Restauración Borbónica: Canovismo, Constitución de 1876 y Oposición al Régimen

El sistema político de la Restauración

El principal valedor de los derechos de la dinastía borbónica durante el Sexenio Democrático fue Antonio Cánovas del Castillo, quién logró la abdicación de la reina Isabel II en su hijo Alfonso. En 1874, Alfonso de Borbón firmó el manifiesto de Sandhurst, en el cual anunciaba un nuevo programa político basado en el restablecimiento de la monarquía. Según el plan de Cánovas, seguidamente debía producirse la designación de Alfonso como soberano por las Cortes. Sin embargo, el general Martínez Campos efectuó un pronunciamiento en Sagunto que significó la proclamación del joven monarca.

El Canovismo y la Constitución de 1876

Las ideas políticas de Cánovas del Castillo constituyeron el eje ideológico de la Restauración. Sus características principales fueron:

  • Verdades básicas que son indiscutibles, que formaban parte de la historia: monarquía legítima, libertad, propiedad privada o la unidad de España.
  • Reconocimiento de otras cuestiones, como el tipo de sufragio, de los derechos individuales, y sobre las que podían caber distintas interpretaciones y modificaciones a lo largo del tiempo.
  • Establecimiento de una dinámica política que podía admitir cierto grado de discrepancia. El carlismo y los partidos republicanos y obreros quedaron excluidos.
  • Aceptación de un compromiso constructivo en la acción política. «El arte de lo posible»: conseguir y mantener el poder, esto es una idea básica.

Constitución de 1876

Se caracterizó por su breve contenido. Sus rasgos principales son:

  • La soberanía reside en las Cortes con el rey.
  • El rey poseía atribuciones muy amplias: nombraba al presidente del Consejo de Ministros, ejercía como jefe supremo del Ejército, y su potestad legislativa hacía que estuviese facultado para disolver las Cortes.
  • Las Cortes reproducían el tradicional modelo bicameral.
  • Los derechos fundamentales reproducían, en gran parte, los de la Constitución de 1869.
  • La religión católica era definida como la oficial del Estado, aunque se toleraban otras confesiones sin culto ni manifestaciones públicas.
  • La administración de la justicia o de la vida municipal y provincial se remitían a un desarrollo legislativo posterior.

Los partidos políticos y la dinámica del sistema

La Restauración requería la existencia de dos partidos políticos: el Partido Liberal Conservador y el Partido Liberal Fusionista.

El Partido Liberal Conservador conectaba con el moderantismo y el centro del periodo isabelino. La militancia de este partido de cuadros la formaron preferentemente la aristocracia y los grandes propietarios.

El Partido Liberal Fusionista fue el resultado de la adhesión al sistema de políticos. Más que un partido, era la suma de una serie de grupos unidos por las personalidades. Sagasta representó el centro-derecha del régimen.

Conservadores y liberales, que formaban la mayoría parlamentaria, se alternaron pacíficamente en el poder, a lo que se llamó turnismo.

  • La primera etapa predominó con los gobiernos conservadores, que se caracterizaron por el progresivo afianzamiento del régimen debido a varios factores:
    • Agotamiento político tras la inestabilidad y agitación vivida desde que posibilitó la normalización del país de forma autoritaria y centralista.
    • Se estableció la censura y se restringió la libertad de cátedra, el asociacionismo obrero y el derecho al voto se retrocedió.
  • La segunda etapa se inició con el fallecimiento del Rey. María Cristina se convirtió en Reina Regente. En estas difíciles circunstancias se produjo el Pacto de El Pardo: Cánovas cedió a Sagasta la Jefatura de Gobierno y el turnismo se consagró como la mejor garantía para la preservación del régimen.

El sistema ideado por Cánovas se afianzó y los liberales aprobaron medidas que pretendían suavizar el autoritarismo de la política canovista. Destacaron la Ley de Prensa, la Ley de Subvenciones, la Ley del Jurado y el establecimiento del sufragio universal masculino.

Los problemas de la Restauración: falseamiento electoral y caciquismo

El primer problema que puso en evidencia la fragilidad de la Restauración fue el falseamiento electoral. Se practicaron toda clase de fraudes, como el pucherazo, para asegurar el escaño de los candidatos pactados. La manipulación electoral permitió otorgar al nuevo gobierno la mayoría necesaria. El régimen canovista construía una «democracia al revés»: en lugar de ser las elecciones las que designaban a los gobiernos, eran estos los que, por la manipulación electoral, establecían la composición del Parlamento.

Por otra parte, el caciquismo fue un instrumento esencial de la manipulación electoral. El cacique controlaba su distrito y se encargaba de preparar las listas de los candidatos gubernamentales que ganaban las elecciones. Para conseguirlo, se apoyaba en su poder económico con el fin de condicionar el voto popular y, si esto no resultaba suficiente, recurría al fraude electoral.

Factores que propiciaron el régimen caciquil:

  • El bipartidismo entre partidos de cuadros dedicados a preparar elecciones y que no discrepaban respecto de las «verdades básicas».
  • Las reglas constitucionales que concedían al rey importantes prerrogativas y que fueron utilizadas por los partidos turnistas en su propio beneficio.
  • La arcaica estructura social de España, en la que la oligarquía agraria poseía un control casi absoluto sobre la mayoritaria población campesina, a la que coaccionaba para imponer sus dictados políticos.

La oposición al régimen

Además de los partidos Conservador y Liberal, existieron otros:

  • El carlismo: a la derecha del espectro político, durante el Sexenio Democrático recibió el apoyo del Vaticano y del catolicismo. Sin embargo, las actitudes aperturistas del Papa León XIII permitieron un acercamiento entre la Santa Sede y el nuevo régimen español. Así, el carlismo perdió su tradicional apoyo.
  • El republicanismo: se fragmentó en varios partidos: los posibilistas, la Unión Republicana, el Partido Republicano Radical y el Partido Republicano Federal.
  • El socialismo: en 1879 se fundó el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), siguiendo las recomendaciones de la Asociación Internacional de Trabajadores, con un programa marxista donde representaba los intereses de los trabajadores. Su fundador, Pablo Iglesias, marcó las principales líneas del partido en el informe que presentó a la Comisión de Reformas Sociales. El PSOE se organizó con motivo de su primer congreso, celebrado en Barcelona. Allí se estableció el modelo de un partido de masas con una estructura democrática.
  • Los nacionalismos periféricos: el origen del nacionalismo catalán se remonta al surgimiento de la Renaixença. Durante el Sexenio Democrático emergió la vertiente política del catalanismo en el contexto del proyecto federal del Estado y se desarrolló a partir de 1880. Dos años después se creó el Centre Catalá, que presentó a Alfonso XII un Memorial de Greuges. Representaba el proyecto de Código Civil y se reivindicaba el uso de la lengua catalana. La Unió Catalanista elaboró las Bases de Manresa. En ellas se propusieron la autonomía y el restablecimiento de las instituciones tradicionales catalanas. El nacionalismo vasco surgió como reacción contra la abolición de los Fueros en 1876, tras la guerra carlista. Entendía que la economía generaba un fuerte desarrollo industrial. Sabino Arana Goiri dio forma al primer nacionalismo vasco y fundó el Partido Nacionalista Vasco. En Galicia también aparecieron grupos regionalistas. El principal teórico del galleguismo fue Alfredo Brañas. Hubo otros focos regionalistas, como en Aragón, Valencia, Asturias y Andalucía. El andalucismo histórico se manifestó en el proyecto de Constitución Federal de Antequera.

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