Historia de España: Reyes Católicos, Imperio Español y Romanización

Los Reyes Católicos y la Unificación de España

La Guerra de Granada (1481-1492) marcó un hito en el reinado de los Reyes Católicos. La conquista y defensa de Alhama (1481-1484) fue un episodio clave en los enfrentamientos entre musulmanes y cristianos en la frontera que separaba Castilla del reino nazarí (Málaga, Almería y Granada). En 1482, Diego Ponce de León conquistó Alhama, y posteriormente, tomó Málaga (1485-1487), sometiendo a la esclavitud a los musulmanes. La rendición de Granada se produjo entre 1488 y 1492, tras las Capitulaciones de Santa Fe. Las tropas castellanas entraron en la Alhambra e incorporaron el reino a Castilla.

Por otro lado, Navarra se incorporó tras el fallecimiento de Isabel. Fernando ocupó Pamplona en 1512 y anexionó Navarra en las Cortes de Burgos en 1515, conservando sus fueros e instituciones.

Ocaso del Imperio Español en Europa

Durante el reinado de Felipe II, se interrumpió la tendencia belicista del siglo anterior. La muerte de Isabel I de Inglaterra posibilitó la paz con este país, y la ruina financiera de la Corona obligó a firmar con Holanda la Tregua de los Doce Años (1609-1621). Sin embargo, desde 1618, un conflicto entre el emperador Fernando II y los príncipes protestantes alemanes derivó en un estado de guerra general europeo: la Guerra de los Treinta Años. Se formaron dos bandos: los Habsburgo (Austria y España), que pretendían mantener su hegemonía en Europa, y las potencias rivales, lideradas por Francia.

En 1648, la Paz de Westfalia puso fin a la guerra. España reconoció la independencia de las Provincias Unidas (Holanda), pero continuó en solitario la guerra contra Francia hasta 1659, cuando, por la Paz de los Pirineos, cedió a Francia el Rosellón, la Cerdaña y la región de Artois. España perdió su hegemonía en Europa.

Durante el reinado de Carlos II, se reconoció la independencia de Portugal (1668). Además, España perdió Lille y otras plazas fronterizas a manos de Francia, así como el Franco Condado y otras plazas flamencas. Al final del reinado de Carlos II, España quedó envuelta nuevamente en las disputas de las grandes potencias, que peleaban por obtener la sucesión española.

Reformas en la Organización del Estado: La Monarquía Centralista

Los Borbones aprovecharon el apoyo de Aragón, Valencia, Cataluña y Baleares al pretendiente austriaco para unificar leyes y acabar con las Cortes y organismos forales, imponiendo una Audiencia y un Capitán General. Por su apoyo a Felipe V, el País Vasco y Navarra conservaron sus privilegios forales. Junto al centralismo, se vació de contenido político a las instituciones. Inicialmente, se crearon siete secretarías que compartían el poder con el Consejo de Castilla, que actuaba como Tribunal Supremo y se encargaba de la política interior. En esta tarea, era ayudado por las provincias, encargadas de la justicia o del reclutamiento a menor escala.

Conquista y Romanización de la Península Ibérica

La conquista romana de la Península Ibérica alternó etapas de grandes avances con periodos de estabilización:

  • Los romanos ocuparon el sur y el levante peninsular durante la Segunda Guerra Púnica (218-201 a.C.).
  • Hasta el año 154 a.C., Roma se centró en consolidar los territorios ocupados y reprimir revueltas indígenas.
  • En el año 154 a.C., comenzaron las guerras contra celtíberos y lusitanos.
  • Entre el 133 a.C. y el 29 a.C., hubo escasa incorporación de territorios, trasladándose a la península las disputas de las guerras civiles del final de la República.
  • Entre los años 29 y 19 a.C., Augusto dirigió las luchas contra cántabros y astures. La victoria de Roma intensificó el proceso de romanización, es decir, la asimilación de la cultura y las formas de vida romanas por parte de los pueblos conquistados.

Este proceso fue desigual y se llevó a cabo por distintos cauces:

  • Extensión de la vida urbana.
  • Asentamiento de ciudadanos romanos.
  • Inclusión en el ejército de tropas peninsulares.
  • Concesión de la ciudadanía romana a los indígenas.

Legado Cultural Romano en la Cultura Hispánica

El proceso de romanización dejó un importante legado cultural. El latín desplazó a las lenguas vernáculas y facilitó la aportación literaria hispana a la cultura latina, con autores como Séneca, Lucano, Quintiliano y Marcial. Además, con el latín penetró el derecho romano. Los romanos también impusieron sus cultos religiosos, que coexistieron con los indígenas.

Desde el punto de vista artístico, la conquista dejó una huella perdurable, sobre todo en la arquitectura y las obras públicas.

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