una gran concentración: unas pocas empresas monopolizaban la producción de sus respectivos sectores. Aunque la siderometalurgia vasca y el sector textil catalán estuvieran en manos de las burguesías locales, el resto de los sectores dependía de capitales foráneos (química, eléctrica y de servicios públicos). También se dependía del exterior para obtener las materias primas, la maquinaria y el equipo. El cuadro se completa con que la industria no era competitiva. Los industriales formaron asociaciones para presionar al Gobierno, exigiendo medidas proteccionistas (Ley de Aranceles de 1906; y Ley de Protección de Industrias y Comunicaciones Marítimas de 1909). El estallido de la Gran Guerra significó para la economía española un punto de ruptura decisivo con el pasado. Los años del conflicto produjeron un enorme crecimiento de la producción, de las exportaciones y de los beneficios empresariales. En muchos sectores se produjo una modernización técnica y unas cifras de producción impensables pocos años antes. Pero la Gran Guerra había provocado también consecuencias negativas. El retorno de los emigrantes incrementó el paro, al tiempo que la especulación y las exportaciones de materias primas y productos de primera necesidad dispararon la inflación, de tal forma que los precios se doblaron entre 1914 y 1918. El alza de los precios hizo caer en picado la capacidad de compra de campesinos y obreros. Desde 1917, además, las cifras de paro se incrementaron de forma notable. La Guerra Mundial dejó mejoras económicas para el futuro. La siderurgia y la química se modernizaron; otras pasaron a ser nacionales al retirarse los capitales extranjeros, como ocurrió con los ferrocarriles o la minería; y la banca española se convirtió en la fuente de financiación, tendencia que caracterizará el siglo XX. Los sectores que no aprovecharon los años bélicos para modernizarse -el textil, la agricultura o la minería- padecieron de lleno la depresión de los años 1918-1923. El fin de la guerra provocó la brusca contracción de pedidos y la caída de la producción, la baja de salarios, el cierre de fábricas, minas y navieras, y el paro. A partir de la huelga general de 1917, se entró en una etapa de agudo enfrentamiento de clases, con posturas muy radicalizadas, auge del movimiento sindical y huelgas de gran magnitud. El ambiente de depresión económica actuó como telón de fondo de la crisis política que llevó al golpe de Estado de 1923. Desde 1924 se inició un quinquenio de euforia económica. La recuperación de la inversión y del comercio mundial generó una estabilización económica. Se recuperó la producción en los sectores industriales y, en menor grado, en la agricultura. La estabilidad en el empleo y el sostenimiento de los salarios explica la escasa conflictividad del período. La Dictadura aprovechó ese clima para realizar una política de intervención económica de carácter proteccionista, hacia los intereses de los terratenientes y de la industria. Desde 1926 se emprendió un ambicioso plan de inversiones en infraestructuras. Entre otros, el primer plan de carreteras y la creación de las Confederaciones Hidrográficas. Igualmente, se inyectó dinero para reorganizar la red ferroviaria y se inició la nacionalización de las líneas. También se constituyeron, bajo patrocinio del Estado, el monopolio de petróleos (CAMPSA) y la Compañía Telefónica. Todo este esfuerzo de inversiones y el mismo crecimiento económico se intentaron organizar y dirigir mediante la creación del Consejo de Economía Nacional. Sin embargo, los enormes costes de esta política produjeron una elevación de la deuda pública. Los intentos de Calvo Sotelo de combatir el fraude fiscal fracasaron ante la oposición de la oligarquía. La Dictadura no tuvo tiempo de sufrir las consecuencias del crack de 1929. En su conjunto, el balance de la Dictadura fue ambiguo. Es cierto que las obras públicas emprendidas fueron importantes para el futuro, pero a un alto precio, el del endeudamiento, un problema que heredaron los gobiernos republicanos, y que limitó su capacidad de actuación en plena recesión económica.
13.2 Transformaciones sociales. Crecimiento demográfico. De la sociedad estamental a la sociedad de clases. Génesis y desarrollo del movimiento obrero.
Cambios demográficos
El número aproximado de habitantes hacia 1800 era de 11.500.000, mientras que el censo de 1877 calculaba 16.634.000. La densidad de población permaneció baja (30 h/k2) El incremento demográfico se mantuvo al disminuir la tasa de mortalidad, gracias a la mejora de la alimentación, los adelantos económicos y los avances médico-sanitario, (aunque las epidemias de cólera de 1833, 1854 y 1859 provocaron la muerte a 350.000personas). Las tasas medias aproximadas de mortalidad y natalidad para este período fueron, respectivamente, del 30 y del 37 por mil.
En 1865 el 80% de los españoles vivía en núcleos rurales. Los niveles de urbanización eran bajos, pero las principales ciudades crecían constantemente, hubo que eliminar los recintos amurallados y realizar los ensanches. En 1853, Madrid tenía 236.000 habitantes y Barcelona 215,000.
Aumentó la migración interna hacia los núcleos urbanos como consecuencia de la sobrepoblación agraria y la mejora de los transportes. Laemigración de población joven -especialmente hacia Cuba- afectó mayormente a ciertas regiones como Galicia, Asturias y Cantabria.
La estructura de la población activa por sectores económicos en 1860 era la siguiente: sector primario (65%), sector industrial (15%) y sector terciario (20%).
Se pasó de 18,6 millones de habitantes en 1900 a 23,5 en 1930. El crecimiento fue más lento hasta 1922 y después se aceleró como consecuencia de la mayor estabilidad. El descenso de la natalidad fue pequeño. Pero el de la mortalidad fue bastante pronunciado. Las causas están en las mejoras sanitarias y los logros laborales. Las tasas de mortalidad infantil eran altísimas, y las enfermedades infecciosas seguían siendo catastróficas.La llamada gripe española causó la muerte de 230.000 personas.
