La Era de Narváez y las Reformas Administrativas
Estos cambios dieron lugar a una nueva administración con más funcionarios. Narváez tuvo que enfrentarse a progresistas y demócratas, rebeliones militares, motines urbanos, a la Segunda Guerra Carlista y a las intrigas palaciegas de la camarilla de la reina y las de compañeros de su propio partido. Narváez creó los gobernadores civiles y perfeccionó el sistema de corrupción electoral.
Se llegó a la firma de un Concordato con la Santa Sede que resolvió el problema por la desamortización de los bienes del clero. Además, estableció las nuevas relaciones entre la Iglesia de Roma y el Estado español. La religión católica era la única de la nación española y se aceptó la contribución de culto y clero. Los casos de corrupción en los grandes negocios estaban relacionados con la construcción del ferrocarril.
La Vicalvarada y el Manifiesto de Manzanares
Un grupo de militares se pronunció bajo el mando de los generales Dulce y O’Donnell en Vicálvaro, en la llamada Vicalvarada. Tras la batalla, los sublevados se encontraron con el general progresista Serrano. Encargaron al joven Cánovas del Castillo la redacción del Manifiesto de Manzanares, donde se pedía la supresión de la camarilla palaciega, mejora de las leyes de imprenta y electoral, reducción de impuestos, nueva Milicia Nacional…
El Bienio Progresista y la Desamortización de Madoz
En la etapa dirigida por Espartero y O’Donnell se tuvo que hacer frente a un nuevo levantamiento carlista y a la oposición a las medidas desamortizadoras. Madoz fue el protagonista del segundo gran proceso desamortizador de bienes de la Iglesia y venta de bienes municipales que dejó sin tierra a muchos campesinos. Hubo una deuda pública que impedía al Estado pagar a funcionarios y militares, lo que forzó la dimisión de Espartero y la reina llamó a O’Donnell.
La Constitución de 1856 y el Fin del Bienio Progresista
Con la Constitución de 1856 se formó la Unión Liberal, cuya política se situaba entre progresistas y moderados. Hubo un malestar por los impuestos de consumo y las quintas que hizo que O’Donnell disolviera el Parlamento y así finalizaba el Bienio Progresista y comenzaba otra etapa moderada.
El Retorno al Moderantismo y la Ley Moyano
La última etapa del reinado de Isabel II se caracterizó por la vuelta al moderantismo por la Unión Liberal hasta 1863. El gobierno de O’Donnell llevó a cabo un desmantelamiento de toda la labor política y legislativa del Bienio: disolvió la Milicia Nacional, hizo una nueva Constitución, restableció la moderada de 1845 y se mantuvieron las leyes progresistas, lo que provocó su destitución y volvió Narváez. Su gobierno quería la vuelta al moderantismo más conservador y autoritario, donde destacaba la Ley Moyano, que regula el sistema educativo. También finalizaban grandes obras públicas y Narváez dimitió, volviendo otra vez O’Donnell.
El Gobierno Largo de O’Donnell y la Política Exterior
El gobierno largo de O’Donnell fue común en el reinado de Isabel II por la estabilidad de cuatro años y medio, gracias a la concentración de poder en una sola persona. Restableció la legislación desamortizadora y no se tocó la Constitución de 1845. Hubo un crecimiento económico, reformismo administrativo y aventuras militares en la política exterior, donde la Unión Liberal emprendió una activa y agresiva política exterior cuyo objetivo era exaltar la conciencia patriótica en pleno auge del nacionalismo en Europa. En la política exterior del gobierno de O’Donnell fue importante la Guerra de África y se aprobaron leyes importantes en la conformación del nuevo sistema administrativo. El liberalismo político y económico contribuyó al crecimiento del Estado y de la administración pública llevado a cabo en los años de la Unión Liberal y que reclutó buena parte de su militancia y sus cuadros dirigentes.
Crisis Política y el Pacto de Ostende
La política de la Unión Liberal tenía dos problemas: la división de los partidos y la presencia de la reina en los asuntos de gobierno. Se formaron gobiernos inestables e ineficaces, cuya intención era lo pactado entre moderados y unionistas, pero no se pudo llevar a cabo ni tampoco integrar a los progresistas en el juego político. Surgieron problemas:
- Sublevación contra el gobierno protagonizada por el general Prim, que estaba contra la reina.
- Pronunciamiento militar en el Cuartel de San Gil, reprimido con dureza.
Se firmó el Pacto de Ostende para destituir a Isabel II con la ayuda de la Unión Liberal, pero Narváez falleció y O’Donnell había desaparecido pocos meses antes.
La Crisis Económica de 1866 y la Revolución Gloriosa
La crisis económica de 1866 afectó a los sectores productivos y a las finanzas. Estos fueron golpeados por el estallido de una burbuja especulativa de la construcción ferroviaria. Se sumó la crisis de subsistencias, golpeando a las clases más necesitadas y provocando motines populares contra los altos precios del trigo y cereales. Se preparó un pronunciamiento llevado a cabo por Juan Bautista Topete, llamado la Revolución de Septiembre, La Gloriosa. La reina se vio obligada a renunciar al trono, acabando así su reinado.