España a principios del siglo XX: Crisis, Dictadura y Movimiento Obrero

1. Los problemas de España a principios del siglo XX

Al inicio del siglo XX, España presentaba cuatro grandes problemas:

  • El retraso económico y cultural respecto al resto de Europa.
  • La existencia de un régimen político corrupto, ya que las elecciones eran manipuladas por los caciques locales, los gobernadores civiles y los alcaldes.
  • Un ejército herido en su orgullo por la derrota en Cuba, con un material anticuado y un exceso de mandos.
  • Los militares percibían los nacionalismos periféricos como una amenaza de disgregación para su concepto de patria.

1.1. El impacto del desastre (1898-1902)

La pérdida de las colonias españolas en 1898 no fue un hecho aislado en Europa, pero la sociedad española vivió la pérdida de las colonias como una catástrofe, de ahí el «desastre». En realidad, el fin del imperio colonial español no supuso ninguna catástrofe nacional. El impacto de los sucesos de 1898 significó el inicio de una crisis paulatina del poder del Estado, que se caracterizó por la división interna de los partidos del régimen y por la inestabilidad política. Además, el sistema de la Restauración tuvo que hacer frente a la oposición política e ideológica del movimiento obrero. Este sector social asimiló las críticas que lanzaron contra la corrupción política los intelectuales de la Generación del 98. En este contexto se difundieron los valores ideológicos del regeneracionismo, cuyo impulsor fue Joaquín Costa. Pero el mensaje regeneracionista era ambiguo y carecía de propuestas alternativas sólidas. La idea de la «revolución desde arriba» fue empleada tanto por Joaquín Costa como por políticos conservadores. Al morir Costa, el movimiento regeneracionista desapareció de la vida española.

1.2. La crisis del sistema de turno y el problema militar (1902-1907)

El desastre del 1898 no tuvo importantes repercusiones políticas. Conservadores y liberales siguieron turnándose en el Gobierno a pesar de la desaparición de los creadores Cánovas y Sagasta. Alfonso XIII accedió al trono en 1902 y entre ese año y 1907 se produjo la primera quiebra del sistema de la Restauración. Este hecho trasluce las divisiones internas de ambos partidos, motivadas por la lucha por el liderazgo. Los militares se sintieron engañados por los políticos tras la derrota de 1898. Por su parte, la opinión pública les culpaba de lo sucedido. En 1905, el semanario satírico catalán Cu-cut publicó un chiste antimilitarista, así que unos oficiales de la guarnición de Barcelona decidieron vengar lo que consideraban un ataque directo. Ante esta situación, el jefe de Gobierno, el liberal Montero Ríos, dimitió, sucediéndole Segismundo Moret, que se plegó a las exigencias de los militares. Y en lugar de ser castigados por indisciplina, recibieron el apoyo de las guarniciones del resto de España. El estamento militar exigió al Gobierno una Ley de Jurisdicciones, según la cual los delitos contra el ejército y la patria quedarían bajo el control de los tribunales militares. El gobierno liberal accedió a ello en 1906. Con esa ley sufrió un retroceso importante una de las características del sistema de la Restauración de Cánovas: la primacía del poder civil sobre el militar. La protesta de catalanistas y republicanos fue radical. En Cataluña se creó una coalición de todas las fuerzas catalanistas, Solidaritat Catalana. Esta coalición se disolvió poco después por los diferentes puntos de vista y por la ambigüedad de su programa electoral.

1.3. La crisis del Pacto de El Pardo (1907-1912)

Durante esos cinco años se produjo el último intento de renovarse y de afrontar los problemas reales de la sociedad española. El político conservador Antonio Maura y el liberal José Canalejas fueron los protagonistas de ese impulso renovador, cuyo fracaso arrastró al propio sistema de la Restauración.

