El Régimen de la Restauración: Características y Funcionamiento del Sistema Canovista
Introducción
El pronunciamiento de Martínez Campos en 1874 fue acogido favorablemente por el ejército y las fuerzas políticas conservadoras. Supuso la restauración de la monarquía en la persona de Alfonso XII, único hijo varón de Isabel II. El político clave del momento fue Antonio Cánovas del Castillo, que asumió la regencia hasta el regreso del rey en enero de 1875.
Desarrollo
1. El Sistema Político de la Restauración
1.1. Un Nuevo Sistema Político
Los grupos conservadores esperaban que la nueva monarquía devolviera la estabilidad política y pusiera fin a todo intento de revolución social y democrática en España.
Cánovas pretendía la vertebración de un nuevo modelo político.
Para conseguir este propósito se marcó dos objetivos: elaborar una constitución que basase el sistema político en el bipartidismo y pacificar el país poniendo fin a la guerra de Cuba y el conflicto carlista. La primera medida fue la convocatoria de elecciones para unas Cortes constituyentes, pues la Constitución de 1869 había quedado sin efecto tras la proclamación de la República.
- La Constitución de 1876. Fue una clara muestra del liberalismo censitario (sufragio censitario y soberanía compartida entre las Cortes y el rey). Fue una constitución de carácter conservador e inspirada en los valores de monarquía, religión y propiedad. Se concedían amplios poderes al monarca: derecho a veto, nombramiento de ministros, potestad de convocar, disolver o suspender Cortes. Las Cortes eran bicamerales (Senado y Congreso de los Diputados). También se proclamaba la confesionalidad católica del Estado y una amplia declaración de derechos, que posteriormente se irían restringiendo (imprenta, reunión, etc.).
- Bipartidismo y Turno Pacífico. Cánovas introdujo la alternativa en el poder de los dos grandes partidos: conservador y liberal. Se aceptaba un turno pacífico de partidos, mediante la participación en el poder de las dos familias del liberalismo y pondría fin a la intervención del ejército en la vida política.
1.2. El Fin de los Conflictos Bélicos
La estabilidad se vio afectada por el fin de las guerras carlistas y de Cuba. El ejército forzaría la rendición de los carlistas hasta su total rendición en 1876, lo que supuso la abolición definitiva del régimen foral. El fin de la guerra carlista permitió acabar más fácilmente con la insurrección cubana, y en 1878 se firmaría la Paz de Zanjón.
2. La Vida Política y la Alternancia en el Poder
2.1. Los Partidos Dinásticos
Cánovas, tras el regreso de Alfonso XII, transformó el partido alfonsino en liberal conservador, llamándose finalmente Partido Conservador. El proyecto bipartidista requería otro partido más progresista, y propuso a Sagasta su formación. Así nace el Partido Liberal. A ambos correspondía aceptar la monarquía alfonsina y la alternancia en el poder. Se les conocería como «partidos dinásticos». Ambos defendían la monarquía, la Constitución, la propiedad privada y un Estado liberal centralista y unitario. Los conservadores eran más proclives al inmovilismo político, sufragio censitario y la defensa de la Iglesia y el orden social. Los liberales defendían el sufragio universal masculino y estaban inclinados a un reformismo social más progresista y laico. Existía un acuerdo táctico de no promulgar nunca una ley que forzase al otro partido a derogarla cuando regresase al gobierno. El turno en el poder quedaba garantizado, de modo que cuando el partido en el gobierno sufría un proceso de desgaste, el monarca llamaría al partido de la oposición a formar gobierno. Era entonces cuando el nuevo jefe de gabinete convocaba elecciones con el objetivo de conseguir el número de diputados suficientes para obtener la mayoría que le permitiera gobernar.
2.2. Falseamiento Electoral y Caciquismo
El sistema de turno pacífico se mantuvo durante más de 20 años gracias a la corrupción electoral y a la influencia de poder de determinadas personas sobre la sociedad (caciques).
La adulteración del voto constituyó una práctica habitual. El triunfo del partido que convocaba las elecciones se conseguía gracias al falseamiento de los resultados. Los caciques, que eran muy influyentes, sobre todo en el medio rural, orientaban la dirección del voto agradeciendo con sus favores la fidelidad electoral y discriminando a los que no respaldaban sus intereses. El conjunto de tramas electorales que ayudaban a conseguir la adulteración de los resultados se conoce como «pucherazo».
2.3. El Desarrollo del Turno de Partidos
Entre 1876 y 1898 el turno funcionó con regularidad. El Partido Conservador se mantuvo en el gobierno desde 1875 a 1881, cuando Sagasta formó un primer gobierno liberal que introdujo el sufragio universal masculino para las elecciones municipales de 1882.
Ante una posible desestabilización del sistema político tras la muerte de Alfonso XII en 1885, se llegó a un acuerdo entre ambos partidos, es el llamado Pacto del Pardo. Cuya finalidad fue dar apoyo a la regencia de María Cristina y garantizar la continuidad de la monarquía ante las presiones de carlistas y republicanos. Durante el «gobierno largo de Sagasta» (1885-1890), se llevó a cabo una importante obra reformista en la que destacó la implantación del sufragio universal masculino en las elecciones generales de 1890, pero el fraude electoral impidió una verdadera democratización del sistema.
En 1895 Cánovas asumió la presidencia del gobierno, hasta 1897, fecha de su asesinato. El personalismo del sistema deterioró a los partidos provocando disidencias internas y la descomposición de ambos.
Conclusión
La Restauración duró más de 50 años, desde el pronunciamiento de Martínez Campos hasta la proclamación de la Segunda República en 1931. A pesar del establecimiento del sufragio universal masculino en 1890, este régimen político nunca llegó a ser plenamente democrático y estuvo dominado por una burguesía oligárquica. Con el tiempo, los dos partidos hegemónicos se fueron descomponiendo y no fueron capaces de dar entrada a fuerzas emergentes como el obrerismo y el republicanismo.
En 1898, la pérdida de Cuba y Filipinas sumió a este periodo en una gran crisis moral y política, conocida como «el desastre», y que planteó un nuevo proceso de reformas conocido como regeneracionismo.