España: De los Reyes Católicos al Declive del Imperio en el Siglo XVII

Los Reyes Católicos: La Construcción del Estado Moderno

La unión dinástica

El matrimonio entre Isabel de Castilla y Fernando de Aragón en 1469 dio lugar a la unión dinástica de ambas coronas, pero no fue una unión territorial o institucional. Cada reino mantuvo sus propias leyes, instituciones y fronteras, con Castilla como el territorio más extenso y poderoso. Ambos monarcas gobernaban sus respectivos reinos sin interferir en los asuntos del otro, salvo en temas que afectaran a la monarquía común. Fernando heredó el trono de Aragón en 1479, y ese mismo año, Isabel fue oficialmente reconocida como reina de Castilla tras el Tratado de Alcaçobas-Toledo, que puso fin a la guerra civil castellana contra Juana “la Beltraneja”. El tratado también resolvió el reparto de territorios atlánticos, como Madeira y Canarias, y acordó matrimonios dinásticos futuros.

La reorganización del nuevo Estado

Los Reyes Católicos llevaron a cabo una serie de reformas para consolidar su poder frente a la nobleza. A cambio de someterse, la nobleza vio confirmados sus privilegios con las Leyes de Toro de 1505, que fortalecieron el mayorazgo, asegurando que las tierras se mantuvieran dentro de las familias nobles. Entre las reformas más importantes, destacan:

  • La creación de un ejército permanente para no depender de los nobles y concejos locales.
  • La Santa Hermandad (1476) como milicia para mantener el orden en las zonas rurales.
  • Tribunales superiores de justicia como las Chancillerías en Valladolid, Granada, Sevilla y Santiago.
  • La formación de Consejos especializados, como el de Hacienda o el de Castilla, integrados por burócratas de origen burgués o de baja nobleza.
  • El Tribunal de la Inquisición, que vigilaba a los conversos y aseguraba la unidad religiosa tras la expulsión de los judíos (1492) y moriscos (1502).

Las Cortes de los diferentes reinos se mantuvieron, pero su influencia fue reducida, siendo convocadas principalmente para jurar al heredero o pedir subsidios. Los municipios quedaron bajo el control del corregidor, representante del poder real. En la Corona de Aragón, se mantuvo el sistema pactista entre el rey y la nobleza, con figuras como el virrey y el Justicia Mayor, que garantizaban el respeto a las leyes locales.

La expansión territorial

Los Reyes Católicos, convencidos de que la unidad de los reinos hispánicos fortalecería al Estado, impulsaron una política de expansión territorial. Con el Tratado de Tordesillas (1494), se acordó con Portugal la delimitación de las zonas de influencia en el mundo tras el descubrimiento de América en 1492 por Cristóbal Colón. Además, establecieron alianzas matrimoniales estratégicas para asegurar la futura anexión de Portugal, un objetivo que se materializó en tiempos de Felipe II. La conquista de Granada (1481-1492) fue el hecho militar más relevante en la península, marcando el fin del dominio musulmán en España con la rendición de Boabdil en enero de 1492. También, Fernando de Aragón anexó Navarra en 1512, bajo el pretexto de su alianza con Francia, respetando sus fueros e instituciones. En política exterior, mientras Castilla se centraba en la expansión atlántica, Aragón se enfocaba en el Mediterráneo. Recuperaron Rosellón y Cerdaña (1493) y consolidaron el dominio aragonés en Nápoles (1504) tras las campañas italianas. También tomaron plazas en el norte de África, como Orán y Trípoli, y aseguraron la ocupación de las islas Canarias en 1496. El descubrimiento de América por Colón en 1492 fue el acontecimiento más significativo de esta política, abriendo el camino a la exploración y colonización del Nuevo Mundo.

El reinado de Juana de Castilla y las regencias de Fernando

Isabel de Castilla murió en 1504, y su hija Juana, casada con Felipe de Habsburgo, asumió el trono como reina de Castilla. Sin embargo, la inestabilidad mental de Juana, agravada tras la muerte repentina de Felipe en 1506, la llevó a ser declarada incapacitada. A pesar de ser la legítima reina, vivió recluida en Tordesillas hasta su muerte en 1555. Durante este tiempo, el cardenal Cisneros ocupó la regencia temporalmente, y Fernando regresó en 1507 para restablecer el control en Castilla hasta su muerte en 1516. A la muerte de Fernando, Cisneros asumió de nuevo la regencia hasta la llegada del nieto de los Reyes Católicos, Carlos I, quien se convertiría en el heredero de los tronos de Castilla y Aragón, consolidando la monarquía hispánica.

