Crisis del Reinado de Alfonso XIII
La crisis nacional derivada de la pérdida de Cuba (el Desastre del 98) abre una nueva etapa en la historia de España, con Alfonso XIII como rey desde 1902, caracterizada por una crisis política permanente.
Causas de la Inestabilidad Política
- Personalidad del Rey: Se implicó activamente en la política, dejándose influir por lo más conservador del ejército, lo que contribuyó grandemente al descrédito final de la monarquía.
- División Interna de los Partidos del Turno: Provocada por la desaparición de los líderes históricos (Cánovas, Sagasta) y las luchas entre los nuevos jefes por el control de sus grupos.
- Partido Conservador: Antonio Maura, Eduardo Dato
- Partido Liberal: José Canalejas, Conde de Romanones
- Progresiva Pérdida de la Influencia del Caciquismo: El resultado es que las mayorías en las Cortes fueron precarias. Al mismo proceso de fraccionamiento parlamentario contribuyó la aparición y el crecimiento de partidos políticos ajenos al sistema de la Restauración.
Socialistas, radicales, republicanos y nacionalistas incrementaron cada vez más su fuerza electoral. Desde 1917, ningún partido era capaz de formar gobierno por sí solo, lo que llevó a recurrir a los gobiernos de concentración.
Otras Cuestiones en Crisis
- Aumento de las Luchas Sociales: En su origen está la mayor conciencia y fuerza alcanzadas por las organizaciones obreras.
- La Cuestión Clerical: Los sectores más radicales del partido liberal propugnan un anticlericalismo que ya existía en republicanos y socialistas. El apoyo de los sectores eclesiásticos a los sectores conservadores y el monopolio que quiere seguir ejerciendo de la enseñanza, hace que aflore un anticlericalismo que cada vez es más patente en las clases populares. Canalejas, en 1910, promulgó la Ley del Candado por la que se prohibían el establecimiento de nuevas congregaciones religiosas.
- Problema Militar: Dado que la distancia entre la sociedad civil y el Ejército había ido aumentando debido al injusto sistema de quintas, que libraba del servicio militar a los que pudieran pagar una cuota (soldados de cuota), y se agravó con la Ley de Jurisdicciones (1906) que ponía bajo jurisdicción militar las ofensas orales o escritas a la unidad de la patria, la bandera y el honor del ejército.
- Problema de Marruecos: Que conjugó desastres militares con un débil expansionismo colonial, provocando más fractura entre la sociedad civil y el estamento militar.
Las Crisis del Sistema
La primera década del siglo XX estuvo marcada por los intentos de aplicar desde el gobierno las reformas regeneracionistas, que fracasaron por las disputas internas de los partidos y otros problemas que generarían tres crisis: 1905, 1909 y 1917.
Crisis de 1905
En 1905, bajo el gobierno de los liberales, estalló una grave crisis en Cataluña. Allí, en 1901, se había fundado la Lliga Regionalista, partido nacionalista conservador liderado por Prat de la Riba y Francesc Cambó. En 1905, ganó las elecciones municipales de forma aplastante. Los militares, alarmados, denunciaron lo que consideraban un triunfo del separatismo. La prensa nacionalista contraatacó con comentarios y caricaturas considerados ofensivos por muchos militares. Como respuesta, trescientos oficiales asaltaron e incendiaron sus imprentas. En medio del escándalo, el Gobierno hizo suspender las garantías constitucionales y, presionado por el Ejército, aprobó la llamada «ley de jurisdicciones». Esta criticada medida ayudaría a unir a las principales fuerzas nacionalistas catalanas en Solidaritat Catalana, que hizo desaparecer casi por completo a los partidos Liberal y Conservador en Cataluña.
En enero de 1907, el rey nombró jefe de Gobierno a Antonio Maura, líder del Partido Conservador, quien emprendió un ambicioso programa de gobierno que intentó regenerar el anquilosado y corrupto sistema, pero la resistencia de la oligarquía haría fracasar dicho programa.
Crisis de 1909 y la Semana Trágica de Barcelona
En los años siguientes, la tensión fue aumentando en Cataluña, motivada por el auge del nacionalismo, el avance obrero (Solidaridad Obrera), la aparición del Partido Republicano Radical, el anticlericalismo y el antimilitarismo, pero fueron la situación de Marruecos y los errores del gobierno los que provocarían la segunda grave crisis: la Semana Trágica.
