Nacionalismos periféricos y movimiento obrero en la Restauración española

Nacionalismos y Regionalismos en la Restauración Española

El auge de los nacionalismos catalán y vasco

Los movimientos nacionalistas y regionalistas en España durante la Restauración fueron una reacción contra la uniformización política del Estado y estuvieron influenciados por los nacionalismos europeos. Estos movimientos tuvieron un fuerte componente cultural y económico, especialmente en Cataluña y el País Vasco.

La expansión industrial, como el sector textil en Cataluña y la siderurgia en el País Vasco, fortaleció el nacionalismo, impulsado por una pujante burguesía industrial. Además, surgieron movimientos regionalistas en Galicia, Valencia y Canarias, motivados por el desarrollo económico y la defensa de sus identidades culturales.

Prat de la Riba, en Cataluña, definió la nacionalidad catalana y abogó por un Estado federal. Sabino Arana, por su parte, defendió la identidad vasca, exaltó la raza vasca y rechazó la influencia cultural castellana.

Comparativa entre el nacionalismo catalán y el vasco

El nacionalismo catalán y vasco surgieron como reacción a la política centralista de la Restauración, ambos con raíces en el regionalismo y con un carácter inicialmente conservador. Se crearon partidos políticos como la Lliga Regionalista en Cataluña y el Partido Nacionalista Vasco (PNV) en el País Vasco. En 1913, se formó la Mancomunidad de Cataluña, una forma limitada de autogobierno.

Las principales diferencias radican en sus orígenes:

  • El catalanismo surgió con el desarrollo industrial y la burguesía catalana, influenciado por la Renaixença, un movimiento cultural de recuperación de la lengua y cultura catalanas.
  • El nacionalismo vasco nació tras la abolición de los fueros en 1876 y los cambios sociales provocados por la inmigración ligada a la industrialización.

Sabino Arana defendía la independencia del País Vasco y rechazaba a España, mientras que Prat de la Riba apoyaba la autonomía de Cataluña dentro de un modelo federal. El nacionalismo catalán tuvo mayor apoyo entre la burguesía y el campesinado, mientras que el vasco se extendió más entre la pequeña burguesía y el mundo rural.

El Movimiento Obrero en España durante la Restauración

El movimiento anarquista

El anarquismo llegó a España con la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT) durante el Sexenio Democrático (1868-1874). Su expansión fue rápida, especialmente en Cataluña y Andalucía. Los anarquistas defendían la abolición del Estado y la propiedad privada, promoviendo la acción directa y, en ocasiones, el uso de la violencia (como atentados). En 1911, fundaron la CNT (Confederación Nacional del Trabajo), un sindicato anarquista con fuerte rechazo a la política y la autoridad, y una orientación hacia el colectivismo.

El movimiento socialista

El PSOE (Partido Socialista Obrero Español) fue fundado en 1879 por Pablo Iglesias y se vinculó a la II Internacional. A través del periódico El Socialista (1886) y el sindicato UGT (Unión General de Trabajadores, 1888), defendían la reforma de la propiedad y la lucha política pacífica y legal, participando en elecciones para difundir sus ideales marxistas. Aunque inicialmente minoritarios, lograron representación parlamentaria en 1910.

Los sindicatos católicos

En 1879, los jesuitas fundaron los Círculos Católicos, con el objetivo de alejar a los obreros de las tabernas y fomentar la colaboración con los patrones. Sin embargo, su influencia fue limitada debido a su postura colaboracionista y su escasa implantación entre la clase obrera.

El Régimen de la Restauración (1874-1923)

El fin del Sexenio Democrático y el inicio de la Restauración

En diciembre de 1874, Alfonso XII, desde su exilio en Gran Bretaña, publicó el Manifiesto de Sandhurst, ofreciéndose a los españoles. Poco después, el general Martínez Campos realizó un pronunciamiento en Sagunto para proclamarlo rey. Este evento estuvo impulsado por las tensiones sociales y la necesidad de los grandes propietarios e industriales de estabilizar el país tras las agitaciones del Sexenio Revolucionario.

El régimen de la Restauración se consolidó con el apoyo de la burguesía y los grandes terratenientes, quienes buscaban estabilidad tras las convulsiones sociales y políticas anteriores. Alfonso XII reinó hasta su muerte en 1885, en un periodo de relativa estabilidad política impulsado por políticos conservadores como Antonio Cánovas del Castillo.

Características del sistema político de la Restauración

El sistema político de la Restauración se basaba en un sistema bipartidista:

  1. Sistema bipartidista: Los partidos conservador (liderado por Cánovas) y liberal (liderado por Sagasta) se alternaban en el poder mediante pactos, sin recurrir a golpes de Estado, defendiendo la monarquía, la Constitución y la propiedad privada.
  2. Turnismo: Alternancia pactada en el gobierno, excluyendo a otros partidos del poder.
  3. Constitución de 1876: Otorgaba amplios poderes al rey (designación del jefe de gobierno, convocatoria y disolución de las Cortes, veto suspensivo). Establecía una soberanía compartida entre el rey y las Cortes, un sistema bicameral y, inicialmente, sufragio censitario (ampliado al sufragio universal masculino en 1890).

A pesar de la existencia de derechos y libertades, el sistema no era democrático. El caciquismo dominaba las elecciones, con caciques locales y provinciales manipulando los resultados mediante prácticas fraudulentas (el «pucherazo»). Aunque la mayoría de la población estaba manipulada, muchos se sentían parte del sistema debido a favores y la compra de votos.

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