El Auge del Imperio en el S. XVI

El sistema político de los Austrias

Con la llegada de los Austrias (Habsburgo) a la corona española, se instauró un modelo de gobierno complejo para administrar un imperio extenso y diverso. Este sistema polisinodial se organizaba en Consejos que gobernaban diferentes territorios (Castilla, Aragón, Indias, Italia, Flandes, etc.) y asesoraban en áreas específicas como Hacienda, Inquisición o Cruzadas. Aunque cada territorio mantuvo sus fueros, leyes y costumbres, la figura del monarca y la religión católica actuaron como elementos unificadores. Felipe II se destacó por fortalecer la centralización del poder real, ampliando los Consejos y estableciendo Madrid como la capital en 1561. La decadencia del imperio en el siglo XVII comenzó con el ascenso de los validos, consejeros que asumieron el poder real debido a la dejadez de los monarcas, lo que llevó a una gestión ineficiente del imperio.

Reinado de Carlos I (1516-1556)

Carlos I heredó un imperio inmenso que incluía territorios en Europa y América. Sin embargo, su llegada a España fue impopular, pues rodeó su corte de consejeros extranjeros, lo que provocó resentimiento entre la nobleza castellana. Esto desencadenó dos revueltas:

  • Las Comunidades (1520-1522): rebelión en Castilla por la ausencia del rey y sus políticas. La derrota en Villalar (1521) terminó con la ejecución de los líderes comuneros.
  • Las Germanías (1521-1523): levantamiento de artesanos y campesinos en Valencia y Mallorca contra la nobleza. La intervención real, aliada con la nobleza, sofocó las rebeliones.

En política exterior, Carlos se enfrentó a guerras constantes:

  • Francia: La rivalidad por la hegemonía en Europa y la posesión de Milán culminó en la victoria española en Pavía (1525), con la captura del rey Francisco I, y el saqueo de Roma (1527).
  • Turcos otomanos: Detuvieron su avance en Europa tras la victoria en Viena (1529), y Carlos ocupó Túnez (1535) para frenar la piratería, aunque fracasó en Argel (1541).
  • Protestantes alemanes: Aunque intentó dialogar, la guerra religiosa terminó con la Paz de Augsburgo (1555), que concedió libertad religiosa a los príncipes alemanes y reconoció el luteranismo.

Agotado por las guerras y enfermedades, abdicó en 1556 y se retiró a Yuste, donde murió en 1558.

Reinado de Felipe II (1556-1598)

Felipe II heredó de su padre un imperio global, pero su prioridad fue consolidar y administrar los territorios hispánicos. En política interior, se enfrentó a varios problemas:

  • Lucha contra el protestantismo: La Inquisición persiguió protestantes en Valladolid y Sevilla.
  • Sublevación de los moriscos: La prohibición de sus costumbres provocó la rebelión de las Alpujarras (1568-1571), que fue sofocada militarmente.
  • Problema dinástico: La muerte del príncipe Carlos (1568) generó una crisis hasta el nacimiento de su hijo Felipe III en 1578.

En política exterior, los principales conflictos fueron:

  • Francia: Las guerras por Italia terminaron con las victorias de San Quintín (1557) y Gravelinas (1558). La Paz de Cateau-Cambrésis (1559) cerró las disputas.
  • Piratería turca: La batalla de Lepanto (1571), liderada por Don Juan de Austria, detuvo temporalmente la amenaza otomana.
  • Inglaterra: El conflicto con Isabel I culminó en el fracaso de la Armada Invencible (1588), lo que permitió a Inglaterra y Holanda fortalecer su presencia marítima.
  • Flandes: La rebelión calvinista inició la Guerra de los Ochenta Años (1568-1648), resultando en la independencia de las Provincias Unidas (Holanda) y la permanencia católica de Flandes (actual Bélgica).
  • Portugal: Felipe anexó el reino en 1581 tras una ocupación militar, uniéndolo a la monarquía hispánica hasta 1668.

Felipe murió en 1598 en San Lorenzo de El Escorial, dejando un imperio que había alcanzado su máxima extensión.

