Tema 6: Guerra Colonial y Crisis de 1898:
Durante la época del imperialismo, la escasa capacidad financiera, diplomática y militar española para defender sus posesiones coloniales hará que intente mantener una política que trataba de no involucrar a España en los compromisos internacionales y de respetar el equilibrio entre las potencias. Mientras éstas, lanzadas a la carrera colonial, se repartían el mundo, España quedaba no solo marginada del reparto, sino que perdía sus posesiones. A finales del siglo XIX, España vivió una profunda crisis que tuvo como detonante las guerras de independencia colonial de Cuba, Puerto Rico y Filipinas.
El origen del conflicto estuvo en:
- La inadecuada política colonial realizada por los partidos dinásticos, al no reconocer los deseos autonomistas y bloquear las reformas demandadas por nuestras colonias.
- Los intereses expansionistas de EE. UU., como consecuencia de su desarrollo industrial y demográfico. La posesión de Cuba suponía el control del principal productor de tabaco y azúcar. A EE. UU. les interesaba el mercado y la posición geoestratégica de las posesiones españolas.
1.- El Imperio Colonial Español:
España, tras la independencia de sus posesiones en la América continental a inicios del siglo XIX, seguía siendo una potencia colonial, más por la situación de sus territorios que por la extensión de estos. Así:
- En América poseía dos islas clave: Cuba y Puerto Rico (Las Antillas).
- La posición de España y la posición de Ceuta y Melilla permitía el control del estrecho de Gibraltar, una ventaja difícil de mantener. También poseía algunos territorios en la zona costera de África.
- En el Pacífico contaba con las Filipinas, así como los pequeños grupos de las islas: Marianas, Palaos y Carolinas.
Cuba y Puerto Rico basaban su economía en la agricultura de exportación, esencialmente basada en el azúcar de caña y el tabaco, en la que trabajaba mano de obra negra esclava. Eran unas colonias que alcanzaron un importante desarrollo y que eran muy lucrativas para la metrópolis. Cuba se convirtió en la primera productora de azúcar en el mundo.
La hegemonía española se fue basando cada vez más en la defensa de los intereses de una reducida oligarquía esclavista y de una burguesía adinerada beneficiadas por la relación comercial con la metrópolis y que no deseaban ningún cambio. Frente a ellos existía una clase media que se nutría de criollos, defensores de liberalizar el comercio con EE. UU. y de una autonomía política, y en muchos casos de la independencia.
Las duras leyes arancelarias impuestas por el gobierno convirtieron a estos territorios en un “mercado exclusivo” de los textiles catalanes o las harinas castellanas. Esta situación perjudicaba a Cuba y Puerto Rico, que podían encontrar productos mejores y más baratos en EE. UU. Cuando, a partir de mediados del siglo XIX, el azúcar de caña cubano encontrara una competencia cada vez más fuerte en los mercados europeos (por el auge del azúcar de remolacha), los hacendados criollos pedirán mayor libertad de comercio en el mercado norteamericano.
El caso filipino era diferente. Aquí la población española era escasa y muy pocos los capitales invertidos. El dominio español se sustentaba en una pequeña presencia militar y, sobre todo, en el poder de las órdenes religiosas. La presencia en el Pacífico y en Asia era débil y poco rentable para España desde el punto de vista económico. El interés de las Filipinas estaba más en el futuro, ya que podría servir como base para su influencia en el mercado continental asiático. El problema estaba en que ese interés era compartido por EE. UU. y otros países europeos como Francia, Gran Bretaña, Prusia, Portugal y Holanda. Las Carolinas, Marianas y Palaos, de momento, no eran tan codiciadas como las Filipinas, pero su posición era interesante como base de aprovisionamiento para diversas rutas hacia Asia.