En julio de 1909, los miembros de algunas kabilas próximas a Melilla atacaron a los trabajadores españoles de una de las compañías mineras. El Gobierno de Maura decidió enviar al ejército y aprovechar la ocasión para ensayar el plan de movilización de reservistas. Ordenó la incorporación de estos en Madrid y Barcelona. En ambas ciudades se produjeron fuertes protestas y manifestaciones y días después se produjo el primer choque contra los marroquíes cerca de Melilla. Las primeras noticias del desastre del Barranco del Lobo, que causó más de 1.200 bajas, coincidieron con el inicio de una huelga general en Barcelona, el día 26, convocada por Solidaridad Obrera y respaldada por UGT. El paro fue total y la huelga se extendía a las ciudades industriales vecinas. Durante tres días se sucedieron asaltos y quemas de conventos, luchas callejeras y enfrentamientos entre huelguistas y miembros de la policía y el Ejército. El balance fue de más de un centenar de muertos, numerosos heridos y edificios destruidos. Luego llegaron las detenciones en masa y los juicios. El más grave fue el procesamiento irregular, condena y ejecución del pedagogo y anarquista Francisco Ferrer y Guardia, fundador de la Escuela Moderna. Hoy parece demostrado que no participó en los hechos, más bien se quería personificar en él el escarmiento. Su ejecución se produjo en medio de una oleada de protestas internacionales.
Las consecuencias de la Semana Trágica fueron importantes. Provocó la caída de Maura, muy desprestigiado. Propició la Conjunción republicano-socialista, una alianza electoral que en 1910 consiguió un gran éxito y otorgó el primer escaño en las Cortes a Pablo Iglesias. Y, en general, contribuyó a reforzar las organizaciones sociales y a extender la crítica al sistema político de la Restauración entre la opinión pública.
Neutralidad durante la Primera Guerra Mundial
El estallido de la Primera Guerra Mundial, en agosto de 1914, fue seguido de una declaración de neutralidad del Gobierno español. Como consecuencia de ello, a partir de 1915 se produjo un auténtico boom económico. España se convirtió en suministradora de los países en guerra. Pero también afloraron las consecuencias sociales negativas. La repatriación de emigrantes incrementó el paro y las exportaciones, la escasez dispararon los precios muy por encima de los salarios y el escándalo de las fortunas construidas con la especulación provocaron una tensión social explosiva y el auge de las organizaciones obreras. La UGT y sobre todo la CNT (Confederación Nacional del Trabajo) incrementaron en cientos de miles sus afiliados.
Crisis General de 1917
En el proceso de esta crisis, que se inició en junio, van a confluir tres grandes crisis:
- Militar: La carestía de la vida había afectado a los militares como a los demás funcionarios y ello se combinaba con el rechazo de la promoción rápida a los militares con destino en Marruecos.
- Parlamentaria: En julio estalló otro conflicto, una crisis parlamentaria. Los partidos de la oposición llevaban meses reclamando la reapertura de las Cortes.
- Obrera: Pero el principal acontecimiento de la crisis fue la huelga general del mes de agosto. Desde marzo, los sindicatos empezaron a organizar una huelga general indefinida.
La huelga se extendió desde el 13 de agosto y tuvo un seguimiento bastante importante. Madrid, Bilbao, Oviedo, Gijón y otras capitales quedaron paralizadas; las zonas mineras e industriales secundaron el paro masivamente, mientras el seguimiento fue más tibio en las zonas agrarias. La respuesta del Gobierno fue durísima: sacó las tropas a la calle y las enfrentó con los piquetes. Después de una semana, los sindicatos desconvocaron la huelga, y poco a poco se restableció la normalidad por todo el país. Solo en Asturias, donde la huelga adquirió tonos especialmente violentos, se prolongó dos semanas más.
La huelga de 1917 tuvo consecuencias importantes. Hubo un centenar de muertos y miles de detenidos. Sin embargo, y pese a la derrota, demostró a los sindicatos la capacidad de movilización que tenían. Por otro lado, llevó a las Juntas, ante la amenaza al orden social, a reaccionar en favor de la represión y a abandonar sus peticiones reformistas. En tercer lugar, agudizó la crisis política: en octubre, Dato dimitió y se formó un frágil gobierno de coalición. La participación de la Lliga en él, además, desactivó la asamblea de los parlamentarios.
La Quiebra Final de 1918-1923
A partir de 1918 y hasta 1923 se sucedieron once gobiernos, respaldados por débiles minorías. Mientras, la situación económica y social se fue agravando.
Desde 1919, el enfrentamiento entre los trabajadores y los patronos entró en una fase de extrema violencia, sobre todo en Barcelona, etapa conocida como el pistolerismo. Se desencadenó una lucha cerrada entre los huelguistas y los empresarios, que pusieron en práctica el lock-out, dejando en la calle a 100.000 trabajadores y financiaron el Sindicato Libre, una organización de pistoleros que actuó, con el apoyo de la Policía, asesinando a los principales líderes del movimiento obrero barcelonés. Los sectores más radicales del anarquismo respondieron con la «acción directa» contra los miembros del Sindicato Libre y dirigentes de la burguesía catalana, y se entró de esta forma en una espiral que se extendió a las principales ciudades del país en una ola de violencia sin precedentes. Entre los muertos se encontrarían el presidente de gobierno Eduardo Dato y el líder anarquista Salvador Seguí.