Isabel y Fernando: Consolidación del Poder Real y Transformación de España

El Reinado de los Reyes Católicos

Los Reyes Católicos, título concedido por el Papa Alejandro VI a Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón, marcaron una edad de oro caracterizada por el fin de la anarquía y la instauración de un poder fuerte y respetado. Casados desde 1469, unieron las dos coronas, aunque no lograron una unidad nacional, sino una simple unión personal y dinástica. Ambos grupos de territorios conservaron su autonomía, leyes e instituciones. Los soberanos reinaron sobre Castilla y Aragón según el contrato matrimonial de 1469 y la Concordia de Segovia de 1475, pero Isabel fue reina de Castilla y Fernando rey de Aragón. La integración de los territorios de la Corona de Castilla fue más intensa, con mismas cortes, legislación y contribuciones fiscales. En la Corona de Aragón, se distinguieron los reinos de Aragón y Valencia, los condados catalanes, las Baleares y territorios anexos como Sicilia, Cerdeña y Nápoles, cada uno con distintas cortes y leyes, manteniendo una tradición pactista. Isabel se proclamó reina de Castilla en 1474 tras la muerte de su hermano, un reino marcado por luchas nobiliarias y debilidad real, enfrentándose a una guerra civil contra su sobrina Juana la Beltraneja. Fernando heredó el trono de Aragón en 1479.


Política Interior

El objetivo principal fue restablecer y fortalecer la autoridad de la monarquía y del Estado, política que se desarrolló mejor en Castilla. Se buscó acabar con los desmanes de la nobleza, la inseguridad y reestructurar la vida política y administrativa del reino. La pacificación se completó en Castilla con la creación de la Santa Hermandad para mantener el orden en caminos y zonas rurales. En Aragón, se puso fin al conflicto de los payeses de remensa. Para la ordenación del Estado, se tomaron varias medidas:

  • En Castilla, se recopiló la legislación y el derecho civil castellano.
  • En materia de justicia, se creó una nueva Chancillería. En Cataluña, Aragón y Valencia también hubo audiencias.
  • Se reformó el Consejo Real de Castilla y se crearon otros nuevos: el Consejo de Aragón, el de las Órdenes Militares y el de la Inquisición.
  • Las Cortes se mantuvieron como instituciones, pero se redujo su papel convocándolas en pocas ocasiones. En Castilla, refrendaban actos de gobierno y legislativos, autorizaban el cobro de impuestos y juraban al heredero. En los reinos de la Corona de Aragón, se reunían por separado.


Política Exterior

Los Reyes Católicos tuvieron más posibilidades de llevar a cabo una política integrada, con tres grandes objetivos:

  • Unificación de la Península Ibérica: La conquista del Reino de Granada fue el primer paso, seguido por la anexión de Navarra y el acercamiento a Portugal.
  • Expansión en el Mediterráneo: La Corona de Aragón frenó el intento francés de ocupar el Reino de Nápoles y se conquistaron Melilla, Orán y Trípoli en el norte de África.
  • Expansión Atlántica: Se completó la conquista de Canarias, anexionada a Castilla, y tuvo lugar el descubrimiento de América en 1492.

Además, se establecieron alianzas contra Francia, cuyos intereses chocaban con los de los Reyes Católicos en Navarra, Rosellón, Cerdeña e Italia. La política matrimonial buscó alianzas con Inglaterra y el Sacro Imperio.


Fin del Reinado

Tras la muerte de Isabel en 1504, su hija Juana la Loca, casada con Felipe el Hermoso, subió al trono de Castilla, iniciándose un periodo conflictivo por la incapacidad de Juana y las ambiciones de su esposo y su padre. Fernando volvió a casarse y tuvo un hijo. Tras su muerte en 1516, comenzó el reinado de su nieto Carlos I, instaurando la dinastía de los Habsburgo o Casa de Austria.

En los municipios de Castilla, los Reyes Católicos incorporaron al corregidor, permitiendo al monarca intervenir y controlar los municipios. En Aragón, se generalizó la insaculación. Reorganizaron la hacienda pública, cubriendo gastos con impuestos directos y recurriendo a las Cortes en circunstancias especiales. Para reforzar la autoridad, intentaron someter a la Iglesia bajo su control, logrando que la Inquisición española dependiera de la monarquía y revitalizando las regalías. Los monarcas decretaron la expulsión de los judíos en 1492, con importantes pérdidas económicas y culturales. Con los musulmanes de Granada, se aplicó una política cada vez más agresiva. Fray Hernando de Talavera intentó una asimilación gradual, pero el cardenal Cisneros aplicó una política de cristianización rápida. Los Reyes Católicos anularon las capitulaciones y obligaron a los vencidos a elegir entre el bautismo o la emigración. En 1502, esta política se aplicó a todos los mudéjares castellanos.

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