2.- Cuba:
1.- La Guerra de los Diez Años o Guerra Larga (1868-1878):
Cuba era la principal exportadora mundial de azúcar e importante productora de café y tabaco, y estaba siendo explotada por España, que monopolizaba el mercado colonial en su beneficio y en contra de los intereses isleños. Esta situación favoreció el nacimiento de un sentimiento de independencia entre los hacendados cubanos, los cuales vieron a la independencia política como la única vía para la independencia económica. Uno de ellos, Manuel Céspedes, iniciará la guerra contra España por la independencia de Cuba en su hacienda cercana a Yara. Es El Grito de Yara (10-10-1868), por el que se inicia la Guerra de los Diez Años. Al descontento político y económico, se unió el descontento social, la esclavitud. Aunque el gobierno trató de sacar adelante un proyecto de abolición de la esclavitud, la negativa por parte de los sectores económicos españoles con intereses en Cuba frustró la posibilidad de una solución pacífica al conflicto. A los criollos blancos que aspiraban a la independencia se les unió la población negra, bastante numerosa, con el fin de acabar con la esclavitud. EE. UU. aprovecha la situación para tratar de anexionarse la isla mediante una oferta de compra. En esos momentos, España utilizará una doble estrategia:
- La vía diplomática frente a EE. UU. para rechazar la oferta de compra de la isla.
- El uso de las armas frente a los rebeldes cubanos, lo que obligó al gobierno a mantener la isla militarizada.
Con el Grito de Yara, los mambises (los que luchaban por la independencia de Cuba) comenzaron una intensa lucha contra la autoridad española representada por el General Dulce. Este primer enfrentamiento fue una guerra de desgaste, en la que los rebeldes tuvieron a su favor:
- El apoyo de los campesinos y la población negra.
- Poca atención de España, que se encontraba inmersa en la tercera Guerra Carlista.
Finalizada la guerra carlista, el gobierno pudo centrarse en Cuba y enviar tropas al mando del general Martínez Campos, que bajo la promesa de amnistía, reformas y autonomía puso fin a la guerra con la Paz de Zanjón (1878). La política represiva de las autoridades españolas ante las reivindicaciones autonómicas y el hecho de que España no cumpliera con sus promesas favoreció el estallido de una nueva insurrección (entre 1879 y 1880), la conocida Guerra Chiquita.
Con la Paz de Zanjón, se intentó unir Cuba con España como si fuera una provincia más. Cuba, al igual que Puerto Rico, eligió diputados al Congreso. Se formaron dos partidos políticos:
- La Unión Constitucional o partido conservador, integrado por los españoles, partidarios del completo control sobre la colonia y en contra de toda reforma.
- Partido Autonomista, compuesto por criollos que querían obtener por medios pacíficos y legales unas instituciones políticas particulares para la isla.
En 1878 se liberó a esclavos que hubieran luchado en alguno de los dos bandos, aunque la abolición definitiva de la esclavitud se produjo en 1886.
España puso en marcha dos estrategias con las que contrarrestar el independentismo cubano:
- El afán por “ganar a los negros”. Las autoridades fueron conscientes de la importancia del problema negro en Cuba y llevaron a cabo una labor de promoción cultural hacia los negros y contra la discriminación racial. Fueron suprimidos todos los impedimentos para la asistencia a cualquier centro de enseñanza o cualquier tipo de rechazo en transportes o locales públicos.
- La hispanización de la sociedad cubana: mediante una política inmigratoria que aprovecharon, sobre todo, gallegos y asturianos.
El gobierno español no introdujo reformas políticas ni concedió la autonomía a Cuba, por lo que una cámara autonómica cubana adoptó medidas que el gobierno español no podía tolerar, y el conflicto terminó en el enfrentamiento y la independencia.
En 1892, Antonio Maura (ministro de Ultramar), consciente de la gravedad de la situación, propuso un Plan de reformas coloniales. Sin embargo, este proyecto fracasó.
2.- La Guerra Cubana de 1895-1898:
En 1895 se inició la Guerra de Independencia. En ese año se reinició la sublevación con el Grito de Baire, liderada por José Martí, que había fundado el Partido Revolucionario Cubano y había conseguido apoyo político y financiero de EE. UU. Junto a Martí lucharon otros líderes independentistas, como Máximo Gómez y Antonio Maceo, que asumirán la dirección militar de los rebeldes tras la muerte de Martí. En esta guerra hay dos novedades respecto a la anterior:
- Los sublevados llevan la revolución a la zona occidental de la isla y arrasan todo lo que encuentran a su paso.
- EE. UU. apoyará abiertamente a los independentistas.
