El Reinado de Alfonso XIII y la Proclamación de la II República Española

La Caída de la Monarquía

Tras la dimisión del dictador, Alfonso XIII encargó la formación de un gobierno provisional al general Dámaso Berenguer con el fin de retornar a la normalidad constitucional. El nuevo gobierno restableció las libertades políticas y disolvió la Asamblea Nacional. El objetivo era convocar elecciones constituyentes.

En agosto de 1930, los diversos partidos republicanos, incluidos los nacionalistas catalanes y gallegos, firmaron el Pacto de San Sebastián, cuyo objetivo era proclamar la república. Se constituyó un comité revolucionario encargado de preparar un levantamiento militar con apoyo civil, y cuyos miembros formarían parte del gobierno provisional de la república. En octubre, los socialistas acordaron adherirse al pacto.

La fecha fijada para la insurrección era el 15 de diciembre, pero fracasaron los levantamientos de la guarnición de Jaca, en Huesca (al frente de la cual estaban los capitanes Galán y García Hernández, que fueron fusilados) y la de Cuatro Vientos, en Madrid, por falta de coordinación.

El gobierno de Berenguer fue incapaz de convocar las elecciones y, por este motivo, fue destituido en febrero de 1931. Le sustituyó un gobierno presidido por el almirante Aznar, que anunció la convocatoria de unas elecciones municipales para el 12 de abril, a las que seguirían otras elecciones generales con carácter constituyente.

Aunque salieron elegidos más concejales monárquicos que republicanos, estos ganaron en las principales ciudades y capitales de provincia donde el voto era más libre. El día 13, tras conocerse los resultados electorales, miles de personas salieron a la calle para manifestarse a favor de la República. Ante esta situación, el propio rey partió al exilio, dejando un vacío de poder que solo la república y la democracia de masas podían cubrir. El 14 de abril se proclamaba la II República.

La Administración y el Problema Catalan

La aprobación del Estatuto Municipal (1924) inició en la práctica la formación de una nueva administración adicta y centralizada. Sin embargo, la liquidación del caciquismo se limitó a perseguir a los no adictos al régimen. Lejos de desaparecer, el viejo caciquismo simplemente cambió de forma.

Formación del Somatén: Era una milicia cívica, que ya existía en Barcelona por propietarios y promovida desde hacía años por la derecha y la patronal para combatir el sindicalismo. El dictador la hizo extensiva a toda España con la creación del Somatén Nacional (1923), una institución supeditada al ejército para controlar el orden público.

Represión del catalanismo: A pesar del apoyo inicial de la burguesía catalana, el problema nacionalista fue un gran fracaso para la dictadura. Enseguida se prohibió el uso de la bandera catalana, del himno, se prohibió la utilización del idioma catalán en los actos oficiales y se reprimieron las manifestaciones. Tras la aprobación del Estatuto Provincial (1925), se suprimió la Mancomunidad de Cataluña. Ello significó la ruptura definitiva, no solo con el catalanismo conservador de la Lliga Regionalista, sino con la realidad catalana, lo que potenció el nacionalismo radical e incluso separatista. El resto de los regionalismos y nacionalismos fueron ignorados, lo cual tuvo un coste muy alto para la monarquía en el futuro.

La Guerra de Marruecos

Pese a que el general Primo de Rivera siempre se había mostrado partidario de abandonar Marruecos, los éxitos de Abd-el-Krim, que llegó a controlar los territorios del protectorado español, suscitaron las quejas del Ejército. El dictador rectificó su postura y pasó a la ofensiva gracias a una operación militar conjunta franco-española que se inició con el desembarco de Alhucemas (1925), en el que se cercó a Abd-el-Krim por la retaguardia. Dos años después terminaba una guerra que había costado a España más de 25 000 muertos y más de 5 000 millones de pesetas. La conclusión de este conflicto fue el mayor éxito de la Dictadura.

