La Monarquía Hispánica de Felipe II: La Unidad Ibérica
Felipe II comienza a gobernar en 1556 con un ideario muy similar al de su padre, Carlos I: fortalecer el catolicismo y engrandecer el poderío hispánico.
Conflictos Internacionales
Uno de sus principales enfrentamientos fue con los turcos. Ante la amenaza del expansionismo musulmán, Felipe II se alió con la Santa Sede y Venecia, formando la Liga Santa. Obtuvo un rotundo éxito en la batalla de Lepanto.
En los Países Bajos tuvo graves problemas. Las causas fueron, por un lado, políticas, ya que la nobleza flamenca, encabezada por Guillermo de Nassau, reclamaba una mayor autonomía; y, por otro, religiosas, ya que en esta zona se había extendido el protestantismo. El conflicto se internacionalizó por la ayuda que Nassau recibió de Inglaterra. Al final, el territorio quedó dividido en una zona norte (Unión de Utrecht), de mayoría protestante, y una zona sur (Unión de Arrás), habitada mayoritariamente por católicos.
Con Inglaterra, en un principio, existieron buenas relaciones. Felipe estaba casado con la reina María Tudor. La muerte de esta y la subida al trono de Isabel I cambió el panorama. Tres años después, se declaró la guerra a España. Felipe II decidió atacar las islas con el envío de la Armada Invencible. Las tempestades y la pericia de la escuadra inglesa hicieron de la gigantesca expedición un rotundo fracaso.
Las relaciones con Francia fueron menos conflictivas que en el reinado anterior.
La Unión con Portugal
El hecho más notable de su reinado fue la unión con Portugal. En 1580 se produce la unión peninsular. La incorporación de Portugal no tuvo nada que ver con un nacionalismo castellano. Se realizó dentro de un marco dinástico, fue el desenlace de la política de uniones matrimoniales que venía desarrollándose entre ambos reinos. Felipe II de España, nieto de D. Manuel I, hereda el trono portugués, vacante por la muerte de D. Sebastián sin descendientes y posterior fallecimiento del cardenal-rey D. Enrique. Se inaugura una monarquía dual: dos reinos distintos, Portugal y España, en la persona del mismo monarca, Felipe II.
Las clases populares no vieron con buenos ojos esta decisión; preferían ver en el trono a D. Antonio, prior de Crato, que por línea bastarda descendía de su vieja dinastía. Sin embargo, las clases altas aceptaron a Felipe II, unos por resignación y otros porque esperaban ventajas económicas de la unión con Castilla. La resistencia de los partidarios de D. Antonio fue vencida y las Cortes de Tomar reconocieron como rey a D. Felipe, bajo una serie de condiciones que garantizaban la independencia portuguesa en todos los terrenos.
No satisfechos con la solución, los portugueses restaurarán su independencia en tiempos de Felipe IV, siendo proclamado rey de Portugal el Duque de Braganza con el nombre de D. Juan IV.
Política Interior
En política interior, Felipe II tuvo que hacer frente a la rebelión morisca de Las Alpujarras. El descontento de los moriscos estaba motivado por dos causas fundamentales: fuertes impuestos y permanente presión de la Corona para anular sus diferencias culturales y religiosas.
Los disturbios de Aragón en defensa de los fueros indican hasta qué punto estaba poco unida la Monarquía a finales del siglo XVI.
El Modelo Político de los Austrias: La Unión de Reinos
La dinastía de los Austrias reina en España durante los siglos XVI y XVII. Los reyes de esta época son: Carlos I (1516-1556), Felipe II (1556-1598), Felipe III (1598-1621), Felipe IV (1621-1665) y Carlos II (1665-1700).
Los Austrias van a continuar con el modelo político iniciado por los Reyes Católicos.
Características del Gobierno
El sistema de gobierno es una monarquía autoritaria. Los Habsburgo consolidan esta monarquía, en la que el rey legisla, juzga y ejecuta. Aunque, en este sentido, la monarquía fortaleció su administración, su castellanización y su centralización, su poder estuvo limitado por la existencia de diversos reinos y multitud todavía de señoríos. Las Cortes, o parlamentos, van perdiendo importancia, aunque sigan reuniéndose. El rey gobierna con la ayuda de los Consejos, especializados en diferentes áreas: el Consejo de Estado (único común en todo el reino, le competen las grandes decisiones de política exterior), el de las Indias, el de Castilla, el de Aragón, el de Hacienda… En el siglo XVI se crearon también el de Italia, Flandes y Portugal.
