Después del Cordobazo
Después del Cordobazo, la CGE y la CGT propusieron la sustitución de Krieger Vasena. No estaban de acuerdo con la estrategia de violencia social. Para las organizaciones de izquierda, el Cordobazo significaba el comienzo de la revolución social que conduciría al país hacia el socialismo. Para los partidos políticos, la violencia social debía tener como objetivo la recuperación de la democracia, y para los sectores liberales, el Cordobazo representaba la pérdida del orden y la confirmación de no poder consolidar un modelo económico.
La agudización de los conflictos sociales
En 1969, el gobierno declaró el estado de sitio en todo el país. Esto significaba la suspensión de las garantías constitucionales de los ciudadanos. El motivo fue asegurar la paz y el orden en todo el territorio. Sin embargo, se produjeron movilizaciones sociales y acontecimientos violentos que terminaron de debilitar el gobierno de Onganía: Vandor fue asesinado, un dirigente del sindicalismo combativo murió, se incendiaron locales, aumentaron las huelgas de las CGT, hubo importantes movilizaciones, se ordenó la clausura de locales de la CGT de los Argentinos, se ordenó la prisión de Ongaro y se retiró a cuarenta oficiales por ser de izquierda.
Las consecuencias políticas de la resistencia de la sociedad civil
El Cordobazo provocó varias renuncias en el gobierno. El ministro del Interior fue desplazado de su puesto, al igual que el ministro de Economía. A este último lo reemplazó Pastore, pero rápidamente disminuyeron las inversiones y se aceleró la inflación. Los sectores militares liberales empezaron a planear el derrocamiento de Onganía. No tenían en claro qué tipo de sistema iba a reemplazar el impuesto por Onganía, ni estaban a favor de la política negociadora, pero de alguna manera política tenían que encontrar una salida. Los Montoneros secuestraron a Aramburu, y luego apareció muerto. Esto precipitó la caída de Onganía.
La caída de Onganía
En junio de 1970, Onganía presentó su renuncia “bajo presión de las armas”. La Junta de Comandantes asumió el poder político y declaró su adhesión al régimen democrático basado en los partidos políticos. Anunciaron que pronto designarían al nuevo presidente. La Junta de Comandantes no ponía su autoridad por encima de la del presidente, por lo que no iba a tener la misma autonomía que Onganía. Designaron como nuevo presidente a Levingston.
La gestión de Levingston
Intentó reeditar el plan de Krieger Vasena, pero debido a la presión social no pudo establecer el congelamiento de los salarios. El ministro de Economía fue reemplazado por Ferrer. Este sostenía la necesidad de que el Estado liderara el proceso del desarrollo nacional. Logró disminuir las huelgas y mejorar el ingreso de los sectores asalariados. Sin embargo, aumentó la cantidad de conflictos sociales en las provincias. Levingston se enfrentó a la Junta de Comandantes y acusó a Lanusse por la falta de orden y seguridad. Levingston fue relevado de su puesto, y Lanusse asumió como presidente.
“La hora del pueblo”
En 1970, una declaración titulada “La hora del pueblo” conformó una alianza política entre varios partidos políticos. Perón ideó todo esto; desde finales de los 60, mantuvo su vigencia como líder para los peronistas. Distintos sectores sociales coincidían en que el conductor de la liberación nacional tenía que ser Perón. Desde España, en 1972, Perón declaraba contra el gobierno de Lanusse. Reclamó la urgente restauración de la democracia.
El gobierno de Lanusse
Abrió la tercera etapa de la Revolución Argentina, donde la política tuvo un carácter prioritario. Levantó la prohibición de la actividad política y proclamó que dentro de poco se iba a elegir un gobierno constitucional. Reemplazó a los ministros del Interior y del Bienestar Social. Estas decisiones manifestaron el propósito del gobierno de buscar un acercamiento con la dirigencia política.
El “Gran Acuerdo Nacional” (GAN)
Así se llamó la propuesta política de Lanusse. Este buscaba el entendimiento entre las principales fuerzas políticas a fin de restablecer las reglas del juego electoral. Para los militares, el GAN era una forma de salir bien de la Revolución Argentina. Para algunos sectores políticos, el GAN daba paso a la normalidad constitucional, pero con el objetivo de mantener el control militar sobre el futuro gobierno. Las guerrillas rechazaron el acuerdo y profundizaron la acción violenta contra militares y políticos. Durante 1972, se profundizaron las luchas obreras con huelgas y ocupaciones de fábricas, y el gobierno respondió con despidos y encarcelamiento de dirigentes. Los militares nacionalistas se opusieron al GAN, y Levingston encabezó una sublevación militar contra Lanusse, pero fracasó. Los sectores liberales reaccionaron igual, y Alsogaray organizó un nuevo partido político liberal: Nueva Fuerza.