Causa del bajo incremento de población fue la emigración. La emigración exterior registra entre 1900 y 1914 la salida de más de 1.400.000 españoles, con destino preferente a América Latina.
El proceso de crecimiento urbano continuó y acentuó la trayectoria del siglo anterior. Ciudades como Bilbao, Zaragoza, Valladolid, Murcia, Granada, Sevilla o Valencia experimentan ahora el proceso de crecimiento desordenado que Barcelona o Madrid ya habían sufrido.
LAS TRANSFORMACIONES SOCIALES
A lo largo del siglo XIX fue surgiendo la «sociedad de clases». La nueva división en clases sociales se basaba en las diferencias de riqueza, yaumentaba la movilidad social. En la práctica aumentaron las desigualdades y el contraste entre unos pocos ricos que acumulaban rentas y propiedades, y una enorme masa de pobres que trabajaban por un reducido salario. La nueva sociedad clasista también se caracterizó por la aparición del proletariado urbano industrial, por la disminución numérica y la pérdida de importancia de la baja nobleza rural, el clero, y el artesanado, y por elascenso social de la burguesía. Las minorías dominantes -poderosas por su riqueza, influencia política y prestigio- estaban formadas por una fusión de laantigua aristocracia latifundista, la nueva burguesía, los mandos del Ejército, y los miembros de las altas jerarquías eclesiásticas.
Los burgueses enriquecidos llegaron a enlazar con la aristocracia de sangre, en busca de títulos nobiliarios. Los altos mandos militares también buscaron el ennoblecimiento como premio a sus servicios. Isabel II creó casi 500 nuevos títulos nobiliarios. Como la posesión de grandes propiedades territoriales era vista como medida de prestigio, la alta burguesía se lanzó a la compra masiva de parcelas agrarias desamortizadas.
Por debajo de estos grupos sociales se encontraban las clases medias urbanas, un grupo muy heterogéneo. Los empleados públicos soportaban una situación de enorme inseguridad en sus puestos de trabajo y dependían de los cambios de gobernantes (cesantes). En los medios urbanos también vivían los obreros industriales, los empleados del servicio doméstico y una multitud de mendigos y vagabundos.
El campesinado continuó siendo el mayor grupo de población, ya que las actividades agricolas eran las predominantes. Herramientas y técnicas eran rudimentarias. Las malas cosechas provocaban escasez y subidas de precios que extendían el hambre. La mayor parte de los campesinos continuaban apegados a las formas de vida más tradicionales, y desconfiaban de las innovaciones modernas.
Los efectivos del clero disminuyeron con la llegada al poder de los liberales y la aprobación de las leyes desamortizadoras, la eliminación del diezmo. Los eclesiásticos perdieron las bases de su poder económico y vieron retroceder su influencia social, ya que disminuyó el número de fieles, sobre todo, entre los obreros industriales. No obstante, la Iglesia continuó siendo una importante tuerza, por su capacidad para influir en la población. Controlaba la educación y siguió administrando la mayoría de los centros de asistencia benéfica para pobres. En cualquier caso, el clero mantuvo una actitud abiertamente hostil contra todas las ideas modernas.
LOS ORÍGENES DEL MOVIMIENTO OBRERO ESPAÑOL
La constitución del movimiento obrero español se prolongó durante el siglo XIX, y se caracterizó por la aparición de las primeras asociaciones de trabajadores, por la persistencia del ludismo, por el aumento de la conflictividad laboral, por el comienzo de las huelgas, por la apertura de periódicos obreristas y por la represión gubernamental sobre la acción organizada de los trabajadores.
En 1839 el gobierno aprobó un decreto reconociendo el derecho de los obreros industriales a crear –únicamente- «mutualidades» o «sociedades de socorros mutuos». Sus fondos estaban formados por las aportaciones de dinero efectuadas periódicamente por los trabajadores afiliados.
Desde los años 40, las tensiones entre empresarios y obreros aumentaron, ya que los patronos podían despedir libremente a sus asalariados y los trabajadores carecían del derecho a formar sindicatos. Poco a poco fueron apareciendo nuevas mutualidades obreras, que centraron sus objetivos en impedir el descenso de los salarios y en conseguir el pleno derecho legal de asociación para la defensa de los intereses económicos de los trabajadores.
Durante el siglo XIX la interrupción colectiva de la actividad laboral fue considerada delito. Las primeras huelgas generales tuvieron lugar en 1854 y 1855 en Cataluña. También se produjeron revueltas espontáneas de carácter ludita, como demostración del malestar de los obreros, consideraban que las nuevas tecnologías provocaban la pérdida de puestos de trabajo y la reducción de los salarios.
El primer periódico obrerista se llamó “El Eco de la clase trabajadora” y fue editado en Madrid en 1855. En 1865 más de 40 asociaciones obreras se reunieron en congreso celebrado en Barcelona. A partir de 1868 la expansión del movimiento obrero en España fue fuerte como consecuencia de la creación de la AIT y del reconocimiento constitucional de la plena libertad de asociación sindical.
En 1869 se creó la Sección Española de la AIT, que en 1873 superó los 60.000 afiliados y dentro de ella predominó la tendencia ácrata bakuninista, que se extendió entre los jornaleros del campo andaluces y los obreros industriales catalanes y valencianos. El internacionalismo madrileño –Pablo Iglesias- prefirió secundar las ideas marxistas, y algunos años después (1879) fundó el PSOE.