El Bienio Radical-Cedista (1933-1935) y el Triunfo del Frente Popular (1936)

Elecciones del 19 de noviembre de 1933

A las elecciones celebradas en noviembre de 1933, primeras en las que las mujeres pudieron votar, acudió una derecha antiliberal más organizada, que se presentó en coalición llamada Unión de Derechas y Agrarios, en la que se integraba la CEDA, el Partido Agrario, Renovación Española y la Comunión Tradicionalista. A ellos se unió José Antonio Primo de Rivera, representante de Falange Española. Su programa electoral se centraba en la supresión de la legislación del primer bienio, relativa a las cuestiones agraria, laboral y religiosa, y en la revisión de la Constitución.

Las elecciones dieron el triunfo a las candidaturas de derecha y de centro, con predominio de la CEDA de Gil Robles (115 escaños) y el Partido Radical de Lerroux (102), ya que la legislación electoral favorecía a las coaliciones. El tercer grupo en número de diputados fue el PSOE (59), que se encontraba aislado.

Ante estos resultados, el presidente de la República (Alcalá Zamora) encargó la formación de gobierno a Alejandro Lerroux, líder del Partido Radical. En una primera fase, el nuevo ejecutivo tuvo el apoyo de la CEDA, que no formó parte del gobierno. Posteriormente, la CEDA ocupó algunos ministerios.

Actuaciones políticas del gobierno de Lerroux

Comenzó así un nuevo período republicano (noviembre de 1933 – febrero de 1936), conocido como Bienio radical-cedista o, según sus detractores, Bienio negro. Estos dos años están marcados por un brusco frenazo a las reformas emprendidas durante el bienio Republicano-azañista, sobre todo de la reforma agraria. El orden público se deteriora cada vez más en el campo y las ciudades, culminando en los hechos de la revolución de Asturias y la represión de la misma.

Los rasgos principales de esta etapa fueron los siguientes:

  • La dificultad para formar gobiernos estables, pues se sucedieron diez gabinetes ministeriales en poco más de dos años. Hasta octubre de 1934, estos tuvieron un claro predominio del Partido Radical, presididos por Lerroux, respaldados por los votos de la CEDA, que consiguió numerosas concesiones.
  • Los gobiernos de esta etapa se dedicaron a frenar o a anular, según los casos, las medidas del bienio anterior. Suspendieron muchas de sus leyes y proyectos: la reforma agraria se paralizó casi por completo a partir de 1934, mientras que los decretos de Largo Caballero para el campo fueron suspendidos o derogados, se impidió la aplicación de la Ley de Congregaciones Religiosas, se aprobó una Ley de Amnistía (abril de 1934) a favor de los implicados en el intento de golpe de Estado de Sanjurjo. Los sindicatos agrarios de la UGT organizaron una huelga general en junio de 1934 como protesta, pero fue un fracaso. El Gobierno aprovechó para ejercer una brutal represión.
  • El desarrollo autonómico cayó en el olvido. La autonomía catalana sufrió un frenazo, pues no se transfirieron todas las competencias (hasta 1936). Los estatutos vasco y gallego no se tramitaron.

La revolución de octubre de 1934

En octubre de 1934, la CEDA le retira su confianza al gobierno centrista de los radicales de Lerroux y exige participar en el gobierno. El presidente de la República, Alcalá-Zamora, a pesar de los temores que le inspiraba la ideología de Gil-Robles, presiona a Lerroux para que incluya a tres ministros de la CEDA en el nuevo gobierno. Sin embargo, este nombramiento no es aceptado por los partidos de izquierda, especialmente el PSOE, que esperaban una convocatoria anticipada de elecciones generales.

Este hecho fue, además, la señal para el estallido de una revolución que llevaba tiempo preparándose. El movimiento insurreccional contó con el apoyo de la Generalitat, el PCE y la CNT (esta sólo en Asturias) y se redujo a una huelga general en las grandes ciudades. El comité revolucionario socialista, dirigido por Largo Caballero, comenzó la insurrección revolucionaria el 5 de octubre declarando la huelga general en toda España. En Madrid, los planes previstos fracasaron, así ocurrió también en otras poblaciones; en Vizcaya, en sus zonas mineras, hubo enfrentamientos entre el ejército y la Guardia Civil contra los insurrectos.

