Las Corrientes Anarquistas
El principal inspirador del anarquismo fue Pierre-Joseph Proudhon, quien afirmaba que «la propiedad es un robo» y defendía un sistema social basado en el mutualismo y el cooperativismo. Pretendía, por medio de la libre asociación, superar el sistema de producción capitalista al margen de las organizaciones políticas, la «máquina» y la autoridad. Mijaíl Bakunin, por su parte, sostenía que la revolución y la destrucción del capitalismo estarían protagonizadas por todos los sectores oprimidos. Su objetivo no era conquistar el Estado, sino destruirlo. Todas las corrientes anarquistas criticaban la sociedad capitalista y proponían un modelo basado en la ausencia de autoridad, participando activamente en huelgas y manifestaciones. Los ejes principales de su pensamiento eran la crítica a la propiedad privada y la defensa de la propiedad colectiva, la oposición a la existencia del Estado como instrumento de opresión y su sustitución por formas comunales de libre asociación, el apoliticismo y rechazo de los partidos políticos, y la defensa de la acción directa y espontánea de las masas, así como del individualismo.
El Nacimiento de los Sindicatos
A partir de 1820, los trabajadores, impulsados por las nuevas ideas socialistas, comprendieron la necesidad de organizarse para defender sus derechos y plantear alternativas al capitalismo industrial. El primer tipo de organización obrera fueron las sociedades o asociaciones de socorro mutuo, formas de protección de los artesanos que ayudaban al trabajador y a su familia en caso de enfermedad, paro o defunción. La primera huelga se organizó posteriormente. En Gran Bretaña, a partir de 1825, empezó a configurarse el sindicato. Los obreros se agruparon en organizaciones de oficio, las Trade Unions. En 1834, bajo la dirección de Robert Owen, se produjo la unión de sindicatos de oficios, constituyendo la Great Trade Union, que llegó a tener más de medio millón de trabajadores.
El Cartismo: Un Proyecto Político
Fue en Gran Bretaña donde, por primera vez, el movimiento obrero tomó la iniciativa de organizarse en un proyecto político propio: el cartismo. Los cartistas reclamaban el sufragio universal masculino y secreto, un sueldo para los diputados e inmunidad parlamentaria para poder exponer sus ideas sin temor a represalias. Presentaron sus demandas a la Cámara de los Comunes y promovieron huelgas, pero no consiguieron sus objetivos. Sin embargo, el cartismo permitió la concienciación de muchos trabajadores.
La Primera Internacional (I)
A partir de 1850, el número de trabajadores, organizaciones obreras y pensadores socialistas era ya muy importante. La conciencia de formar parte de la misma clase les llevaría a la constitución de la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT), creada en Londres en 1864 por delegados de asociaciones obreras inglesas y francesas, y emigrantes polacos, italianos y alemanes. Posteriormente, se incorporaron otros grupos. La AIT se organizó en secciones nacionales y tenía un Consejo General dirigido por Marx, quien redactó los estatutos y estableció los principios básicos de la internacionalidad.
La Primera Internacional (II)
La emancipación de los trabajadores debía ser obra de los mismos trabajadores, quienes conquistarían el poder político para acabar con la sociedad burguesa e implantar el socialismo. Sin embargo, existían discrepancias en el seno de la Internacional. La más importante fue el enfrentamiento entre Marx y Bakunin, entre las ideas del socialismo marxista y del anarquismo. Bakunin acusaba a Marx de controlar la Internacional y se oponía a la conquista del Estado y del poder político, propugnando su abolición. Las delegaciones de los países más industrializados apoyaban las tesis de Marx, y los países más atrasados, con un sector agrícola muy importante, las de Bakunin. Este enfrentamiento provocó la ruptura de la organización en 1872.
¿Por Qué Fracasó la Primera Internacional? (I)
Las discrepancias entre marxistas y bakuninistas se convirtieron en irresolubles. Eran dos concepciones diferentes y enfrentadas sobre cómo organizar el movimiento obrero. En 1870, la guerra franco-prusiana originó un elemento más de crisis en la Internacional. El conflicto acabó con la derrota de Francia, y el pueblo de París protagonizó una insurrección popular: la Comuna de París (1871). La Comuna intentó poner en marcha muchos de los ideales del pensamiento socialista y democrático, pero su falta de conexión con el resto del proletariado condujo a su fracaso y fue reprimida. La derrota de la Comuna ahondó la crisis de la Internacional. Marx y sus seguidores se mostraron convencidos de la necesidad de crear partidos políticos nacionales fuertes y organizados, capaces de dirigir la revolución. Esto se aprobó y ratificó en el Congreso de La Haya de 1872, donde se expulsó a Bakunin y a sus seguidores.
¿Por Qué Fracasó la Primera Internacional? (II)
La AIT se trasladó a Estados Unidos y se disolvió poco tiempo después, en 1876. A partir de entonces, marxistas y anarquistas siguieron caminos separados. Anarquismo: rechazo de la acción política y de la creación de partidos, oposición a toda forma de autoridad y de Estado, abolición de la propiedad privada y colectivización de los bienes. Marxismo: creación de partidos obreros para conquistar el poder político, revolución esencialmente proletaria con una fase de dictadura del proletariado, abolición de la propiedad privada que pasa a manos del Estado.
Los Caminos del Anarquismo
Tras el fracaso de la Primera Internacional, los anarquistas formaron una Internacional antiautoritaria, de corta vida, que celebró su último congreso en 1881. A partir de ese momento, el movimiento libertario se fraccionó con respecto a las tácticas que debían seguirse para acabar con el sistema capitalista. Por un lado, se conformó una corriente conocida como anarcocomunismo. Dirigentes como Piotr Kropotkin y Errico Malatesta se oponían a la sociedad burguesa y defendían que la acción violenta contra los símbolos del Estado, la Iglesia y los capitalistas despertaría la conciencia de las masas y llevaría a la revolución. Otro sector del anarquismo rechazaba esta estrategia y defendía una organización en sindicatos para conseguir erradicar el capitalismo y crear una sociedad sin clases, en la que la propiedad sería de las colectividades obreras. Esta corriente, conocida como anarcosindicalismo, estableció las bases del sindicalismo anarquista: apoliticismo, defensa de la acción directa de los trabajadores y huelga general como instrumento revolucionario. Sus ideas fraguaron en la formación de potentes sindicatos anarquistas, como la Confederación General del Trabajo (CGT) en Francia y la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) en España.
Sindicatos y Partidos Socialistas
El crecimiento del capitalismo produjo un extraordinario aumento de los trabajadores asalariados, tanto del proletariado industrial como del sector terciario. Ya se había iniciado la formación de grandes sindicatos centralizados, como la Fundación de la Asociación General de Sindicatos Alemanes (1863) y la constitución legal de las Trade Unions (1871). También se creó la Unión General de Trabajadores. El fortalecimiento de los sindicatos se tradujo en un aumento de la capacidad de presión de los trabajadores ante los empresarios y el gobierno. Las huelgas se convirtieron en instrumentos indispensables. El sindicalismo exigió la intervención del Estado para arbitrar los conflictos, frenar los abusos laborales y garantizar una legislación laboral. De este modo, la cuestión social adquirió trascendencia en los países capitalistas.