Cuando estalla esta nueva guerra, Sagasta, que preside en esos momentos el gobierno, presenta su dimisión siendo sustituido por Cánovas. Para ambos, la autonomía de Cuba era algo necesario, pero mientras que para Cánovas la paz era el paso previo a las reformas, para Sagasta la concesión de reformas debía ser lo primero, ya que ellas traerían la paz. Cánovas envía nuevamente a La Habana al general Martínez Campos, que se encuentra con una difícil situación:
- La sublevación se extiende por toda la isla.
- El estado del material es lamentable.
- La tropa se ve sacudida por enfermedades tropicales.
- El apoyo civil es escaso.
Miles de españoles embarcaron con destino a Cuba para librarse de realizar el servicio militar. Martínez Campos intentó controlar las vías de comunicación y los centros de producción, pero no pudo evitar que los rebeldes llegaran hasta las cercanías de La Habana. Ante su escaso éxito, fue sustituido por Valeriano Weyler, que dio la vuelta a la situación militar:
- Reforzando la división del territorio de la isla por medio de trochas o líneas fortificadas que impedían el paso de los rebeldes de una zona a otra, aislando unos grupos de otros y haciendo más fácil su eliminación.
- Empleando la violencia como medio de represión. Concentró a los campesinos en poblados vigilados y acabó con las cosechas y el ganado para evitar que apoyaran a los rebeldes. Las enfermedades y el hambre causaron una gran mortandad entre los campesinos.
Esta política hizo perder aún más popularidad a los españoles y aumentó las críticas internacionales, principalmente las de EE. UU., que creó en su país un clima favorable a la intervención militar. El asesinato de Cánovas en un atentado terrorista llevará al liberal Sagasta al gobierno. Partidario de un entendimiento con los rebeldes y buscando apaciguar a EE. UU., sustituirá a Weyler por el general Blanco. Se inicia una vía de solución política hacia la autonomía, tanto para Cuba como para Puerto Rico. Aunque el gobierno español no reconocía la proclamación de la república de Cuba hecha por los rebeldes, sí concedería la autonomía a la isla, que entraría en vigor en 1898. Los cubanos solo se contentaban con la independencia que lograrían con la intervención de EE. UU. en 1898.
3.- Puerto Rico:
En Puerto Rico también se reclamaban reformas políticas, económicas y sociales. Delegados de la isla acudieron a Madrid formando parte de una Junta de información para estudiar posibles leyes especiales para Cuba y Puerto Rico. Llevaban la abolición de la esclavitud como punto principal de su programa. La Junta no tuvo resultados inmediatos y los delegados volvieron decepcionados. La circunstancia anterior no fue ajena al primer intento de independentismo El Grito de Lares, que no tuvo mucha acogida entre los criollos. Sin embargo, la creciente tensión entre España y EE. UU. y la inminencia de la guerra entre ambos estados alentaron a unos cuantos isleños a solicitar la ayuda norteamericana para romper con el dominio español. Desde este momento, EE. UU. puso sus miras en una posible anexión de la isla que sucedería tras la derrota española frente a EE. UU. en 1898.
4.- Filipinas:
Simultáneamente al conflicto cubano, se abrió un nuevo frente con la insurrección en Filipinas, que estaba olvidada por el gobierno español con sus recursos naturales mal aprovechados. Las islas filipinas nunca habían despertado tanto interés en España como las colonias americanas, pero la pérdida de éstas dirigió la atención hacia la riqueza en tabaco y azúcar de Filipinas, cuya explotación y comercio se intentó fomentar. Sin embargo, el principal interés estaba en el hecho de que podría servir como base para llegar al mercado continental asiático. Uno de los objetivos españoles fue mejorar los servicios esenciales, las comunicaciones y las obras públicas. Uno de los principales problemas era la diversidad de etnias y su dispersión. Las autoridades civiles se sirvieron de las órdenes religiosas (principalmente dominicos, agustinos y jesuitas) que se convirtieron en la figura principal española en la mayoría de los pueblos y ciudades. En sus manos estaban prácticamente todos los medios de enseñanza y cultura. Las insurrecciones de los nativos fueron constantes desde 1812. La principal tuvo lugar en la Isla de Luzón. Simultáneamente al conflicto cubano, se abrió un nuevo frente con la insurrección en Filipinas. El levantamiento encabezado por José Rizal y Emilio Aguinaldo fue duramente reprimido por el general Polavieja, siendo Rizal fusilado. La rebelión fue sofocada en 1897. Pero cuando los norteamericanos declaren la guerra a España en 1898 por la cuestión cubana, se presentarán también ante los filipinos como sus libertadores, pactarán con los rebeldes y atacarán a la escuadra española.