En Cataluña, el conflicto tuvo características políticas más que sociales. Por esta causa, contó con tan escasas simpatías entre los medios obreros. Companys proclamó el «estado catalán dentro de la República federal española». Como consecuencia, la autonomía de Cataluña fue suspendida y Companys fue encarcelado junto con los miembros de su Gobierno.

En Asturias se produjo una auténtica revolución obrera. Aquí se había formado una Alianza Obrera, modelo que defendía Largo Caballero, que agrupaba al PSOE-UGT, la CNT y a los comunistas y trotskistas del POUM (Partido Obrero Unificado Marxista). Los sublevados asaltaron cuarteles de la Guardia Civil, hubo asesinatos de sacerdotes y propietarios burgueses… Para sofocar la rebelión, el gobierno recurrió a la Legión y a las tropas de Regulares de Marruecos, en una operación coordinada por el general Franco. En toda España se practicaron miles de detenciones, calculándose en torno a unas 30.000; además de unos 1500 muertos.

El final del gobierno Radical

Tras los hechos de octubre ya nada sería igual. La CEDA, como fuerza dominante, se empleó a fondo para castigar a los responsables de la sublevación de Asturias: muchos líderes del PSOE fueron encarcelados, y también Azaña, lo que no contribuía a aproximar posturas, sino todo lo contrario. Con respecto a Cataluña, con el Gobierno de la Generalitat en la cárcel, se suspendió el estatuto de autonomía. En lo militar, Gil Robles, entonces ministro de la Guerra (desde mayo de 1935), incorporó a los más altos puestos a los generales Fanjul, Goded, Mola y Franco, famosos por su antiazañismo y de dudosa lealtad republicana.

Se llegó a barajar también la posibilidad de reformar la Constitución de 1931. La indignación que generó esta represión y las voces que solicitaban amnistía contribuyeron considerablemente a acercar las posturas de las formaciones de centro-izquierda. Azaña se convirtió en un mártir político debido a la injustificada persecución gubernamental que sufrió. Su fama creció enormemente y, a lo largo de 1935, protagonizó mítines masivos como los de Mestalla y Baracaldo. Formó, además, un nuevo partido, Izquierda Republicana (1934).

A raíz de la profunda crisis de octubre de 1934, los gobiernos de centro-derecha quedaron relativamente erosionados desde el punto de vista político. Además, las actuaciones del Gobierno durante 1935 fueron muy impopulares: la Ley Agraria, que deshacía algunas de las conquistas del bienio anterior; el bloqueo en las Cortes del Estatuto de Autonomía vasco; los nombramientos en el Ejército de militares poco o nada partidarios de la democracia, como el general Franco, que fue nombrado jefe del Estado Mayor, etc.

Todo se precipitó a finales de 1935 al estallar dos escándalos de corrupción en los que se vio envuelto el Partido Radical: el estraperlo, donde hubo sobornos para la concesión de la explotación de una ruleta, y el asunto Nombela, por pagos irregulares a una naviera. Desacreditado el gobierno, Lerroux se vio obligado a dimitir en septiembre de 1935. Los gobiernos que le sucedieron (Chapaprieta, Portela) fueron breves a causa de la falta de consenso entre las fuerzas parlamentarias. Ante esta situación política, el presidente de la República disolvió las Cortes y convocó elecciones para febrero de 1936.

Cronología de Eventos Relevantes

  • 1502: Conversión forzosa de los mudéjares.
  • 1512: Conquista del Reino de Navarra.
  • 1520: Revuelta de los comuneros de Castilla.
  • 1556: Inicio del reinado de Felipe II.
  • 1561: Establecimiento de la corte en Madrid.
  • 1569: Rebelión morisca de las Alpujarras.
  • 1571: Batalla de Lepanto.
  • 1580: Unión de Portugal.
  • 1588: Desastre de la Armada Invencible.
  • 1609: Expulsión de los moriscos.
  • 1621: Inicio del reinado de Felipe IV.
  • 1643: Batalla de Rocroi.
  • 1648: Paz de Westfalia.
  • 1659: Paz de los Pirineos.
  • 1665: Inicio del reinado de Carlos II.
  • 1700: Fin del reinado de Carlos II.

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