Como sucedió en muchos otros países europeos, la AIT fue ilegalizada en 1874 y los internacionalistas españoles fueron reprimidos y se vieron obligados a pasar a la clandestinidad.
En el primer tercio del siglo crecen mucho el obrerismo y su capacidad de movilización. Desde 1902 los conflictos se recrudecieron. Mientras los sindicatos anarquistas optaban por la huelga como forma habitual de lucha, los socialistas prefirieron convocarlas como último recurso. Ambos ganaron en capacidad de convocatoria, como se manifestó en las huelgas de 1909 y 1917. Los intentos de organizar sindicatos católicos libres, ajenos al control de la Iglesia, fracasaron.
Entre 1918y 1921 asistimos a años muy virulentos de la lucha de clases. La recesión inmediata al fin de la guerra europea provocó un enfrentamiento radical entre las asociaciones patronales y los sindicatos. Son años marcados en Barcelona y en otras ciudades por los enfrentamientos entre los pistoleros de la patronal y los sectores más radicales del anarquismo. Los numerosos asesinatos acabaron por debilitar a los sindicatos, especialmente a la CNT.
El PSOE, que en 1918 conseguía 6 diputados, experimentaba una crisis interna y una división en torno a la disyuntiva de sumarse o no al movimiento comunista. En 1917 la revolución había triunfado en Rusia, que en 1919 organizó la III Internacional, a la que invitó a los partidos socialistas de todo el mundo. En el PSOE las bases se dividieron entre los partidarios de continuar adscritos a la Internacional Socialista, y los llamadosterceristas, que abandonaron el PSOE, y en noviembre de 1921 fundaron el Partido Comunista de España.
Durante la Dictadura, el movimiento obrero quedó adormecido. Los años de huelgas, la mejoría de vida a partir de 1921, y la lucha entre anarcosindicalistas y pistoleros, habían desarmado a los sindicatos. El anarquismo se dividió entre partidarios de la lucha pacífica y de la insurrección armada, estos últimos fundaron clandestinamente en 1927 la Federación Anarquista Ibérica (FAI). El PCE, pese a aumentar continuadamente su afiliación, aún no tenía fuerza suficiente, en 1930, como para inquietar a las clases dirigentes.
13.3 TRANSFORMACIONES CULTURALES. CAMBIO EN LAS MENTALIDADES. LA EDUCACIÓN Y LA PRENSA.
En el transito del siglo XIX al XX se produjeron avances en la modernización económica, social, política, demográfica y cultural de España. El desarrollo y las transformaciones económicas fueron evidentes, entre 1874 y 1914, la renta per cápita española creció un 60% y tanto la expansión industrial como la ferroviaria prosiguieron a buen ritmo.
Desde el punto de vista político, se amplió el derecho de voto con el reconocimiento del sufragio universal y se consolidó el libre ejercicio de las libertades individuales.
El aumento de las clases medias y la expansión de las ciudades -Madrid superó los 500.000 habitantes y la población de Bilbao pasó de 30.000 a 85.000- fueron muestras del dinamismo social durante “la Restauración”. Se incrementó la intensidad de la movilización de los ciudadanos, que comenzaron a agruparse a fin de alcanzar sus reivindicaciones de carácter colectivo mediante la creación y participación en sindicatos obreros, organizaciones patronales, asociaciones feministas, ligas de agricultores, cámaras de comerciantes, clubes deportivos y organizaciones recreativas o culturales.
También se incrementó la secularización de la sociedad española, disminuyó la tasa de mortalidad, creció la esperanza de vida de la población, se aceleró la emigración desde el campo a los núcleos urbanos y se lograron mejoras sanitarias. Así, el número de españoles aumentó en 2 millones a lo largo del último cuarto del siglo XIX, aunque la epidemia de cólera de 1885 ocasionó 125.000 muertes.
El desastre del 98, desarrolló un sentimiento pesimista, que provenía de la derrota militar y el desprestigio internacional, de la incapacidad de encontrar soluciones, de la falta de credibilidad en las instituciones. El regeneracionismo y la generación del 98 vieron la necesidad de revisar el pasado, y desarrollar un nuevo futuro, era necesario modernizar y europeizar España.
El proceso de modernización presentó desequilibrios, fallos y retrasos con respecto a otros países. Los fracasos fueron muy evidentes desde el punto de vista educativo. En 1900, el 65% de los españoles eran analfabetos y, en esa misma fecha, el dinero dedicado a la enseñanza pública por el Estado español era inferior al desembolsado para el mismo fin por el ayuntamiento de la ciudad de París. Entonces, el 35% de los niños españoles estudiaban en colegios católicos y la subvención económica estatal anual destinada al clero era cinco veces superior a los gastos educativos del Estado español (y equivalente a las inversiones totales en obras públicas). Fue necesario esperar hasta 1901 para que Romanones decidiera incluir los pagos de salarios a los maestros de escuela en los presupuestos del Estado, de manera que los gastos educativos pasaron del 1% al 4% del presupuesto público anual. A fines de siglo, solo había 18.000 alumnos universitarios en toda España y menos de 30.000 en secundaria.
Hacia 1930 se ha producido una clara diferenciación entre las zonas agrarias y las ciudades. Entre el campesinado español el analfabetismo, la dureza del trabajo y el hambre chocan con el ocio y la inquietud cultural. La incomunicación permanece. Los tendidos eléctricos sólo llegan a los núcleos medianos, y únicamente en algunos cafés de las ciudades de provincia hay a veces un teléfono o un aparato de radio.