5.- La Guerra con EE. UU. (1898):
La verdadera pretensión de EE. UU., movida por intereses económicos y estratégicos, era anexionarse los territorios españoles de ultramar, en especial Cuba, y la guerra fue la alternativa que eligió después de frustrados intentos de comprársela a España. La presión norteamericana sobre la isla se acrecentó con la llegada a la presidencia de EE. UU. de Mackinley. Los EE. UU. eran una potencia mundial que estaba construyendo su imperio, mientras que España mantenía a duras penas sus últimas posesiones coloniales. Era la pugna entre el imperialismo decadente español y el que estaba naciendo y que iba a marcar los tiempos posteriores: el norteamericano. El pretexto para declarar la guerra a España fue el hundimiento del crucero norteamericano “Maine” el 15 de febrero de 1898, que se encontraba anclado en el puerto de La Habana. Este barco había sido enviado por el Gobierno de EE. UU. en “visita de amistad”, pero en realidad estaba en la isla llamado por el cónsul de EE. UU. para proteger a los ciudadanos norteamericanos residentes en ella. España trató de no caer en la provocación que suponía esta presencia y respondió enviando a su acorazado “Vizcaya” al puerto de Nueva York. Mackinley nombró una comisión para que investigase las causas del hundimiento. El gobernador de Cuba, general Blanco, hizo lo mismo. Los norteamericanos determinaron que el “Maine” había sido víctima de un sabotaje español. Por su parte, la comisión española declaró que la catástrofe se había producido por un fallo en el mecanismo del barco no intencionado. Ante tales divergencias, España propuso una comisión investigadora de carácter internacional, pero EE. UU. rechazó esta idea dejando en el aire la posibilidad de que hubiera sido un atentado. Aquel hundimiento fue provocado por una explosión que nadie pudo justificar, la prensa norteamericana acusó a España y convirtió el hundimiento en el motivo buscado para su intervención militar. Los cubanos vieron con agrado la intervención estadounidense, ya que con su ayuda esperaban lograr su ansiada independencia. Desde este momento, a la liberación de Cuba se unía la de Puerto Rico, Filipinas y las islas Marianas.
En abril de 1898, EE. UU. presentó un ultimátum que era prácticamente una declaración de guerra a España. El ejército informó que la guerra estaba perdida de antemano, aunque el Gobierno prefirió una derrota honrosa antes que una paz comprada. La guerra tuvo un desenlace rápido debido a que España carecía de recursos para sostener una guerra en una zona tan alejada y no contaba con una marina moderna capaz de enfrentarse a la de EE. UU. Las fuerzas terrestres españolas ofrecieron una gran resistencia, pero la guerra se decidió en el mar y la escuadra española era muy inferior a la de EE. UU. Una escuadra de acorazados estadounidenses atacó a la española, que estaba bajo el mando del almirante Montojo, en Cavite, hundiéndola rápidamente.
En Cuba, otra escuadra de EE. UU. bloquea la isla. Hasta allí se dirige una escuadra española al mando del almirante Cervera, que burla el bloqueo pero se ve obligado a entrar en el puerto de Santiago de Cuba para repostar y allí quedó atrapada. La opinión pública española reclama que la escuadra salga a mar abierto. Cervera, consciente de la inferioridad de su escuadra, es partidario de resistir desde tierra, pero finalmente es obligado a zarpar. Nada más salir del puerto, la flota española fue hundida por la de EE. UU. el 3 de julio de 1898, esto hizo imposible la resistencia de las tropas de tierra. Poco después se produjo la rendición de Santiago.
En Puerto Rico, la flota americana había bombardeado San Juan. Se solicitó la presencia de la escuadra de Cervera, pero esta no pudo llegar nunca. Las tropas norteamericanas desembarcaron en la isla apoderándose de ella.
En Filipinas, tras su victoria en Cavite, las tropas norteamericanas desembarcan. Las tropas españolas, sin posibilidad de poder recibir refuerzos, no podrán resistir el ataque de los independentistas filipinos apoyados por las tropas de EE. UU. Tras la derrota, España firma el Protocolo de Washington, que equivale a un armisticio, un artículo de dicho protocolo fijaba la reunión de las delegaciones norteamericanas y española para celebrar las conversaciones definitivas de Paz en París.
