El Fin del Imperio Colonial Español: Derrota en Cuba y Filipinas en 1898

La Crisis de 1898 y la Liquidación del Imperio Colonial

Antecedentes en Cuba

Poco después de la caída de Isabel II, en octubre de 1868, tras el “Grito de Yara”, se inició la denominada “Guerra Larga” en Cuba, que supuso uno de los asuntos más complejos del Sexenio Revolucionario. Ya en época de Alfonso XII, y tras la derrota del carlismo, el régimen se empleó a fondo con la cuestión cubana, logrando cerrar la guerra con la Paz de Zanjón (1878), en la que el general Martínez Campos concedía una amnistía y promesas de autogobierno, que jamás llegaron a materializarse. En 1895 se puso en marcha el apresuradamente aprobado estatuto de autonomía de la isla, pero ya era tarde: con el “Grito de Baire” se iniciaba la guerra de tres años que finalizaría con la independencia de Cuba.

Intereses Estadounidenses y el Camino hacia la Guerra

Desde el principio del nuevo conflicto, EE. UU. apoyó a los rebeldes, ya que tenía claros intereses comerciales en la isla: no solo colocar sus productos manufacturados allí, sino abastecerse de productos tropicales, como azúcar, café y tabaco.

El presidente estadounidense Cleveland había hecho una oferta de compra de la isla al gobierno español, pero ese año subió al poder McKinley, más agresivo, y decidido a expulsar a los españoles de Cuba. Sagasta ocupó el poder tras el asesinato de Cánovas (1897) y, deseando cerrar el conflicto antes de la intervención de EE. UU., aprobó una autonomía plena. Estando la “cuestión cubana” a punto de zanjarse, EE. UU. no tenía otra opción que intervenir directamente. Así, en febrero de 1898 el acorazado Maine, que llegó al puerto de La Habana supuestamente para “proteger los intereses comerciales” de EE. UU., fue hundido misteriosamente. Algunos piensan que fueron los separatistas cubanos, para provocar el conflicto, pero recientemente un estudio de los restos demostró que la explosión se produjo desde dentro del casco, quizá provocada por los mismos yanquis. Los norteamericanos atribuyeron la autoría del atentado a España, así que el hecho es que fue el casus belli (pretexto) para la guerra que EE. UU. necesitaba.

El Papel de la Prensa

De hecho, desde un tiempo antes un nuevo poder fue caldeando los ánimos para la guerra. Estamos hablando del papel de la prensa, probelicista en ambos países. En España se propagó un “nacionalismo irresponsable” bajo la creencia de nuestra superioridad, mientras que en EE. UU. los grupos dirigidos por Hearst y Pulitzer instigaban a favor de la intervención y culpaban del incidente a los españoles. Así lograban vender enormes tiradas de periódicos.

La Guerra Hispano-Estadounidense

EE. UU. ofreció una oferta de compra de la isla por 300 millones de dólares, que fue rechazada (Cuba era fundamental para nuestro comercio y nuestra industria), así que exigió un ultimátum al gobierno español que incluía la concesión de la soberanía para Cuba, algo claramente inaceptable. La guerra fue declarada el 20 de abril. Mucha gente en España creía que era necesaria y sería favorable…

La Situación en Filipinas

Mientras tanto, la situación en Filipinas tampoco estaba en calma. El general Polavieja había sofocado recientemente unas insurrecciones contra el poder español, y ejecutado al líder e intelectual José Rizal, creador de la Liga Filipina, que no había participado en el conflicto. El 1 de mayo nuestra flota de barcos de madera fue aniquilada por la moderna armada yanqui, en el llamado desastre de Cavite. Manila fue ocupada más tarde, el 14 de agosto, cuando todo estaba decidido.

El Desastre de Santiago de Cuba

Entretanto, la flota española, anclada en el puerto de Santiago de Cuba, fue bloqueada por la estadounidense. Se ordenó salir al almirante Cervera, que ya antes lo había dado todo por perdido, y sus barcos fueron hundidos uno a uno (“tiro al pato” lo describió la prensa yanqui). 370 españoles murieron, hubo 150 heridos y 1500 prisioneros, frente a un único estadounidense fallecido. Está claro que nuestra armada estaba anticuada y jamás tuvo al alcance los barcos de metal enemigos. Este éxito permitió a los norteamericanos ocupar Puerto Rico en julio, y a expulsar a los españoles de Cuba apoyando a los rebeldes.

La Política de Recogimiento y el Tratado de París

España no contó con el apoyo de ninguna potencia, ya que durante la Restauración se estableció en política exterior la llamada “política de recogimiento”, es decir, neutralidad en medio de una época de conflictos coloniales, entre Francia, Reino Unido y, posteriormente, Alemania.

Tras estas aplastantes derrotas, el gobierno español tuvo que someterse a todas las exigencias yanquis. Se firmó el Tratado de Paz de París (10-XII-1898) por el que se concedía la soberanía a Cuba y se cedía a EE. UU. Filipinas, Guam y Puerto Rico. El resto del imperio colonial (archipiélagos en el Pacífico: las Marianas, las Carolinas y las Palaos) fue vendido a Alemania al año siguiente.

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