Mientras que Carlos I y Felipe II se tomaron muy en serio su papel de gobernantes (Felipe II tenía una capacidad de trabajo extraordinaria y atendía personalmente todos los asuntos), sus descendientes, los llamados «Austrias menores«, delegaron sus responsabilidades en manos de validos u hombres de confianza del rey que, en realidad, gobernaban en su nombre. Entre ellos destaca el conde-duque de Olivares, valido del rey Felipe IV, no solo por sus dotes de dirigente, sino, sobre todo, por haber sido un gran impulsor de las artes y las letras.
Economía y Sociedad en la España del Siglo XVI
Los esfuerzos de la monarquía por mantener su hegemonía en Europa supusieron el gasto de ingentes cantidades de dinero, que hicieron necesaria una sistemática política de recaudación a través de diferentes vías:
- Impuestos: el sistema impositivo se fue ampliando en la medida en que las necesidades de la Corona aumentaban.
- Plata americana: fue la principal fuente de financiación.
- Prestamistas: tanto Carlos I como Felipe II tuvieron que recurrir a prestamistas alemanes e italianos.
Pese a los considerables ingresos, el sistema se fue vislumbrando como insostenible, sobre todo cuando las remesas de metal americano comenzaron a escasear, de modo que, a lo largo del siglo XVI, se sucedieron las bancarrotas.
Economía Agropecuaria y Manufacturas
La economía del siglo XVI era eminentemente agropecuaria. El aumento de población, fundamentalmente en Castilla, impulsó la roturación de nuevas tierras. La ganadería trashumante mantuvo su importancia, merced al poder de la Mesta, aunque el comercio lanar con los mercados del norte se resintió de los conflictos con estos territorios. Las manufacturas siguieron bajo el control de los gremios. Destacó la industria de la pañería en Segovia, las actividades relacionadas con la construcción de galeones en los puertos del norte, y las metalurgias vasca y catalana.
Estructura Social
La sociedad seguía dividida en estamentos, basada en privilegios y la escasa movilidad.
- Estado llano: el más numeroso, estaba sometido al pago de tributos. Con una gran heterogeneidad, pues estaba formado desde los mendigos, los trabajadores del campo y de los oficios urbanos, hasta la incipiente burguesía comercial.
- Nobleza: cuyos miembros más destacados formaban la aristocracia palaciega; en la escala inferior se situaban los hidalgos.
- Clero: con la alta jerarquía eclesiástica, equiparados en poder con la alta nobleza, y un bajo clero, cuyos recursos eran mucho más modestos.
Cultura, Mentalidades y la Inquisición
El pensamiento humanista se difundió por Europa durante los siglos XV y XVI. Sus planteamientos (valoración del ser humano, recuperación del mundo clásico, etc.) se diferenciaban del pensamiento medieval y sirvieron para sentar las bases del desarrollo científico, artístico y cultural de la Edad Moderna.
Humanismo en España
En España, el humanismo fue penetrando poco a poco, sobre todo gracias a la obra de algunas personalidades, como el cardenal Cisneros, el filósofo Luis Vives o el gramático Antonio de Nebrija. La obra de estos pensadores se inscribe en un marco social propicio para la creación y difusión de la cultura (reinado de Carlos I): creación de universidades, aparición del mecenazgo, papel de la imprenta como elemento de transmisión cultural, mayor alfabetización, etc. El espíritu de la Contrarreforma terminó de sepultar las ideas humanistas durante el reinado de Felipe II. La Inquisición (tribunal eclesiástico creado por el Papa a finales del siglo XV con el fin de defender la fe católica y perseguir la herejía) tuvo un papel destacado en el cierre de España a las novedades que se estaban produciendo en Europa.
Siglo de Oro
La influencia del Renacimiento italiano se hizo sentir con fuerza. La altura de las manifestaciones literarias y artísticas en España ha supuesto la denominación de Siglo de Oro a la cultura de este periodo.
Mentalidad de la Época
Determinadas ideas tuvieron una gran importancia en las relaciones sociales de la época. Entre ellas, podemos destacar la preocupación existente por el honor, la honra, la limpieza de sangre, etc. Conceptos relacionados con valores que se consideraban propios de la nobleza. El predominio de la mentalidad de este grupo social explica la obsesión por obtener un título de nobleza. Su posesión implicaba el desprecio por cualquier actividad productiva. Actitud que contribuyó al atraso económico de España del siglo siguiente.