El Gobierno conservador de Maura

Antonio Maura gobernó durante casi tres años con un amplio programa reformista: intentó acabar con el caciquismo y legitimar la vida política, reformar la administración local y la ley electoral, descentralizar el poder y fomentar la economía. Pero se encontró con la desconfianza de la oposición y con grandes resistencias dentro de su propio partido, y vio interrumpida su labor a causa de la crisis de la Semana Trágica de 1909. Los enfrentamientos del ejército español con Marruecos impulsaron al Gobierno a movilizar a los reservistas. Esta movilización desencadenó una huelga de protesta que se extendió por gran parte de España. Se produjeron enfrentamientos y se saquearon e incendiaron numerosos edificios. Tras restablecer el orden, se llevó a cabo una dura represión, que culminó con la ejecución de Francisco Ferrer i Guardia. Hubo una oleada de protestas en España y en Europa contra la política represiva del Gobierno de Maura.

Los gobiernos liberales

Los liberales aprovecharon esta situación para unirse con los partidos de izquierda y exigieron la dimisión de Antonio Maura. El Rey le cesó y nombró al liberal Segismundo Moret nuevo jefe de Gobierno. La alianza de los liberales con los partidos no dinásticos supuso la ruptura del Pacto de El Pardo. El Rey encargó la formación de un nuevo gabinete liberal a José Canalejas, quien intentó aplicar un programa regeneracionista que incluía la Ley sobre las Mancomunidades Provinciales, la implantación del servicio militar obligatorio, la limitación de la expansión de las órdenes religiosas y un programa educativo. Pero su labor reformista se vio truncada en 1912, cuando fue asesinado por un anarquista.

1.4. El período 1912-1918. La crisis de 1917

A la muerte de Canalejas, los partidos dinásticos cayeron en la división interna, formando grupos en torno a líderes enfrentados. En esta situación de decadencia del sistema, se produjo la gran conmoción revolucionaria de 1917. Existía un ambiente de confrontación entre los aliadófilos y los germanófilos, en la cual España se mantuvo neutral. Los aliadófilos eran la izquierda política. Los germanófilos pertenecían a la derecha política y al ejército.

La crisis militar

La crisis de 1917 se inició con la aparición de un movimiento militar reivindicativo, fruto del descontento que creaba el trato de favor que recibían los oficiales destinados en Marruecos. A esto se añadió la precariedad del material del ejército y el descrédito entre los militares. Esta especie de sindicalismo militar se concretó en las llamadas Juntas de Defensa. Las presiones de los militares provocaron la caída del Gobierno liberal de García Prieto y la del conservador de Dato antes de acabar el año. Por último, el Gobierno promulgó la Ley del Ejército de 1918, por la que este volvía a ser el garante del régimen y del orden social.

La Asamblea de Parlamentarios y la huelga general

El segundo acto de la gran crisis de 1917 lo protagonizó parte de la clase política. Un grupo de diputados y senadores catalanistas y reformadores, constituyeron una Asamblea de Parlamentarios y solicitaron la convocatoria de Cortes Constituyentes. La crisis se acentuó con la convocatoria de una huelga general de 1917. Contó con el apoyo de la UGT, de la CNT y del PSOE. La huelga se extendió por muchas zonas del país, pero el ejército la sofocó después de duros enfrentamientos. Los miembros del comité de huelga fueron detenidos.

1.5. La descomposición del sistema (1918-1923)

Este periodo se caracterizó por la fragmentación de los partidos políticos dinásticos y la inestabilidad gubernamental. Después de la crisis de 1917 se intentó la formación de diversos gobiernos de concentración nacional. Pero el entendimiento fue imposible y estos gobiernos se disolvían al cabo de pocos meses.

La agitación social

Los problemas derivados de la reivindicación autonomista catalana pasaron a un segundo plano a medida que la agitación social aumentó. La agitación social no se concretó solo en el incremento del número de huelgas y de los conflictos sociales, sino también en enfrentamientos armados entre algunos sectores obreros. Durante esos años se produjeron centenares de atentados.

La guerra de Marruecos

La situación política española se complicó aún más en 1921 con el desastre militar de Annual. Las tropas españolas, dirigidas por el general Fernández Silvestre, recibieron un golpe por parte de los independentistas marroquíes, guiados por el caudillo Abd el-Krim. El ejército español tuvo que huir. La ocupación española de Marruecos era el único lugar donde se constataba el colonialismo español después de la pérdida de las posesiones de ultramar. Esta ocupación resultaba poco rentable económicamente y los marroquíes arremetían contra los ocupantes españoles. La derrota de Annual dividió aún más a los políticos y a la opinión pública española entre los partidarios y los detractores de la guerra. La investigación sobre las responsabilidades del desastre en Annual, se plasmó en el llamado Informe Picasso, que implicaba al Gobierno, a altos militares y al mismo Rey.

