El Impacto de las Reformas Borbónicas en la España del Siglo XVIII

Reformas en la Organización del Estado y la Monarquía Centralista en la España del Siglo XVIII: El Cambio Dinástico y sus Consecuencias

En 1713, el Tratado de Utrecht legitimó el cambio dinástico en España, instaurando a Felipe V de Borbón en el trono. Esta nueva dinastía introdujo una concepción renovada de la administración, impulsando una serie de reformas destinadas a fortalecer el poder absoluto del rey y a implementar un modelo centralista y racionalizado.

Los Decretos de Nueva Planta y la Unificación del Reino

Las reformas estatales comenzaron con los Decretos de Nueva Planta (1707 para Aragón y Valencia; 1715 para Mallorca y 1716 para Cataluña). Estos decretos, aplicados a los reinos de la Corona de Aragón como consecuencia de su oposición durante la Guerra de Sucesión, buscaban centralizar el poder en la figura del monarca, siguiendo la línea iniciada en el siglo anterior por el Conde Duque de Olivares. Se abolieron los fueros y se suprimieron los privilegios fiscales y militares, aunque se conservó el derecho privado, excepto en Valencia. Estos decretos significaron la unificación jurídica e institucional de los territorios de la Monarquía, estableciendo el castellano como idioma oficial. Solo Navarra y el País Vasco, debido a su lealtad a Felipe V durante la guerra, conservaron sus fueros y privilegios, manteniendo sus fronteras y aduanas.

Mediante el Auto Acordado de 1713, se modificaron las leyes tradicionales de sucesión a la Corona, instaurando la Ley Sálica. Esta ley otorgaba preferencia a los varones de la estirpe real sobre las mujeres, quienes solo podían heredar el trono en ausencia de herederos varones en la línea principal (hijos) o lateral (hermanos y sobrinos).

Transformaciones en las Instituciones Políticas y la Administración Territorial

Las reformas borbónicas impactaron profundamente en las instituciones políticas:

  • Las Cortes vieron reducido su papel a la jura del heredero. Se integraron las cortes de todos los reinos en unas Cortes Generales del Reino, sin atribuciones legislativas ni presupuestarias.
  • Los Consejos perdieron influencia política, a excepción del Consejo de Castilla, cuyos miembros eran predominantemente juristas.
  • Surgieron las Secretarías de Estado y Despacho, inspiradas en el modelo francés, precursoras de los actuales ministerios. Estas secretarías abarcaban todo el territorio de la Monarquía y concentraban en torno al Rey la labor ejecutiva, conformando el gabinete del Rey, verdadero núcleo del gobierno del Estado.

En cuanto a la administración territorial:

  • El territorio se dividió en 11 provincias, cada una a cargo de un Capitán General con poderes civiles y militares delegados por el rey. En cada provincia existía una Audiencia.
  • Los intendentes (1718) eran funcionarios reales, directamente dependientes del monarca, encargados de ejecutar la política oficial en su demarcación. Tenían precedencia sobre los corregidores y, a su vez, eran corregidores en la capital de provincia. Sus atribuciones variaron con el tiempo, reflejando las crecientes responsabilidades del Estado absoluto. Su principal función era centralizar la administración, actuando como enlace jurídico entre Madrid y las capitales de provincia. Eran los oficiales administrativos más importantes de la provincia, nombrados y controlados por el Gobierno, con autoridad para dictar órdenes de carácter local.

Modernización del Ejército y Reformas en la Hacienda

El ejército experimentó una modernización siguiendo el modelo francés:

  • Se implementó el reclutamiento obligatorio (quintas).
  • Se sustituyeron los Tercios por Regimientos.
  • Se modernizó el armamento.
  • Se mejoró la instrucción militar.
  • Se realizaron reformas para optimizar puertos y astilleros.

En el ámbito de la Hacienda:

  • Se intentó implementar una contribución única para todo el territorio, proporcional a la riqueza personal, pero sin alterar la estructura del Antiguo Régimen, respetando las exenciones de la nobleza y el clero.
  • Los impuestos indirectos siguieron siendo relevantes (alcabala, millones) y se establecieron monopolios de la Corona, como los de naipes, tabaco, sal y nieve.

En 1750, Fernando VI encargó la elaboración del Catastro de Castilla, conocido como el Catastro del Marqués de la Ensenada, con el objetivo de racionalizar los impuestos castellanos, siguiendo el modelo aplicado previamente en Cataluña. Aunque no logró la reforma fiscal deseada, este catastro proporciona información valiosa sobre los recursos y la riqueza de los pueblos y vecinos de Castilla.

Estas reformas no lograron sanear completamente la Hacienda, por lo que Carlos III recurrió a la creación de los vales reales o títulos de Deuda Pública al 4% de interés anual. Durante su reinado, se fundó el Banco de San Carlos, precursor del Banco de España, y se buscaron nuevas fuentes de ingresos para la Hacienda, como la creación de la Lotería Nacional.

Renovación Cultural y el Impacto de la Ilustración

En la primera mitad del siglo XVIII, bajo la influencia del pensamiento ilustrado, se produjo una importante renovación cultural y artística. Se crearon Academias que fomentaron el estudio de las letras, las ciencias y las artes, como la Real Academia Española (1713) y la Real Academia de Bellas Artes.

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