Muy distinta es la vida de las capitales. En de 1930, Madrid y Barcelona rondan el millón de habitantes, y otras ocho ciudades superan los100.000: Valencia, Sevilla, Málaga, Zaragoza, Bilbao, Murcia, Granada y Córdoba. El crecimiento se ha debido al desarrollo industrial, con la aparición de barrios sin condiciones de habitabilidad, y el desarrollo de los ensanches. El aumento de población es simultáneo a la difusión de la información, la multiplicación de medios de transporte, la aceleración del ritmo de vida etc. Aparecen los tranvías eléctricos. Se inauguran las primeraslíneas del Metro. Se extiende la electrificación. Al terminar la década de 1920 había ya muchas casas en las grandes ciudades que tenían agua corriente, pero pocas contaban con un cuarto de baño moderno. Otros inventos de más difusión: las máquinas de escribir, las máquinas de coser, aparecentambién el termo, el colchón de muelles, etc. El teléfono adquiere gran difusión. El otro gran invento del siglo, el automóvil, tuvo una repercusión muy limitada. Más rápida fue la difusión de compañías de transporte por carretera, que usaban vehículos de más de veinte asientos. En 1904 se fundó en Barcelona “Hispano-Suiza”. Los años de la Gran Guerra abarataron la producción y multiplicaron el número de coches.
Otra de las novedades que revolucionó la vida de los españoles fue el cine, su bajo precio lo convirtió en una de las distracciones favoritas de las clases medias y populares urbanas, y pronto, gracias a los noticiarios, en un medio de información suplementario. La aparición del sonoro, en 1928, acabaría por consagrar su éxito. También proliferan de medios de prensa modernos y las revistas ilustradas.
La radio llegó más tarde. La primera estación española fue abierta en Barcelona en 1924. Empezaban a llegar noticiarios y, ya en los añostreinta, mítines políticos, conciertos etc.
Los llamados felices años veinte lo fueron para una parte de la sociedad, pero trajeron consigo algunos cambios significativos que afectaron a la mentalidad y a los hábitos de todos los españoles.
Un pequeño número de mujeres abría paso al futuro: ya en 1910 obtuvieron el libre acceso a la Universidad; en 1924 la Dictadura concedió elvoto en las elecciones municipales a las mujeres mayores de 23 años que fueran independientes; y durante los años veinte surgieron revistas, asociaciones y clubes de mujeres que comenzaron a difundir el ideario feminista.
En la segunda mitad del siglo XIX y durante los tres primeros decenios del siglo XX se extendió el Krausismo. Entre los seguidores de esta corriente intelectual se encontraban Francisco Giner de los Ríos y Manuel Bartolomé Cossío. Eran un minoritario grupo que compartía unos valores: la primacía de la razón, la defensa de la libertad de conciencia, el culto a las modernas ciencias experimentales, la tolerancia, el liberalismo, la austeridad moralista, la importancia de la disciplina y del cumplimiento del deber individual, el optimismo en la naturaleza humana, la oposición a la influencia clerical y un espiritualismo de carácter místico-panteísta. Creían en la armonía social, la incorporación de las mujeres a la enseñanza, la defensa de la europeización del país, la necesidad de reformar las costumbres de los españoles y la confianza entusiasta en la acción educativa y pedagógica. Algunas de las iniciativas surgidas en el seno del krausismo fueron la creación en 1876 de la Institución Libre de Enseñanza, la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (1907), el Centro de Estudios Históricos (1910) y la Residencia de Estudiantes, que fue fundada en 1910 con la intención de mejorar la educación de una selecta minoría de alumnos brillantes.
Hacia 1875, comenzó la introducción del positivismo cientificista y materialista en determinados medios intelectuales minoritarios. La recepción de las teorías evolucionistas también se produjo en estos años. Darwin fue nombrado en 1877 profesor honorario de la Institución Libre de Enseñanza, institución que se ocupó de estudiar y divulgar las principales ideas.
14.1.A PANORAMA GENERAL DEL REINADO DE ALFONSO XIII. INTENTOS DE MODERNIZACIÓN. EL REGENERACIONISMO. CRISIS Y QUIEBRA DEL SISTEMA DE LA RESTAURACIÓN. LA GUERRA DE MARRUECOS.
En 1902, Alfonso XIII asumió la corona, durante su reinado se mantuvo el sistema canovista, el turno de partidos y la Constitución de 1876. Pero el sistema político comenzó su deterioro. Entre 1902 y 1923 se sucedieron 32 gobiernos diferentes. Los dos partidos se vieron afectados por enfrentamientos internos tras el asesinato de Cánovas en 1897 y la muerte de Sagasta en 1903. Alfonso XIII como jefe del Estado se extralimitó en sus funciones e interfirió en los asuntos reservados
Otros factores que incidieron en la crisis del régimen fueron: La persistencia del caciquismo, el fraude electoral y la corrupción administrativa; el aumento de la conflictividad social y la agitación sindical; el terrorismo anarquista; la oposición; la amenaza de una revolución proletaria; la desconfianzaen la capacidad de los gobernantes; la reactivación del intervencionismo militar en la política; las derrotas del Ejército en la expansión colonial por Marruecos.
Después de la crisis del 98, el sistema político fue tildado por los regeneracionistas de corrupto e ineficaz. Los regeneracionistas reclamaban reformas y estaban obsesionados por denunciar los problemas: el analfabetismo, la pobreza, el atraso económico, la bancarrota del Estado, el caciquismo, el fraude electoral, la carencia de auténticas instituciones democráticas, el centralismo, el militarismo y la incapacidad para retener nuestros territorios coloniales. Entre los críticos es de destacar Joaquín Costa.