El golpe de Estado

La acumulación de graves problemas que los gobiernos fueron incapaces de afrontar y la crítica creciente de las fuerzas republicanas y de izquierda llevaron al régimen de la Restauración a su desaparición. El 13 de septiembre de 1923, Miguel Primo de Rivera, llevó a cabo un pronunciamiento en Barcelona, declaró el estado de guerra y suspendió la Constitución de 1876. El Rey sancionó el golpe y nombró a Primo de Rivera presidente de un directorio.

2. La Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930)

El golpe de Estado de Primo de Rivera precedió a otras dictaduras que se implantaron en el sur y el este de Europa. Pero la dictadura de Primo de Rivera no era fascista y procedía del regeneracionismo.

2.1. Apoyos y oposiciones

La buena acogida que tuvo Primo de Rivera fue disminuyendo con el paso del tiempo. La oposición a la dictadura surgió entre las clases medias urbanas, los estudiantes y los intelectuales. Primo de Rivera tuvo que hacer frente a la oposición de los nacionalismos periféricos. Dentro del movimiento obrero, la CNT y los comunistas veían a la dictadura como una amenaza, sin embargo, el PSOE y la UGT optaron por la colaboración con Primo de Rivera. Esta colaboración duró hasta 1928, año en el que el PSOE pasó a la oposición.

2.2. La obra de los directorios

El régimen primorriverista duró siete años y el dictador presidió dos gobiernos: un directorio militar y un directorio civil.

Directorio militar

Durante el directorio militar se suspendieron las garantías constitucionales y el funcionamiento de la Administración quedó en manos del ejército. La Unión Patriótica fue fundada en 1924 como partido nacional. Fue promulgado un Estatuto Municipal, y se intentó llevar a cabo una reforma fiscal con un impuesto sobre la renta. La acción más relevante de la dictadura de Primo de Rivera fue la resolución del problema de Marruecos. También conviene destacar la disminución de la conflictividad social, hecho que se explica por: la prosperidad económica, la falta de libertad y la represión del sector más radical del movimiento obrero.

Directorio civil

Durante el directorio civil, la acción política de la dictadura se centró en la creación de corporaciones de carácter laboral con la creación de la Asamblea Nacional Constitutiva. Los miembros de esta Asamblea procedían de la oligarquía agraria. El Gobierno se preocupó por la política educativa y respecto a las infraestructuras, se prepararon varios proyectos para la construcción de carreteras, se modernizó la red ferroviaria y se construyeron embalses y canales de riego. Las obras públicas se financiaron a través de un ingente aumento de la deuda pública.

2.3. La caída de Primo de Rivera

Además de la creciente oposición al régimen, en la caída de Primo de Rivera resultaron decisivos sus enfrentamientos con el estamento militar. La hostilidad hacia el catalanismo y la concesión de privilegios a la Iglesia en la enseñanza provocaron respuestas sociales importantes. Otra razón que explica el final de la dictadura fue la crisis económica de 1929. La oposición generalizada a su gobierno hizo que Primo de Rivera consultara a los mandos militares qué decisión debía tomar. Ante la falta de apoyos explícitos, el dictador dimitió el 28 de enero y fue sustituido por el general Dámaso Berenguer. Paralelamente el republicanismo y los nacionalismos periféricos se aglutinaban para instaurar la República con la firma del Pacto de San Sebastián (agosto de 1930). Fue promovido por Niceto Alcalá-Zamora y Miguel Maura, quienes se reunieron con representantes de las fuerzas políticas. En esta reunión se constituyó un comité revolucionario presidido por Alcalá-Zamora, quien estudió un pronunciamiento militar para traer la República.

3. La evolución del movimiento obrero

La industria y el movimiento obrero españoles se concentraban principalmente en Madrid, País Vasco, Asturias y Barcelona.

