El Sexenio Democrático en Extremadura: Tensiones Sociales y Revueltas Campesinas
La revolución de 1868 generó cambios en amplios sectores del mundo rural. Tras el pronunciamiento de Cádiz, el ejército de Extremadura permaneció fiel a Isabel II y en algunas partes de la región aparecieron partidos que pretendían levantar a los pueblos contra el gobierno. Una vez consumada la derrota de las tropas isabelinas en Alcolea, se produjo la aceptación del hecho revolucionario por parte de las autoridades civiles y militares extremeñas. En cada capital de provincia se formó una Junta Superior encargada de reconducir la situación y velar por el respeto de la propiedad. Estas Juntas extremeñas incluían en su programa la abolición de quintas y de las consumiciones. Extremadura sufrió durante todo el Sexenio Revolucionario la ocupación reiterada de fincas y dehesas por campesinos y, a finales de octubre, las juntas se disolvieron y sus miembros se integraron en las juntas provinciales. Los partidos republicanos, en la etapa de Amadeo, continuaron los episodios de subversión en el mundo rural y, tras la monarquía, volvieron a aparecer en los pueblos y ciudades las Juntas Revolucionarias. Por tanto, el problema de la tierra se convirtió en el protagonista de la nueva dinámica política y el ejército tuvo que intervenir para garantizar la propiedad de Extremadura. El movimiento cantonalista fue prácticamente inexistente; en cambio, el carlismo estuvo presente.
La Primera República y el Cantonalismo
Consumada la abdicación de Amadeo I, el Congreso y el Senado se constituyeron en la Asamblea Nacional y decidieron proclamar la República, ya que la monarquía había fracasado. Se llevó a cabo una división entre los republicanos federales y unionistas. Tuvo lugar el cantonalismo, que es una vertiente radical del federalismo. Los campesinos en la República querían solucionar el mito del reparto, los nacionalistas querían crear un Estado (catalán) y los obreros querían una democracia obrera. La clase media apoyó la vía alfonsina realizada por Antonio Cánovas del Castillo frente a la propia República. Hubo cinco presidentes en esta República:
- Estanislao Figueras: Su responsabilidad fue controlar el número de levantamientos militares y convocar a Cortes Constituyentes. La República se iniciaba sin el apoyo de más de la mitad de los españoles, proclamándose así la República Federal, la cual triunfa y conlleva a Figueras a dimitir.
- Francisco Pi i Margall: Defensor del federalismo. Mientras fue presidente, surgieron varios problemas sociales y las Cortes dieron seguridad a Pi i Margall para que solucionase el problema, pero él dimitió porque lo que quería hacer iba en contra del pueblo y el pueblo es la base de la estructura de la República. Asistimos a la elaboración de una constitución que nunca llegó a entrar en vigor.
- Nicolás Salmerón: Con él, los movimientos cantonales y la guerra carlista se generalizaron por todo el país. Ante esta situación, la mejor solución era aplicar la fuerza y la autoridad para solucionar el problema. Para ello, controló los cantones de Andalucía, excepto Málaga y Cartagena. Gran parte de los líderes de los cantones fueron detenidos y condenados a muerte. Salmerón se negó a firmar las penas de muerte y dimitió.
- Emilio Castelar: Quiso aplicar la autoridad para mantener el Estado. Se suspendieron las Cortes y se concentraron poderes extraordinarios en su persona. Fue sometido a una moción de censura que perdió y, por tanto, dimitió.
- Francisco Serrano: Pavía entregó el poder a Serrano, Zavala, Sagasta y Topete. Se le propuso a Cánovas que también participara, pero este lo rechazó porque estaba preparando la vía alfonsina para llevar al trono al hijo de Isabel II (Alfonso XII). La política de Serrano fue diversa: disolvió la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT), terminó con el problema cantonal, reforzó el aparato militar y fracasó en el control de la Guerra Carlista. Martínez Campos dio un golpe de Estado e inició la Restauración con el enfado comprensivo de Cánovas.
El cantonalismo se impulsó tras el nombramiento de Pi i Margall como presidente. Los federalistas exigían un Estado federal por la fuerza. Las circunstancias antes mencionadas provocaron el movimiento más importante surgido en Cartagena, donde los federales exigían el Ayuntamiento y establecieron el cantón. Cartagena se convirtió en una fuente invencible tras la unión de tropas locales y donaciones de bancos de guerra. Finalmente, el problema se solucionó tras la orden de Salmerón.