El retorno de Perón
Lanusse entendía que el éxito del GAN dependía de la decisión de Perón. Paladino, el delegado personal de Perón, veía con buenos ojos el plan. Sin embargo, sus contactos con Lanusse lo pusieron en duda. Cámpora reemplazó a Paladino. El peronismo rechazó el GAN y organizó un nuevo frente político. Desde este, se exigió al gobierno un calendario electoral sin proscripciones. Lanusse aceptó, pero con la condición de que no se podían presentar como candidatos aquellos que no estaban en el país antes del 24 de agosto de 1972 (Perón no podía). Lanusse desató el enfrentamiento con Perón cuando dijo: «Aquí no me corren más a mí, ni voy a admitir que corran a ningún argentino diciendo que Perón no viene porque no puede». En noviembre de 1972, Perón regresó al país.
El retorno del peronismo (1973-1976): Las elecciones de marzo de 1973
Lanusse estableció la cláusula del sistema de doble vuelta electoral (el balotaje). El peronismo organizó un frente electoral, el FREJULI, y presentó como candidatos a Cámpora y a Solano Lima (“Cámpora al gobierno, Perón al poder”). El FREJULI era la voz de los reclamos obreros. Un amplio conjunto de sectores sociales apoyó al peronismo, que se mostró como una fuerza capaz de resolver la cuestión de “liberación o dependencia”.
Partidos y alianzas electorales
En 1973, el FREJULI era la fuerza política más importante, seguida por la UCR, liderada por Balbín. También estaba la APR, integrada por el Partido Intransigente, el Partido Comunista y el Partido Revolucionario Cristiano. Su fórmula era Alende-Sueldo. La derecha fue ocupada por partidos “continuistas” que estaban relacionados con las Fuerzas Armadas; la más popular fue la Alianza Popular Federalista, liderada por Manrique. También se presentó el partido liberal Nueva Fuerza. En marzo de 1973, se realizaron las elecciones, y el FREJULI obtuvo el 49,5% de los votos. Antes del balotaje, los militares se retiraron.
La asunción de Cámpora y la movilización popular
El acto de asunción de Cámpora fue acompañado por una gran movilización popular. Luego, varios manifestantes se dirigieron a la cárcel de Villa Devoto a exigir la libertad de los dirigentes políticos.
Expectativas y decisiones
Las consignas de “liberación o dependencia” y “patria socialista” reflejaban el deseo de un cambio revolucionario de muchos peronistas. Confiaban en que el nuevo gobierno lograría estos deseos. Desaparecieron los grupos guerrilleros, pero se mantuvo el clima de agitación, mediante ocupaciones de fábricas y la toma de colegios y facultades. Debido a las ideas opuestas en el peronismo, se creó un fuerte enfrentamiento interno. Perón quería retomar el orden político de los sectores juveniles y sindicales; esto hizo que designara a Gelbard como ministro de Economía. Esto puso en evidencia la intención de recrear el proyecto de desarrollo industrial y la redistribución de riquezas en las clases.
El “Pacto Social” y el acuerdo político
La estrategia política se basó en el orden institucional y en la búsqueda de un “Pacto Social”. Se proponía reasumir su liderazgo e impulsar una política de reformas. Perón propuso un acuerdo con los partidos de la oposición. El gobierno aceptó el parlamento como un ámbito de negociación. En el plano social, se impulsó una tregua en la distribución de las riquezas entre la CGE y la CGT. El Pacto Social proponía organizar las relaciones entre trabajadores y empresarios para construir un plan de reformas económicas.
El “Plan Gelbard”
Era el plan económico del ministro. Se basaba en una “Acta de Compromiso Nacional”, firmada por la CGE y la CGT. Los objetivos eran la expansión de la industria y una redistribución más justa de los ingresos. En el plano social, el plan consistía en el aumento de los sueldos por dos años y el control de los precios de los artículos de primera necesidad. Las principales medidas del plan fueron: el aumento de la producción agropecuaria, la expansión del sector industrial, la nacionalización de los depósitos bancarios, las relaciones comerciales con el bloque socialista, una ley de inversiones extranjeras y una política de control de precios. El éxito del plan dependía de la desaceleración de la inflación y del mantenimiento de los precios. Gelbard propuso el objetivo de la inflación cero. Se creó una alianza social entre los trabajadores urbanos y los industriales.
Los actores políticos y sociales frente al plan
El programa económico de Gelbard profundizó las tensiones existentes entre los sectores capitalistas nucleados en ACIEL. La AMIDRA reclamó mayor participación en la UIA; finalmente, se desafilió a la UIA y se incorporó a la CGE. Debido a la poca representatividad de la UIA, se incorporó a la CGE y firmó el Pacto Social. Para la CGT, significaba dejar de lado las huelgas y las amenazas para poder negociar, y para los sectores juveniles de izquierda peronista, significaba un freno en el camino hacia la “patria socialista”.