3.1. Las condiciones de vida

A principios del siglo XX, las familias obreras vivían en condiciones casi de estricta subsistencia. Se alojaban en viviendas pequeñas compartidas. Las condiciones laborales eran muy precarias: las jornadas eran de 10-12 h, no había contratos laborales, la higiene era inexistente; los sueldos, a duras penas, permitían cubrir las necesidades de alimentación y había mucho analfabetismo. No obstante, algunos sectores más conscientes fueron actuando sobre la clase trabajadora y la empujaron hacia la movilización por medio de la prensa, mítines y huelgas. Los obreros con más inquietudes encontraron el espacio oportuno a sus intereses en las casas del pueblo, en los ateneos, en los locales sindicales y otras asociaciones.

3.2. Las ideologías y los sindicatos

Durante el primer tercio del siglo XX, el movimiento obrero español continuó dividido en la ideología socialista, representada por la UGT, y la anarquista por la CNT.

Socialistas y comunistas

Además de los sindicatos, el movimiento obrero dispuso de un importante partido político, el PSOE. En 1910 llegó a obtener representación parlamentaria. De la Federación de las Juventudes Socialistas del PSOE surgió el Partido Comunista de España (PCE). Una parte del sector que perdió la votación se escindió del PSOE y fundó el Partido Comunista Obrero Español (PCOE), que se fusionó con el PCE.

El movimiento anarquista

El núcleo más activo del movimiento anarquista a principios del siglo XX se localizaba en Cataluña. En 1911 se fundó el sindicato Confederación Nacional del Trabajo (CNT) influido por el pensamiento anarquista. En 1927 se constituyó clandestinamente en Valencia la Federación Anarquista Ibérica (FAI), con el objetivo de potenciar el anarquismo y velar por el apoliticismo sindical, evitando los pactos y las alianzas del sindicato. No se puede desdeñar el sindicalismo católico.

3.3. La dinámica social del movimiento obrero

Entre 1898 y 1931, la tensión social fue constante. Las protestas se canalizaron mediante huelgas y manifestaciones. Durante las huelgas, eran frecuentes los alborotos en la calle y la construcción de barricadas para obstruir la acción de las fuerzas represivas. Si la Guardia Civil se veía desbordada, se declaraba el estado de guerra, y entonces intervenía el ejército. Cuando se volvía a la normalidad, los detenidos durante los alborotos eran juzgados y a menudo condenados.

El movimiento obrero antes de 1917

La evolución del movimiento obrero se puede dividir en dos etapas separadas por el año 1917. Antes de esta fecha las prioridades se centraban sobre todo en obtener reivindicaciones de carácter laboral. Además de los aumentos de sueldos, otras conquistas fueron la prohibición del trabajo nocturno de las mujeres, el derecho de huelga y la jornada laboral de 10 h.

El movimiento obrero después de 1917

Sin embargo, a partir de la huelga general política de 1917 predominaron los referentes ideológicos encaminados a transformar el orden social. El movimiento obrero confiaba en la potencialidad de la huelga general para conseguir sus objetivos. Uno de los periodos de mayor conflictividad social se dio en Barcelona entre 1919 y 1923. El motivo efectivo del conflicto fue un intento de disminuir los salarios. La vuelta al trabajo la consiguió el propio Salvador Seguí. Al final, el movimiento obrero consiguió la libertad de los detenidos, readmisión de los huelguistas despedidos, aumento salarial y la jornada de 8 horas. La patronal catalana y los poderes públicos no aceptaron los acuerdos y respondieron con cierres de las fábricas y, con la fundación de los Sindicatos Libres. Los grupos más jóvenes y radicales de la CNT reaccionaron ante los atentados de los Sindicatos Libres con la acción armada, lo que produjo numerosas muertes en todos los bandos. Entre 1920-1922 se aplicó la ley de fugas. A menudo, la policía informaba a los detenidos de que quedaban libres y, cuando estos se iban, les asesinaban con la excusa de que habían intentado huir. Entre los asesinatos tuvieron una gran importancia social los de Francesc Layret y de Salvador Seguí. En 1923, el golpe de Estado de Primo de Rivera, el retroceso del movimiento revolucionario en Europa y la persecución contra la CNT y los comunistas, mitigaron la tensión y la violencia sociales a costa de las libertades reprimidas por la dictadura militar.

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