Los grupos de oposición al sistema reclamaban acabar con el turnismo y democratizar las instituciones. Cabe citar a: LOS REPUBLICANOS, (partido republicano radical, creado por Lerroux(1908) y partido reformista); LOS CARLISTAS, de los que se escindió “el Partido Tradicionalista”, y se creó el Requeté; La Lliga dirigió la vida política de LOS NACIONALISTAS CATALANES. En 1918 se frustró un anteproyecto de ley de Estatuto de autonomía a Cataluña. Después de 1917 los catalanistas decidieron posponer sus exigencias autonomistas para darprioridad a los intereses económicos del conservadurismo burgués.; LOS NACIONALISTAS VASCOS, muerto Sabino Arana, en el PNV surgieron dos tendencias: los nacionalistas moderados y los independentistas radicales. Las dos facciones se reunificaron en 1930 y el PNV abandonó el integrismo religioso y aceptó la democracia política y el reformismo social.; EL MOVIMIENTO ANDALUCISTA surgió a iniciativa de Blas Infante, quedefendió un programa autonomista federal; LA OPOSICIÓN PROLETARIA. El movimiento anarquistacreó en 1910 la Confederación Nacionalde Trabajadores (CNT). Los marxistas experimentaron una expansión sindical con la UGT, yel PSOE tuvo su primer diputado en 1910. El PSOE se convenció de que la república sería el instrumento para la organización del proletariado, el reforzamiento del partido y el avance hacia la revoluciónsocialista.
EL REVISIONISMO POLÍTICO:
Tras el 98, los partidos turnistas eran conscientes de la necesidad de cambios en el sistema, debían revitalizar las instituciones liberales y parlamentarías, evitar sobresaltos revolucionarios y problemas sociales y frenar el republicanismo. Sin embargo, los líderes temían quebrar la estabilidad del sistema, y no se atrevieron a romper con el caciquismo y el fraude electoral de forma rápida.
El primero de los proyectos revisionistas impulsado por Francisco Silvela se intento en 1902 y 1903 (regencia de Mª Cristina). Silvela luchócontra la corrupción administrativa, el fraude electoral y el caciquismo. Las disensiones dentro del Partido Conservador le hicieron dimitir.
El dirigente conservador Antonio Maura planteó la revisión más completa de todas. Sus propuestas partían delprograma de Silvela. En 1903, Maura accedió a la jefatura del gobierno. En doce meses, inició los trámites para garantizar la inamovilidad de los funcionarios, e impulsó la ley de descanso dominical. Esta medida chocó con la oposición de los miembros del Partido Liberal y de los empresarios. Durante su gobierno entre 1907 y 1909 Maura emprendió otro conjunto de medidas:modificación de la ley electoral; creación del Instituto Nacional de Previsión; establecimiento de los Consejos de Conciliación y Arbitraje; reorganización del cuerpo de Policía; supresión parcial del impuesto de consumos; incremento del proteccionismo; reconocimiento legal del derecho a la huelga. Maura presentó proyectos para la mejora de la administración de justicia, el establecimiento de un salario mínimo para los trabajadores, la construcción de viviendas baratas, el servicio militar obligatorio, la reconstrucción de la flota de guerra, la transformación de la administración municipal, la realización de una reforma agraria, y la aproximación a los nacionalistas.
Sin embargo este proyecto reformista concluyó en fracaso. El entramado caciquil estaba demasiado arraigado, además Maura no dispuso del tiempo suficiente para llevar a la práctica sus planes, careció del respaldo de Alfonso XIII, yencontró una fuerte resistencia en toda la oposición. Pero el factor más concluyente fue la actuación de Maura durante los sucesos de la Semana Trágica, sus decisiones ante el problema marroquí, el recurso a una represión desmesurada para detener la revueltas.
El siguiente programa reformista fue del liberal José Canalejas (1910 y 1912) contando con la confianza de Alfonso XIII. El anticlericalismo, el intervencionismo estatal para resolver los problemas sociales y la democratización eran los tres principios básicos de su propuesta. Canalejas restringió el establecimiento de nuevas órdenes, pretendía ampliar la actuación pública en los asuntos sociales; eliminó el impuesto de consumos, proyectó una reforma de la propiedad agraria e introdujo el servicio militar obligatorio. La labor de Canalejas quedó frustrada por su asesinato, en noviembre de 1912.
Un programa de reformas de asistencia social se convirtió en el eje del conservador Eduardo Dato, a la vez que pretendía salvaguardar el orden, evitar los conflictos sociales y frenar el movimiento obrero. Aprobó una ley de accidentes laborales, esta medida provocó una enérgica protesta empresarial. Promovió medidas sociales como la revisión de los alquileres de las viviendas, la reducción de la jornada laboral a 8 horas y del sistema de pensiones para los ancianos con carácter obligatorio. Sin embargo, Dato no creía en la renovación política del sistema y ni intentó acabar con el caciquismo y las manipulaciones electorales para profundizar en la democratización del régimen.
En 1919 el liberal Santiago Alba o el conservadorSánchez de Toca plantearon reformar el Estado pero todos estos proyectos quedaron en el olvido a causa de los continuos cambios al frente del gobierno y del rápido deterioro de la situación política y social del país durante esos años.
LAS CRISIS DE 1909 Y 1917
El sistema recibió dos golpes que hicieron peligrar su continuidad. Estos momentos decisivos para la supervivencia del régimen fueron la SemanaTrágica de Barcelona (1909) y la crisis de 1917.