Conquista y colonización de América

Bajo Carlos I y Felipe II, la conquista de América se expandió enormemente. Entre los hitos más importantes se destacan:

  • Conquista del Imperio Azteca por Hernán Cortés (1521) y del Imperio Inca por Francisco Pizarro (1533).
  • Exploraciones y fundaciones: Destacan la expedición de Magallanes-Elcano, que culminó con la primera vuelta al mundo (1519-1522), y la conquista de las Filipinas (1571).
  • Explotación y encomiendas: La explotación minera de plata y oro, junto a la imposición de encomiendas y la mita, fueron las principales fuentes de riqueza. Las Leyes Nuevas (1542) intentaron limitar los abusos contra los indígenas, pero fueron resistidas por los encomenderos.
  • Sociedad colonial: Surgió una sociedad de castas basada en el mestizaje racial entre indígenas, africanos y europeos, con una estructura profundamente desigual. Los criollos monopolizaban el poder, mientras que indígenas y esclavos ocupaban los estratos más bajos.

Economía, población y sociedad en el s. XVI

  • Demografía: A pesar de las guerras y la emigración, la población creció en Castilla. Ciudades como Sevilla y Barcelona superaban los 30.000 habitantes.
  • Estructura social: La sociedad estaba dividida entre privilegiados (nobleza y clero) y no privilegiados (campesinos y burgueses). Moriscos y conversos sufrieron discriminación y persecución.
  • Economía: Predominaba una economía rural, con privilegios para la Mesta que perjudicaban la agricultura. La llegada de oro y plata de América impulsó una fuerte inflación (la “revolución de los precios”), empobreciendo a la población y causando frecuentes bancarrotas del Estado. A pesar del flujo de riquezas, el país no pudo sostener los altos costos de mantener un imperio tan extenso. El comercio transatlántico floreció, con Sevilla como centro neurálgico gracias a la Casa de Contratación, que monopolizaba el comercio con América. Sin embargo, las riquezas no se tradujeron en prosperidad general.

Crisis y Decadencia del Imperio en el Siglo XVII

Durante el siglo XVII, España fue perdiendo su hegemonía en Europa y el mundo debido al agotamiento causado por las constantes guerras, la disminución de metales preciosos procedentes de América, y una grave crisis económica y social en Castilla. También contribuyó la ineficacia de los “Austrias menores” (Felipe III, Felipe IV y Carlos II), quienes dejaron el gobierno en manos de sus “validos” o consejeros privados. Al finalizar el siglo, la monarquía hispánica se había convertido en una potencia secundaria en el contexto internacional.

Reinado de Felipe III (1598-1621)

A diferencia de su padre, Felipe III mostró poco interés en gobernar y delegó el poder en su valido, el duque de Lerma, conocido por su corrupción, quien fue reemplazado más tarde por su hijo, el duque de Uceda, también implicado en actos corruptos. En política exterior, se adoptó una política de paz para intentar aliviar la economía, firmándose acuerdos con Francia, Inglaterra y, notablemente, la Tregua de los Doce Años con las Provincias Unidas, lo que supuso un reconocimiento parcial de su independencia. Uno de los eventos más destacados fue la expulsión definitiva de los moriscos (1609-1613) en Valencia, Aragón y Castilla, debido a su supuesto riesgo de colaboración con enemigos como los turcos y franceses. La expulsión tuvo graves consecuencias demográficas y económicas, y muchos moriscos se establecieron en el norte de África y se dedicaron a la piratería. La economía sufría una fuerte crisis, agravada por la creación de una moneda de cobre con escasa plata, lo que provocó inflación y devaluación de la moneda. Además, en 1612, el reino enfrentó una nueva bancarrota, preludio de las que vendrían en el reinado posterior.

Reinado de Felipe IV (1621-1665)

Felipe IV, que comenzó a reinar con solo 16 años, vio cómo España perdía su hegemonía en Europa, agotada por los conflictos bélicos. En el ámbito interno, su valido, el conde-duque de Olivares, intentó implementar reformas para recuperar la fuerza de la monarquía, con medidas de reducción de gastos, control de la corrupción y mejora de la Hacienda. Sin embargo, estas iniciativas enfrentaron fuerte oposición social y fracasaron en su mayoría. En 1626, Olivares introdujo la Unión de Armas, una propuesta para centralizar la monarquía y que los distintos reinos del imperio contribuyeran proporcionalmente en tropas y recursos. Esto desencadenó la “crisis de 1640,” que incluyó una serie de rebeliones en diferentes regiones:

  • Andalucía: En 1641, el duque de Medina Sidonia intentó proclamar un reino independiente, en conexión con las revueltas en Cataluña y Portugal, pero la conspiración fue descubierta y sus líderes castigados.
  • Cataluña: Las Cortes catalanas se negaron a cumplir la Unión de Armas y, en 1640, se produjo la revuelta conocida como el “Corpus de Sangre,” iniciada por campesinos descontentos con la presencia de tropas castellanas. Cataluña se alió temporalmente con Francia, que envió apoyo militar. La guerra continuó hasta 1652, cuando las tropas españolas recuperaron Barcelona.
  • Portugal: En 1640, nobles portugueses proclamaron a Juan IV de Braganza como rey, apoyados por Francia e Inglaterra, lo que inició la Guerra de Restauración portuguesa. Tras las derrotas españolas, el conflicto terminó en 1668 con el Tratado de Lisboa, que confirmó la independencia de Portugal.
  • Nápoles y Sicilia: Entre 1647 y 1648, una crisis económica generó revueltas en estas regiones, donde los rebeldes buscaron apoyo francés, aunque sin éxito.
  • Aragón: En 1648, se intentó una conspiración similar a la andaluza, con apoyo francés, para crear un reino separado, pero el intento fue rápidamente sofocado.

La derrota en la Guerra de los Treinta Años (1618-1648) y en los conflictos con Francia significó el reconocimiento de la independencia de las Provincias Unidas y la pérdida de influencia en Europa. Con la Paz de los Pirineos en 1659, España cedió a Francia territorios como el Rosellón, la Cerdaña y algunas plazas en Flandes, consolidando la hegemonía francesa.

Reinado de Carlos II (1665-1700)

Carlos II, último de los Austrias, subió al trono siendo un niño, con una salud frágil que le impidió tener descendencia. Durante su minoría, su madre, Mariana de Austria, asumió la regencia apoyada por una Junta de Gobierno. La falta de herederos hizo que la corte se dividiera entre dos pretendientes: Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV de Francia, y el archiduque Carlos de Austria. A pesar de los intentos por dividir los territorios hispánicos en varios tratados, finalmente Carlos II designó como sucesor a Felipe de Anjou, quien se convirtió en Felipe V en 1700. Esta decisión provocó la Guerra de Sucesión Española (1701-1714), ya que las potencias europeas temían la unión de las coronas de Francia y España bajo los Borbones.

Economía, población y sociedad en el s. XVII

España atravesó una grave crisis económica y social en el siglo XVII, caracterizada por malas cosechas, incremento de impuestos, abandono de tierras, pérdida de ingresos coloniales y devaluación de la moneda. La población disminuyó significativamente debido a guerras, emigración a América, la expulsión de los moriscos y recurrentes epidemias de peste. En cuanto a la estructura social, se mantuvo el sistema estamental, acentuándose las diferencias entre los privilegiados y el resto de la población, lo que aumentó la marginalidad y la pobreza. No fue hasta el reinado de Carlos II que se implementaron medidas para intentar estabilizar la economía, aunque con resultados limitados.

El Siglo de Oro español

El término Siglo de Oro, acuñado en el siglo XVIII, se refiere a una época de auge cultural, artístico y literario en España, desde la publicación de la “Gramática” de Antonio de Nebrija en 1492 hasta la muerte de figuras como Velázquez (1660) o Calderón de la Barca (1681). Durante la primera mitad del siglo XVI, el Humanismo y el Renacimiento, influenciados por lo clásico, se consolidan en España con autores como Garcilaso y Fernando de Rojas. En arquitectura destacan estilos como el plateresco, el purista y el herreriano, mientras que en pintura y escultura sobresalen temas religiosos, con artistas como Berruguete y El Greco. Con Felipe II, la Contrarreforma limita la influencia protestante europea, imponiendo un estilo más sobrio y culminando con El Escorial. A finales del siglo XVI, el Barroco introduce un estilo grandioso impulsado por la Iglesia, con la imaginería religiosa destacándose en Andalucía y Castilla, y maestros como Ribera, Zurbarán, Murillo y Velázquez en la pintura. La literatura también vive un auge, iniciando con el Lazarillo de Tormes y continuando con autores como Cervantes, Góngora, Quevedo y dramaturgos como Lope de Vega y Calderón. Este esplendor literario no se verá de nuevo hasta la Generación del 98, tras la crisis de 1898.

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