Los representantes españoles amenazaron con retirarse, pero la posibilidad de un nuevo ultimátum hizo que aceptaran.
6.- Tratado de París (Diciembre 1898):
Este tratado puso fin al enfrentamiento colonial entre España y EE. UU., conocido también como la Guerra de los Cien Días. Por él, España cedió Puerto Rico, Filipinas y la isla de Guam a EE. UU., en concepto de indemnización de guerra y concedió la independencia a Cuba, aunque esta isla quedó bajo control norteamericano. Aunque el Tratado de París no significaba la completa desaparición de todo el antiguo imperio colonial español, esta acabó por producirse en poco tiempo. En 1899 se venden a Alemania las Palaos, Carolinas y Marianas y en 1900 las últimas islas que le quedaban del archipiélago filipino, a EE. UU.
7.- Consecuencias:
Para España, 1898 fue el año del desastre colonial. Este desastre puso de manifiesto la incapacidad política y militar de España para ser una potencia colonial y supuso el punto de partida para la disolución de la Restauración. El Desastre del 98 abrió la necesidad de un regeneracionismo nacional y un revisionismo político. Demostraba la incapacidad de la monarquía, de los partidos políticos y la ineficacia del sistema. A partir del Desastre del 98 nace el movimiento regeneracionista como solución a los problemas que tenía planteados el país. El regeneracionismo defendía la necesidad de modernizar España, terminando con la oligarquía y el caciquismo y dando prioridad a las reformas por encima de planteamientos partidistas. El regeneracionismo postulaba:
- La transformación del campo.
- Las reformas sociales.
- La ampliación de la autonomía municipal.
- La necesidad de un plan hidrográfico.
- La extensión de la cultura en España.
- El olvido del pasado.
El intelectual regeneracionista más destacado fue Joaquín Costa. Sin embargo, la actividad política no cambiará y la alternativa en el poder continuó. Tras la derrota, miles de soldados vuelven a España, ellos fueron las auténticas víctimas del desastre, miles de ellos murieron o quedaron heridos. En el futuro, el recuerdo de las consecuencias de estas guerras influyó en el estallido de la Semana Trágica de Barcelona, como protesta por el embarque de tropas hacia Marruecos para combatir en un nuevo conflicto colonial. Otro efecto del Desastre del 98 fue el creciente sentimiento antimilitarista de la sociedad española. Frente a ello, el ejército pasó a considerarse garante de la unidad nacional (que veían amenazada por el crecimiento de los separatismos nacionalistas) y de la paz social (amenazada por los movimientos obreros). La pérdida de las colonias trajo pérdidas económicas que alteraron las finanzas, la Hacienda pública y los precios, cuya subida afectó a los sectores más humildes, y llevaron a la pérdida de mercados y a la caída del textil catalán. La pérdida de las colonias llevó a muchos españoles a liquidar sus negocios en ellas y esto, unido al capital de los indianos que regresan a España, provoca una euforia económica. Estos capitales impulsarán el desarrollo industrial y financiero. Otra de las consecuencias del 98 fue el impulso de los nacionalismos, especialmente el catalán y el vasco. La crisis del 98 aceleró el proceso de transformación de algunos regionalismos en nacionalismo que piden ahora altas cotas de autonomía. Dirigentes catalanistas tras el “desastre” aspiran a potenciar su propia identidad nacional. La Lliga Regionalista Catalana dominará la política catalana. Prat de la Riba y Cambó serán sus líderes más destacados. En 1898, Sabino Arana, fundador del PNV, fue elegido diputado provincial de Vizcaya. Defendía el modelo de sociedad vasca que veía amenazado por la industrialización y la llegada de emigrantes. Apoyaba un nacionalismo radical y la independencia del País Vasco. Otra consecuencia fue el fin del imperio español y el inicio del imperio de los EE. UU. La sustitución del dominio español por el norteamericano engendró un profundo descontento en las antiguas colonias. La conmoción que supuso el Desastre del 98 quedó reflejada en la obra literaria de los escritores de la generación del 98. Con ellos comienza la Edad de Plata española que se prolongará hasta la Guerra Civil.