La Semana Trágica de 1909
La multitud que se había reunido, en el puerto de Barcelona, para despedir el embarque de soldados destinados a Marruecos comenzó a protestar. La policía dispersó el tumulto con violencia, y las manifestaciones se trasladaron a la ciudad. Anarquistas, socialistas y radicales convocaron una huelga general. La protesta sin líderes se descontroló, se levantaron barricadas, la vida urbana se paralizó, hubo pillajes y corte de comunicaciones, fueron incendiados más de 50 conventos e iglesias. Los burgueses y las clases medias vivieron días de pánico encerrados en sus casas.
Maura decretó el estado de guerra y envió al ejército, que llegó a utilizar artillería para sofocar la insurrección. Murieron 104 civiles y 9 miembros de las fuerzas de seguridad.
Las consecuencias de la Semana Trágica fueron: la durísima represión gubernamental, de entre 2000 detenciones, 59 fueron condenadas a cadenaperpetua y 5 ejecutados. El injusto fusilamiento de Ferrer provocó fuertes protestas internacionales; La caída del gobierno conservador de Maura, que perdió el respaldo del rey; El acuerdo de noviembre de 1909 entre republicanos y socialistas para iniciar una colaboración electoral y actuar contra el régimen monárquico de la Restauración.
La crisis de 1917
Tres problemas dieron origen a una crisis que estuvo a punto de provocar la abdicación de Alfonso XIII: el malestar militar, la protesta de la oposición política y la subversión obrera.
a) Los oficiales del Ejército se mostraban tensos por sus reducidos salarios y el favoritismo en la concesión de los ascensos. Para presionar al gobierno y defender sus reivindicaciones, crearon las denominadas Juntas Militares de Defensa. El gobierno se vio obligado a ceder a las imposiciones de los oficiales. Esto demostró la debilidad del sistema político y la falta de autoridad del gobierno, que hasta 1922 no se atrevió a disolver las Juntas Militares de Defensa.
b)En julio de 1917, ante la suspensión de garantías constitucionales y el no del gobierno a convocar el inicio de las sesiones de Cortes, un grupo de setenta diputados y senadores de los grupos marginados del sistema turnista decidieron reunirse en Barcelona para crear una Asamblea de Parlamentarios. Nacionalistas catalanes, republicanos y socialistas desafiaron al gobierno para forzar la renovación del régimen. Las peticiones más importantes fueron la reforma constitucional para democratizar el sistema, y la autonomía política para Cataluña, extensiva a todas las regiones. EstaAsamblea fue disuelta sin violencia y la Lliga catalana terminó pactando con el gobierno por temor a que la situación se descontrolara y favoreciera el triunfo de una revolución proletaria.
c)La inflación, la miseria rural, la insuficiencia de los salarios y el desempleo intensificaron los conflictos. El descontento fue canalizado por la CNT y la UGT. Las dos organizaciones suscribieron una alianza en 1916 y convocaron una huelga general indefinida que comenzó en agosto de 1917. Las fábricas quedaron paralizadas, los bancos y quioscos cerraron, algunas tiendas fueron saqueadas, las calles se llenaron de proclamas revolucionarias, yel gobierno proclamó el estado de guerra. Finalmente, esta protesta obrera fracasó porque los sindicalistas no lograron movilizar a los trabajadores del campo. El balance de víctimas fue de 72 muertos, más de 2.000 detenciones y los máximos dirigentes huelguistas del PSOE y la UGT fueron condenados a cadena perpetua y encarcelados, aunque fueron amnistiados por el gobierno en 1918.
La Guerra de Marruecos
La intervención española en el norte de África se produjo como resultado de los intereses de británicos y franceses en la zona, (Estrecho de Gibraltar y Argelia). Ambas potencias reservaron a España una zona al norte de Marruecos. Al gobierno español le interesaba garantizar la seguridad de Ceuta y Melilla, y cierto interés en la explotación de riquezas mineras. Marruecos se convirtió para los militares en una oportunidad para compensar la humillante derrota del 98. En el tratado franco-español de 1912 se realizó el reparto. La porción de Marruecos adjudicada a España era montañosa y estaba habitada por tribus independientes y muy diferentes entre sí
La ocupación militar del territorio fue lenta. En 1909 los marroquíes atacaron a los trabajadores de una línea de ferrocarril para conectar Melilla con los yacimientos de hierro de Beni-bu-Ifrur. Las tropas españolas se desplegaron para proteger las obras del ferrocarril, pero fueron derrotadas en el Monte Gurugú y en el Barranco del Lobo, donde sufrieron 1.000 bajas. Las repercusiones de estos sucesos en España concluyeron en la Semana Trágica de Barcelona.
Entre 1912 y 1921 no hubo capacidad de controlar la zona norte marroquí. Los enclaves que poseía España (Melilla, Ceuta y Larache) estaban aislados entre sí y era necesario conectarlos.
En 1920 se creó la Legión, que estaba formada por soldados españoles voluntarios y por mercenarios indígenas. Los fundadores de este nuevo cuerpo fueron Millán Astray y Franco.
En 1921, el ejército colonial fue derrotado en Annual -a 120 kilómetros de Melilla- por por Abd-el-Krim. Murieron unos 12.000 soldados, el enemigo se apoderó de 14.000 fusiles, 1.000 ametralladoras y 115 cañones. Se perdió gran parte de los territorios conquistados durante los doce años anteriores y llegó a peligrar la ciudad de Melilla.
