Impulso del Ferrocarril en España: Ley de 1855 y Contexto Histórico

El Ferrocarril en España: Ideas y Ley de 1855

Ferrocarriles: El tema central de este texto es el impulso de la implantación del ferrocarril en España. Las principales ideas, jerarquizadas, son:

  • El liderazgo corresponde al Gobierno, aunque se permite también la iniciativa privada.
  • Quien desee obtener una concesión deberá no solo solicitarlo al gobierno, sino atenerse a una serie de condiciones.
  • El Gobierno garantiza una serie de beneficios a quienes deseen invertir en este medio de producción.

Teniendo en cuenta la peculiaridad y selección del articulado, señalaremos las principales ideas de cada uno de ellos:

  • El artículo 4º indica que la construcción de los ferrocarriles, cuando sean de servicio general, podrá hacerse bien por el Gobierno o bien por particulares y compañías. Esta idea refleja uno de los principios básicos del liberalismo progresista al “liberalizar” el sector, aunque bien se indica (artículo 6º) que para poder hacerlo deberán solicitar permiso al propio gobierno, en cuyas manos estará la concesión.
  • La voluntad clara del Gobierno en fomentar el ferrocarril se observa con claridad en el Artículo 8º, donde se aprueban diversas fórmulas de subvención para aquellas empresas o particulares que se decidan a ello. En concreto, se señalan tres: colaborando con el propio gobierno, devolviendo a las empresas una parte del capital invertido o asegurándoles un mínimo interés por el capital invertido. El mismo artículo 19º queda referido a garantizar a los capitales extranjeros que se empleen en los ferrocarriles la protección del propio Estado, estando exentos de ser represaliados, confiscados o embargados en períodos de guerra.
  • El artículo 20º recoge una serie de concesiones o ventajas para las empresas que obtengan el permiso de construcción: el terreno público que precisen; tener los mismos beneficios que los vecinos mientras estén levantando el ferrocarril; facultad para abrir y explotar canteras para la obtención de cuanta piedra precisen; percibir derechos de peaje y de transporte y, sobre todo, exención de aranceles para diversos materiales (materias primas, máquinas, fuentes de energía…) que se importen del extranjero no solo durante la construcción de la línea, sino en los diez años siguientes.
  • Por último: todos los ferrocarriles tendrán un determinado ancho de vía que ha de ser de un metro 80 centímetros. Bien sabemos que el ancho europeo era de menor longitud. El miedo a que el ferrocarril fuese utilizado como instrumento de invasión subyace en esta decisión, que tantas dificultades acarreará a la economía durante muchos años.


Contexto Histórico: El Bienio Progresista y la Expansión del Ferrocarril

3.- CONTEXTUALIZACIÓN

Una de las fases del Gobierno de Isabel II fue el bienio progresista (1854-1856). Iniciado por el pronunciamiento del general O’Donell en Vicálvaro, el golpe militar se radicalizó tras la publicación por los rebeldes del denominado Manifiesto de Manzanares, lo que hizo que consiguiera un amplio respaldo popular y animó a otros generales a unirse a la rebelión. Finalmente, el golpe triunfó y propició la formación de un gobierno presidido por el progresista Espartero.

Corto en años, pero fecundo en realizaciones. Destacamos la desamortización general de Madoz en 1855, que culminó el proceso desamortizador, con los bienes de los municipios; unas nuevas Cortes Constituyentes iniciaron la elaboración de una nueva constitución más progresista que no llegó a aplicarse y, por último, se adoptaron medidas para propiciar la modernización económica del país, como la Ley de Ferrocarriles de 1855.

Durante la segunda mitad del siglo XIX se desarrolló en España, como en otros muchos países, una intensa actividad en torno a la construcción del ferrocarril. Al iniciarse dicho período solo se había inaugurado la línea de Barcelona a Mataró de 28 km de longitud, en 1848, a la que seguiría la de Madrid a Aranjuez tres años después.

Las leyes de los años 1855 a 1877 rigieron el desarrollo de las construcciones. La primera, promulgada durante el bienio progresista. La Ley de Ferrocarriles de 1855 fue decisiva para impulsar el desarrollo de la red; esta Ley facilitó la captación de los capitales extranjeros necesarios para llevar a cabo la construcción, aun a costa de sacrificar los intereses de algunos sectores de la industria española, como el siderúrgico. Según esta ley, las concesiones serían otorgadas por Ley, y a la vez se establecía un programa de ayudas estatales.

Se pusieron medios para procurar los recursos necesarios (Ley de Bancos de Emisión y Sociedades de Crédito de 1856). Al amparo de esta Ley surgen: la Sociedad General de Crédito Inmobiliario (tras la cual se hallaban los Pereire), Sociedad Española Mercantil e Industrial (Rothschild), Compañía General de Crédito de España (Guillot), concebidas para estimular el desarrollo industrial. Tales sociedades acabaron centrando su atención en los ferrocarriles, dedicando a ellos el 40% de sus inversiones.

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