Annual supuso una nueva frustración colonial para España. Se inició una investigación para esclarecer las responsabilidades en esta catástrofe y resultaron procesados por negligencia 39 oficiales, entre ellos el general Dámaso Berenguer. Los militares se sintieron incomprendidos y acusaron a los políticos de haber negado al Ejército los recursos para ganar la guerra. El descalabro de Annual tuvo importantes efectos en la política española, la derrota se convirtió en una de las justificaciones el general Primo de Rivera para su golpe de Estado en 1923. Las campañas de Marruecos reforzaron las ideas antidemocráticas y antiliberales, la preferencia por las soluciones políticas autoritarias y el hiperpatriotismo entre la mayoría de los oficiales que combatieron allí (Franco, Sanjurjo, Mola. Goded, Cabanellas, Yagüe, Muñoz Grandes y Varela, que llegaron todos al generalato y pelearon en el bando antirrepublicano durante la Guerra Civil de 1936 a 1939).
14.1.B LA DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA.
Entre las guerras mundiales los sistemas democráticos entraron en crisis en muchos países, y fueron reemplazados por gobiernos dictatoriales o fascistas. Las dictaduras derechistas se impusieron para contener a las organizaciones obreras marxistas revolucionarias y salvar el orden socioeconómico conservador.
El golpe de estado del general Primo de Rivera
El 13 de septiembre de 1923, Miguel Primo de Rivera sacó sus tropas a la calle, y solicitó la colaboración a los mandos del Ejército. Estos optaron por esperar las disposiciones del rey, quien decidió entregar el gobierno a Primo de Rivera. Esto legalizó la sublevación y. Alfonso XIII se convirtió en el responsable directo del éxito del golpe de Estado y del mantenimiento de la dictadura.
Los motivos expuestos por Primo de Rivera para justificar su rebelión y establecer el régimen dictatorial fueron: El fracaso del sistema liberal surgido en 1875 y la ineficacia de los políticos; Las derrotas en Marruecos, por la inoperancia de los políticos ; La generalización de los desórdenes públicos, de los conflictos sociales, de las protestas campesinas y de las huelgas obreras, cuya violencia iba en aumento; El incremento de la inseguridad ciudadana y de los atentados terroristas; Las actividades antiespañolas de los grupos separatistas vascos y catalanes.
Losobjetivos desde el poder eran solucionar el problema marroquí, garantizar el orden público, impedir la insurrección revolucionaria, acabar con el terrorismo anarquista y erradicar los movimientos nacionalistas en Cataluña y el País Vasco.
La sublevación militar no sorprendió y la opinión pública la acogió entre la indiferencia y la aprobación. Los sectores patronales, la burguesía y las clases medias católicas y derechistas recibieron la dictadura con enorme satisfacción. Por contra, anarquistas y comunistas convocaron una huelga general que fracasó, mientras que los socialistas prefirieron no ofrecer ninguna acción.
La reorganización político-institucional
La dictadura fue presentada como una solución política excepcional y provisional. Sin embargo, con el tiempo, Primo de Rivera olvidó sus intenciones y prolongó su poder.
Las primeras medidas de Primo de Rivera fueron la suspensión de la Constitución, la disolución de las Cortes, la prohibición de actividades de los partidos políticos y la instauración de una dictadura con un Directorio militar para gobernar el país. Además, se apresuró a amnistiar a todos los militares procesados por responsabilidades en la derrota de Annual.
Como presidente del Directorio, el general Primo de Rivera concentró en sus manos todos los poderes, ejerció las funciones legislativas con potestad para dictar normas y decretos con fuerza de ley, y llegó a tomar atribuciones judiciales.. La administración del Estado quedó completamentemilitarizada.
En otro de sus primeros decretos, Primo de Rivera ordenó la creación de un nuevo Somatén Nacional. Hasta en los pueblos más pequeños llegaron a formarse cuadrillas armadas de somatenistas.
En 1925, Primo de Rivera incluyó en el Directorio a varios civiles, entre ellos José Calvo Sotelo.
Comenzó la destrucción del sistema parlamentario liberal y su sustitución por otro modelo de Estado basado en tres puntos :
La Unión Patriótica(UP) se fundó como partido único. Su presidencia quedó reservada a Primo de Rivera. Los upetistas se definían como derechistas, antiparlamentarios, defensores del autoritarismo, tradicionalistas, monárquicos y católicos. La UP fue un simple instrumento de propaganda oficial, que careció de fuerza y de respaldos sociales de importancia.
La creación de la Asamblea Nacional Consultiva en 1927 confirmaba un Estado autoritario y antidemocrático. Esta institución carecía de capacidad legislativa y su única misión consistía en asesorar e informar al dictador. Esta Asamblea prescindiría de la mediación de los partidos políticos.
La tercera base era un anteproyecto para un nuevo texto constitucional. El documento – corporativo, antiparlamentario, católico y de unidadnacional e incluía el voto para la mujer- estuvo terminado en julio de 1929, pero ya el régimen primorriverista había entrado en plena decadencia.
En cuanto al orden público. Primo de Rivera adoptó medidas represivas y declaró el estado de guerra, suspendiendo las libertades constitucionalesImpuso la censura de prensa y control sobre la correspondencia privada, detuvo a los dirigentes cenetistas y comunistas, y clausuró sus locales y periódicos. Lo cierto es que los atentados terroristas disminuyeron espectacularmente.
Por otra parte, la dictadura desencadenó una persecución contra los nacionalistas vascos y catalanes, que alcanzó tanto a los autonomistas más moderados como a los separatistas más extremistas. Suprimió la Mancomunitat catalana, prohibió el uso del catalán en actos oficiales, impuso la educación en castellano, impidió la exhibición de la bandera catalana y ordenó la detención de Francesc Maciá. Del mismo modo, el dictador dispuso la clausura de los periódicos peneuvistas y de todos los batzokis (locales del PNV).
El intervencionismo económico estatalEl dirigismo económico estatal se manifestó con:El control gubernamental de la producción y la supervisión todas las actividades económicas.El reforzamiento del proteccionismo.La creación de monopolios. En 1924 CTNE, y en 1927 CAMPSA.El incremento de las inversiones públicas para financiar la construcción de redes de carreteras, grandes obras hidráulicas y sistemas de regadío.La concesión de ayudas y subvenciones económicas a empresas privadas nacionales.La creación de unos organismos oficiales llamados Comités Paritarios compuestos por representantes de patronos y obreros, a quienes se sumaba un delegado gubernamental.Los resultados de la política económica primorriverista fueron la disminución de huelgas, la realización de obras públicas y el aumento de losniveles de producción. Por contraste, el Estado se endeudó en exceso y el intervencionismo gubernamental dio origen a frecuentes y escandalosas prácticas de corrupción y favoritismo. En definitiva, los principales beneficiados fueron los grandes grupos empresariales, que resultaron muy favorecidos con los contratos públicos y con el suministro de material al Estado..
La resolución del problema marroquíPrimo de Rivera aprovechó un ataque de las tropas de Abd-el-Krim contra los franceses para concertar una colaboración con Francia y emprender una acción militar conjunta. Según el plan trazado, el ejército francés debía encargarse de atacar por el flanco sur, mientras las tropas españolas efectuaban un desembarco en Alhucemas para sorprender por la retaguardia a las fuerzas marroquíes. Esta operación, que se llevó a cabo en septiembre de 1925 con el apoyo de aviación y de fuego artillero desde los buques, fue un completo éxito. Abd-el-Krim se rindió y se completó la ocupación del territorio marroquí.
El final de la DictaduraA mediados de 1928, la dictadura entró en declive. De produjo un distanciamiento entre Alfonso XIII y Primo de Rivera, sus relaciones se fueron haciendo tensas en lo personal y en lo político con el transcurso de los años. Los mandos del Ejército fueron retirando su confianza a Primo de Rivera.Se desarrolló un incremento grave del déficit estatal por los ambiciosos y costosos programas de construcción de obras públicas. Retornaron losconflictos sociolaborales y las huelgas cuando empezó a percibirse el inicio de la depresión económica mundial. Los empresarios más poderosos, comenzaron a desconfiar del excesivo intervensionismo económico gubernamental y estaban incómodos con la importancia que el régimen concedía a los Comités Paritarios. Los grupos de oposición -republicanos, demócratas, socialistas, anarquistas, comunistas, nacionalistas catalanes y peneuvístas- vieron aumentar el respaldo social a sus actividades e intensificaron su protesta contra la dictadura. Primo de Rivera comenzó a tener serios problemas de salud de Primo de Rivera.En enero de 1930. el general Miguel Primo de Rivera presentó su dimisión y marchó a París, donde murió dos meses más tarde.
EL COLAPSO DE LA MONARQUÍA. (1930-1931)
Tras la renuncia de Primo de Rivera, el rey nombró nuevo Jefe de Gobierno al general Dámaso Berenguer. Quien se planteó dos objetivos: En primer lugar se propuso restablecer el sistema parlamentario liberal y reponer la Constitución de 1876, sin considerar que era algo anacrónico e inaceptable para los grupos antimonárquicos de oposición (republicanos, izquierdistas y socialistas). En segundo lugar, el general Berenguer se empeñó en salvar la figura de Alfonso XIII,cuando la mayoría de la opinión pública asociaba al monarca con el régimen golpista primorriverista y el rey era cada vez más impopular entre las clases medias y obreras.Berenguer durante los trece meses en que se mantuvo en el gobierno ralentizó la recuperación de las libertades políticas con temor a perder el control de la situación. Para la represión de los altercados y desórdenes públicos, creó una nueva sección de policía antidisturbios.Mientras tanto, los diferentes grupos republicanos se reunieron en la capital donostiarra y suscribieron en agosto de 1930 un acuerdo conocido como el Pacto de San Sebastián, al que se sumaron el PSOE y la UGT. Los más destacados políticos conservadores y liberales se pronunciaron a favor de un cambio constitucional e incluso se convirtieron al republicanismo.Berenguer fue sustituido en febrero de 1931 por el almirante Juan Bautista Aznar, que se encargó de presidir un gobierno formado por dirigentes de las distintas facciones de los partidos liberal y conservador. El almirante Aznar convocó de manera inmediata un proceso electoral íntegro con la celebración de elecciones municipales (abril), provinciales (mayo) y generales a diputados y senadores (junio). Se facilitó plena libertad de campaña electoral..Las elecciones municipales se realizaron el 12 de abril y los candidatos republicanos y socialistas lograron un rotundo triunfo en todas las grandes ciudades y consiguieron también muchos votos en las zonas rurales. Las elecciones demostraban que la mayoría de los ciudadanos rechazaba el sistema monárquico y se oponía a la permanencia de Alfonso XIII. Los republicanos y socialistas movilizaron rápidamente a sus simpatizantes para presionar al gobierno y forzar la abdicación. Tras escuchar a sus consejeros, el rey decidió aceptar la voluntad de la ciudadanía, suspender el ejercicio del poder real y abandonar España. Alfonso XIII era consciente de que contaba con pocas posibilidades para intentar una resistencia armada. Finalmente, el 14 de abril de 1931 fue proclamada la II República.